Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida dejando a Jesucristo ser quien ocupe el lugar central.
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Mary Rose Bratlien, religiosa de las Hermanas Franciscanas
Camino Católico.- La hermana Mary Rose Bratlien, integrante de las Hermanas Franciscanas, Tercera Orden Regular (T.O.R), de la Penitencia de la Madre Dolorosa, criada en San Diego (California), cuenta en el portal de su congregación que la familia al completo abandonó la fe cuando ella tenía solo 3 años. Aunque fue bautizada, también ella abandonó rápidamente la práctica religiosa y la “apariencia exterior” ocupó buena parte de sus esfuerzos.
“Estaba preocupada por encontrar un novio atractivo, ser popular, conducir un buen coche y comprar ropa bonita. Iba frecuentemente a fiestas y bebía en exceso, tratando ansiosamente de ocultar mis inseguridades. Esto me generó un mayor vacío interior y desánimo por la persona en la que me había convertido”, confiesa.
Recuerda como especialmente impactante el divorcio de sus padres, cuando ella tenía 13 años y la familia de ocho miembros. Pero también de ahí surgió una “transformación completa” en su madre, que regresó a la Iglesia y se dedicó desde entonces al apostolado.
“En mi último año de secundaria comencé a leer la Biblia, buscando vorazmente la verdad, anhelando la misma fe, el mismo amor misericordioso y la misma alegría que había visto en mi madre”, cuenta la hermana.
Mary Rose Bratlien en la imagen destacada, junto a las Hermanas Franciscanas a las que pertenece
Tenía 18 años cuando, tras un completo estudio de los templos protestantes y las iglesias católicas locales, Bratlien decidió unirse a la Iglesia, confirmarse y sumergirse de lleno en la fe. “Mi único objetivo era descubrir la voluntad y el propósito de Dios para mi vida. Ya no estaba atada por mis antiguas inseguridades y temores, sino que entendí profundamente que Dios me ama como a una hija preciosa”, agrega.
Recuerda una tarde cualquiera, volviendo a su casa en coche tras sus clases de estudio de la Biblia, cuando la palabra “consagrada” se le vino a la cabeza “de la nada”: “Sabía que no se me había ocurrido por mi cuenta, porque ni si quiera conocía su significado. Me pregunté si Dios querría que me consagrara y durante los siguientes años empecé a visitar conventos y a aprender sobre la vida religiosa”.
La confirmación de sus pronósticos fue durante sus estudios en la Universidad Franciscana de Steubenville, durante una sesión de discernimiento vocacional. Recuerda que al leer Isaías 62:5 fue “como si Dios me estuviera hablando directamente”, diciéndole: “Como un joven se desposa con una virgen, así se desposará contigo tu Dios; y como se regocija el esposo con su esposa, así se regocijará contigo tu Dios”.
Aquella fue la confirmación definitiva a una vida que comenzó en las Hermanas Franciscanas un año después de su fundación en 1989, con poco más de 26 años: “Ha sido un viaje emocionante como hermana religiosa, lleno de gracia sin medida, y ciertamente la mayor alegría de mi vida. ¡A Dios sea la gloria y la alabanza por siempre!”, agrega la religiosa.
