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viernes, 15 de noviembre de 2024

Andrés Carrión hundido en las drogas y la santería quería suicidarse y acabó en la cárcel: «La misericordia de Dios es infinita y su voz ha estado conmigo porque he tenido conciencia de pecado. El miedo al infierno me salvó»


Andrés Carrión dice que "en la cárcel descubrí que el regalo más grande que Dios nos ha dado es la libertad, no tiene precio. Por eso Dios nunca se mete en nuestra libertad"

* «Empecé a pegar puñetazos en el suelo de esa celda del aeropuerto en la que me retuvieron, y a decir, en adelante 'hazlo Tú, Señor, guíame, ayúdame'. Fui llevado a una prisión preventiva. Allí los lunes se juntaban para hacer una liturgia diaria de las lecturas de la misa, daban un pequeño eco, y también rezábamos el Rosario. Me agarré muy fuerte a esa liturgia, a esa pequeña celebración que hacíamos. Un día, me llaman, salgo y veo a un sacerdote que había preguntado por mí. Mi padre había entrado en contacto con catequistas del Camino Neocatecumenal en Brasil y empezaron a mover todo para que pudiese tener algún tipo de ayuda. Ese sacerdote me confesó, me dio una palabra. Allí descubrí que el regalo más grande que Dios nos ha dado es la libertad, no tiene precio. Por eso Dios nunca se mete en nuestra libertad. El sufrimiento era terrible, dormía con ratas»

Vídeo de El Rosario de las 11 PM en el que Andrés Carrión cuenta su testimonio

* «Mi fuerza residía en la Biblia y en el Rosario, rezaba, intentaba evangelizar a mis compañeros de celda, encima en un ambiente donde estaba lleno de protestantismo.Entonces, volví a salir de permiso y conocí a una chica de allí, del Camino. Esta chica se involucró mucho conmigo. A medida que pasaba el tiempo con esta chica, en mi corazón nacía un fuego cada vez más fuerte (...). Si algún día quiero algo con esta chica tengo que dejar la droga definitivamente. De un día para otro dejé la droga. Si no hace Dios esto es imposible, me quedaban tres meses para poder salir y, de repente,  me dieron la libertad (...). Yo le digo a la gente que si Dios no existe yo no tendría que estar aquí, es imposible humanamente, por todo lo que he pasado. (...). Soy muy feliz, tengo una familia maravillosa que no me merezco, que no me la he ganado y, por tanto, sé que viene de Dios»

Camino Católico.- Andrés Carrión es español, tiene 34 años, está casado y tiene cuatro hijos. Del Camino Neocatecumenal, su historia es realmente de película. De una dura infancia en una familia desestructurada, pasó a la cleptomanía, a consumir drogas, posteriormente al tráfico de drogas, a la santería... hasta que el encuentro con Dios en la cárcel le devolvió la paz, y a conocer a la que hoy es su mujer. Acaba de contar su testimonio en  El Rosario de las 11 PM. Esta es su historia contada en primera persona con los fragmentos esenciales que relata en el vídeo: 

Nací en una familia cristiana, al uso, pero un poco desestructurada. Mi madre me tuvo con 17 años. Fue por accidente, no digo que fuera un hijo 'no querido' pero sí 'no deseado'. Mi vida, desde los primeros días, no fue nada fácil. Mi madre tuvo anorexia de joven y estuvo a punto de morir. Fue un milagro que siguiera viva. Entonces, mis abuelos maternos fueron los que me sustentaron y me criaron.

Vivía en un barrio de la zona sur de Móstoles, en Madrid. Un barrio normal y corriente en el que se ven muchas cosas. Desde bien pequeñito empecé a jugar con ciertas cosas, empecé a robar en los bazares chinos (...). Eso, poco a poco, me llevó a dar más pasos. Con 8 años di mi primera calada a un cigarrillo (...). Yo tenía una carencia muy grande de madre y de padre, y la buscaba llenar en la calle. Lo que fueron hurtos pequeños sin importancia empezaron a ser un poquito más grandes.

