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sábado, 3 de mayo de 2025

Iman Hijaze era atea y de familia musulmana, recogió un rosario del suelo y se lo quedó: «Supe que tenía que empezar a rezar, he afrontado una batalla espiritual con el diablo, he sido exorcizada y me he bautizado católica»


Iman Hijaze y su madre, Hadidza, en la Casa de San José. | Foto: Alexey Gotovskiy - EWTN Oficina del Vaticano

Camino Católico.- Iman Hijaze, criada en una familia chií del sur del Líbano y atea convencida durante años, emprendió un sorprendente camino de conversión al cristianismo tras una experiencia que se podría definir como mística con un rosario. Su historia está marcada por la fe, el conflicto familiar y la guerra que devastó su hogar en 2024.

En 2017, Iman Hijaze trabajaba en la oficina del Programa Mundial de Alimentos, en el edificio Azarieh del centro de Beirut. Un día, al ver un rosario caído en el suelo, lo recogió. Era de su compañero Alex Imad, un exmusulmán chií convertido al cristianismo. «Cuando lo toqué, sentí una descarga eléctrica en todo el cuerpo», recuerda a CNA. En lugar de devolvérselo, se lo guardó en el bolsillo.

Al revisar las cámaras de seguridad, Imad descubrió lo ocurrido. En lugar de reprenderla, la abrazó con delicadeza y trazó una cruz sobre su espalda. «Sentí otra descarga eléctrica. Fue la primera vez que experimenté algo religioso», confiesa Hijaze.

Educada en un entorno culturalmente chií en el sur del Líbano, Hijaze se consideraba atea. «Me burlaba de los creyentes», reconoció. Pero algo cambió. Pidió asistir con Imad a una iglesia para observar cómo rezaban los cristianos. Al día siguiente, él le regaló tres libros: la Biblia, el Corán y un folleto sobre cómo rezar el rosario.

El Rosario me llevó a otro mundo

«No abrí el Corán —ya lo conocía—, pero el folleto del rosario me llevó a otro mundo. Supe que tenía que empezar a rezar», explicó.

Compartió su creciente interés por el cristianismo con Ravid, un entrenador cristiano. Al conocer su historia, la presentó al padre Francis, un sacerdote católico que se convirtió en su guía espiritual.

Durante sus visitas a santuarios cristianos, Hijaze comenzó a tener pesadillas. «Soñaba con monjes con caras de momias, con el demonio pegándome. Alex aparecía en los sueños intentando protegerme».

Aterrada, pensó abandonar el camino de la fe. «No podía dormir. Le dije al padre Francis que ya no quería rezar ni bautizarme. Sentía que me estaba destruyendo la vida». Sin embargo, el sacerdote no se rindió. La recogía a diario después del trabajo para rezar oraciones de exorcismo. «Me dijo que estaba en una batalla espiritual y no debía rendirme nunca».

Bautismo de Iman Hijaze en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano en Harissa, el 1 de marzo de 2021 / Foto: Cortesía de Iman Hijaze.

Rechazo en su casa

También sufrió rechazo en casa. «Mi familia me vio con la Biblia y entendió que quería cambiar de religión. Fueron tres años muy duros».

A comienzos de 2021, volvió al monasterio con la esperanza de bautizarse. Tres días después, lo consiguió en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, en Harissa. Eligió el nombre cristiano de Rita, en honor a santa Rita de Casia.

«Después del bautismo, cesaron las pesadillas. Pero el diablo buscó otro camino: la agresividad de los que me rodeaban. Ya no podía llegar a mi mente, así que usaba a los no bautizados».

Su madre, Hadidza, fue la primera en confrontarla. Al verla llegar con imágenes de santos y regalos de bautismo, temió por su seguridad. Una amiga le advirtió que no regresara a casa, pero lo hizo.

Al principio, su madre no le dirigió la palabra, pero aquella noche tuvo un sueño impactante. «Vi a un hombre alto y apuesto, con una corona de oro. No habló, pero supe que era Isa al-Masih —¡la paz sea con Él!» Poco después, soñó con la Virgen María, como la estatua de Harissa, con el Niño Jesús en brazos.

«Lo besé en la frente. Entonces me dije: ‘Déjala vivir su religión en paz. No me voy a oponer más’», relató Hadidza.

A Iman Hijaze le apasiona la cocina y ha estudiado artes culinarias / Foto: Cortesía de Iman Hijaze.

