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miércoles, 21 de septiembre de 2022

María Iuxta Crucem, viuda, 77 años, con 4 hijos, hace cinco que lo dejó todo y es monja gracias a la Virgen María: «Seguir a Cristo es lo más lindo que hay, da alegría, paz y gozo»

 


* «Es la Madre Santísima la que nos cuida, la que nos orienta y la que nos guía. Estamos refugiados en el hueco de su mano y, a través de Ella, podemos hacerlo todo. Aquí dentro, en el convento, uno se enamora cada día más de la Virgen. Cuando estamos ante el Santísimo sabemos que está a nuestro lado»

Sor María Iuxta Crucem cuenta su testimonio de vida en este vídeo las Hijas de la Sagrada Familia

Camino Católico.-  Sor María Iuxta Crucem (María al pie de la cruz) tiene 77 años, vive en Menorca (España) y lleva cinco como religiosa de las Hijas de la Sagrada Familia, una comunidad fundada en Colombia que, junto a los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, profesa un cuarto voto de «esclavitud mariana». Es viuda y tiene 4 hijos, el pequeño murió con 22 años, pero su relación con Dios ha sido perseverante pese a las dificultades de la vida. Sintió la llamada del Señor a ser monja cuando hizo la comunión a los 12 años, pero optó por casarse. Es en un video de las Hijas de la Sagrada Familia donde cuenta su testimonio de vida.

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viernes, 15 de abril de 2022

Simona Spinelli, madre viuda, ha escrito y rezará la 10ª estación del Vía Crucis del Papa en el Coliseo: «Jesús en ese abrazo de vigas clavadas nos mira y nunca nos deja solos»


 * «Es sorprendente la cantidad de ocasiones de gracia que nos suceden: la mirada de Jesús es en realidad la mirada de todas las personas que han estado muy cerca de nosotros. Hay una soledad existencial: al final todo hombre está solo. Pero en la vida cotidiana, a veces incluso una palabra amable y la mirada de alguien que comprende tu malestar son la mirada de Jesús. Siempre digo que he conocido a Jesús porque he conocido a una persona, a personas que han sido Jesús en mi vida. La cruz representa el máximo de cercanía en el dolor. Aunque esto sea lo más difícil de vivir»

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lunes, 8 de febrero de 2021

Fabienne Padel es viuda consagrada y la guió una certeza: «Dios me ama, sea lo que sea lo que me pase o lo que haga. Él no me manda pruebas que no pueda soportar»

 


* «El Espíritu Santo me dio el don de la confianza. Y después de esa gran conmoción, a medida que pasaban los días, mi vínculo con el Señor era cada vez más más bello, más íntimo. Cuando me piden que dé un testimonio, suelo decir que ser viuda no es una vocación, contrariamente al matrimonio, que lo es más allá de la muerte. La viudez es mi condición de vida, no la he elegido. Sin embargo, sí que elegí consagrarme al Señor, entregarle lo fundamental, como hizo la viuda del Evangelio. Esto se traduce en el voto de castidad, una vida de oración y de servicio a la Iglesia; soy una laica en misión eclesial, delegada diocesana de pastoral juvenil y de pastoral vocacional de mi diócesis. Cuando les conté a mis amigos que me iba a consagrar, alguno me lanzaron esta frase terrible: ‘Pero ¿no quieres rehacer tu vida?’. Afirmo que uno no rehace su vida, sino que la continua. Y yo he seguido mi camino permaneciendo fiel a Marc, estando presente en mi familia y ofreciéndome al Señor. Como todos, tengo mi bagaje de cruces -a veces me pesa la soledad-, pero predomina la alegría. Hago mías las palabras del salmo 29: ‘Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal  y me has vestido de fiesta; te cantará mi alma sin callarse. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre’»

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domingo, 4 de noviembre de 2018

Mary Carmen Sanjuan, 81 años, esposa, madre, abuela, se quedó viuda y en 2008 se hizo monja: «el Señor me dijo: “déjalo todo y vente conmigo”»

* «Lo primero que surge, por lo menos a mí, al ponernos con un planteamiento serio delante del Señor, es una tremenda sensación de total indignidad, fruto del propio pecado. Pero cuando nos vamos dejando empapar poco a poco por el amor de ese Dios que nos ha dado a su Hijo, que es lo que más quiere, para que también nosotros podamos llamarle Abba; que vino a la tierra para salvar precisamente a los pecadores, que sentaba a su mesa; y que entrega su vida por amor a ellos, no por los “buenos”, esa indignidad se va transformando en total abandono agradecido. Se descubre entonces que Dios nos ama desde toda su eternidad, porque Él es eterno. Que desde siempre nos tiene pensados a cada uno con su infinito amor, porque Él es amor. Aquella indignidad inicial es ahora profunda acción de gracias y donación absoluta de todo el ser que ya era suyo porque de El lo había recibido»

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miércoles, 30 de marzo de 2016