Esto me creó una adicción que se llama cleptomanía. Todo lo que veía lo tenía que robar, sentía que lo necesitaba, tenía que robarlo, incluso hasta a mis amigos. Con nueve o diez años ya no era feliz, y no era feliz porque, en realidad, mi corazón ansiaba lo que veía en mis amigos, que tenían padre y madre en casa. Yo no sé lo que es llegar a mi casa y decir 'hola, mamá', y 'hola, papá'. Mi vida fue un ir y venir".

Me llevaron a un colegio que me generó mucha violencia. Tenía muchos problemas en la escuela. No sentía esa paz, esa felicidad, esa tranquilidad. Estaba harto de volver con mi madre, luego con mi padre, otra vez con mi abuela. Con doce o trece años empecé a tocar los porros y me generó una adicción desde bien joven, hasta el punto de que no podía vivir sin ello. Con trece o catorce años yo ya no podía vivir sin una piedra de hachís en el bolsillo.

Tenía la adicción al chocolate, al hachís... y, con esa edad, no tenía ingresos, con lo cual solo tenía una opción, que era gastar lo que me daban de paga. Pero, como mi consumo diario era muchísimo, eso me llevaba a robar constantemente, a robar a mi familia, a mi madre... a mi abuela le he robado muchísimo, no puedo decir la cantidad de cosas de casa que le quitaba para venderlas. El día que me levantaba y no tenía una piedra de hachís en el bolsillo del pantalón me generaba una ansiedad...

Andrés Carrión asegura que "a mí Dios nunca me ha dejado ni siquiera un segundo, siempre ha estado conmigo, a pesar de todo el sufrimiento que tenía desde pequeño"

Esto me llevó un punto de querer quitarme la vida, con 15 años ya no quería vivir más, era un completo infeliz. Pero mi padre había vuelto a retomar contacto conmigo, gracias a la Iglesia y en concreto al Camino Neocatecumenal, porque él también tuvo una juventud muy complicada por la droga. Sus catequistas le invitaron a recuperar esa paternidad que había perdido. Entonces me empezó a llevar a la Iglesia. Con nueve o diez años yo participaba de las eucaristías con la comunidad de mi padre, veía en la Iglesia algo que me llamaba mucho la atención, sentía, y vivía, una paz, y una felicidad.

A mí Dios nunca me ha dejado ni siquiera un segundo, siempre ha estado conmigo, a pesar de todo el sufrimiento que tenía desde pequeño. Yo tenía una doble vida, cuando iba con mi padre a la Iglesia me iba calando poco a poco, y, con 15 años, me invitaron a hacer las catequesis del Camino. Estaba feliz de estar ahí pero, al mismo tiempo, la calle, el mundo lo tenía tan dentro de mí que no podía soltarlo solo. Me acuerdo de que iba a las celebraciones con una piedra de hachís en el bolsillo, comulgaba con una piedra de chocolate en el bolsillo. Muchas veces he comulgado en pecado mortal. Estaba totalmente absorbido en el mundo de la delincuencia.

Empiezas por una cosa simple y luego pasas a otras drogas, a ver la cocaína, el cristal, drogas sintéticas... Me pasaba noches enteras en Madrid de fiesta drogándome. Hasta que un día, acabé tirado inconsciente en una calle. Había consumido tantos tipos de drogas que no sé por qué no me llegó a pasar algo más. Llegué a desarrollar un trastorno de doble personalidad, en la Iglesia era una persona y fuera otra totalmente diferente.

La droga te genera mucha violencia interna y mi abuela me amenazaba con no dejarme entrar en casa. Un día cumplió su promesa y, gracias a Dios, acabé en la calle. Con 20 años me ofrecieron ganar un dinero fácil, era para hacer un transporte de drogas. Estaba sumido en tantos problemas, y tenía tanta ansia de dinero, que lo acepté sin ningún problema. Era hacer un viaje a Venezuela con todos los gastos pagados, me montaron en un avión y me llevaron para allá. Aquí empieza a torcerse la cosa. Me acuerdo de que me recibió una chica, con la cual tuve una relación personal bastante fuerte.