La guerra

En septiembre de 2024 estalló la guerra en Líbano. Bombardeos israelíes alcanzaron Douris, su localidad natal. «Nos fuimos justo a tiempo. Diez días después, nuestra casa ya no existía», diice Hijaze. Había vendido su coche para construir un pequeño restaurante junto a su vivienda. Todo quedó destruido.

Ella y su madre se refugiaron en escuelas y albergues superpoblados. «Somos personas limpias. Dormir entre sesenta personas fue durísimo». Gracias a su madrina, lograron salir de un sótano y fueron acogidas en la «Casa de San José», un antiguo monasterio en Harissa, junto al santuario mariano. El lugar está siendo transformado en centro de retiros por Doud y Kate Tayeh, un matrimonio libanés-estadounidense con seis hijos.

Kate confesó sus miedos: «¿Y si traen a alguien de Hezbolá? ¿Y si somos objetivo? ¿Y si los vecinos nos odian por ver a mujeres con hiyab? Pero lo peor sería perder nuestra humanidad. No vamos a permitirlo».

Acordaron recibirlas con la única condición de que no se alojaran hombres. «Ellas estaban encantadas con eso», dijo Kate.

Poco después, una hermana de Hijaze llegó también con sus cuatro hijos, huyendo de otro ataque. Otra hermana permanece a salvo en Beirut.

«Cuando bombardean pueblos chiíes, muchas familias buscan refugio en iglesias de montaña. Creen que son lugares menos propensos a ser atacados», explicó Kate.

Al llegar a la Casa de San José, Hijaze vio a Doud con un rosario y le pidió uno. Desde entonces, no se separa de él. Lo lleva colgado al cuello como símbolo de su nueva vida.

Hoy, Iman Hijaze —ahora Rita—, su madre y su hermana viven en Harissa, entre la incertidumbre y la esperanza. Pide oraciones por un futuro seguro y estable, ya sea en el Líbano o en otro lugar del mundo.

miércoles, 30 de abril de 2025

Ilona y Melvin iniciaron un relación, empezaron a hablar de Dios «y vimos que queríamos poner a Dios en el centro de nuestra vida; hemos recibido el bautismo, la Eucaristía, la Confirmación y nos vamos a casar»

Ilona y Melvin se conocieron, entablaron una relacion, empezaron a hablar de Dios, a quien decidieron poner en el centro de sus vidas, se han bautizado esta Pascua y se van a casar

  * «A nivel personal, sé que ya no estoy sola: más allá de Melvin, puedo recurrir a Dios con abandono y confianza, sean cuales sean mis miedos. Ahora somos tres en la ecuación. Nuestra fe se convierte en el pegamento que nos une» 

Camino Católico.- "Una lluvia de gracias”. Los propios Ilona y Melvin todavía están un poco sorprendidos por su camino de fe. Cuatro sacramentos en dos meses: "¡Qué agitación, pero qué alegría!" exclama Ilona a Cécile Séveirac en Aleteia. La noche de Pascua, estos jóvenes comprometidos, de 24 y 23 años, recibieron los sacramentos del bautismo, la Eucaristía y la Confirmación... antes de casarse el sábado 28 de junio. Su alianza con Dios era evidente. Tal como se conocieron hace tres años.

Melvin y Ilona se conocen gracias a las redes sociales. Ambos querían algo serio. Apenas dos meses después de conocerse iniciaron una relación. Casi inmediatamente, hablaron entre sí acerca de Dios. Sin embargo, ninguno de ellos creció en una familia practicante; sin embargo, su escolarización en instituciones católicas les animó a interesarse, a distancia, por la fe. "Siempre he tenido cierta sensibilidad hacia la religión católica, me gustaba entrar en las iglesias, visitarlas... Pero ya está", confiesa Melvin a Aleteia. "Por mi parte, tengo una madre católica y un padre ortodoxo, pero ninguno practicaba la religión. No hubo tal transmisión, así que crecí bastante indiferente a todo eso", admite Ilona.

Hasta esta ola de conversiones que se observa en Francia, la Iglesia cuenta cada año con un poco más de bautismos de adultos cuyos testimonios fluyen por todas partes. En la prensa, pero también en las redes sociales. La encuesta sobre catecúmenos realizada por Aleteia y Familia cristiana en 2025 destaca esta tendencia: los bautizados en Pascua son jóvenes, incluso muy jóvenes (el 44% tiene menos de 25 años), y muchos descubrieron la fe a través de las redes sociales (el 78% considera que han tenido un papel en el descubrimiento o la profundización de su fe, el 46% cree que ha significado mucho para ellos). Melvin e Ilona son parte de esta ola de jóvenes que están descubriendo la fe por sí mismos.

