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sábado, 23 de noviembre de 2024

Homilía del evangelio del domingo: Cristo Rey, «humanísimo y trascendente» a la vez / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

 * «En el pasaje del Apocalipsis Él es definido como quien ‘nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre’. Ha sido siempre difícil mantener unidas estas dos prerrogativas de Cristo –majestad y humildad-, derivadas de sus dos naturalezas, divina y humana. El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo y al hermano universal, pero encuentra difícil proclamarle también Señor y reconocerle un poder real sobre él»

Le veréis venir entre las nubes del cielo...  

Jesucristo, Rey del Universo - B:

Daniel 7, 13-14  /  Salmo 92  /  Apocalipsis 1, 5-8  / San Juan 18, 33b-37

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- En el Evangelio de este domingo, Pilato pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?», y Jesús responde: «Sí, como dices, soy Rey». Poco antes, Caifás le había dirigido la misma pregunta de otra forma: «¿Eres tú el Hijo de Dios bendito?», y también esta vez Jesús respondió afirmativamente: «Sí, yo soy». Es más: según el Evangelio de Marcos [Mc, 14, 62. Ndt.], Jesús reforzó esta respuesta, citando y aplicándose aquello que el profeta Daniel había dicho del Hijo del hombre que viene entre las nubes del cielo y recibe el reino que nunca pasará (primera lectura). Una visión grandiosa en la que Cristo aparece dentro de la historia y por encima de ella, temporal y eterno.

Junto a esta imagen gloriosa de Cristo hallamos, en las lecturas de la solemnidad, la del Jesús humilde y sufriente, más preocupado de hacer de sus discípulos reyes que de reinar sobre ellos. En el pasaje del Apocalipsis Él es definido como quien «nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre».

Ha sido siempre difícil mantener unidas estas dos prerrogativas de Cristo –majestad y humildad-, derivadas de sus dos naturalezas, divina y humana. El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo y al hermano universal, pero encuentra difícil proclamarle también Señor y reconocerle un poder real sobre él.

En las películas sobre Jesús, esta dificultad salta a la vista. En general, el cine ha optado por el Jesús humilde, perseguido, incomprendido, tan cercano al hombre como para compartir sus luchas, sus rebeliones, su deseo de una vida normal. En esta línea se sitúan Jesucristo Superstar y, de manera más cruda y desacralizadora, La última tentación de Cristo –de Martin Scorsese-. También Pier Paolo Pasolini, en el Evangelio según Mateo, nos presenta a este Jesús amigo de los apóstoles y de los hombres, a nuestro alcance, si bien no carente de cierta dimensión de misterio, expresada con mucha poesía, sobre todo a través de algunos eficacísimos silencios. Sólo Franco Zeffirelli, en su Jesús de Nazaret, se esforzó por mantener juntos los dos rasgos de Él. Ahí se ve a Jesús como hombre entre los hombres, afable y a la mano, pero a la vez como alguien que, con sus milagros y su resurrección, nos sitúa ante el misterio de su persona que trasciende lo humano.

No se trata de descalificar los intentos de reproponer en términos accesibles y populares el acontecimiento de Jesús. En su tiempo Jesús no se ofendía si «la gente» le consideraba uno de los profetas. Pero preguntaba a los apóstoles: «¿Y vosotros quién decís que soy yo?», dando a entender que las respuestas de la gente no eran suficientes.

El Jesús que la Iglesia nos presenta en la solemnidad de Cristo Rey es el Jesús completo, humanísimo y trascendente. En París se conserva, bajo custodia especial, la barra que sirve para establecer la longitud exacta del metro, a fin de que esta unidad de medida, introducida por la Revolución Francesa, no se altere con el paso del tiempo. De forma similar, en la comunidad de creyentes que es la Iglesia, se custodia la verdadera imagen de Jesús de Nazaret que debe servir como criterio para medir la legitimidad de toda representación suya en la literatura, en el cine, en el arte.