Ella me dijo que no lo hiciera, porque me iban a meter en la cárcel 15 años. Vi un ángel de Dios que me avisaba, aunque tengo que decir que esta chica es un milagro, porque iba a ganar dinero conmigo, no es que fuese una persona de bien, formaba parte de este negocio. Le hice caso en todo momento, la voz de Dios siempre estuvo conmigo. Siempre he tenido esa conciencia de pecado. Decidí no hacerlo y eso generó un problema grande, estamos hablando de traficantes, de cosas muy serias, hay mucho dinero envuelto. Entonces tuvimos que inventar un accidente de tráfico, que me había roto el fémur y que no podía volar. Cogimos a un maquillador profesional que me maquilló, que me vendó la pierna. Pero el chico, desde España, estaba interesado en venir a ver mi estado.

El tiempo se iba alargando y el chico seguía insistiendo en que iba a venir. Entonces decidí quedarme durante un tiempo en Venezuela. Mis padres pusieron una denuncia por desaparición, y, a los dos meses, les llamé y les dije que estaba allí.


Andrés Carrión reflexiona que "volví a la iglesia, mi comunidad seguía rezando por mí, es muy importante tener una comunidad que rece por ti, porque la vida no sabe las vueltas que te puede dar"

Esta amiga, que en teoría era amiga, participaba de una cosa que se llama la santería. Yo he llegado a participar de un rito satánico, te hacen lavados con gallos, cortan la cabeza de los gallos y te limpian. He llegado a hablar incluso con demonios, he llegado a ver cómo mi propia amiga era poseída delante de mí. De la nada más absoluta era poseída por un espíritu que entre tres personas no éramos capaz de sostenerla. Luego me llevaron a hablar con un demonio, con una persona que había sido poseída por el demonio, que hablaba una lengua muy rara, era un lenguaje muy extraño, que yo no entendía, lógicamente.

Estuve nueve meses, hasta que llegó un punto en el que ya tenía que volver a España. La vuelta era muy complicada, me esperaba gente... Durante los primeros días me escondía entre los coches. No podía hacer vida normal, no podía salir a la calle, y una vez, por casualidad, uno de mis mejores amigos me vio y vino a mi casa, y, durante un tiempo, me mantuvo en secreto, me llevaba en coche a otro sitio donde seguía consumiendo droga. Seguía en esa vida de la drogadicción.

Un día me dijo que tenía que plantar cara y decir que estaba aquí, y quedamos con esa persona que llevaba el tema del narcotráfico. Fui pensando que iba a morir, literalmente, ellos no sabían que lo del accidente era un montaje. Yo pensaba que sí lo sabían y que querían cogerme para pagar las consecuencias. Para mi sorpresa, después de un rato largo hablando con esta persona, me dijo que a mí no me iba a pasar nada, pero que la otra chica iba a morir. Entonces la avisé, me dijeron que no lo hiciera, pero cómo iba a quedarme callado, si esta chica a mí me salvó de estar muerto. Ella cometió el error y habló con ellos, y entonces me tacharon de chivato. Me pusieron una cantidad económica que tenía que pagar, yo no tenía dinero y me obligaban a robar, me llevaban a centros comerciales y me obligaban a robar para ir pagando esa deuda. 

Entonces volví a la iglesia, mi comunidad seguía rezando por mí, es muy importante tener una comunidad que rece por ti, porque la vida no sabe las vueltas que te puede dar (...). Intenté hacer una nueva vida, pero la calle seguía tirándome. Hasta que con 22 años me volvieron a ofrecer otro transporte de droga, en ese momento estaba en la miseria más absoluta, vivía en la calle. Mi abuela ya no me abría las puertas de su casa. Ocupaba pisos de nueva construcción, para poder pasar la noche allí y, a la mañana siguiente, me iba a un hospital público, me aseaba, y volvía a la vida en el barrio a seguir fumando porros.

Había caído en la cocaína, había gastado mucho dinero. En dos meses, unos 6000 euros, que eran de mi abuelo, él me dejó un dinero para poder montar un pequeño negocio, pero lo acabé malgastando en droga. Me llegué a quedar en 50 kg, esquelético perdido, no comía, solo consumía, fue terrible. Intenté volver a la Iglesia. Dios siempre está abierto a la conversión de quien se arrepiente y soy testigo de ello.