"Escuché sobre estas conversiones masivas y me intrigó", recuerda Ilona. “Quería saber más, descargué aplicaciones para entender la Biblia… Y empecé a ir a Misa un poco, solo para ver, pero sin estar realmente convencida”, dice la joven.

Mientras tanto, Melvin también se ve cuestionado por esta fe que inunda las redes sociales. "Empecé a seguir cuentas que hablaban de fe. Me hablaban, pero al igual que Ilona, ​​no hice nada", confiesa el joven. "En realidad, fue cuando conocí a Ilona cuando se me iluminó la idea".

Descubrimiento de la Misa Tridentina

"Mientras hablábamos, nos dimos cuenta de que ambos anhelábamos algo más grande que nosotros mismos. Esto impulsó nuestra búsqueda de la fe y nos dimos cuenta de que queríamos poner a Dios en el centro de nuestra relación", dice Ilona. Durante poco menos de un año, Ilona y Melvin iban a Misa juntos tan a menudo como podían. En octubre de 2023 solicitaron el bautismo y comenzaron su camino de catecumenado con la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro en Essonne.


Melvin había descubierto el Rito Tridentino algún tiempo antes y para él fue una nueva revelación. "La primera vez que fui, sentí que me sumergía en una sacralidad que desconocía. Y me enamoré, quizás incluso más que Ilona (risas), de esta liturgia, del canto gregoriano que eleva el alma", confiesa Melvin. “Encontré la profundidad y trascendencia que buscaba”, coincide Ilona. Y aunque al comienzo se requiere cierto esfuerzo para dominar el misal, no fue "nada insuperable", asegura Melvin. "Al principio, puede que te sientas un poco perdido, pero nunca te excluyen. Siempre nos han atendido muy bien desde la llegada y enseguida te acostumbras a usar el latín, que es universal", asegura.


Melvin y Ilona en la consumación del catecumenado, antes de recibir los sacramentos de iniciación de la vida cristiana

 

Ambos dan testimonio del cambio radical que su conversión produjo en sus vidas. "Ya nada es igual porque todo tiene un significado. A nivel personal, sé que ya no estoy sola: más allá de Melvin, puedo recurrir a Dios con abandono y confianza, sean cuales sean mis miedos", sonríe Ilona. "Ahora somos tres en la ecuación. Nuestra fe se convierte en el pegamento que nos une", añade Melvin, recordando las palabras del beato Carlos de Habsburgo a su futura esposa, Zita: "Ahora debemos guiarnos mutuamente al Cielo".

lunes, 21 de abril de 2025

Bruce-John Hamilton: «Era jugador de baloncesto y no recuerdo cuándo 'sucedió', pero un día me di cuenta de que Dios quería que fuera sacerdote y esta Pascua voy a bautizar a 20 catecúmenos»


Bruce-John Hamilton era jugador de baloncesto y Dios lo llamó a ser sacerdote / Foto: Cortesía de Bruce-John Hamilton

* «Considerarme a mí mismo, como sacerdote, un instrumento llamado por Dios para dar nueva vida a estos hermanos y hermanas a través del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, me llena de gratitud hacia Dios ; darme cuenta de lo indigno que soy como instrumento... ¡ser elegido por el Dios de los ángeles y de este universo para dar a Dios a otro ser humano!... Tienes nueva vida, has llegado a ser partícipe de la naturaleza divina, pero necesitas crecer más allá del bautismo. El Maestro nos enseñó esto al darnos siete sacramentos. No solo necesitamos recibir los sacramentos, sino que necesitamos vivir los sacramentos, encontrar a Cristo en ellos y hacerlos una realidad en nuestras vidas» 

Camino Católico.- Llamado de la cancha de baloncesto al altar, el sacerdote canadiense Bruce-John Hamilton, dejó su vida como jugador semiprofesional de baloncesto en la Universidad de Saskatoon, en Canadá. Como deportista, jugó junto a destacadas figuras del deporte como Guy Vetrie; sin embargo, hoy se dedica a ganar almas para el equipo de Jesucristo y comparte para Aleteia sobre la experiencia de bautizar a catecúmenos durante la Pascua de 2025. 

