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lunes, 7 de octubre de 2024

El padre José Maniyangat tuvo un accidente y el médico certificó que estaba muerto, su ángel de la guarda lo llevó al infierno, al purgatorio y al cielo, pero Cristo le mandó volver a la vida para sanar a personas

* «Mientras llevaban mi cuerpo muerto al depósito de cadáveres, mi alma volvió al cuerpo. Sentí un dolor atroz, tenía muchas heridas y huesos rotos.  Empecé a gritar, la gente se asustó, y gritando salió corriendo.  Una de las personas se acercó al médico, y le dijo: ”el cuerpo muerto está gritando".   El doctor vino a examinar mi cuerpo, y comprobó que estaba vivo.  Así que dijo: ‘el padre está vivo, es un milagro, llévenlo de nuevo al hospital’. Después de dos meses, me dejaron salir del hospital, pero el médico traumatólogo dijo que nunca más podría caminar.  Entonces le conteste: ‘el Señor que me devolvió la vida, y me envió de nuevo al mundo, me curará’.   Una vez en mi casa todos rezamos por un milagro.  Sin embargo, después de un mes, cuando me sacaron el yeso, todavía no podía moverme.  Pero un día, mientras rezaba, sentí un dolor espantoso en la pelvis.  Después de un ratito, desapareció todo dolor, y oí una voz:  ‘Estás curado.  Levántate y camina’. Sentí paz, y el poder sanador en mi cuerpo.  Inmediatamente me levanté y caminé.  Alabé, y le di gracias a Dios por el milagro. Comuniqué mi curación al doctor, y quedó asombrado.  Me dijo: ‘Tu Dios es el Dios verdadero.  Debo seguir a tu Dios’. El médico era hindú, y me pidió que le enseñara sobre nuestra Religión.   Después de estudiar la fe, lo bauticé y se hizo Católico»

Camino Católico.- El 14 de abril de 1985 -día de la Divina Misericordia, para mayor gracia- y cuando se levantó por la mañana, para dirigirse al norte de Kerala, el sacerdote José Maniyangat estaba a punto de ser llevado por su ángel de la guarda hasta el infierno, como también al purgatorio y el cielo…, aunque él no lo sabía. Tuvo un accidente, fue declarado muerto y cuando lo llevaban a la morgue volvió a la vida para cumplir la misión de sanación que Jesús le encomendó en el cielo, habiendo vivido una experiencia cercana a la muerte (ECM). 

El médico traumatólogo le dijo al padre Maniyangat que nunca más podría caminar y él le respondió: ”El Señor que me devolvió la vida, y me envió de nuevo al mundo, me curará". La sanación se produjo cuando él escuchó una voz que le decía: “Estás curado. Levántate y camina”. Ante su curación milagrosa, el médico que era hindú pidió formarse para ser católico y el padre José Maniyangat lo bautizó e ingresó en la Iglesia. Cuenta su testimonio de vida en primera persona en su propia web con el siguiente relato:


Nací el 16 de julio de 1949 en el estado de Kerala, India. 

Mis padres eran José y Teresa Maniyangat.  Soy el mayor de los siete hermanos: José, Maria, Teresa, Lissama, Zachariah, Valsa y Tom.

A los catorce años, entré en el seminario menor de Santa Maria, en la ciudad de Thiruvalla, para empezar a estudiar para sacerdote.  Cuatro años más tarde, fui al seminario mayor pontifical de San José en Alwaye, Kerala, para proseguir mi formación sacerdotal.  Después de terminar los siete años de filosofía y teología, fui ordenado sacerdote el 1 de enero de 1975 para servir como misionero en la diócesis de Thiruvalla.

En 1978, mientras enseñaba en el seminario menor de San Tomas en Bathery, me convertí en un miembro activo del movimiento Carismático de Renovación, y empecé a dirigir retiros y conferencias carismáticas en Kerala.