Hermana Inah Canabarro Lucas, la persona más anciana del mundo. | Foto: Nathália Queiroz - ACI Digital
* «Es lógico que su situación de salud a sus 116 años ya sea un poco complicada, ya no oye bien, tiene mucha dificultad para hablar, también ve muy poco, pero sigue su vida con los planes que Dios le dio. “Dios trató bien y sigue tratando bien a su discípula, la Hermana Inah Canabarro Lucas», dice su sobrino Cleber Vieira Canabarro Lucas
Vídeo de la EWTN emitido este 6 de enero de 2025, pero esencialmente grabado en marzo de 2024 en el que se cuenta el testimonio de Sor Inah Canabarro Lucas
* «Siempre está centrada en los demás y no en sí misma. Es una persona muy resiliente, no exige nada, agradece todo, piensa que todo está bien, tiene una enorme admiración por la congregación, por la compañía. Reza por todos, se preocupa por todos. Su vida es realmente ejemplar», asegura sor Lúcia Ignez Bassotto, coordinadora de la casa de Acogida Santo Enrique de Ossó donde vive la religiosa,
Camino Católico.- La persona más anciana del mundo es Sor Inah Canabarro Lucas, religiosa de 116 años del estado brasileño de Rio Grande do Sul, nacida el 27 de mayo de 1908. En marzo de 2024 dijo a ACI Digital —agencia en portugués de EWTNNews— que uno de los secretos de su longevidad es la oración: “Mi secreto, mi gran secreto, es rezar. Rezo el Rosario todos los días por todos en el mundo”. afirma.
La Hermana Inah se convirtió en la persona más anciana del mundo tras la muerte de la japonesa Tomiko Itooka el 29 de diciembre de 2024, quien era 16 días mayor que Inah. La confirmación la hizoLongeviQuest, un grupo de investigadores especializado en el mapeo de personas que superan los cien años.
“Es un gran orgullo para la familia, los Canabarros Lucas”, ha dicho este 6 de enero a ACI Digital su sobrino Cleber Vieira Canabarro Lucas, de 84 años.
Sor Inah vive actualmente en Porto Alegre, Rio Grande do Sul, en la Casa de Acogida Santo Enrique de Ossó, que está al lado de la Casa Provincial de las Hermanas Teresianas de Brasil, comunidad en la que fue aceptada a los 19 años, en 1927.
La hermana Inah Canabarro y su sobrino Cleber Vieira Canabarro Lucas / Foto: ACI Digital
Según su sobrino, hace unos días Inah tuvo algunos problemas de salud, los médicos le aconsejaron reposo, pero ahora se encuentra bien. “Es lógico que su situación de salud a sus 116 años ya sea un poco complicada, ya no oye bien, tiene mucha dificultad para hablar, también ve muy poco, pero sigue su vida con los planes que Dios le dio”, dice Cléber. “Dios trató bien y sigue tratando bien a su discípula, la Hermana Inah Canabarro Lucas”.
Para Cleber, la longevidad de Sor Inah se debe a su espiritualidad, ya que “siempre fue una pequeña monja que oraba mucho, oraba mucho, se dedicaba a la oración toda su vida”. También habla de otras características como “su bondad al querer siempre hacer el bien a los demás, su buen humor propio de su personalidad, su optimismo y su determinación en la vida”.
Para la coordinadora de la casa de Acogida Santo Enrique de Ossó donde vive la religiosa, sor Lúcia Ignez Bassotto, sor Inah "siempre está centrada en los demás y no en sí misma". Es "una persona muy resiliente, no exige nada, agradece todo, piensa que todo está bien, tiene una enorme admiración por la congregación, por la compañía. Reza por todos, se preocupa por todos". "Su vida es realmente ejemplar", prosigue sor Lucía, que conoce a la hermana Inah desde que era estudiante en Santana do Livramento.
Otra de las características de la hermana Inah es que siempre quiere estar activa. Sigue participando en las oraciones de la comunidad, le gusta pasear por el jardín y pasar tiempo con sus hermanas.
Hasta 2023, sor Inah "pintaba servilletas, hacía tarjetas, hacía muchas cosas. Cuando no tenía nada que hacer, cogía una baraja y se ponía a jugar. Si no tenía a nadie con quien jugar, jugaba sola. Se divertía mucho”, asegura sor Lucía.