Dios se valió de la pasión del joven Bruce, el Baloncesto, para llamarlo al sacerdocio.

“Durante la temporada de baloncesto, un domingo, fui a la iglesia con un compañero de equipo, Eli Pasquale (famoso basquetbolista argentino premiado también en el extranjero, nota del editor). El sacerdote que celebraba la Misa y predicaba el sermón 'hacía sentido'. Poco después de asistir a esa Misa, conocí al sacerdote, era el Padre John Laszczyk, de la Diócesis de la Isla de Vancouver. Comenzamos a hablar sobre la fe y a desarrollar una larga amistad. No recuerdo cuándo 'sucedió', pero un día me di cuenta de que Dios quería que fuera sacerdote”, relata el sacerdote canadiense explica a Ingrid Basaldúa Guzmán en Aleteia

Nacido en Ontario, con una madre católica y un padre protestante, el padre Bruce y sus cuatro hermanos estuvieron inmersos en la fe católica desde el jardín de niños. Sin saberlo, su vida cambiaría cuando comenzó a jugar baloncesto, decisión que le hizo entrar a la Universidad de Saskatoon.

El padre Bruce-John Hamilton en el centro de la imagen / Foto: Cortesía de Bruce-John Hamilton

Esta experiencia de vivir lejos de casa por primera vez le llevó a reflexionar sobre su vida y comprar su primer Catecismo, “Leí este libro con gran hambre y comenzó a desencadenar aún más pensamientos sobre Dios y mi fe católica”, admite.

Un instrumento indigno

Los años pasaron y el padre Bruce se ordenó y comenzó a ejercer su ministerio con gran fe y dedicación. Ahora, a unos días de vivir la Pascua, un entusiasmo muy especial lo invade: será él quien administre los sacramentos de iniciación a 2o catecúmenos.

"Considerarme a mí mismo, como sacerdote, un instrumento llamado por Dios para dar nueva vida a estos hermanos y hermanas a través del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, me llena de gratitud hacia Dios ; darme cuenta de lo indigno que soy como instrumento... ¡ser elegido por el Dios de los ángeles y de este universo para dar a Dios a otro ser humano! Para citar a Lacordaire: '¡Qué vida, y es la tuya como sacerdote de Jesucristo!' ¡Esto es verdad!”, explica.

El padre reflexiona que el Bautismo es la vida, pues, aunque tal vez no se sienta así, espiritualmente estamos muertos sin este sacramento. Y, aunque el Bautismo se puede recibir en cualquier momento del año, explica que hay algo muy hermoso y profundo en recibirlo durante la Pascua:

"Las cuatro partes de la Liturgia -que son Luz, Palabra, Agua y Eucaristía- ayudan a los Catecúmenos a recorrer el paisaje bíblico y les ayuda a adquirir -¡rezo para ello!- una visión bíblica del mundo. Es larga pero, hasta donde sé, nadie se queja. Y, francamente, su belleza nos ayuda a todos a olvidar el tiempo".

¿Cómo se conecta el bautismo con la resurrección de Jesús, en el contexto de la Pascua?

La Pascua es el "cambio total de juego", comparte. Es la manera de Dios de decir: "No solo tengo una respuesta, ¡sino LA respuesta al mayor enemigo del hombre -Satanás- y su miedo -la muerte-".

"El bautismo es nuestro comienzo en el camino hacia la vida eterna con Dios en su Beatitud. Comienza ahora. La nueva vida nos es comunicada en el bautismo, luego hay una solución para todos nuestros problemas, todas nuestras luchas y todos nuestros pecados. ¡La respuesta está en la Persona de Jesucristo!" 

Este sacerdote tiene claro que Dios quiere que seamos santos en medio del mundo, que lo tengamos presente en todos los aspectos de la vida. "Si los recién bautizados se mantienen conectados y siguen un plan de vida diario, podrán hacer esto y cambiar su mundo... ¡justo donde están! De nuevo, es la mayor aventura de todas", declara. 

Revertir las estadísticas

A pesar de que, según las estadísticas oficiales, entre 60% y 70% de los bautizados no continúan activos dentro de la Iglesia en Canadá, su trabajo no se detiene; al contrario, toma aún más fuerza.

