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Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

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jueves, 28 de marzo de 2024

Palabra de Vida 28/3/2024: «Los amó hasta el extremo» / Por P. Jesús Higueras

 


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 28 de marzo de 2024, Jueves Santo, la Cena del Señor, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan 13, 1-15:

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:

– «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».

Jesús le replicó:

– «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».

Pedro le dice:

– «No me lavaras los pies jamás».

Jesús le contestó:

– «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».

Simón Pedro le dice:

– «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».

Jesús le dice:

– «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

– «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

Meditación del Jueves Santo: “Dejemos que el Señor sea nuestra fuente de unidad”, 28-3-2024 / Por Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid


28 de marzo de 2024.- (
Camino Católico)  Es Jueves Santo, con el que se da inicio al Triduo Pascual. Durante la tarde se rememora la Última Cena del Señor con sus discípulos. Durante la cena, lavó los pies a sus apóstoles como signo sacramental de que no ha venido a ser servido, sino a servir. Además, nos dejó su mayor regalo, la Eucaristía que conecta las diferentes generaciones a lo largo de los siglos: “Es como un hilo que va tejiendo las diferentes generaciones de hombre y mujeres de todos los tiempos, de todas las razas y naciones, para conducirnos a la comunión con el Padre”, ha precisado en su meditación de Jueves Santo, emitida por 13 TV, el obispo auxiliar de Madrid, Mons. Jesús Vidal.

Precisamente, Vidal invita a los fieles a fijarnos en las palabras que pronunció Jesús en aquella Última Cena, por las que instituyó el sacramento de su cuerpo y de su sangre que llamamos Eucaristía, palabra que significa Acción de Gracias: “Mientras cenaba con sus discípulos, Jesús tomó pan, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: ‘Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros’. Después tomó el cáliz lleno de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: ‘Tomad y bebed todos de él porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía’.

“Jesús toma un alimento pobre, sencillo, al alcance de todos. Jesús ha pasado la mayor parte de su vida trabajando con sus manos para ganarse el pan. Cuando en la misa, el sacerdote toma el pan, nos acordamos de todos los que trabajan la tierra y los que trabajan para que el alimento llegue a nuestras mesas. Y por tantos que no pueden tomar alimento, a lo mejor, ni siquiera algo tan sencillo como un trozo de pan”, ha explicado Mons. Jesús Vidal.

Una vez que al tomar pan lo consagra, es el que ingieren los sacerdotes, perdiendo su sentido original para ser instrumento de la presencia de Dios.

Luego, Jesús parte el pan y lo da a los discípulos para generar la comunión de los hijos, que participan todos del mismo pan: “Jesús, al partir el pan, se entrega a sí mismo. Y en la Eucaristía sucede algo sorprendente. Al partir el pan eucarístico, no recibimos un trozo. Recibimos todo. Porque en cada porción está todo el Cuerpo de Cristo. Cristo no nos da una parte, se nos da todo entero. Muchas veces nos sentimos partidos, fraccionados por las tensiones de la familia, del trabajo… parece que no llegamos a todo y nos rompemos. Dejemos que el Señor sea nuestra fuente de unidad. En él, nada se pierde. El pecador es perdonado, el cansado es sostenido, el triste y agobiado es consolado”, ha pedido el obispo auxiliar de Madrid.

Respecto al cáliz con la sangre de Cristo, se hace referencia a la sangre de los primogénitos en Egipto, a la sangre de los corderos con la que se señalaron las puertas de los hijos de Israel, a la sangre de los corderos que se derramaba sobre el altar y sobre el pueblo: “Es una referencia a la sangre de Abel, a la sangre derramada a lo largo de la historia por tanta violencia y tanta guerra. Jesucristo convierte esta sangre que hunde al hombre en la desesperación de la muerte, en sangre de la Nueva Alianza. Una alianza que ninguna otra sangre podrá romper, porque esta es la sangre de la obediencia del Hijo. Frente a tanta mentira de pecado, tanta violencia de muerte, Jesús, entregándose en la Cruz ha dicho sí a la vida de los hombres, para que todo el que mire a la Cruz y reciba esta sangre, pueda entrar en la comunión con Dios”, ha explicado Vidal en su meditación de este Jueves Santo.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Meditación del Miércoles Santo: “Vivir buscando hacer la voluntad del Padre”, 27-3-2024 / Por Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid


 
27 de marzo de 2024.- (Camino Católico)  Nos seguimos acercando a la Pascua. Este Miércoles Santo, el obispo auxiliar de Madrid, nos propone en la meditación de hoy, emitida por 13 TV, conocer el tercer anuncio de Jesús. Al comienzo de este pasaje, nos recuerda Mons. Jesús Vidal, se describe qué implica ser discípulo de Cristo. Al final de su meditación hace esta invitación: «Vivamos día a día, cada momento en la obediencia filial al Padre, buscando hacer su voluntad».