Hermana Inah Canabarro Lucas rezando a Nuestra Señora / Foto: Nathália Queiroz - ACI Digital
Inah Canabarro Lucas nació en el municipio de São Francisco de Assis, en el interior de Rio Grande do Sul, el 27 de mayo de 1908, la penúltima de siete hijos. Según su sobrino Cleber, “todos estaban bien alimentados, eran normales y ella estaba muy delgada, débil y su padrino, en ese momento, le dijo a su padre: 'Amigo, no me malinterpretes, pero esta niña debe estar enferma y prepárate porque lamentablemente no creo que dure mucho’... ¡Todos se fueron y ella ya cumple 116 años de vida!”.
Es sobrina tatara del general David Canabarro, uno de los principales líderes de la Revolución Farroupilha (1835-1845), en Rio Grande do Sul.
Cuando era niña, uno de sus hermanos le dijo a su madre que Inah podía estudiar en un colegio de monjas de su ciudad. Inah luego preguntó: "¿Qué son las monjas?" La madre respondió que eran mujeres que se dedicaban a orar a Dios y dijo: "Voy a ser monja".
Inah estudió en el colegio de monjas y, a los 19 años, fue a hacer su noviciado con las hermanas teresianas en Montevideo (Uruguay).
Hermana Inah Canabarro en su cumpleaños número 110 / Foto: Hermanas Teresianas
A lo largo de más de un siglo ha experimentado numerosos cambios en el mundo y en la Iglesia. La monja pasó por dos guerras mundiales y diez papas. El año de su nacimiento, San Pío X era Papa.
Inah ha sido maestra toda su vida. Enseñó portugués, matemáticas, ciencias, historia, arte y religión en escuelas teresianas de Río de Janeiro, Itaqui y Santana do Livramento, ciudad en la que es muy querida porque fue donde pasó la mayor parte de su vida.
Según su sobrino, era una profesora "estricta, disciplinaria y cariñosa, que se ganaba a todo el mundo".
Muchas de las hermanas que actualmente viven en la Casa Provincial de Porto Alegre fueron alumnas de la religiosa o cuentan historias sobre cómo sor Inah les ayudó a descubrir su vocación.
La hermana Lúcia Bassoto y la hermana Inah Canabarro / Foto: ACI Digital
"Es súper feliz, una persona que tiene vida, tiene amor, ama de verdad", manifiesta la hermana Teresinha de Aragón, de 84 años, que conoce a la religiosa desde niña, porque su hermana fue alumna suya en Santana do Livramento.
La religiosa de 116 años es alguien que lleva a todo el mundo en su corazón. No hace excepción de personas. Trata bien a todos, con cariño, ya sean pequeños, mayores o ancianos. “Es una persona que ama, ama de verdad", remarca la hermana Teresinha.
Sor Inah y sor Teresinha Aragón / Foto: ACI Digital
Además, la hermana Inah es una de las pocas monjas de su congregación que sigue vistiendo el hábito. Según las hermanas de su comunidad, desde el Concilio Vaticano II (1963-1965) el uso del hábito es libre; cada una puede elegir llevarlo o no. Como la anciana no es plenamente capaz de decidir, y siempre ha llevado el hábito, decidieron vestirla siempre con este porque es la forma en que siempre se ha visto a sí misma, como religiosa.
"Me siento muy feliz, muy agradecida con Dios porque fue ella quien me guió por este camino y ahora puedo serle útil, ayudarla en los momentos en que me necesite", afirma la hermana Velmira, quien es enfermera y en los últimos años se ha dedicado a cuidar de la salud de la hermana Inah. "Madre Inah me ayudó a encontrar este lugar donde me siento tan feliz, me siento muy bien con todo el mundo", continua la religiosa.
La hermana Inah Canabarro y la hermana Velmira Piotrovski / Foto: ACI Digital
Un logro notable en su vida fue la creación de la banda de música del Colegio Santa Teresa en Santana do Livramento. Contaba con 115 instrumentos musicales y viajó a presentaciones por Brasil, Uruguay y Argentina. También guió y colaboró en la creación de la también famosa banda de música del Liceo Pomoli, en Rivera (Uruguay), ciudad hermana de Santana do Livramento.