En su parroquia, Corpus Christi, brindan una formación completa en la fe para los catecúmenos y los acompañan mientras atraviesan por un proceso profundo antes de recibir los sacramentos. Las personas que han solicitado el bautismo van a los Estudios de Fe y luego al Ritual de Iniciación Cristiana de Adulto. Eso los hace estar mucho mejor preparados. Después continúan con su formación y conexión con otros fieles a través de los Grupos de Vida, que son pequeños grupos de personas que se reúnen en casas.

"No puedo ni aceptaré nunca que no podamos, con la ayuda de Dios y la disposición a trabajar duro, cambiar el resultado y revertir esas tristes estadísticas", comparte

El Padre Bruce aconseja a los próximos a bautizarse: 

"Tienes nueva vida, has llegado a ser partícipe de la naturaleza divina, pero necesitas crecer más allá del bautismo. El Maestro nos enseñó esto al darnos siete sacramentos. No solo necesitamos recibir los sacramentos, sino que necesitamos vivir los sacramentos, encontrar a Cristo en ellos y hacerlos una realidad en nuestras vidas".

Este sacerdote tiene claro que muchas personas recibirán el bautismo, la confirmación y la Eucaristía esta Pascua; sin embargo, muchas se apartarán. "Esta es una estadística continua que probablemente no cambiará a menos que hagamos algo para conseguir un resultado diferente. El Señor nos está llamando a los sacerdotes (que somos pastores) a guiar a nuestra gente con una visión".

Por ello, aconseja a sus hermanos sacerdotes de todo el mundo: "Busca formación de liderazgo. Involucra a los laicos, pero enséñales adecuadamente y guíalos; esto significa comprometerte con ellos, ayudarlos a ver su llamado para ser santos en medio del mundo. ¡La gente tiene hambre, pero necesita líderes que los lleven a un audaz viaje hacia la Jerusalén celestial!"  

María Magdalena García: «Soy odontóloga, tuve mi consultorio, quería algo en mi corazón, pero no sabía qué, fui a un retiro y ví que el Señor me quiere aquí como monja salesa y he hecho mi profesión perpetua»


María Magdalena García Ventura trabajó durante años como odontóloga y ha hecho su profesión perpetua en las salesas de Granada / Foto: Arzobispado de Granada.

* «El Señor como nos conoce a todos perfectamente, de la misma manera, Él siempre está tocando la puerta. Como la cita de Apocalipsis 3: ‘Mira que estoy llamando a la puerta, si me abres entraré y comeremos juntos, tú conmigo, yo contigo’. Y es así cuando el Señor toca. Y uno escucha la voz, y atiende. Ahora, para escuchar la voz, sí, uno tiene que estar en una en una disposición de paz, de tranquilidad, de silencio. El Señor siempre busca lo escondido, el silencio para habitar» 

Camino Católico.- María Magdalena García Ventura trabajó durante años como odontóloga en su país hasta que ingresó como postulante en las salesas de San Salvador. Años después, destinada en Granada (España), acaba de realizar su profesión perpetua el Domingo de Ramos. 

“Mi vocación es una vocación tardía y gracias a Dios que existe la Orden de la Visitación, porque nuestro Santo Padre, pensando precisamente por una inspiración del Espíritu Santo, quiso que esta orden aceptara a personas de más de 35 años, sin un margen de edad límite específico”, relata la contemplativa en una entrevista publicada por la Archidiócesis de Granada.

- ¿Cómo se siente?

- Pues estoy más que feliz, más que agradecida con nuestro Señor por toda su misericordia que ha tenido conmigo, porque la vocación es un llamado de nuestro Señor. Estoy muy feliz por eso, porque Él se ha fijado en mí, me llamó y aquí estoy.

- ¿Qué significa una profesión solemne, hermana?

- Nosotras cuando entramos al monasterio hacemos una serie de pasos: el postulante, el aspirantado, el postulantado, el noviciado y llega a la profesión temporal. En la profesión temporal se hace la profesión de votos, de pobreza, castidad y obediencia, pero por un tiempo específico. El Santo Padre determinó que fueran cinco años de profesión temporal, para que se madurara más en el espíritu de la Visitación, en el espíritu de la contemplación y de esa manera ya decidir plenamente una entrega para toda la vida con nuestro Señor y hasta la eternidad. Entonces, eso significa la profesión solemne, en que yo ya soy toda, toda completita de nuestro Señor el resto de mi vida y la eternidad.

- ¿Y cómo se ha venido preparando en este tiempo?

