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sábado, 27 de septiembre de 2025

Homilía del evangelio del domingo: La solidaridad está en la santidad de vida, que es capaz de reconocer «la propia carne» en cada ser humano, y vivir el trabajo como servicio y entrega a los demás / Por P. José María Prats

 

* «Somos imagen del Dios Uno y Trino y, como tales, estamos llamados a reproducir en nuestras relaciones humanas la comunión en el amor de las tres personas divinas. Ésta es nuestra verdad, la esencia más profunda de nuestro ser; y si no vivimos en esta verdad, perecemos»

Domingo XXVI del tiempo ordinario - C

Amós 6, 1a.4-7 / Salmo 145  /  1 Timoteo 6, 11-16 / San Lucas 16, 19-31 

P. José María Prats / Camino Católico.-  Las lecturas de hoy tratan nuevamente el tema de la justicia social. Amós denuncia a los ricos, que acallan su conciencia con el culto que dan al Señor en el monte Sión de Judea o en el monte Garizín de Samaria, pero viven envueltos en lujos y placeres «sin dolerse del desastre de José», es decir, de la miseria en que vive la mayor parte de los habitantes del reino del Norte.

En el evangelio, el hombre rico muestra esta misma indiferencia vistiéndose de púrpura y lino y banqueteando todos los días mientras el pobre Lázaro se muere de hambre en su portal.

En ambos casos, esta actitud lleva al sufrimiento y a la ruina personal y social. El reino del Norte fue destruido por los asirios en el año 722 a. C. y su aristocracia, deportada («encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos»); y el hombre rico acabó en el infierno en medio de tormentos.

Isaías nos da una clave importante para entender el sentido de la solidaridad humana cuando dice: «no te cierres a tu propia carne» (Is 58,7). Los demás son, pues, parte de nosotros mismos, «hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne» (Gn 2,23), y cuando ignoramos el sufrimiento ajeno, estamos descuidando nuestra propia carne y destruyéndonos a nosotros mismos. 

Somos imagen del Dios Uno y Trino y, como tales, estamos llamados a reproducir en nuestras relaciones humanas la comunión en el amor de las tres personas divinas. Ésta es nuestra verdad, la esencia más profunda de nuestro ser; y si no vivimos en esta verdad, perecemos.

Como nos dice el evangelio, la motivación para vivir la solidaridad no debe nacer de amenazas o miedos de condenación, sino del deseo de vivir en la verdad, esa verdad que está inscrita en nuestro corazón y que Dios mismo nos ha revelado con toda claridad. No se trata, pues, de que resucite un muerto para que nos advierta de las consecuencias terribles del egoísmo, sino de que atendamos a la palabra de Dios transmitida por mediación de Moisés y los profetas.

A menudo, cuando nos planteamos cómo ser más solidarios y promover la justicia social, pensamos en realizar algún voluntariado o en hacer un donativo a una institución caritativa. Y esto está muy bien, pero hemos de evitar pensar que sólo somos solidarios cuando hacemos estas cosas. El fundamento de la solidaridad está en la santidad de vida, en la pureza de la mirada que es capaz de reconocer «la propia carne» en cada ser humano, en disciplinarse y vivir el trabajo como servicio y entrega a los demás, en pagar los impuestos que toca, en vivir austeramente... en definitiva: en escuchar a Moisés y a los profetas.

P. José María Prats

Evangelio:  

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.

Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».

San Lucas 16, 19-31

Palabra de Vida 27/9/2025: «Ellos no entendían este lenguaje» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 27 de septiembre de 2025, sábado de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 9, 43b-45:

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

«Meteos bien en los oídos estas palabras: al Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».

Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido.

Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

viernes, 26 de septiembre de 2025

Palabra de Vida 26/9/2025: «¿Quién dice la gente que soy yo?» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 26 de septiembre de 2025, viernes de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 9, 18-22:

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:

«¿Quién dice la gente que soy yo?»

Ellos contestaron:

«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Pedro respondió:

«El Mesías de Dios».

Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

jueves, 25 de septiembre de 2025

Palabra de Vida 25/9/2025: «A Juan lo mandé decapitar yo» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 25 de septiembre de 2025, jueves de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 9, 7-9:

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía:

«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».

Y tenía ganas de verlo.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Palabra de Vida 24/9/2025: «Los envió a anunciar la palabra de Dios y a curar a los enfermos» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 24 de septiembre de 2025, miércoles de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 9, 1-6:

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Luego los envió a anunciar la palabra de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:

«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.

Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.

Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».

Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

martes, 23 de septiembre de 2025

Palabra de Vida 23/9/2025: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 23 de septiembre de 2025, martes de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 8, 19-21:

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.

Entonces le avisaron:

«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».

Él respondió diciéndoles:

«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

lunes, 22 de septiembre de 2025

Palabra de Vida 22/9/2025: «La lámpara se pone en el candelero para que los que entren vean la luz» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 22 de septiembre de 2025, lunes de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 8, 16-18:

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.

Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.

Mirad, pues, cómo oís. pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

domingo, 21 de septiembre de 2025

Palabra de Vida 21/9/2025: «No podéis servir a Dios y al dinero» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 21 de septiembre de 2025, domingo de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 16, 1-13:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.

Entonces lo llamó y le dijo:

“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.