La Hermana Inah es una apasionada seguidora del Sport Clube Internacional, club fundado en 1909, cuando ella tenía un año. Además de decir que reza por las personas de todo el mundo, las únicas otras palabras que la Hermana Inah dijo a ACI Digital en marzo fueron elogios para el Inter. “Porque es el equipo de la gente, gente buena, pobre, muy honesta, muy buena”.
Anne Yoches, a la izquierda jugando al fútbol americano, y al lado como monja que al hacer los votos tomó el nombre de Rita Clare Yoches
* «Salía toda la noche del viernes y toda la noche del sábado, pero siempre, siempre, iba a misa los domingos. Aun así, nunca me paraba a escuchar realmente a lo que Dios me estaba intentando decir… El sacerdote hablaba sobre la Comunión, y me di cuenta de que yo estaba comulgando en pecado. Necesitaba confesarme urgentemente… En la Adoración Eucarística es donde realmente sentí que Dios Padre me abrazaba y me apretaba contra su pecho como solo un padre puede abrazar a su hija. Y mi vida cambió para siempre»
Camino Católico.- Anne Yoches, exjugadora de baloncesto de la Universidad de Detroit Mercy, dejó atrás su prometedora carrera deportiva para dedicarse a una vida de oración y servicio como monja franciscana. Conocida ahora como Sr. Rita Clare, vive en una comunidad religiosa en Steubenville, Ohio, donde combina su amor por el trabajo en equipo con una devoción profunda a Dios, ayudando a jóvenes y personas necesitadas.
Cuando era estudiante-atleta en la Universidad de Detroit Mercy, Anne Yoches se levantaba a las 5 a.m. para asistir a los entrenamientos de baloncesto que comenzaban una hora después y duraban tres horas. Hoy en día, sigue levantándose al amanecer, pero por un propósito completamente distinto.
La hermana Rita Clare Yoches, TOR, asiste a un partido de baloncesto de la Universidad de Detroit Mercy contra Toledo el 16 de noviembre, acompañada por la ex entrenadora Anne Rexford y sus compañeras de equipo Molly Peterson, Tia Winters y Michelle James. En el entretiempo, la hermana Rita Clare recibió el prestigioso premio Fr. Norbert Huetter de la universidad, otorgado a quienes sirvieron en la misión de San Ignacio de Loyola como "hombres y mujeres para los demás" / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic
«Ahora me despierto a las 5 a.m., rezo durante cuatro horas al día y luego realizo labores ministeriales con jóvenes universitarios o con personas necesitadas, enfermas o pobres», explica Yoches al Detroit Catholic, quien ahora es conocida como Sr. Rita Clare, miembro de las Hermanas Franciscanas T.O.R. de la Penitencia de la Madre Dolorosa. «Vivo en una comunidad con 24 hermanas, así que es como estar en un equipo de baloncesto, pero en un convento en lugar de un dormitorio».
Sr. Rita Clare siempre fue una atleta. En la secundaria Divine Child, en Dearborn, practicó baloncesto, voleibol, fútbol, sóftbol y golf. En la cancha de baloncesto, ayudó a su equipo, los Falcons, a ganar dos campeonatos estatales.
Anteriormente conocida como Anne Yoches, la Hna. Rita Clare jugó cuatro temporadas de baloncesto en la Universidad de Detroit Mercy desde 1997-98 hasta 2000-01 / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic
Recibió una beca completa para jugar baloncesto en la Universidad de Detroit Mercy. Durante cuatro temporadas, promedió 5.3 puntos, 3.3 rebotes y 2.0 asistencias por partido. Durante ese tiempo, los Titans ganaron 60 partidos, terminaron entre los tres mejores equipos de la Horizon League en tres ocasiones y llegaron a la final del campeonato de la liga en 1999.
«Cuando llegó al equipo, jugaba como delantera, pero en su último año la movimos a la posición de base, y fue simplemente extraordinaria», comenta su entrenadora universitaria, Anne Rexford. «Conocía todas las jugadas, sabía dónde debía estar cada jugadora, podía pasar el balón al poste y era una gran líder, obviamente».