Estaban todos ellos subiendo el camino hacia Jerusalén desde el valle del Jordán y Jesús iba delante de ellos: “Los discípulos van detrás sorprendidos, confusos, desconcertados acerca de lo que va a suceder en Jerusalén”, recuerda en su meditación el obispo.

Jesús percibe este clima de miedo que reina entre sus discípulos, y reúne a los Doce. El Señor les encomienda la misión de sostener al resto. De alguna manera, fueron los primeros en asumir el papel de los sacerdotes estos días de Semana Santa, que no es otra que acompañar a las comunidades cristianas en la celebración de la Pascua. “Tenemos que vivir estos días especialmente centrados en ayudar a todos los fieles a vivir y a celebrar con profundidad estos grandes Misterios”, ha subrayado Mons. Jesús Vidal.

En el tercer anuncio, continúa explicando el obispo auxiliar de Madrid, Jesús detalla lo que sucederá en Jerusalén: “El Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y los escribas; ellos lo condenarán y lo entregarán a los gentiles (a Pilato y la cohorte romana asentada en Jerusalén); ellos se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará”.

Sin la traición de Judas Iscariote no se entiende lo que celebramos estos días. En realidad le traicionan todos, incluido Pedro, al que le encomienda la misión de ser el fundamento de su Iglesia: “Es el misterio del mal del que ninguno estamos libres de ser contagiados. Nos escandaliza, con razón, el pecado en los sacerdotes. Y nos escandaliza, tal vez, que Jesús no lo evite. Como tampoco evitó que fuera uno de los Doce el que lo entregara. Jesús sabía lo que estaba pasando, pues lo anuncia. Él es la víctima de todo pecado, también de todos los pecados de los que los que estamos llamados a servirle y a llevarlo a los hombres. Él se identifica con la víctima. Él, escucharemos la noche de Pascua, es la Víctima Pascual, en la que toda víctima puede encontrarse”, ha comentado el obispo auxiliar de Madrid en su meditación del Miércoles Santo.

A continuación de este anuncio, leemos como los hijos de Zebedeo (Juan y Santiago) se acercan a pedirle a Jesús que les conceda sentarse en su gloria, uno a su derecha y otro a su izquierda. Quieren ser los primeros en participar del poder y juicio del Señor. Desconocen aún que Jesús juzgará a los hombres y ejercerá su poder desde la Cruz.

Jesús, al comprobar la fidelidad de ambos, les promete el tesoro más valioso: “Permanecerán fieles hasta el final, junto a él, y participarán así de su muerte y resurrección”, ha señalado Mons. Jesús Vidal.

Por ello, el obispo auxiliar de Madrid nos invita a los fieles en esta Semana Santa a ser fieles junto a Jesús en cualquier circunstancia: “Que cada uno vea como quedan las palabras de los Zebedeos en su corazón: «¡Podemos!» Solo los niños y los más pequeños pueden pronunciarlas sin estremecerse. Señor, será con tu gracia, con tu misericordia…”

No obstante, para sentarse a la derecha o a la izquierda de Jesús no le toca a él concederlo, ya que corresponde al Padre. De hecho, serán dos desconocidos los que, en el momento de la pasión se sienten a su izquierda y a su derecha. En su relato de la pasión, Marcos dirá, escuetamente: “Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha, otro a su izquierda”.

Un recordatorio para que no olvidemos que el lugar que ocuparemos cada uno en nuestra vida es una incógnita, ya que el Padre es quien lo asigna: “No pensemos en cómo serán las cosas. Vivamos día a día, cada momento en la obediencia filial al Padre, buscando hacer su voluntad, pues no sabemos lo que nos tiene reservado el mañana”, nos pide Mons. Jesús Vidal.

Palabra de Vida 27/3/2024: «¡Ay de aquel por el que Él es entregado!» / Por P. Jesús Higueras

 


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 27 de marzo de 2024, Miércoles Santo, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Mateo 26, 14-25:

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

– «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?».

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

– «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».

Él contestó:

– «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis y decidle: «El Maestro dice: Mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos»».

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

– «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».

Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

– «¿Soy yo acaso, Señor?».

Él respondió:

– «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, más le valdría a ese hombre no haber nacido».

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

– «¿Soy yo acaso, Maestro?».

Él respondió:

– «Tú lo has dicho».

martes, 26 de marzo de 2024

Meditación del Martes Santo: “Tiempo para aprender del Señor”, 26-3-2024 / Por Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid

 


26 de marzo de 2024.- (Camino Católico)  Es Martes Santo, y el obispo auxiliar de Madrid, Mons. Jesús Vidal, nos propone en la meditación de hoy, emitida por 13 TV,  continuar esta Semana Santa como discípulo de Jesús, tomando como referencia el segundo anuncio de la pasión que hace el Señor en el evangelio según San Marcos y dice que “es Tiempo para aprender del Señor”.