No se trata de una imagen fija e inerte, que hay que conservar al vacío, como el metro, sino de un Cristo vivo que crece en la comprensión misma de la Iglesia, también a raíz de las cuestiones y de las provocaciones siempre nuevas planteadas por la cultura y por el progreso humano.

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Evangelio

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: 

«¿Eres tú el Rey de los judíos?». 

Respondió Jesús: 

«¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». 

Pilato respondió: 

«¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?».

Respondió Jesús: 

«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí».

Entonces Pilato le dijo:

«¿Luego tú eres Rey?». 

Respondió Jesús: 

«Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

San Juan 18, 33b-37

Homilía del evangelio del domingo: Compartir la realeza de Cristo en el cumplimiento de la voluntad del Padre / Por P. José María Prats

* «Para que no caigamos en la tentación de asimilar a Jesús con un rey terreno, él mismo nos recuerda en el Evangelio que su reino «no es de este mundo». Su poder y el del reino que ha venido a establecer no se funda sobre la hegemonía militar o económica, sino sobre la comunión con el Padre, cuyos designios necesariamente se cumplirán. Este contraste con los reyes de la tierra se pone especialmente de manifiesto en la cruz, en cuya inscripción Jesús es proclamado rey. A pesar de las apariencias –que no pueden estar más lejos del fasto de la realeza de este mundo– Jesús reina en la cruz porque acoge incondicionalmente la voluntad del Padre»

Jesucristo, Rey del Universo - B:

Daniel 7, 13-14  /  Salmo 92  /  Apocalipsis 1, 5-8  / San Juan 18, 33b-37

P. José María Prats / Camino Católico.-  En esta solemnidad de Cristo Rey con la que terminamos el año litúrgico, se nos presenta a Jesucristo en su venida definitiva al final del mundo para juzgar a vivos y muertos y para renovar toda la creación llevando a su plenitud el reino de amor y de paz que inauguró con su primera venida.

En esta solemnidad se nos manifiesta como en ninguna otra el alcance de la figura de Cristo que había permanecido velado hasta ahora. En su encarnación y nacimiento se nos mostraba su humildad, en su vida escondida y en su ministerio, su profunda humanidad, y en su pasión y muerte, su entrega y su vulnerabilidad. Ahora, en cambio, en su venida definitiva, se descorre ante todos los pueblos el velo que escondía su gloria y su divinidad.

La segunda lectura proclama abiertamente el alcance cósmico de su figura: Jesucristo es «el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso», y el que «nos ha librado de nuestros pecados por su sangre».

  • Él es el Alfa, es decir, el origen de todo, la Palabra mediante la cual se hicieron todas las cosas.

  • Es el redentor del mundo, el que «nos ha librado de nuestros pecados por su sangre y nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre».

  • Es la Omega, el destino de toda la creación, la lámpara que iluminará la Jerusalén celeste y colmará todo de felicidad y de sentido.

San Pablo, en la carta a los Colosenses lo resume con estas palabras: «todo fue creado por Él y para Él» (Col 1,16). Si esto es así, ¡qué locura y qué drama vivir al margen de Aquél que es nuestro origen y nuestro destino, del que sostiene nuestra existencia y nos permite vencer sobre las fuerzas del mal!

Hoy, pues, se nos muestra a Jesús como «Rey de Reyes y Señor de señores» (Ap 19,16) y se proclama solemnemente su poder absoluto e incontestable: «Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin». Pero para que no caigamos en la tentación de asimilar a Jesús con un rey terreno, él mismo nos recuerda en el Evangelio que su reino «no es de este mundo». Su poder y el del reino que ha venido a establecer no se funda sobre la hegemonía militar o económica, sino sobre la comunión con el Padre, cuyos designios necesariamente se cumplirán. Este contraste con los reyes de la tierra se pone especialmente de manifiesto en la cruz, en cuya inscripción Jesús es proclamado rey. A pesar de las apariencias –que no pueden estar más lejos del fasto de la realeza de este mundo– Jesús reina en la cruz porque acoge incondicionalmente la voluntad del Padre.