Durante estos años tuve un intento de suicidio, cogí un cuchillo... como yo no sabía lo que era ser feliz, para mí quitarme la vida no era un problema. El problema era que tenía esa voz de Dios, y una vez  escuché que el que se suicida tiene unas papeletas muy grandes para ir al infierno. Está claro que la misericordia de Dios es infinita. Ese miedo a ir al infierno a mí me ha salvado.


Andrés Carrión al salir de permiso de la cárcel conoció a la que hoy es su esposa

Me llegaron a ofrecer este segundo viaje y no me lo pensé ni siquiera un minuto, mi vida estaba tan destruida, estaba en la calle, no tenía nada que perder. Partí para Perú y allí estuve un mes y medio, viviendo en un hotel, drogándome, esperando el momento para hacer el viaje y volver a mi casa. Con la buena intención de que con ese dinero iba a recomenzar una nueva vida, pero eso era mentira. Aquí empieza la verdadera historia de conversión.

En Brasil, en la fila del avión, sacaron la cocaína y un policía me dijo que la cárcel iba a ser mi casa durante los próximos 4 años. Fue un punto de inflexión muy grande, el mayor de mis problemas era que había vivido toda mi vida haciendo mi voluntad. Empecé a pegar puñetazos en el suelo de esa celda del aeropuerto en la que me retuvieron, y a decir, en adelante 'hazlo Tú, Señor, guíame, ayúdame'. Fui llevado a una prisión preventiva. Allí los lunes se juntaban para hacer una liturgia diaria de las lecturas de la misa, daban un pequeño eco, y también rezábamos el Rosario. Me agarré muy fuerte a esa liturgia, a esa pequeña celebración que hacíamos. 

Un día, me llaman, salgo y veo a un sacerdote que había preguntado por mí. Mi padre había entrado en contacto con catequistas del Camino Neocatecumenal en Brasil y empezaron a mover todo para que pudiese tener algún tipo de ayuda. Ese sacerdote me confesó, me dio una palabra y vino unas tres o cuatro veces a verme (...). Fui condenado a cinco años y medio, pero la condena se me redujo a un año y once meses (...). Allí descubrí que el regalo más grande que Dios nos ha dado es la libertad, no tiene precio. Por eso Dios nunca se mete en nuestra libertad. El sufrimiento era terrible, dormía con ratas.

Tuve un permiso en la cárcel de una semana, pero volver por tus propios pies a la cárcel no fue nada fácil, caí en una depresión (...). Mi fuerza residía en la Biblia y en el Rosario, rezaba, intentaba evangelizar a mis compañeros de celda, encima en un ambiente donde estaba lleno de protestantismo. Todas las semanas se hacía un culto obligatorio, tan obligatorio que si no asistía te pegaban una paliza. Cuando participaba de esos cultos lo que hacía era rezar el Rosario. Mi cuerpo estaba preso pero mi espíritu estaba libre. 

Entonces, volví a salir de permiso y conocí a una chica de allí, del Camino. Esta chica se involucró mucho conmigo y me llevaba a varios sitios, me invitó a su casa a comer. Intentó hacérmelo lo más agradable posible. A medida que pasaba el tiempo con esta chica, en mi corazón nacía un fuego cada vez más fuerte (...). Si algún día quiero algo con esta chica tengo que dejar la droga definitivamente. De un día para otro dejé la droga.

Si no hace Dios esto es imposible, me quedaban tres meses para poder salir y, de repente,  me dieron la libertad (...). Yo le digo a la gente que si Dios no existe yo no tendría que estar aquí, es imposible humanamente, por todo lo que he pasado. (...). Soy muy feliz, tengo una familia maravillosa que no me merezco, que no me la he ganado y, por tanto, sé que viene de Dios. Espero que pueda haber ayudado a alguien, la Iglesia está para ayuda.

