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* «Quiero hablarle a la gente sobre el regalo que mi madre y Dios me han hecho y animarles a buscar alternativas para que no luchen con el miedo y el sufrimiento que tuvo mi madre. Es necesario involucrarse con madres necesitadas, familias y niños en adopción, si queremos conseguir que el argumento de dejar al niño en adopción en lugar de abortarlo pueda ser cuestionado. El objetivo debe ser defensores de la persona y la justicia, no eliminar a las personas creadas por Dios, sino usar los dones que Él nos ha dado para acabar con la injusticia y el sufrimiento»
* «Realmente llegué a la raíz del aborto y pude reconocer y llorar, al fin, la pérdida de mi hijo. Fue algo increíble. Me cambió la vida. Fue como si Dios realmente nos encontrara en ese lugar y nos abriera las puertas. Mirando atrás, creo que Él nos tenía preparada una misión más grande de lo que hubiéramos podido imaginar»
* “Mi abuela me ayudó a convertirme en cristiano y volver a este fundamento es lo que me ayudó a reconocer mi dignidad y mi valor… Cuando le pregunté a mi madre qué piensa de mí ahora, me recitó el Salmo 118, 22-24: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro. Éste es el día en que actuó el Señor: ¡vamos a festejarlo y a celebrarlo!»
* «En realidad, nunca lo mantuvimos en secreto. Solo le dije, ‘Alguien le hizo algo malo a mamá. Pero siempre te he amado. Nunca me arrepentí de tenerte. Siempre has sido una bendición para mí’. Un mal no corrige el mal que te han hecho”. Tener un aborto no soluciona el dolor y la humillación que sientes por la violación. Simplemente lo magnifica»
«Dios es la razón de mi estar en el mundo» «Saber cómo he sido concebida no me ha impedido crecerver el sacrificio de mi madre y de mi familia me ha hecho entender que no importa lo que te haya podido pasar sino que más bien, al contrario, los límites y las dificultades te refuerzan. He aprendido a sacar partido de cada obstáculo»
“Encontré mi fe cuando mi madre murió. Yo era madre soltera, con un bebé de ocho meses de edad… Mi amigo me invitó a la iglesia un día y me gustó. No me sentí juzgada por nadie allí… Al principio, quería asegurar mi boleto al cielo para volver a ver a mi madre, pero luego descubrí lo que Jesús había hecho por mí y que Él arreglaría mi quebrantamiento y dolor. ¡Era tan atrayente! Mi relación con Cristo me ha enseñado que tengo valor y un propósito en la vida, porque Él dio su vida por mí para que yo pudiera ser todo lo que Él quiere que yo sea. Me equivocaba todos los días, pero sé que Su gracia es suficiente y Su misericordia se renuevan cada mañana”
* «Nunca había planeado así mi vida, esto es un accidente pues yo había estudiado para curar la mortalidad infantil. Dios nos da su gracia, pero también la capacidad de elegir. No somos sus esclavos. El que no ve en el otro la imagen de Dios es su pecado. No es de Dios, sino de la perversión humana de la que viene el pecado»
Ante una enorme expectación, el Comité Noruego ha anunciado este viernes la concesión del Premio Nobel de la Paz para el ginécologo congoleño Denis Mukwege y la yazidí Nadia Murad, que fue secuestrada y utilizada como esclava sexual por Estado Islámico. Ambos ya habían sido premiados con el Premio Sajarov del Parlamento Europeo. “Nadia Murad es la testigo que habla de los abusos cometidos contra ella y otros. Ella ha demostrado un valor extraordinario al relatar sus propios sufrimientos y hablar en nombre de otras víctimas”, describe el Comité que otorga el galardón. Esta es una de las aproximadamente 3.000 niñas y mujeres yazidí que fueron víctimas de violaciones y otros abusos por parte del ejército de Estado Islámico. “El doctor Mukwege y su personal han tratado a miles de pacientes que han sido víctimas de tales agresiones”, afirma el Comité Noruego sobre el otro premiado. “Ha condenado repetidamente la impunidad por violaciones masivas y ha criticado al Gobierno congoleño y a otros países por no hacer lo suficiente para detener el uso de la violencia sexual contra las mujeres como estrategia y arma de guerra”.