Todos deseamos reinar en el sentido de poseer un poder que nos permita vencer sobre las amenazas que se ciernen sobre nosotros y gozar de una existencia plena y estable. Y esto solo lo podemos conseguir por la comunión con Dios, que es el único que existe eternamente por sí mismo. Esta comunión se alcanza conformando nuestra vida con la Palabra de Dios: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14,23).

Por desgracia, el Maligno intenta separarnos de esta comunión con Dios proponiéndonos una realeza fugaz e ilusoria como hizo con Jesús, a quien mostró los reinos del mundo y su gloria y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras» (Mt 4,9). Lamentablemente muchos ceden a la tentación de la corrupción y del fraude para alcanzar este poder aparente que conduce a la ruina.

Nosotros sabemos que la realeza consistente y estable pasa necesariamente por compartir la realeza de Cristo en el cumplimiento de la voluntad del Padre, porque «el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,35).

P. José María Prats

 Evangelio

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: 

«¿Eres tú el Rey de los judíos?». 

Respondió Jesús: 

«¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». 

Pilato respondió: 

«¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?».

Respondió Jesús: 

«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí».

Entonces Pilato le dijo:

«¿Luego tú eres Rey?». 

Respondió Jesús: 

«Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

San Juan 18, 33b-37

Palabra de Vida 23/11/2024: «No es Dios de muertos, sino de vivos» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 23 de noviembre de 2024, sábado de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 20, 27-40:

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:

«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».

Jesús les dijo:

«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.

Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».

Intervinieron unos escribas:

«Bien dicho, Maestro».

Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Palabra de Vida 22/11/2024: «Habéis hecho de la casa de Dios una ‘cueva de bandidos’» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 22 de noviembre de 2024, viernes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 19, 45-48:

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:

«Escrito está: «Mi casa será casa de oración»; pero vosotros la habéis hecho una «cueva de bandidos»».

Todos los días enseñaba en el templo.

Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él escuchándolo.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Palabra de Vida 21/11/2024: «¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 21 de noviembre de 2024, jueves de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 19, 41-44:

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:

«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.

Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Palabra de Vida 20/11/2024: «¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 20 de noviembre de 2024, miércoles de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 19, 11-28:

En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.

Dijo, pues:

«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.

Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:

“Negociad mientras vuelvo”.

Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:

“No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”.

Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quien había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

El primero se presentó y dijo:

“Señor, tu mina ha producido diez”.

Él le dijo:

“Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.

El segundo llegó y dijo:

“Tu mina, señor, ha rendido cinco”.

A ese le dijo también:

“Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.

El otro llegó y dijo:

“Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente, que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.

Él le dijo:

“Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”.

Entonces dijo a los presentes:

“Quitadle a éste la mina y dádsela al que tiene diez minas”.

Le dijeron:

“Señor, si ya tiene diez minas”.

“Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no me querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».

Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

martes, 19 de noviembre de 2024

Palabra de Vida 19/11/2024: «El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 19 de noviembre de 2024, martes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 19, 1-10:

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad.

En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:

«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:

«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Pero Zaqueo, de pie, y dijo al Señor:

«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».

Jesús le dijo:

«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

lunes, 18 de noviembre de 2024

Palabra de Vida 18/11/2024: «Mándame ir a ti sobre el agua» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 18 de noviembre de 2024, lunes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, Dedicación de la Basílica de los Santos Pedro y Pablo, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Mateo 14, 22-33:

Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.

La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar.

Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. 

Pero al instante les habló Jesús diciendo:

«¡Animo!, que soy yo; no temáis.»

Pedro le respondió:

«Señor, si eres tú, mándame ir ir a ti sobre el agua.»

«¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús.

Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»

Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»

Subieron a la barca y amainó el viento.

Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo:

«Verdaderamente eres Hijo de Dios.»