* «Empecé a colaborar con las voluntarias Vicentinas, en el lugar donde se hospedaban los niños que iban al hospital, y ahí aprendí a conocer realmente a Dios a través de los ‘niños crucificados’, aquellos que están intubados, con el suero en una manita y la otra inmovilizada, como el mismo Jesús en la cruz… Seguramente también sigo aquí porque no me he ganado el Cielo. Dios me está dando la oportunidad de hacer cosas, de compartir con la gente»