- He estado en un periodo de ejercicios espirituales en los cuales trato de ahondar y profundizar más nuestra espiritualidad, el carisma de la contemplación, el fervorizar más el amor a la Santa Eucaristía, en la unión de nuestro Señor en mi vida diaria, en la vida de entrega constante, de oblación constante para la Santa Iglesia y para Él.

- ¿Cómo descubrió esta vocación a la vida contemplativa?

- Mi vocación es una vocación tardía y gracias a Dios que existe la Orden de la Visitación, porque nuestro Santo Padre, pensando precisamente por una inspiración del Espíritu Santo, quiso que esta orden aceptara a personas de más de 35 años, sin un margen de edad límite específico. 

María Magdalena García Ventura en su profesión perpetua en las salesas de Granada / Foto: Arzobispado de Granada.

Yo soy odontóloga y dentro de mi vida tuve mi profesión, tuve mi consultorio, trabajé en una universidad, trabajé en una clínica parroquial y cuando mi mamá se enfermó, yo conocí el monasterio de la Visitación a través de la Guardia de Honor. Vivía ya una vida de comunión parroquial en El Salvador, en la parroquia de la Virgen de Guadalupe, y ya habían pasado cinco años que yo estaba congregada ahí, como seglar, conociendo el monasterio de la Visitación. 

Me invitaron un día a las charlas de la Guardia de Honor, y en la primera charla, cuando me hablaron del amor de Dios ahí, algo me pasó, una cosa que yo hasta me sorprendí, porque dije, pues si tengo tantos años de estar en comunidad y ya me vendieron el carisma y cómo ahora estas palabras de este señor que me dio la charla hacen algo en mí, un click, del amor de Dios. 

Eso hizo que yo continuara yendo a la formación de Guardia de Honor, me hice Guardia de Honor, gracias a Dios, y luego comencé un apostolado a través de la misma Guardia de Honor a diferentes pueblos de mi país, a llevar la devoción del Sagrado Corazón de Jesús.

En eso estaba cuando le dije yo a una de las madres que yo sentía algo en mi corazón que era más que hacer el apostolado de llevar esa devoción, sino que quería algo, pero no sabía qué.

Entonces, me dijo ella, ¿por qué no haces un retiro espiritual aquí? Dile a nuestra madre, que era la superiora, que te admita a un retiro. Entonces, yo dije, “bueno, sí, voy a ir”. Y le pregunté y dije: “Mire madre, yo no sé qué es lo que siento, pero yo quisiera, pues, algo más que solamente llevar la devoción del Sagrado Corazón, pero no sé qué es”. 

Entonces, me dijo ella: “Sí, ¿por qué no haces un retiro? Vas a estar con nosotras aquí, vas a entrar al claustro y vas a hacer oración con nosotras, vas a oír mesa con nosotras”. Para mí fue una sorpresa, porque yo pensé que los retiros eran únicamente afuera, en la parte externa.

María Magdalena García Ventura  es muy feliz en las salesas de Granada / Foto: Arzobispado de Granada.

Llegó el día del retiro, que iba a ser tres días nada más. Recuerdo muy bien que era un viernes, que estaba expuesto nuestro Señor, y cuando yo llegué, realmente lo único que vi fue a la custodia con nuestro Señor, que era una custodia chiquitita; no me acuerdo ni de las hermanas que estaban ahí, ni nada más. Entonces, yo entré y ya comenzamos la oración, y toda una oración de silencio, y de contemplación, que yo en ese momento no sabía ni qué era eso. 

Luego ya el segundo día, cuando ya estuve en oración, porque nos llevan a un área donde estamos solas con el Sagrario, y recuerdo que me habían dado unas lecturas. Recuerdo muy bien el Sagrario, el cuadro de la Virgen de Guadalupe, un cuadro de San José y un Cristo, y entonces, de repente, yo leyendo las lecturas vi Apocalipsis 12-1, donde habla de la mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y dije yo, “pues es la Virgen de Guadalupe, que siempre me ha estado siguiendo por todos lados”, y dije, “bueno Señor, pero yo qué es lo que estoy buscando ahí afuera, si lo que yo quiero está aquí adentro”. Ya después de eso, hablé con nuestra madre y le dije “madre mía, yo pienso que el Señor me quiere aquí”.