¿Alguna vez se le ocurrió a Rexford que su jugadora terminaría convirtiéndose en monja?
«Nunca», respondió Rexford. «Bueno, tal vez, porque siempre resplandecía su bondad».
¿Y a Sr. Rita Clare? ¿Se le había pasado por la mente que se convertiría en monja?
«Fui educada por hermanas franciscanas toda mi vida en Divine Child, y definitivamente tuve a Sr. Beth aquí (en la Universidad de Detroit Mercy) como ministra de campus, además de los sacerdotes jesuitas, pero nunca pensé que sería una», confiesa Sr. Rita Clare. «Siempre pensé que viviría en el mundo, quizás casándome, pero trabajando en el mundo. Dios realmente irrumpió en mi vida y me llevó por un camino que no esperaba».
El director de atletismo de la Universidad de Detroit Mercy, Robert Vowels, y el presidente Donald Taylor, Ph.D., entregan el premio Padre Huetter a la Hna. Rita Clare Yoches en la mitad de la cancha durante el entretiempo del partido del 16 de noviembre contra Toledo / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic
Después de graduarse en 2001 con un título en Medicina Deportiva, Sr. Rita Clare trabajó como entrenadora de fuerza y acondicionamiento en Notre Dame. Dos años después, se unió al equipo de fútbol americano femenino Detroit Demolition, donde jugó como fullback durante cuatro años (2003-2006) y ayudó al equipo a ganar cuatro títulos nacionales.
Sin embargo, finalmente dejó el equipo cuando descubrió que su corazón estaba en otro lugar.
«Salía toda la noche del viernes y toda la noche del sábado, pero siempre, siempre, iba a misa los domingos», ha contado Yoches en un vídeo de Redeemed Online sobre su conversión. «Aun así, nunca me paraba a escuchar realmente a lo que Dios me estaba intentando decir».
«Tuve una gran conversión de regreso a la fe a los 23 años, a través de una homilía. El sacerdote hablaba sobre la Comunión, y me di cuenta de que yo estaba comulgando en pecado. Necesitaba confesarme urgentemente y me confesé», explica. El mismo sacerdote que dio la homilía, su párroco, le ayudó en este nuevo camino. Yoches comenzó a leer la palabra de Dios cada día y a ir a la Adoración Eucarística. «Ahora pienso que, igual que vemos la tele o miramos Facebook durante una hora, también podemos leer la Biblia, la Palabra, durante un rato al día».
«Fui a un viaje a Roma y Asís, y sentí mi llamado a la vida religiosa mientras estaba en Asís. El Señor siguió llamándome durante tres años, y finalmente, un chico con el que estaba saliendo me llevó a una sesión de oración en la Universidad Franciscana de Steubenville, y después de ese momento, terminé la relación y decidí convertirme en monja».
Recuerda vívidamente esa experiencia.
«La homilía era sobre 1 Corintios 11:27: “Quien come y bebe el cuerpo y la sangre de Cristo sin discernirse a sí mismo, come y bebe su propia condenación. Por eso muchos entre ustedes están enfermos y débiles”», relata. «Y pensé: “Esa soy yo”. Tenía una vida social increíble, un gran trabajo, jugaba fútbol profesional para los Detroit Demolition y tenía una familia y amigos maravillosos, pero me estaba muriendo por dentro porque no cuidaba mi alma».
«En la Adoración Eucarística es donde realmente sentí que Dios Padre me abrazaba y me apretaba contra su pecho como solo un padre puede abrazar a su hija», explica Yoches. “Y mi vida cambió para siempre. Quería más de Jesús».
Ese fue el comienzo de un cambio profundo en su vida. Hizo sus votos temporales en 2012 y sus votos perpetuos seis años después.