Andrés Carrión

martes, 8 de octubre de 2024

Gregory Czerwicki: «En la cárcel, un ateo me recomendó leer la Sagrada Escritura y empezó mi camino de conversión, descubrí la vida de Jesús de Nazaret, quien me mostró que yo valía algo»


Gregory Czerwicki inició su relación con Dios en una celda de la cárcel con 17 compañeros. Actualmente visita los centros penitenciarios para ayudar a los detenidos y a la vez persevera en la fe e invita a los otros a leer la Palabra de Dios

* «A menudo me cuestionaba varias cosas sobre las que había leído en las Escrituras. Además, mis 17 compañeros de celda no ayudaban. Al contrario, refutaban todo esto, decían que era un mito. Este proceso duró cuatro años. Más tarde me armé de valor para arrodillarme junto a la cama y orar. El proceso de conversión me mostró que puedo ser más valiente, porque alguien me acompaña en todo esto, no estoy solo. Ese alguien era, por supuesto, Jesús… Soy un exconvicto que cambió completamente su vida gracias a su conversión y hoy viajo a penitenciarías y centros de detención juvenil para compartir mi testimonio y dar esperanza a quienes se sienten derrotados»

Camino Católico.- Gregory Czerwicki pasó 12 años en prisión. Sin embargo, decidió cambiar su vida y ayudar a los demás. Hoy, este feliz esposo y padre se reúne con presos y jóvenes escolares, dando testimonio de que se puede cambiar de vida, mostrando como ejemplo sus propias experiencias muy difíciles. 

Gregory Czerwicki es autor del libro "No estás condenado", que, como él mismo dice, es "la historia de un ex presidiario que primero lo perdió todo: su familia, su libertad, casi pierde la vida, fue puesto tras las rejas durante 12 años, y luego, después de salir de la cárcel… lo ganó todo”. Entrevistado en el portal polaco Misyjne, habla de cuán importante ha sido encontrar a Cristo en la Sagrada Escritura para su resurrección personal. 

Gregory Czerwicki y su libro "No estás condenado"

- Su historia es una prueba de que la conversión es un proceso que puede tener éxito incluso cuando requiere mucho esfuerzo y tiempo. ¿Pero es la conversión un proceso que termina algún día?

– La conversión es un proceso, un camino que dura hasta la muerte. En mi caso, este proceso lleva 14 años y ahí. El proceso de conversión ocurre todos los días, tiene lugar en mi corazón, en mi cabeza, pero en realidad todo se basa en construir relaciones. Mi conversión comenzó por un impulso, este impulso fue la Sagrada Escritura. El proceso de conversión tampoco es uniforme. Hay momentos mejores y a veces más difíciles, pero cada día es un proceso de transformación.

- ¿Así que no puedes señalar un momento en el que entraste en el camino de la conversión?

– Es difícil señalar un momento concreto, pero entrar conscientemente en el proceso de conversión estuvo ciertamente relacionado con la lectura de la Sagrada Escritura, descubrir la vida de Jesús de Nazaret, quien me mostró que yo valía algo. Me mostró el camino que poco a poco empezaba a recorrer y que empezaba a conocer.

- ¿Había más alegría y fascinación por esta nueva etapa de la vida o más miedos y ansiedades?

- A veces pensaba que era imposible, que no funcionaría. En esos momentos me gustaba volver al fragmento del Evangelio donde el paralítico es llevado a Jesús por sus amigos. Su conversión comenzó gracias a otro hombre, gracias a la ayuda de sus amigos. Fueron ellos quienes lo llevaron a Jesús y allí comenzó su relación con Cristo. Gracias a esto, llegó la curación. Pero antes de que llegara la curación, primero estaba el perdón de los pecados. A mí me pasó lo mismo. Conocí a un amigo, un ateo, que me recomendó las Sagradas Escrituras.

Gregory Czerwicki en prisión y después de salir de ella

- ¿Un ateo que recomienda las Sagradas Escrituras?

- Así fue. Estando en una celda con diecisiete personas él sabía que yo buscaba esperanza, amistad y amor en la vida. Un día, me recomendó un libro que pensó hablaba de lo que yo estaba buscando. Resultó que era la Sagrada Escritura. Fue él quien puso en marcha todo el proceso que condujo a la conversión.

A menudo me cuestionaba varias cosas sobre las que había leído en las Escrituras. Además, mis compañeros de celda no ayudaban. Al contrario, refutaban todo esto, decían que era un mito. Este proceso duró cuatro años. Más tarde me armé de valor para arrodillarme junto a la cama y orar. El proceso de conversión me mostró que puedo ser más valiente, porque alguien me acompaña en todo esto, no estoy solo. Ese alguien era, por supuesto, Jesús.

