* «Realmente llegué a la raíz del aborto y pude reconocer y llorar, al fin, la pérdida de mi hijo. Fue algo increíble. Me cambió la vida. Fue como si Dios realmente nos encontrara en ese lugar y nos abriera las puertas. Mirando atrás, creo que Él nos tenía preparada una misión más grande de lo que hubiéramos podido imaginar»
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