«Nadie lo esperaba; fue realmente Dios quien me lo dijo, y yo escuché. Todos los demás estaban realmente sorprendidos», recuerda Sr. Rita Clare. «Nunca lo había hablado antes con mis amigos o mi familia».
El equipo de porristas de la Universidad de Detroit Mercy se reúne a su alrededor después de que la Hna. Rita Clare recibió el Premio Padre Huetter / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic
Después de profesar sus votos, se convirtió en ministra de campus en la Universidad Estatal de Florida, donde coincidió nuevamente con su antigua entrenadora universitaria.
«Mi hijo murió en Tallahassee en 2021», comparte Rexford, la entrenadora. «No lo sabía en ese momento, pero Sr. Rita estaba a cargo del ministerio familiar en la universidad. La mañana del funeral, que fue muy temprano, se enteró gracias a su padre y llegó justo a tiempo para la misa. Fue un consuelo enorme para todos nosotros».
Sr. Rita Clare sirvió en Florida durante siete años y, a principios de 2024, se trasladó a un convento en Steubenville, Ohio.
«Lo mejor de mi vida actual es que vivo con Jesús», dice. «Tenemos un sagrario, una iglesia —la presencia de Dios en nuestra casa. No tengo que trabajar en un horario de 9 a 5 y buscar tiempo para Dios. Dios está integrado en mi día, y eso me encanta».
Durante el medio tiempo de un partido de baloncesto en Detroit Mercy el 16 de noviembre, recibió el prestigioso Premio Fr. Norbert Huetter por su dedicación a la misión de formar «hombres y mujeres para los demás». «Estoy agradecida de estar de regreso y de la experiencia que tuve aquí”, dice. «Definitivamente me siento como los 10 leprosos de las Escrituras: uno regresó para agradecerle a Dios por haberlo curado y yo siento que esta es mi oportunidad de regresar y agradecerle».
Sor Rita Clare asegura que no ha abandonado la actividad física personal después de convertirse en monja.«Camino o corro, levanto pesas y, siempre que puedo, juego un partidito de fútbol americano o de baloncesto con las dos manos», afirma.
Al reflexionar sobre su vida, Sr. Rita Clare anima a aquellos que consideran la vida religiosa: «Visiten una orden religiosa y hablen con una monja para saber cómo es, pero también pasen tiempo en silencio y oración para escuchar lo que Dios les dice. No se preocupen por lo que digan los demás o el mundo, hagan lo que Dios les pida»
La hermana Rita Clare Yoches, TOR, cuenta su historia de conversión y vocación en este vídeo en inglés
"Nunca había conocido un convento, no era muy religiosa, no conocía bien el Catecismo, y mucho menos de la vida de los santos", cuenta Denise Burciaga, que acaba de tomar el hábito y ya es sor María
* «Con la gracia de Dios ya no sentía soledad, comencé a sentirme feliz, mi familia se fue restaurando y acercando a Dios, mi vida tenía de nuevo dignidad. A los 30 años pedí hacer una experiencia porque ya me sentía lista para dar un paso en la búsqueda de mi vocación, pero nunca pensé en ser monja y mucho menos de clausura, y menos aún lejos de mi familia y comunidad. Yo quería seguir a Dios, pero en una vida que ya conocía. Tenía mucho miedo, muchas dudas, no quería dejar mi país, mi familia, mi comunidad. Estaba contenta con todo lo que tenía en casa. Pero la llamada de Dios es muy fuerte y, aunque tenía miedo, también me sentía muy amada»
Camino Católico.- Hoy es sor María Jerusalén de Cristo Crucificado, O.S.C., pero, hasta hace muy poco, todos la conocían como Denise Burciaga. Con 32 años, nacida en San Diego, California (EE.UU), del Camino Neocatecumenal, tercera de tres hermanos y padres mexicanos, acaba de tomar el hábito como monja clarisa en elReal Monasterio de Santa Clara de Allariz, un pueblo de Orense (Galicia, España) de unos 6000 habitantes.