El día de la Divina Misericordia, domingo 14 de abril de 1985, me dirigía al norte de Kerala, a una Iglesia de la misión, para celebrar Misa, y tuve un accidente fatal.  Yo iba en motocicleta, y fui embestido, de frente por un jeep de un hombre intoxicado (¿quizás borracho?), que volvía de un festival hindú.  Me llevaron a un hospital que quedaba a 35 millas.   En el camino, mi alma salio de mi cuerpo, y experimente la muerte.  Inmediatamente me encontré con mi ángel de la guarda.  Veía mi cuerpo, y la gente que me llevaba al hospital.  Los oía llorar, y rezar por mí.  En ese momento el ángel me dijo: ”voy a llevarte al cielo, el Señor quiere verte, y hablar contigo".  También me dijo que en el camino, me mostraría el infierno y el purgatorio.

Primero, el ángel me llevó al infierno.  Espantosa visión.   Vi a satanás, los demonios, un fuego infernal -de cerca de 2.000 grados Fahrenheit-, gusanos que se arrastraban, gente que gritaba y peleaba, otros eran torturados por demonios.  El ángel me dijo que todos estos sufrimientos se debían a pecados mortales cometidos, sin arrepentimiento.  Entonces, comprendí que había siete grados de sufrimiento, según el número y la clase de pecados mortales cometidos en la vida terrenal.  Las almas se veían feísimas, crueles y horribles.  Fue una experiencia espantosa.  Vi a gente que conocía, pero no puedo revelar la identidad.   Los pecados por los que fueron condenados, principalmente fueron por el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, el odio, el rencor y el sacrilegio.  El ángel me dijo que si se hubieran arrepentido habrían evitado el infierno, y hubieran ido al purgatorio.  También entendí que algunas personas que se arrepienten de estos pecados, pueden ser purificados en la tierra a través del sufrimiento.  De esta manera pueden evitar el purgatorio, e ir derecho al cielo.

Después de la visita al infierno, mi ángel de la guarda me escolto al Purgatorio.  Allí también, había siete grados de sufrimiento, y el fuego que no se extingue.  Pero es mucho menos intenso que en el infierno, y no hay peleas ni luchas.  El principal sufrimiento de estas almas es su separación de Dios. Algunos de los que están en el Purgatorio cometieron pecados mortales; pero antes de morir, se reconciliaron con Dios. Aun cuando estas almas sufren, gozan de paz, y saben que un día podrán ver cara a cara a Dios.

Tuve una oportunidad de comunicarme con las almas del purgatorio.  Me pidieron que rezara por ellas,  y que también digiera a la gente que rezara, para que ellas pudieran pronto ir al cielo.   Cuando rezamos por estas almas, recibimos su agradecimiento por medio de sus oraciones,  y una vez que las almas entran al cielo sus oraciones llegan a ser todavía más meritorias.

Es difícil para mí, poder describir la belleza de mi ángel de la guarda.  Resplandece, y reluce.  Él es mi constante compañero, y me ayuda en todos mis ministerios, especialmente el ministerio de sanación. Experimento su presencia en todas partes a donde voy, y agradezco su protección en mi vida diaria.

Después, mi ángel me escoltó al cielo, pasando a través de un gran túnel, deslumbrantemente blanco.  Nunca en mi vida experimenté tanta paz y alegría.   Inmediatamente el cielo se abrió, y percibí la música más deliciosa, que nunca antes hubiera oído.  Los ángeles cantaban y alababan a Dios.  Vi a todos los santos, especialmente a la Santa Madre, a san José, y a muchos piadosos santos obispos y sacerdotes que brillaban como estrellas.  Y cuando aparecí ante el Señor, Jesús me dijo: "quiero que vuelvas al mundo.  En tu segunda vida serás un instrumento de paz y sanación para mi gente.  Caminarás en tierra extranjera, y hablarás una lengua extranjera.  Con Mi gracia, todo es posible para ti".  Después de estas palabras, la Santa Madre me dijo: ”haz lo que Él te diga.  Te ayudaré en tu ministerio”.