- ¿Era usted creyente antes de estar en la cárcel?

– No. Fui bautizado, hice mi Primera Comunión, pero recibí el sacramento de la confirmación sólo después de salir de prisión, sólo cuando conocí a Jesús.

Grzegory Czerwicki con su familia

- Hoy, que está libre y ha formado una familia, sigue acudiendo a las prisiones para acompañar a reclusos al encuentro con Dios. 

- Soy un exconvicto que cambió completamente su vida gracias a su conversión y hoy viajo a penitenciarías y centros de detención juvenil para compartir mi testimonio y dar esperanza a quienes se sienten derrotados.

- Respecto a perseverar en la lectura de la Sagrada Escritura siempre dice: 

- Si te acercas a la Biblia como un libro, la dejarás como un libro. Si te acercas a la Biblia como una Palabra Viva y construyes una relación con ella, existe la posibilidad de que tengas una relación con esta Palabra más a menudo. Sí, porque una persona puede llegar a la conclusión de que "Dios ya me está guiando", que "ya conozco el camino correcto" y entonces dejará de lado la Sagrada Escritura. Este es un desafío común para las personas que viven en la comunidad de la Iglesia desde hace mucho tiempo, que han entrado en una rutina y ya no sienten el impulso de su corazón al escuchar la Palabra de Dios.

Encuentro de Gregory con detenidos en una cárcel

Es como el matrimonio. Cuando la rutina entra en vigor, esa relación puede desmoronarse. Lo más importante es cuidar la relación, encontrar una relación viva en la Palabra de Dios. Dios te invita. Entonces el contacto con la Palabra de Dios será algo vivo, algo que querremos cultivar y cuidar. Jesús me invitó a la conversión a través de la Sagrada Escritura, pero luego esta Palabra me llevó al sacramento de la penitencia y la Eucaristía.

Y abrir la Sagrada Escritura significa construir relaciones. Gracias a la lectura conocemos a un hombre vivo: Jesús. Y Jesús nos muestra cómo vivir.

La resocialización funcionó para mí gracias a Dios, gracias a Su Palabra. Jesús, mi amigo, me dijo: "Gregory, nos prepararemos para salir". Y duró cuatro años la preparación. De la misma manera, ahora, cuando un preso empieza a trabajar conmigo porque quiere prepararse para su liberación, suelo decir que se necesita al menos un año para prepararse bien. 

miércoles, 17 de julio de 2024

Jesús en la Asamblea de la RCCE: «Me drogaba, e intente suicidarme; Estando en la cárcel me confesé y entendí que tenía que seguir a Cristo»

 


* «Ahora yo veía los pensamientos de Dios sobre mí: eran de paz y de futuro y me tomé en serio esa promesa. Yo tenía ya la alegría de Jesús y podía pararme a hablar con Él. Cada día fui más libre para decir sí a lo bueno y no a lo malo, según la voluntad de Dios. El 6 de octubre de 1991 salí de la cárcel y llevo 33 años libre para la gloria del Señor»

Camino Católico.- Del viernes 5 al domingo 7 de julio se ha celebrado en el Pabellón Amaya Valdemoro de Alcobendas (cerca de Madrid) la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica en España (RCCE). El lema de este año ha sido "Recibid el poder del Espíritu y sed mis testigos" (un mandato de Jesús en Hechos 1,8). En esta edición no han venido predicadores internacionales y las predicaciones y enseñanzas han sido impartidas por los distintos responsables de la RCC en España.