La entrevista Juan Cadarso en Religión en Libertad y la conversación testimonial sor María cuenta cómo una californiana, un día, decide abandonar el envidiado "estado dorado", sus maravillosas playas, el surf, los impresionantes parques de atracciones o las taquerías, tan comunes por toda esa zona del país, para hacerse monja de una orden con 800 años de historia (casi cuatro veces más que los que tiene EE.UU), en un lugar remoto como España, al otro lado del "charco".
Aquella peregrinación a Roma
"Yo estudié en San Diego State University y saqué mi carrera en Comunicación, pero al no encontrar un trabajo que me satisficiera, fui buscando otros trabajos. Los últimos dos años antes de venir al convento trabajé como administradora en clínicas de dentista y me gustó mucho", comenta Sor María.
Así como se alejó de la comunicación, también lo hizo, poco a poco, de la fe. "Aunque en mi familia éramos católicos, no practicábamos mucho nuestra fe. De pequeña íbamos a misa los domingos y ayudábamos en unos grupos de la parroquia, pero yo lo fui dejando", relata. Hasta que con 26 años, en una peregrinación, se cruzó Dios con ella, por medio del Camino Neocatecumenal.
Denise Burciaga estudió Comunicación en la San Diego State University
"Mi tía y mi madre fueron las primeras en entrar en una comunidad; me invitaron a ir, pero solo fui a las primeras catequesis y no regresé, porque no parecía que fuera para mí. Después de hacer mi vida me encontré hundida, ya no sabía qué hacer, me sentía muy sola. En este tiempo comencé a ir a las eucaristías de la Comunidad Neocatecumenal, y después de una peregrinación a Roma decidí entrar a una comunidad", recuerda.
Con el paso del tiempo, la joven Denise empezaría a descubrir el regalo de la fe. "Con el tiempo, con los pasos dados en el Camino, con la ayuda de mi comunidad y de mis catequistas fui conociendo lo que es la verdadera Iglesia, y comencé a sentirme amada por Dios y mucho más perdonada de todos mis pecados. Vi que a Dios no le importaba que me hubiera apartado de él, sino que hubiera regresado, que Él siempre estaba esperando mi regreso. Conocí su amor misericordioso y así fue cambiando mi vida".
"Con la gracia de Dios ya no sentía soledad, comencé a sentirme feliz, mi familia se fue restaurando y acercando a Dios, mi vida tenía de nuevo dignidad. A los 30 años pedí hacer una experiencia porque ya me sentía lista para dar un paso en la búsqueda de mi vocación, peronunca pensé en ser monja y mucho menos de clausura, y menos aún lejos de mi familia y comunidad", añade sor María.
"Después de hacer mi vida me encontré hundida, ya no sabía qué hacer, me sentía muy sola", dice Denise Burciaga
Pero, fueron sus catequistas del Camino, que son españoles y que conocían a la madre superiora sor María Ángel, los que le preguntaron si quería venir a hacer una experiencia a este Monasterio de Santa Clara de Allariz. "Les dije que sí, porque al ver fotos por Internet, vi que Allariz era muy bonito y podía ser una buena ocasión para conocer el pueblo y aprovechar el viaje porque me encantaba viajar. Hice una experiencia de tres semanas en septiembre de 2022 y en esa experiencia comenzó a cambiar mi vida otra vez".
Una nueva vida que, esta vez, podía llevarle a vivir lejos de su familia, amigos, comunidad... y que supondría un choque bastante grande, ya que desconocía casi todo de ella. "Nunca había conocido un convento, no era muy religiosa, no conocía bien el Catecismo, y mucho menos de la vida de los santos. Tampoco conocía quién era San Francisco y Santa Clara hasta que llegué aquí", comenta la monja clarisa.