No hay palabras para poder expresar la belleza del cielo.  Encontramos tanta paz y felicidad, que excede millones de veces nuestra imaginación.  Nuestro Señor es mucho más indescriptible de lo que cualquier imagen puede transmitir.   Su cara es radiante y luminosa,  más esplendida que el amanecer de mil soles.  Las imágenes que vemos en el mundo son solo una sombra de su magnificencia.  La Santa Madre estaba al lado de Jesús; es tan linda y radiante.  Ninguna de las imágenes que vemos en este mundo pueden llegar a compararse con su real belleza.  El cielo es nuestro verdadero hogar, todos hemos sido creados para alcanzar el cielo, y gozar de Dios para siempre.  Entonces, volví con mi ángel al mundo.

Mientras mi cuerpo estaba en el hospital, el médico terminó todos los exámenes necesarios, y dictaminó que estaba muerto.  La causa de la muerte fue una hemorragia. Lo notificaron a mi familia, y como estaban muy lejos, el personal del hospital decidió llevar mi cuerpo muerto a la morgue.  Como el hospital no tenía aire acondicionado, sabían que el cuerpo se iba a descomponer rápidamente.  Mientras llevaban mi cuerpo muerto al depósito de cadáveres, mi alma volvió al cuerpo. Sentí un dolor atroz, tenía muchas heridas y huesos rotos.  Empecé a gritar, la gente se asustó, y gritando salió corriendo.  Una de las personas se acercó al médico, y le dijo: ”el cuerpo muerto está gritando".   El doctor vino a examinar mi cuerpo, y comprobó que estaba vivo.  Así que dijo: ”el padre está vivo, es un milagro, llévenlo de nuevo al hospital".

Ahora, de vuelta en el hospital, me hicieron una transfusión de sangre, y me llevaron a cirugía para reparar los huesos quebrados.  Trabajaron en mi mandíbula, costillas, pelvis, muñecas, y pierna derecha.  Después de dos meses, me dejaron salir del hospital, pero el médico traumatólogo dijo que nunca más podría caminar.   Entonces le contesté: ”el Señor que me devolvió la vida, y me envió de nuevo al mundo, me curará". Una vez en mi casa todos rezamos por un milagro. Sin embargo, después de un mes, cuando me sacaron el yeso, todavía no podía moverme. Pero un día, mientras rezaba, sentí un dolor espantoso en la pelvis.  Después de un ratito, desapareció todo dolor, y oí una voz:  "Estás curado.  Levántate y camina”.    Sentí paz, y el poder sanador en mi cuerpo.  Inmediatamente me levanté y caminé.  Alabé, y le di gracias a Dios por el milagro.

Comuniqué mi curación al doctor, y quedó asombrado.   Me dijo: "Tu Dios es el Dios verdadero.  Debo seguir a tu Dios”.  El médico era hindú, y me pidió que le enseñara sobre nuestra Religión.   Después de estudiar la fe, lo bauticé y se hizo Católico.

El 10 de noviembre de 1986, siguiendo el mensaje de mi ángel de la guarda, llegué a los Estados Unidos como sacerdote misionero.  Primero, desde 1987 a 1989, trabajé en la diócesis de Boise, Idaho, y después, desde 1989 a 1992, como director del Ministerio de los Presos, en la diócesis de Orlando, Florida.

En 1992,  fui a la diócesis de san  Agustín, en donde, por dos años, me   asignaron a la parroquia de san Mateo en Jacksonville.    Más tarde, desde 1994 a 1999, me nombraron vicario parroquial de la Iglesia de la Asunción.   En 1997 quedé incardinado, como miembro permanente de la diócesis.    Desde junio de 1999, he sido pastor de Santa María Madre de la Misericordia, Iglesia católica en Macclenny, Florida.  También soy capellán católico de la prisión del estado de Florida, en Starke, Union Correctional Institution, en Raiford, y del hospital Northeast Florida State, del estado de Florida en Macclenny.  También soy  director espiritual diocesano de la legión de Maria.

El primer sábado de cada mes, en mi parroquia, Santa Maria Madre de la Misericordia, dirijo un ministerio Eucarístico y sanador carismático.  La gente viene de toda la diócesis, de muchas partes de Florida, hasta de fuera del estado. Me han invitado a dirigir el ministerio sanador en otras ciudades importantes de los Estados Unidos: New York, Philadelphia, Washington, San José, Dallas, Chicago, Birmingham, Denver, Boise, Idaho Falls,  Miami, Ft. Lauderdale, Poolsville; y en muchos otros países: Irlanda, España, República Checa, La India, Francia, Portugal, Yugoslavia, Italia, Canadá, México, Islas Cayman, Islas Hawaianas.

Por medio de este ministerio Eucarístico-sanador, he visto a mucha gente curarse física, espiritual, mental y emocionalmente.  Gente con diferentes enfermedades: cáncer, sida, artritis, problemas del corazón, de la vista, enfisema, asma, dolores de espalda, sordera, y muchos otros han quedado totalmente curados.  Además, varias veces durante el año conduzco un especial servicio curativo para sanar el árbol genealógico de la familia. En muchos casos necesitamos sanación generacional.  

Durante el ministerio de sanación, mucha gente, ante el Santísimo Sacramento, descansa en el Espíritu, y algunos experimentan una renovación en el alma, y la curación del cuerpo.

P. José Maniyangat

viernes, 4 de octubre de 2024

Stephen Lacey, ante el grave tumor de su hija, se convirtió en católico y ella también: «Como la iglesia estaba cerrada me arrodillé en la acera y recé como nunca lo había hecho»


Stephen Lacey, junto a su hija Daisy en el momento de su enfermedad /  Foto: Catholic Weekly

* «No traté de regatear. No hice promesas ridículas que no podría cumplir. Simplemente pedí en el nombre de Jesús que Daisy superara la operación y sobreviviera. Daisy tiene ahora 11 años. Sus ecografías anuales están bien y su ataxia es apenas perceptible. Es el ser humano más resistente que he conocido. Ella y yo nos bautizamos y asistimos a misa varias veces por semana»

Camino Católico.- Stephen Lacey se convirtió al catolicismo y fue bautizado, siendo esposo y padre, porque conoció a Dios durante el cáncer extremadamente grave que sufrió su hija Daisy. Un hombre que no sólo no creía, sino que no tenía buena opinión de la Iglesia se encontró arrodillado llorando en la puerta de un templo católico en Australia. Dios le consoló, le escuchó y además de realizar el milagro de la curación física, hizo otro de gran calado: su sincera conversión y la de su hija. Explica su testimonio en primera persona en Catholic Weekly,  semanario de la archidiócesis de Sídney: 

«El tumor de Daisy nos trajo a ambos a Cristo»

Cuando la primera persona que te recibe en el Hospital Infantil de Sydney en Randwick es un asistente social, no un médico, sabes que la situación es mala. Pero eso ya lo sabíamos. 


Durante seis meses, Daisy, nuestra hija de cinco años, sufrió fuertes dolores de cabeza y vómitos. Durante ese tiempo, visitamos a nueve médicos, entre ellos un pediatra y un neurólogo pediátrico. Todos nos aseguraron que tenía migraña infantil y que tendría que aprender a vivir con ella. Pero los dolores de cabeza empeoraron y se hicieron más frecuentes.

Busqué en Google Scholar las últimas investigaciones sobre la migraña infantil. No tardé mucho en descubrir que los dolores de cabeza de tres minutos que sufría Daisy (en los que se agarraba la nuca y gritaba de dolor) no cumplían los criterios de diagnóstico de la migraña. 

Ninguno de los médicos que visitamos recomendó una resonancia magnética, pero cuando Daisy sufrió uno de sus dolores de cabeza tan pronto como se despertó, eso encendió una señal de alerta que era imposible de ignorar.

La metí en el coche y la llevé a visitar a un amigo mío, el doctor Craig Dyer, que resulta ser uno de los radiólogos más respetados de Sydney. La colocó en una máquina de resonancia magnética y quince minutos después nos llamó a su despacho.  

—Lo siento —dijo, señalando la tomografía y el orbe del tamaño de un melocotón que había en su cerebelo. Una oleada de miedo recorrió mi cuerpo. Sentí ganas de vomitar. Nada parecía real—. Ve directamente a tu médico de cabecera. Ya la he llamado. 

Colocamos a Daisy en su asiento elevador y fuimos rápidamente a ver a nuestro médico de cabecera, uno de los médicos que había insistido en que no teníamos nada de qué preocuparnos. Ninguno de los dos habló mucho durante el viaje. 

La médica de cabecera tenía un aspecto pálido. “Bueno, esto no es lo que esperábamos”, dijo, apoyando los codos en el escritorio y sosteniendo su rostro entre sus manos.  

“Tienes que ir al Hospital Infantil de Sydney de inmediato, hay un equipo esperándote”, dijo la doctora.  

“¿Deberíamos ir a casa primero y preparar una maleta?” 

—No —dijo ella con firmeza.  

Daisy con neurocirujano que la operó / Foto: Catholic Weekly

Fuimos al hospital, tuvimos una reunión con la trabajadora social bien intencionada y luego conocimos al neurocirujano pediátrico asignado a Daisy, el Dr. Saeed Kohn. El Dr. Kohn es un cirujano increíble que se formó ampliamente en Australia y en el extranjero. Su trato con los pacientes es ejemplar, pero es alguien a quien esperas no tener que conocer nunca.  

El Dr. Kohn nos advirtió de los peligros de la cirugía, pero añadió que no teníamos muchas opciones. El tumor era tan grande que existía el riesgo de que se produjera una “conificación”, es decir, que la presión aumentara hasta tal punto que el cerebro se viera obligado a pasar por una pequeña abertura en la base del cráneo, lo que provocaría la muerte. Esa misma presión cerebroespinal era la que estaba provocando los dolores de cabeza de Daisy.  

La operación estaba prevista para la mañana siguiente. Afortunadamente, Daisy no comprendía muy bien lo que estaba pasando.

Esa tarde, caminé por Randwick y, al igual que Daisy, no podía entender bien la situación. Estas cosas solo les pasan a otras personas. No se supone que seamos las otras personas; esto es un error.  

Estaba caminando de regreso por la calle Avoca (en Sídney) hacia el hospital cuando vi una gran iglesia de estilo neogótico: Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Me crie en una familia de la Iglesia de Inglaterra, pero nunca me bauticé. Mi tatarabuelo era un ministro metodista que llegó de Inglaterra en la década de 1850 y se instaló en Hay, en Riverina. Mi abuela y mis padres eran de la época en que los católicos eran vistos con sospecha y se los llamaba “Tykes”. A mi abuelo, el único católico de la familia, se le negó la membresía de los masones de Gosford.

Pero esa noche de enero en particular, no me importaba nada de eso; no me importaba qué tipo de iglesia era. Solo necesitaba orar a Dios por mi pequeña niña.  

Como la iglesia estaba cerrada me arrodillé en la acera y recé como nunca antes lo había hecho. No traté de regatear. No hice promesas ridículas que no podría cumplir. Simplemente pedí en el nombre de Jesús que Daisy superara la operación y sobreviviera.  

Al día siguiente, mi esposa y yo volvíamos en coche al hospital por la calle Cleveland y sonó el teléfono. Era el doctor Kohn: “La operación fue un éxito y el tumor no parece muy grave”.  

El alivio fue instantáneo. Nuestros hombros se agitaron de tanto sollozar.  

Daisy en la actualidad / Foto: Catholic Weekly

Pero a Daisy aún le faltaban muchas pruebas y obstáculos que pasar. El gran tamaño del tumor (un astrocitoma pilocítico), su posición en el cerebelo y la operación en sí implicaban que Daisy tendría que pasar varios días en la unidad de cuidados intensivos.  Además, sufría del síndrome de la fosa posterior, un conjunto de síntomas que incluyen mutismo, irritabilidad e inestabilidad (ataxia).

“Es el peor caso que he visto jamás”, dijo su neurólogo, el Dr. John Lawson. Daisy ya no podía caminar ni hablar. Ni siquiera podía moverse.  

Después de sobrevivir a la UCI, Daisy pasó seis largos meses en la unidad de neurología. Mi esposa y yo nos turnábamos para quedarnos en la sala con Daisy, durmiendo en un colchón en el suelo junto a ella que yo ‘tomé prestado’ de una cama en el pasillo y al que las enfermeras hacían la vista gorda.

Cada mañana, Daisy tenía que soportar una serie de terapias y luego yo la dejaba descansar mientras yo subía a Nuestra Señora del Sagrado Corazón para rezar por ella. Incluso llegué a conocer al maravilloso padre Peter Hearn y tuvimos muchas conversaciones enriquecedoras. 

Finalmente, nuestra siguiente oración fue respondida. Daisy recibió el don de la voz. Para entonces, ya estaba lo suficientemente bien como para que yo pudiera llevarla en silla de ruedas a la iglesia, donde ella rezaba a mi lado. Más tarde, cuando finalmente regresamos a casa, comenzamos a visitar nuestra iglesia local, St. Brendan's, donde el padre John Milligan aceptó bautizarme.  

El siguiente milagro de Daisy fue poder volver a caminar y luego a correr. Un año después, fue bautizada por el nuevo sacerdote de St. Brendan, el padre Matthew Meagher, y confirmada por el propio arzobispo Anthony Fisher OP. 

Daisy tiene ahora 11 años. Sus ecografías anuales están bien y su ataxia es apenas perceptible. Es el ser humano más resistente que he conocido. Ella y yo asistimos a misa varias veces por semana.    

El año pasado, los dos organizamos una fiesta para que el artista Michael Galovic creara un icono para nuestra iglesia. Muestra a San Brandán luchando en un océano tormentoso. Mientras las olas se levantan a su alrededor, extiende su mano hacia Jesús para que lo salve.  Es algo que Daisy y yo conocemos muy bien.

Stephen Lacey

jueves, 18 de julio de 2024

Dios te dice: «Tú eres mi hijo amado, mi elegido» / Por Arturo López

 


Camino Católico.- La meditación la realiza Arturo López Martos, laico casado y padre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida. En esta enseñanza se reflexiona sobre la poca conciencia que tenemos de ser elegidos de Dios, Hijos suyos con la misión de llevar a cabo su obra. la meditación nos hace interiorizar que Dios Padre nos eligió como hijos únicos e irrepetibles desde siempre y que eso se materializa en el momento del bautismo.

Arturo López también participa de las reuniones de plegaria del grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta enseñanza, el lunes 28 de febrero del 2011. 

martes, 23 de abril de 2024

Belén Ojeda, de 24 años, no era creyente, pero ahora se ha bautizado porque «una profesora nos hablaba mucho de Jesús y me llevó a preguntarme: ¿Cómo será vivir con Él?»

 


* «Este era el camino que Jesucristo había decidido para mí. Y desde que empecé la catequesis cada vez lo tenía más claro y estaba más segura de la decisión que había tomado. Con el bautismo, sí que va a haber algún cambio: una unión mucho más profunda y un sí mucho más rotundo a la llamada de Dios»

Vídeo del testimonio de Belén Ojeda en 13 TV

Camino Católico.- Belén Ojeda, de 24 años, nunca había sido creyente en su vida, pero ahora ha sentido la llamada de Jesucristo, hasta el punto que en la pasada Vigilia Pascual, en la catedral de Getafe, con un grupo de jóvenes, recibió el bautismo, la primera comunión y la confirmación. y se ha hecho católica.

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martes, 9 de abril de 2024

Farida Mohand Mohamed va a ser bautizada católica: «Con 6 años vi a Jesús en la Cruz, me enamoré de Él y, aunque soy hija de musulmanes, mi amor por él fue más grande»

 


Camino Católico.- “Con seis años vi a Jesús en la Cruz y se quedó grabado en mi cabeza hasta hoy. Me enamoré de Él y, aunque soy hija de musulmanes y ellos intentaron impedirme mi acercamiento a la Iglesia, mi amor por él fue más grande”, explica, Farida Mohand Mohamed, al portal de la Diócesis de Córdoba, esperando junto a otros catecúmenos recibir su bautismo, la Eucaristía y Confirmación, el domingo 7 de abril, que celebrará Monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.

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domingo, 7 de abril de 2024

Ángela López, de 19 años, descubrió la fe en el cáncer de su madre, que le había hablado de Jesús, y ha recibido el bautismo


Camino Católico
.- El Sábado Santo, durante la Vigilia Pascual, en la Catedral de Getafe, treinta y cinco adultos han recibido el sacramento del bautismo. Una de estas catecúmenas es Ángela López tiene 19 años y ha descubierto la fe en medio de momentos que en su vida no han sido nada fáciles, cuando su madre enfermó de cáncer.

Vídeo del testimonio de Ángela López en 13 TV

Su padre no es creyente, su madre sí lo era pero con el tiempo, se alejó de la Iglesia. Ángela no creció en la fe cristiana pero desde pequeña siempre ha tenido muchas inquietudes, nunca se ha conformado con nada, siempre ha tenido la necesidad de “encontrar algo que me llenase”. Se fue haciendo mayor pero nunca le habían hablado de Jesús. Un día le preguntó a su madre por Él y le contó muchas cosas sobre su vida.

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domingo, 18 de febrero de 2024

domingo, 7 de enero de 2024

Homilía del Evangelio del Domingo: Redescubrir el propio bautismo / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.


* «Cada vez hay más personas en nuestra sociedad que por diversos motivos no han sido bautizadas en la niñez. Existe el riesgo de que crezcan y nadie decida ya nada, ni en un sentido ni en otro. No ha entrado aún en la mentalidad común que una persona deba tomar, ella misma, la iniciativa de bautizarse. Para salir al encuentro de esta situación, la Iglesia da mucha importancia actualmente a la llamada «iniciación cristiana de los adultos». Ésta ofrece al joven o al adulto sin bautizar la ocasión de formarse, prepararse y decidir con toda libertad. Es necesario superar la idea de que el bautismo es algo sólo para niños. El bautismo expresa su significado pleno precisamente cuando es querido y decidido personalmente, como una adhesión libre y consciente a Cristo y a su Iglesia, si bien no hay que desconocer en absoluto la validez y el don que representa estar bautizados desde niños. ¡No es lo mismo vivir la infancia y la juventud con la gracia santificante que sin ella!»

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Gordon Campbell, de 86 años, enfermo, ha recibido el bautismo, después que su esposa rezara años por su conversión: «Dios escucha la oración y tiene sus tiempos»      

 


 «El corazón trabaja sólo al 50 por ciento y tuvo que ser ingresado en el hospital en varias ocasiones por falta de oxígeno. Hace cuatro años que comenzó todo. Por su situación y por su edad es muy riesgoso que sea sometido a una cirugía a corazón abierto y por eso se ha decidido no operarlo, porque ahí podría quedar. Su Bautismo es un sueño hecho realidad. Yo, siendo católica, quería que él también pudiera tener esta gracia, esta ‘ventaja’. A él le queda poco tiempo por la salud y quería que cuando se vaya, también pueda llegar al cielo» 

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lunes, 28 de agosto de 2023

Bryce Kathage era adicto al alcohol y en la universidad entró en la capilla: «Pedí a Dios una señal y vi que había un Dios ahí fuera. Dejé mis adicciones y me bauticé»

 


* «Yo era como una esponja llena de malos hábitos. La fe me permitió exprimirlo todo y tener un agua limpia: el Espíritu Santo. Teniendo a Dios en tu corazón no sientes la necesidad de llenar eso con otras cosas como el alcohol o el tabaco. La historia de los santos es realmente interesante. Los santos eran esas personas que se dedicaron por completo durante toda su vida a acercarse a Dios. Caminar por donde ellos caminaron tiene un sentido muy especial»

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jueves, 4 de mayo de 2023

Ciro Añez, el bebé de 7 meses que ha estado 40 días en cuidados intensivos, recuperado después de ser bautizado: «Mi hijo es un milagro del Señor porque decidió dejármelo»

 


* «Ciro se internó el 11 de marzo, estaba muy mal y se lo bautizó el 25 de marzo. Y ahí empezó a mejorar. Después del bautizo se puso una imagen en la camita de Virgen de Fátima»

Camino Católico.  El pequeño Ciro Añez, de siete meses, ha demostrado ser un verdadero luchador, pues tras 40 días en cuidados intensivos en el Hospital Católico de Santa Cruz de la Sierra, ha logró vencer al dengue y recuperarse de una grave afectación en múltiples órganos. El hecho ha sido considerado un verdadero milagro por parte de la familia, quienes se sienten agradecidos por el trabajo y la dedicación de los médicos que lo atendieron durante su hospitalización. «Agradecida con Dios porque, la verdad, mi hijo es un milagro del Señor porque decidió dejármelo», ha dicho entre lágrimas la mamá del pequeño a Reduno. 

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miércoles, 3 de mayo de 2023

Maxime Traullése es católico desde esta Pascua porque leyó la Biblia, investigó la fe y rezó al decirle su bisabuela: «No estás bautizado, no nos veremos cuando me vaya»


* «Mi camino hacia la fe me ha ayudado mucho en mis relaciones con los demás . Era introvertido por naturaleza, tenía muchos problemas con todo lo que es la vida social, hablar con los demás, dar el primer paso. Ahora tengo capacidad de escucha adicional, puedo dar el primer paso, ayudar, y no dejarme llevar por los malos sentimientos: celos, odio, rabia. Me he tranquilizado. Vivo según los principios de Cristo»

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martes, 18 de abril de 2023

Ally Han-Yu Yang era atea y se bautizará en la Vigilia Pascual: Conoció a un católico, que es su novio, que decía «dejemos a Dios actuar en esta situación. Él cuidará de nosotros»

 


* Su prometido Andrés Germán Martínez asevera que ve «la mano de Dios» en la historia de él y Yang, «que ha sido un gran ejemplo para mostrar que nada es imposible para Dios. El camino no ha sido fácil, hemos pasado por dificultades pero en cada prueba se ha manifestado la presencia de Dios» 

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lunes, 27 de marzo de 2023

Le Dac My era budista pero la ayuda de los fieles católicos en situaciones de peligro le llevaron a Cristo: «Me transmitieron la fe y el amor de Dios que existe y me ama»


* «Estaba encantado de que esos católicos me salvaran la vida a pesar de que yo no lo era. Me llevó unos meses el pensar en mi conversión. Finalmente decidí abrazar el catolicismo, admirado por la dedicación de los católicos a vivir su fe y ayudar a los más necesitados. Soy feliz por ser católico, adorar al Dios del amor y vivir en fraternidad con los otros fieles. Los buenos católicos deben respetar y amar a los demás, y este es un buen lema para mi nueva vida»

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viernes, 27 de enero de 2023

Guillaume: «No tenía fe, leyendo los evangelios descubrí el amor y el perdón de Jesús y que quería seguirlo. Fui bautizado y empecé a ir a misa, a la iglesia»

 


* «Y durante una misa al aire libre que fue bellísima, con 1000 jóvenes, de repente, tuve la inesperada certeza que Dios nos ama… y me ama a mí, particularmente, lo cual era complicado decírmelo porque… paso de un momento en el que me siento bastante solo (y, de hecho, me costaba sentirme amado), a un momento en el que me doy cuenta de que hay alguien, de que hay Dios, que te ama y que siempre está ahí. Y eso es un gran cambio en mi vida porque antes siempre andaba en búsqueda y nunca estaba en paz conmigo mismo: De hecho, buscaba agradar para ser amado»

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viernes, 13 de enero de 2023

Megan Hodder se bautizó en Pentecostés: Joven atea, lectora del «nuevo ateísmo», hasta que leyó a Benedicto XVI y Santo Tomás de Aquino


* «La fe no es un ejercicio intelectual, un asentir a ciertas proposiciones, sino 
un acto radical de la voluntad, que engendra todo un cambio en la persona… 
La ética sexual católica no es una lista de prohibiciones, como dice la caricatura. Es el reconocimiento de que hay una armonía entre Dios y la humanidad incrustada en el mundo material, que se manifiesta de forma asombrosa y aguda en la complementariedad entre el hombre y la mujer y su llamado a ser una sola carne»

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