Vídeo del testimonio de Jesús, emitido en directo por la RCCE 

El viernes 5 de julio por la tarde, contó su testimonio Jesús, un hombre que pasó por la cárcel en su juventud pero hoy es un responsable regional de intercesión en la Renovación de Burgos. Jesús creció en Sevilla, acabó la EGB y luego no estudió más. En la calle se juntó con jóvenes que se metían en líos. Con 17 años tuvo un accidente con un coche robado. «Desperté esposado en la comisaría, y no era la primera vez que llegaba allí». Con 19 años estuvo un mes en el hospital por una dosis de droga que afectó a su sangre y una bacteria que dañó su pulmón. «Yo jugaba con fuego y me quemé», recuerda.

miércoles, 10 de julio de 2024

La conversión de John Pridmore, ex gánster: «Sentí que Jesús me decía: ‘John, te amo tanto que volvería a pasar por la cruz solo por ti’. Recé a la Virgen y sentí: ‘Ve a confesarte’»


* «En ese momento me sentí elevado, salí andando de mi piso y pronuncié la primera oración de mi vida. Dije, “Hasta ahora, todo lo que he hecho ha sido aprovecharme de lo que me has dado, Señor, ahora quiero ser yo el que da”. Mientras decía esa oración, el vacío que no podían llenar las drogas, el poder ni las relaciones, fue colmado por el amor de Dios»

John Pridmore / Aleteia / Camino Católico.- Me llamo John Pridmore y esta es mi historia. Nací en el barrio de East End de Londres, en el Hospital del Ejército de Salvación. Aunque fui bautizado en el catolicismo, nunca fui a una escuela católica ni a la iglesia. Con diez años, de vuelta a casa en una noche normal, mis padres me dijeron que tenía que elegir con quién de los dos quería vivir porque se iban a divorciar. Yo quería muchísimo a mis padres; no podía escoger entre esas dos personas a las que más quería pero que, paradójicamente, acababan de dejarme completamente por los suelos. Fue en ese momento cuando, en los más profundo de mi ser, tomé la decisión de no amar a nadie nunca más, porque pensaba que así no me volverían a hacer daño.

sábado, 2 de diciembre de 2023

John Edwards era Bautista, cambió la fe por las drogas y en prisión «Jesús habló a mi corazón: `lo intentaste, ahora tienes una nueva vida y te vas a ir de aquí conmigo’»   

 


 «Me levanté después de la Misa para irme, llegué a la puerta, y de repente, sentí una mano en mi hombro. No conocía a nadie allí. Me di la vuelta y dije `padre´, refiriéndome al sacerdote, y me dijo: ‘Hola, John’. Recordó mi nombre, me había conocido una vez cinco años antes. Y dijo: ‘No sé por qué tu familia no está aquí, pero Dios quiere que te diga que todo va a estar bien’. Y lo miré y pensé, ‘¿cómo puede saber eso?’ Y él dijo: ‘John, disfruta tu día, feliz Pascua’. Se dio la vuelta y se fue. Fui y me senté en el auto de mi papá y dije: ‘Eso es todo, eso es todo. Voy a recuperar a mi familia. Voy a dar mi vida a ti, Señor’… Dios dice: ‘Oye amigo, solo necesito un poco de ti. Solo necesito tu corazón y tu confianza’. Estas cosas muy simples» 

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jueves, 27 de julio de 2023

Pedro Silva preso que ha construido 50 confesionarios para la JMJ de Lisboa: «Dios siempre estuvo conmigo, no se da por vencido, por eso no podemos perder la esperanza»

 


Pedro Silva, en uno de los confesionarios que ayudó a construir durante los últimos meses en prisión | Foto: Cortesía de Clara Raimundo - CNA

* «Fui a la catedral con mi hermana, que vivía en Buenos Aires, y con la familia de su esposo, y asistimos a misa. El celebrante no era otro que el entonces cardenal Jorge Bergoglio. En otras palabras, ¡tuve el privilegio de estar con el Papa Francisco!»

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miércoles, 30 de noviembre de 2022

Ludovic sufrió con divorcios, drogas, en la cárcel, pero un retiro y la confesión lo cambiaron: «Sentí un amor intenso y dije: 'Dios, solo tengo mis adicciones, tómalas»

 


* «Tomé mi tren de regreso a Vannes un poco preocupado por lo que iba a pasar, no tenía nada, no podía comprar comida, tabaco… Podía quedar todavía alcohol en mi apartamento, pero yo le había entregado a Él todas mis adicciones. Desde entonces, no bebo, no fumo… Le devolví todo. A partir de ahí pude reconstruir mi vida con Cristo, con Dios. Hoy, diez años después, tengo la certeza de que Él respondió a mi llamada»