Este médico y activista ya había sido candidato en otras dos ocasiones a este galardón. Además de su impresionante labor en el Congo, Mukwege es un cristiano comprometido, que habla de un “Dios misericordioso”. Habla de este Dios a sus pacientes, las cuales arrastran unos sufrimientos terribles, pero también a los millonarios y donantes a los que convence en Occidente para ayudar a los más desfavorecidos. Camino Católico publicó el 14 de enero de 2018 un reportaje-testimonio...
* «No me malinterpreten: estaba destrozada, porque sabía que criar a este niño sería un camino largo y desgarrador. Con la presión de abortar no sólo de la familia, sino también de amigos, recuerdo haberme sentado afuera en el patio trasero y, por primera vez en mi vida, escuché que Dios realmente me hablaba. Me dijo que debía criar a este niño, y no preocuparse, porque Él se encargaría de todo. A partir de ese momento, tuve una determinación férrea cuando se trataba de mi embarazo y mi bebé. Le decía a cualquiera que dudaba, que todo lo podía en Cristo que me fortalecía. Ni siquiera sabía exactamente qué significaba en ese momento, pero sabía en mi espíritu que era cierto. Como siempre, Dios proveyó. Fui tan afortunada de tener tanto apoyo y amor para mí y para mi niño»
* «Al día de hoy mi Luz es una niña de 8 años por la gracia de Dios, es la maestra de la casa, es nuestra guía, es mi Señor Jesús haciéndose presente todos los días en su cuerpecito frágil. Mi Jesús la pensó de esa manera, la formó y tejió maravillosamente en mi seno. Yo le pedí al Dios un milagro: que reconstruyera el cerebro de Luz y Dios escuchó mis ruegos, me concedió un gran milagro, reconstruyó “mi cerebro”, mi corazón, nos reconstruyó como familia, comprendimos que nuestro Señor es muy bueno con nosotros… El mundo quiere ver personas perfectas que caminen, hablen y vean pero la verdadera perfección está en el amor, somos hijos de un Dios de amor y ese amor no tiene límite, es infinito»
* «A los 13 años ya era madre de dos hijos, ambos concebidos en sus constantes violaciones. Hoy, yo tengo 36 años, mi hijo mayor tiene 24 y mi hija 23. Siempre los amo, porque esto es lo que siento, un inmenso amor por mis hijos. Y creo que, si los hubiese abortado, viviría una vida triste. Cuando nació mi hijo, fui la mamá más joven del año. La verdad es que no tuve adolescencia porque pasé de ser niña pequeña a ser madre. Me siento feliz de haber dicho sí a la vida y no al aborto. Hace poco se me partió el alma cuando mi hijo me pidió perdón por el mal comportamiento de su padre por todo mi maltrato»
«Éramos siete hermanos, 4 chicos y tres chicas. Uno de mis hermanos es sacerdote jesuita. Yo tenía el deseo de ser monja desde niña. Mientras me preparaba para mi graduación recibí 12 propuestas de matrimonio, todas de empleados del gobierno. Las rechacé todas, pese a la insistencia de mis padres y parientes…Tengo que sentirme muy contenta por el trabajo que hago. Se requiere una espiritualidad fuerte enraizada en la enseñanza de Cristo. Solo eso puede sostener una vida religiosa feliz»
“Me dijeron que estaba embarazada y tenían un video para mí. Observé. Observé el ciclo de vida del bebé en mi vientre. Aprendí sobre el desarrollo del corazón. Ese bebé que crecía en mi seno tenía ya un corazón que latía. Cuando salí del edificio, no podía quitar ese pensamiento de mi cabeza: el latido del corazón”