Volvió a San Diego, pero nada era igual. "Al llegar a casa me sentía extraña, echaba mucho de menos a todas las hermanas, y algo en mí me decía que ya no podía vivir igual. Pasaba el tiempo y continuaban estos mismos sentimientos. Hablé con mis catequistas y decidimos que sería mejor hacer una experiencia más larga, de tres meses. Regresé al convento en diciembre, y estuve hasta mediados de marzo de 2023. Regresé a mi casa y seguía resistiéndome mucho a la vocación, pero Dios me la iba confirmando de muchas maneras".
Seguir a Dios, pero "más convencional"
Aunque, de primeras, le hubiera gustado que los planes de Dios fueran más convencionales. "Yo quería seguir a Dios, pero en una vida que ya conocía. Tenía mucho miedo, muchas dudas, no quería dejar mi país, mi familia, mi comunidad. Estaba contenta con todo lo que tenía en casa. Pero la llamada de Dios es muy fuerte y, aunque tenía miedo, también me sentía muy amada", afirma sor María.
En una peregrinación, se cruzó Dios con Denise Burciaga, por medio del Camino Neocatecumenal y le ha llevado a entregarse como monja Clarisa
"Me costó mucho decírselo a mis padres, ya que no conocíamos casi nada de la vida de clausura, y sabía que les iba asombrar. No entendían por qué una vida tan radical, tan lejos, y por qué yo, que no soy especialmente religiosa. Les costó aceptar, pero me apoyaron, algo que para mí fue una confirmación de Dios y un gran milagro. Juntos, mi familia y yo, estamos aceptando la voluntad de Dios", añade.
Hasta que esa incipiente vocación fue madurando y Denise decidió hacerse clarisa. El pasado domingo 29 de septiembre, después de la Eucaristía dominical, tomó el habito en el Real Monasterio de Santa Clara de Allariz, rodeada de sus 20 hermanas y de los vecinos del pueblo, aunque, no solo de ellos. "Otro milagro fue que toda mi familia, y mis sobrinas, mi prima, y algunos de mi comunidad pudieron celebrar este gran día conmigo. Desde la primera experiencia, el Señor no ha dejado de mostrarme su amor, a mí y a mi familia, y sigue confirmándome la vocación. Estoy muy agradecida por la vocación, aunque no me la merezco, pero Dios es mucho más grande y su amor nunca se acaba".
"Pensaba que venir a Allariz y dejar mi familia suponía separarme de ellos, y, al contrario, los siento muy cerca y los quiero más aún; y a ellos les pasa lo mismo. Ahora vivo en paz, mi vida tiene sentido y estoy contenta", asegura.
Dios da la fuerza para todo
La charla con sor Maria va llegando a su fin pero, antes, quiere dejar un mensaje. "Yo les diría a las jóvenes de hoy que no se dejen vencer por el miedo, la soledad, angustia, las cosas materiales, o cualquier otra cosa. Y si tiene esos sentimientos, no se preocupen, que Dios te da la fuerza para vencer todo. Que tengan un corazón abierto y él te ayudará. Él te está esperando, a Él no le importa que vida llevas o has vivido. Para las que piensan que Dios no las ama o es muy tarde para acercarse a Él, están equivocadas. Dios nos ama con locura sin importar lo que hemos o no hemos hecho. Y para las que ya desean acercarse a Dios, pero se las hace imposible, no tengan miedo, vale la pena dar el paso. El amor que Dios nos quiere dar a cada uno de nosotros es mucho más grande de lo que podamos imaginar", asegura.
"Él te está esperando, a Él no le importa que vida llevas o has vivido", dice Denise Burciaga a los jóvenes
La monja clarisa de origen californiano no puede terminar sin dar las gracias por esta nueva vida que acaba de comenzar. "Le doy muchas gracias a Dios por cambiar mi vida y poder ser sinceramente feliz, que es lo que quiere para cada uno de nosotros. Este nuevo paso es una acción de gracias por todo lo que ha hecho por mí y para gloria de Dios. Ahora pido poder ser fiel y perseverar hasta el fin".