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martes, 22 de noviembre de 2022

Gaby Soñer hoy es cantante cristiano, pero fue pandillero, drogadicto y ha pasado por prisión: el Soneto a Cristo Crucificado le transformó


* «No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido, / ni me mueve el infierno tan temido /para dejar por eso de ofenderte”. Durante varios días, Gaby le estuvo dando vueltas a estos versos. Su inquietud le llevó a buscar a alguien que le aconsejara, pues comenzó a tener sentimientos que él no conocía. En esa búsqueda topó con los hermanos capuchinos, en concreto con una fraternidad de inserción que hacía poco se había instalado en su barrio. El diálogo con los capuchinos y la convivencia diaria con ellos le llevaron a interesarse por Cristo

Vídeo del testimonio de Gabriel Soñer Ruiz

Camino Católico.- Gabriel Soñer Ruiz fue sin duda una de las estrellas del Festival de la Divina Misericordia organizado el pasado 7 de febrero en el Colegio Villa Pilar (Santo Ángel, Murcia) por el hermano Atanasio, fraile del eremitorio de Nuestra Señora de la Luz

viernes, 16 de septiembre de 2022

Laurent Gay, drogadicto, con VIH y en la cárcel, iba a suicidarse: antes clamó a Dios por primera vez y fue oído


«Justo antes de abrirme las venas, yo, que no creía ni en Dios ni en el demonio, grité al cielo… Ese grito liberó todas las lágrimas que no había derramado nunca. Experimenté entonces un encuentro con ese Dios al que no conocía. Para mí, que no había ido nunca a catecismo, era Jesús quien venía a liberarme de mis caídas interiores. Sentí una paz inmensa y comencé a creer que alguien me amaba»

sábado, 19 de marzo de 2022

Donald Calloway pasó su juventud entre drogas, delitos, robos y prisiones, un libro sobre la Virgen María lo convirtió y la presencia de Cristo en la Misa lo hizo sacerdote


* «Dios simplemente me cambió, y fue increíble
Cristo me abrumó con su amor. Después de esto, vivía en la iglesia, recitando las estaciones de la Cruz hasta que la misa se llevara a cabo, incluso dormía en las bancas. Empecé a recitar el Rosario, llevaba un escapulario, leyendo todo lo que podía de los santos. No hay accidentes en la vida. Todo sucede por una razón, porque son los planes de Dios Padre. Y en cuanto a Nuestra Señora de Medjugorje, sin ella, Yo podría estar muerto»

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jueves, 6 de enero de 2022

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Sebastián del Valle ante el Papa en Asís: «Delinquí, me encarcelaron, viví en la calle, me confesé durante más de tres horas y sé que Jesús está vivo y me ha salvado»

 


* «Cada vez estaba más enamorado de Cristo. Dios me cuida. Hasta entonces pensaba que todo tenía un precio. Nunca jamás pensé que algo tan grande fuera gratuito. Tuve que mendigar para vivir pero ahora soy un mendigo de la misericordia de Dios. Cristo ha resucitado»

Camino Católico.- Sebastián del Valle ha testimoniado ante el Papa Francisco su largo camino de dificultades hasta encontrarse con Cristo y ser sanado de sus profundas heridas como consecuencia de lo vivido. Lo ha hecho el viernes 12 de noviembre en el encuentro de oración y testimonio en Asís de la Jornada Mundial de los Pobres, celebrado en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, donde se encuentra La Porciúncula, una pequeña capilla en donde, San Francisco de Asís recibió su vocación en el año 1208. Sebastián ha contado que nació en Palma de Mallorca, que  actualmente vive en Toledo y  que de pequeño creció en una familia católica y él tenía mucha devoción al Rosario. Luego, se alejó de Dios y cometió algunos delitos por lo que estuvo en la cárcel. Tras salir de prisión se quedó solo, sin empleo  trabajaba en una feria, y se quedó sin nada durante la pandemia. y varias semanas vivió en la calle hasta que un párroco de un pueblo de Toledo lo recibió en un centro de Cáritas durante el confinamiento. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha el testimonio completo de Sebastián del Valle.