El administrador se puso a decir para sí:

“¿Qué voy a hacer, pus mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:

“¿Cuánto debes a mi amo?”.

Este respondió:

“Cien barriles de aceite”.

Él le dijo:

“Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.

Luego dijo a otro:

“Y tú, ¿cuánto debes?”.

Él contestó:

“Cien fanegas de trigo”.

Le dijo:

“Aquí está tu recibo, escribe ochenta”.

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

El que es de fiar en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.

Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».

Homilía del evangelio del domingo: La ruptura de la comunión con Dios conlleva poner el fundamento en ídolos, como el dinero, que tiene mucha capacidad de seducción / Por P. José María Prats

 


* «La sociedad actual es comparable al administrador del que nos habla el Evangelio. Con su sistema económico contrario al designio divino está derrochando los bienes que Dios le da. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Imitar la sagacidad de aquel administrador que usó el dinero de su señor para ganarse amigos que luego le recibieran en su casa. Es decir, cuando el dinero que actualmente se derrocha al servicio de la especulación, la codicia y el lujo desmesurado se utilice para devolver la dignidad a aquellos que han sido injustamente postergados, entonces el Señor nos felicitará por la astucia con que hemos obrado y bendecirá nuestra sociedad, haciéndola próspera y armónica»

Domingo XXV del tiempo ordinario - C

Amós 8, 4-7 / Salmo 112 / 1 Timoteo 2, 1-8 / San Lucas 16, 1-13


P. José María Prats / Camino Católico.- La profecía de Amós que hemos escuchado en la primera lectura fue anunciada en el reino del Norte –con capital en Samaria– a mediados del siglo VIII a. C. en un contexto de intensa actividad comercial y de acentuación de las diferencias sociales.

Amós denuncia la codicia de los ricos, que desean que pasen las fiestas para seguir enriqueciéndose, que disminuyen la medida, aumentan los precios, usan balanzas con trampa y exprimen y despojan a los pobres.

Es importante notar que esta época coincide con una gran crisis religiosa: por una parte, proliferan los cultos idolátricos cananeos y, por otra, la religión israelita se vive por muchos como una seguridad mágica por el mero hecho de pertenecer al pueblo elegido, desde la que se practica impunemente la injusticia.

La conexión entre ambas cosas es fácil de entender: la ruptura de la comunión con el Dios vivo que da sentido, orientación y motivación para una vida virtuosa, conlleva poner el fundamento de la existencia y las aspiraciones humanas en otras realidades, que se convierten en ídolos. Y de entre estos ídolos, el dinero es el que tiene mayor capacidad de seducción.

La sociedad de hoy tiene bastantes paralelismos con la Samaria de los tiempos de Amós. Por una parte estamos viviendo una crisis religiosa sin precedentes y, por otra, vemos agudizarse día a día la codicia y las diferencias sociales. El fin último de la economía, que debería ser el bien común, ha sido sustituido por lo que debería ser simplemente un medio: el dinero. Basta constatar, por ejemplo, que el volumen de la economía financiera especulativa es muchas veces superior a la economía real y que intentos de control de la especulación financiera como la tasa Tobin, que podrían erradicar el hambre en el mundo, han sido sistemáticamente vetados por los gobiernos debido a la presión ejercida por los especuladores.

La sociedad actual es comparable al administrador del que nos habla el Evangelio. Con su sistema económico contrario al designio divino está derrochando los bienes que Dios le da y está condenada a desaparecer –a «ser despedida»– como Samaria, que fue destruida por los asirios en el año 722 a. C., muy poco tiempo después de la profecía de Amós. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Imitar la sagacidad de aquel administrador que usó el dinero de su señor para ganarse amigos que luego le recibieran en su casa. Es decir, cuando el dinero que actualmente se derrocha al servicio de la especulación, la codicia y el lujo desmesurado se utilice para devolver la dignidad a aquellos que han sido injustamente postergados, entonces el Señor nos felicitará por la astucia con que hemos obrado y bendecirá nuestra sociedad, haciéndola próspera y armónica.

P. José María Prats

Evangelio:

En aquel tiempo, Jesús decía también a sus discípulos: 

«Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: 

‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando’. 

Se dijo a sí mismo el administrador: 

‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas’.

Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero:

‘¿Cuánto debes a mi señor?’. 

Respondió: 

‘Cien medidas de aceite’. 

El le dijo: 

‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’. 

Después dijo a otro: 

‘Tú, ¿cuánto debes?’. 

Contestó: 

‘Cien cargas de trigo’. 

Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.

El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. 

Yo os digo: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero».

San Lucas 16, 1-13

sábado, 20 de septiembre de 2025

Palabra de Vida 20/9/2025: «Los de la tierra buena son los que guardan la palabra y dan fruto con perseverancia» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 20 de septiembre de 2025, sábado de la 24ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 8, 4-15:

En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús en parábola:

«Salió el sembrador a sembrar su semilla.

Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron.

Otra parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.

Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron.

Y otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».

Dicho esto, exclamó:

«El que tenga oídos para oír, que oiga».

Entonces le preguntaron los discípulos qué significaba esa parábola.

Él dijo:

«A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas,” para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.

El sentido de la parábola es este: la semilla es la palabra de Dios.

Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.

Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes y riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.

Los de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia».