Kenza fue llevada al catolicismo por una amiga de la escuela secundaria hasta que optó por pedir el bautismo / Foto: Kenza
* «Fui paso a paso, a mi ritmo. Es muy bueno bautizarse muy joven, porque te nutres de tu fe desde muy pronto, pero recordaré mi bautismo el resto de mi vida. Estoy orgullosa de ello. No nací en esta fe, pero es la que eligió mi corazón»
Camino Católico.- "Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Miles de catecúmenos de todo el mundo se preparan para escuchar estas palabras la noche de Pascua, cuando reciban el bautismo. Kenza, quiere que su bautismo sea una prueba de su amor a Cristo.
En los albores de su vida adulta, Kenza, de 19 años, ya sabe lo que quiere. Hace dos años, esta joven de fuerte carácter empezó a prepararse para el mayor salto de su vida: el bautismo, que recibirá la noche de Pascua. "Llevo dos años preparándome", dice. "Tenía miedo de no estar preparada, porque dos años pasan muy deprisa. Pero me siento preparada, no tengo dudas ni miedos", asegura a Anne-Sophie Retailleau en Aleteia.
Kenza ha forjado esta voluntad de hierro a través de las pruebas de la vida con su familia. "Crecí en la fe musulmana", explica. "Mi padre era violento y tuvimos que huir. Eso me alejó de la religión cuando era adolescente". Pero la joven no ha renunciado a su convicción de que Dios existe y de que debe encontrar el camino hacia Él.
Fue el encuentro con una amiga de la escuela secundaria lo que llevó a la joven a orientarse hacia la fe cristiana. "Era muy religiosa", dice, "me contaba, los fines de semana, que iba a la iglesia; y como hablábamos de ello juntas, poco a poco me fue orientando hacia la religión católica". Kenza alimentó su incipiente fe leyendo la Biblia y rezando. Visitar iglesias valencianas con su amiga también era importante para ella, pero una mala experiencia la mantuvo alejada de la Misa durante unos meses. "Sentía que era demasiado, y cuando eres adolescente no tienes mucha confianza en ti misma y te desestabilizas fácilmente", dice. "Fui paso a paso, a mi ritmo".
Una elección de corazón
Fue en Menton, donde se había trasladado para estudiar, donde Kenza encontró una comunidad parroquial que la acogió y donde se sintió como en casa. Entonces solicitó el bautismo, que quería que fuera una prueba de amor a Cristo.
"Sé que está ahí conmigo todo el tiempo, y es lo primero en lo que pienso cuando lo paso mal", dice. Es una relación de compartir. Siempre está ahí para mí, y yo para Él: también me bautizo para demostrarle que tengo fe", insiste. Incluso insistió en dar el paso después de cumplir la mayoría de edad.
"Es muy bueno bautizarse muy joven, porque te nutres de tu fe desde muy pronto", prosigue. "Pero recordaré mi bautismo el resto de mi vida. Estoy orgullosa de ello. No nací en esta fe, pero es la que eligió mi corazón".
Kenza explica que "la oración de María es la que aprendí primero" / Foto: Kenza
En Pont-Saint-Esprit, en la región de Gard (Francia), donde se ha instalado, completa su preparación con una decena de catecúmenos. “Quiero seguir adelante con Cristo y con toda la comunidad cristiana", dice la joven. "La parroquia me hace mucho bien; voy a Misa todos los domingos y nos reunimos, siempre de buen humor". Junto a ella, en el grupo de catecúmenos, hay otra joven que pertenece al mismo club de baloncesto. Todo el equipo estará presente para apoyarlas en el gran día. Kenza también estará acompañada por su madre y sus hermanas, que la han acogido y apoyado.
María, una mujer inspiradora
Cuando se le pregunta a la joven qué oración le gusta más, responde: "La oración de María, es la que aprendí primero". Su voz cambia cuando habla de la Virgen María, y se puede oír toda la alegría, mezclada con mucha admiración.
"¡Me parecen increíblemente hermosas la oración y la Virgen María! Es una historia magnífica. Mucha gente debió de mirarla con ojos extraños, porque su historia es atípica, pero ella luchó y dio la vida a Cristo. Es una mujer muy inspiradora".
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