«Cuando murió Gabriel, le dije a Dios: “¿Por qué permites estas cosas?". Y un día me arrodillé y le dije: "Dame una explicación para entender esto porque me estás quitando las ganas de seguir en este mundo”. Hasta que un día llegó una mamá pidiéndome ayuda y ahí entendí que todo absolutamente todo tenía un propósito y le entregué a Dios mi dolor. Empecé a ir a la iglesia y a leer la Biblia. Le dije a Dios: "Bueno, no puedes devolverme a mis hijos ni mi virginidad ni la juventud que perdí pero puedes aconsejarme para ayudar a otros". Empecé a perdonar. Primero, a mí misma por haberme despreciado. Y después a todas las personas que me habían hecho daño: a los médicos, enfermeras... También a mi violador. Me costó mucho. Pero con el perdón alcancé la paz»
20 de julio de 2016.- (13 TV/ Camino católico) El tráfico de personas sigue siendo una seria amenaza para los Derechos Humanos, según el informe anual publicado por el Departamento de Estado de EEUU. El año 2015 hubo 6.609 condenas por tráfico de personas y más de 20 millones de víctimas de estos delitos. Por tráfico de personas se entiende la prostitución forzada, el reclutamiento de niños soldado y los trabajos forzados.
Kiko Argüello ha comunicado la noticia en una carta en la que dice que “tengo el alma dolorida porque ya no está con nosotros. Mas la fe me ayuda y me afirma que está con Cristo. Rezad por ella. ¡Ánimo, que Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte por nosotros! Para mí ha sido conmovedor que haya esperado a que yo llegara, la besara y le dijera: «Animo». Y después de darle un besito ha fallecido”
“Recuerdo muy claramente el día en que nació mi hijo y lo sostuve con total incredulidad. ¿Cómo puede alguien ser tan perfecto? ¿Cómo podría amar tanto a alguien? Me maravillé de cada partecita de su cuerpo. Mi niño maravilloso. Hoy estoy casada, tengo dos hijos más... En cuanto a mi hijo, él es increíble. Tiene un corazón muy compasivo. A los cinco años empezó a recaudar fondos para la caridad, y sus esfuerzos le valieron el reconocimiento del actor Patrick Dempsey”
“Reconozco que Dios ha sido bueno conmigo. La gente a menudo me dice: '¡Cómo es de valiente hacer lo que haces!'. Creo que podría ser valiente sin perdonar, y mirando hacia atrás encontré que mi historia es el camino que Dios ha preparado para mí. No podía ser misericordiosa si no sintiera la misericordia de Dios en mí”
Vídeo completo en español del testimonio que Cecilia Flores-Oebanda dio en "Voces de la Fe", simposio organizado en el Vaticano, con ocasión del Día Internacional de la Mujer
* “He encontrado sanación y una esperanza que sólo podría haber venido de Jesús. El tiempo ayuda, pero el tiempo no sana realmente. Sólo la obra de Jesús en nosotros, con el tiempo puede curar nuestras heridas. Jesús ha sido un consuelo para mí en los momentos de dolor; fortaleza, cuando he sido demasiado débil para continuar; luz cuando todo lo que veía era oscuridad; paz cuando tengo miedo; paciencia cuando intento caminar sola”
* “Apoyándonos en la gracia y perfección de nuestro Dios, sabíamos que la vida de la pequeña Abby tenía un propósito, sin importar cuán largo o corto fuera”
Con la pequeña Abby ya en sus brazos los Jones decidieron buscar una segunda opinión médica, y recurrieron al Dr. Alan Cohen, del Boston Children Hospital. Esa segunda opinión fue que podría no tratarse de un cáncer.El médico en Boston operó a Abby, retiró el tumor y la biopsia confirmó que era un tumor benigno