En estos momentos, Jesús y sus discípulos atraviesan Galilea de manera discreta mientras el Señor les instruía. Un silencio que, asegura Mons. Jesús Vidal, es necesario en Semana Santa: “Necesitamos unos días de descanso, pero no se trata de descansar de cualquier manera. Son días para estar con la familia y los amigos, pero sobre todo es un tiempo para aprender del Señor. Y eso requiere que bajemos un poco el ruido que nos rodea habitualmente”, ha señalado.

En este segundo anuncio, continúa explicando el obispo auxiliar de Madrid, encontramos una síntesis de lo que se vive estos días: Jesús fue entregado en manos de los hombres, lo mataron y, después de muerto, resucitó. Un acontecimiento, apunta Vidal, que no quedó en el pasado, sino que nos afecta a todos en el presente: “Murió por nosotros y, así, también podremos participar de su resurrección. Resucitó para que nosotros un día resucitemos también con él”, ha subrayado.

A diferencia del primer anuncio, en el que Pedro se llevó a parte a Jesús para contradecirle, en esta ocasión todos callan pese a que no entienden nada: “No sólo no entienden qué quiere decir Jesús, sino que no pueden acogerlo en el corazón porque están centrados en ellos mismos. Y Jesús se da cuenta de esto porque ve que andan discutiendo por el camino”.

En este ambiente tenso llegan a Cafarnaúm, a la orilla del lago de Galilea en la que Jesús había iniciado su misión. En ese momento, el Señor no duda en preguntar a sus discípulos sobre qué discutían en el trayecto. Las discusiones eran sobre quién era el más importante, del predominio de unos sobre otros. En realidad, apunta el obispo auxiliar de Madrid en su meditación del Martes Santo, la mayoría de nuestras discusiones tratan de esto mismo, de ser más que otros.

“¿Cuándo es la última vez que he discutido con alguien? ¿Con mi marido, con mi mujer, con mis padres, con mis hijos… con un compañero de trabajo o con uno que me ha hecho una jugada con el coche por la calle, con cualquiera? ¿Por qué he discutido? Seguro que en el fondo se trata de ver quién es más importante. Esto muchas veces no aparece a las claras, sino que se esconde en pensamientos del tipo: “qué injusticia…” “no me han tratado bien, como me merezco…” “no me dan importancia…” Cuando nos llevan la contraria nos enfadamos porque nos sentimos minusvalorados, y entonces estalla la ira, alzamos la voz y aparecen los malos modos”, ha alertado.

Ante tales discusiones de los apóstoles, Jesús pone un niño en medio y dice: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todo” para, a continuación, abrazar al chico.

“Quien acoge a un niño, quien acoge a uno porque es pobre o débil o necesitado, acoge a Jesús y acoge al Padre que le ha enviado. En el fondo, en nuestros enfados y peleas, nos reconocemos nosotros mismos necesitados de ser acogidos. Todos necesitamos ser acogidos. A eso ha venido el Señor, a traernos el abrazo del Padre”, ha puntualizado Mons. Jesús Vidal.


Palabra de Vida 26/3/2024: «No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces» / Por P. Jesús Higueras

 


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 26 de marzo de 2024, Martes Santo, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan 13, 21-33.36-38:

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:

– «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.

Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:

– «Señor, ¿quién es?».

Le contestó Jesús:

– «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».

Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.

Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:

– «Lo que vas hacer, hazlo pronto».

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.

Cuando salió, dijo Jesús:

– «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:

«Donde yo voy, vosotros no podéis ir».

Simón Pedro le dijo:

– «Señor, ¿a dónde vas?».

Jesús le respondió:

– «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».

Pedro replicó:

– «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».

Jesús le contestó:

– «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

lunes, 25 de marzo de 2024

Meditación del Lunes Santo: “Adquirir el pensamiento de Dios”, 25-3-2024 / Por Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid


25 de marzo de 2024.- (
Camino Católico) Iniciamos la semana que nos conducirá hasta la Pascua del Señor. Es una Semana Santa y, por eso, el obispo auxiliar de Madrid, D. Jesús Vidal, nos invita en esta primera ‘Meditación de Semana Santa’,  emitida por 13 TV, a «pararnos un momento para reconocer el camino que estamos haciendo junto al Señor». Por eso nos invita a “adquirir el pensamiento de Dios, haciendo el recorrido de seguir a Jesús en el camino de la Cruz. ¿Verdaderamente quiero seguirte?”.

Hoy, Lunes Santo, será el primer día donde nos pararemos en los 3 anuncios con los que Jesús preparó a sus discípulos a vivir aquel acontecimiento tan grande. Fiel al Evangelio D. Jesús Vidal ha elegido los tres anuncios de la pasión, muerte y resurrección, tal y como vienen recogidos en el texto de San Marcos.

Tal y como nos propone el obispo auxiliar de Madrid, tras la confesión de Pedro en Galilea de Filipo, «Jesús empieza a instruirles sobre cuál será el camino de cumplimiento de la misión del Mesías, del Ungido enviado por Dios. Al iniciar la semana también nosotros nos hacemos discípulos reconociendo que no lo sabemos todo». Es decir, independientemente de lo que vayamos a hacer estos días, Vidal señala una pregunta central para el día de hoy y que todos debemos hacernos: «¿Qué me va a enseñar el Señor estos días? ¿Ya lo sé todo o estoy abierto a que el Señor me enseñe algo nuevo sobre la fe o sobre mi vida en el seguimiento de Jesús?»

Dentro de este primer anuncio que hoy nos ocupa en estas Meditaciones de Semana Santa, el Señor es bastante claro: El Hijo del Hombre tiene que padecer, ser reprobado por el sanedrín, ser ejecutado y resucitar al tercer día. Como nos dice el obispo auxiliar de Madrid, «Jesús no oculta nada. (..) Sufrirá en su cuerpo y en su alma, será rechazado por aquellos que primero debían reconocerlo y acogerlo, los líderes religiosos del Pueblo; que, además, lo condenarán y le quitarán la vida. Y al tercer día resucitará.»

En estos días, como nos cuenta D. Jesús Vidal, es posible que nos reconozcamos en el comportamiento de Pedro ante este anuncio: «No será así». Y esto, no es otra cosa que «el rechazo de la Cruz». «No pensemos que estas palabras son solo para Pedro, son para todos aquellos que queremos acompañarle estos días. Lo hace con palabras duras: ¡Aléjate de mí, Satanás!», nos comenta el obispo auxiliar de Madrid.

Las palabras de Pedro son reflejo del pensamiento del hombre, herido por el pecado, que cree que debe salvarse a sí mismo. «¿Cómo piensas tú?», nos pregunta Vidal, «¿Cómo pienso yo, como los hombres o como Dios?».

Y la única manera de adquirir ese «pensamiento de Dios», como nos cuenta D. Jesús Vidal en esta meditación de Lunes Santo es «hacer el recorrido de seguirle en el camino de la Cruz. ¿Verdaderamente quiero seguirte?».

Para finalizar, el obispo auxiliar de Madrid nos pide abrir «nuestro corazón a la escucha del Maestro (…) Sigamos estos días a Jesús». 

Palabra de Vida 25/3/2024: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura» / Por P. Jesús Higueras

 


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 25 de marzo 2024, Lunes Santo, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan 12, 1-11:

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:

«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».

Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.

Jesús dijo:

– «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».

Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.

Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

domingo, 24 de marzo de 2024

Palabra de Vida 24/3/2024: «Bendito el que viene en nombre del Señor» / Por P. Jesús Higueras

 


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 24 de marzo 2024, Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Marcos 14, 1 – 15, 47:

 Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle. Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo».

Estando Él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza. Había algunos que se decían entre sí indignados: «¿Para qué este despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres». Y refunfuñaban contra ella. Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya».

Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno.

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?». Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: ‘El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?’. Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros». Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.

Y al atardecer, llega Él con los Doce. Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo». Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?». Él les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!».

Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios». Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.

Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: ‘Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’. Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea». Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no». Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres». Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré». Lo mismo decían también todos.

Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración». Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad». Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de Él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú». Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil». Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle. Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca».

Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela». Nada más llegar, se acerca a Él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron. Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja. Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras». Y abandonándole huyeron todos. Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen. Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.

Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba sentado con los criados, calentándose al fuego. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban. Pues muchos daban falso testimonio contra Él, pero los testimonios no coincidían. Algunos, levantándose, dieron contra Él este falso testimonio: «Nosotros le oímos decir: ‘Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres’». Y tampoco en este caso coincidía su testimonio. Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?». Pero Él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?». Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo». El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?». Todos juzgaron que era reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes.

Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de Nazaret». Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo. Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Éste es uno de ellos». Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo». Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!». Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres». Y rompió a llorar.

Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?». El le respondió: «Sí, tú lo dices». Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan». Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.

Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran. Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder. Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?». Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás. Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?». La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!». Pilato les decía: «Pero, ¿qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaron con más fuerza: «¡Crucifícale!». Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.

Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!». Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él. Cuando se hubieron burlado de Él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.

Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. Le daban vino con mirra, pero Él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos». Con Él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!». Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos». También le injuriaban los que con Él estaban crucificados.

Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», que quiere decir «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías». Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle». Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.

Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. Al ver el centurión, que estaba frente a Él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José se fijaban dónde era puesto.