Luego pasó mucho tiempo, porque pasaron tres años después de ese retiro, yo siempre frecuentando el monasterio. El día en que me admitieron fue un 31 de mayo, día de la Visitación. Después que pasaron muchos, muchos años, nuestra madre aquí del monasterio de Granada pidió ayuda con hermanas allá al monasterio de San Salvador. Yo dije que quería venir a ayudar acá, tanto espiritualmente como físicamente, y aquí estoy.

- El Señor llama del modo más imprevisto.

- A cada quien tiene su forma de llamar realmente, depende de cada persona en particular. Él como nos conoce a todos perfectamente, de la misma manera, Él siempre está tocando la puerta. Como la cita de Apocalipsis 3: “Mira que estoy llamando a la puerta, si me abres entraré y comeremos juntos, tú conmigo, yo contigo”. Y es así cuando el Señor toca. Y uno escucha la voz, y atiende.

Ahora, para escuchar la voz, sí, uno tiene que estar en una en una disposición de paz, de tranquilidad, de silencio, y por eso es muy bueno hacer retiros de vez en cuando, retiros vocacionales. El Señor siempre busca lo escondido, el silencio para habitar. Entonces, nosotros venimos a constituir como un remanso de paz para el Señor. Nuestra alma está abierta para Él, para que pueda venir en nosotros y descansar de tantas cosas que pasan afuera, de tantos agravios que se le hacen, de tantas persecuciones. Y en nosotros, en la vida consagrada, puede encontrar ese amor, esa consolación y esa reparación que Él quiere.

- ¿Cómo viven en el monasterio esta Semana Santa, tan importante para los cristianos?

- Asistiendo siempre a todos los actos de la Santa Madre Iglesia y aparte nosotras viviendo momentos de oración más intenso, momentos de silencio, de acompañamiento a nuestro Señor. Ya el Jueves Santo se hace el monumento donde está nuestro Señor dentro de un sagrario y se hace una vigilia de toda la noche y para acompañarlo a Él en su dolor, el momento en que representa eso, el momento en que está Él en la cárcel, en el calabozo, y que después ya va a ser llevado allá a la crucifixión. Entonces, todo eso nosotros lo vivimos intensamente, más que todo con oración, con silencio y buscando siempre acompañar y compartir al Señor en todo y a la Virgen Santísima.

Cardenal Chomali: «Sufrí bullying, era muy tartamudo y no pude entrar al seminario, ningún especialista me curó, un obispo me admitió al sacerdocio y haciendo la voluntad de Dios se me terminó la tartamudez»


Cardenal Fernando Chomali

* «Yo no esperaba nada de esto. Todo fue muy guiado por mi diálogo con Jesús respecto a mi carrera. 'Vos me trajiste hasta acá, ahora estoy a Tu servicio, pero Vos haz lo tuyo'. Lo más importante para mí es confiar mucho y mantenerse fiel en la oración, ahí es donde Jesús va hablando al corazón y nos va mostrando por dónde… Yo le pregunto muy seguido a Jesús… Él nos va dando la fuerza y nos va mostrando el camino a su tiempo… Hay que confiar y poner los dones al servicio, sin cansarse, mirándolo siempre a Él»

 Vídeo de  REC: Razón en Cristo en el que el Cardenal Fernando Chomali Garib cuenta su testimonio

Camino Católico.- El pasado 3 de abril de 2025, REC: Razón en Cristo, publicó el registro audiovisual del testimonio que el arzobispo de Santiago de Chile, Cardenal Fernando Chomali Garib, ofreció a jóvenes universitarios, ante quienes confidenció detalles íntimos de su vida. Pinceladas de un alma sacerdotal que por amor a Cristo y su Iglesia, se esfuerza en dar la vida al servicio de la salvación de todos, en especial de los pobres y los que sufren.  

El camino hacia el sacerdocio del Cardenal Chomali no fue fácil. Y de hecho el estudio ingeniería, pero en los colegios donde había estudiado dice que “Sufrí bullying; era muy tartamudo y no pude entrar al seminario, ningún especialista me curó, un obispo me admitió al sacerdocio y haciendo la voluntad de Dios se me terminó la tartamudez”. A continuación, transcribimos un extracto del testimonio que puede conocerse por completo en el video:

Monseñor Fernando Chomali el día que fue creado de Cardenal / Fotos: Vatican Media

«Invoquemos al Espíritu Santo que nos dará sabiduría, nos dará prudencia, nos dará templanza, nos dará alegría para hacer discernimiento, inteligencia. ¡No teman ser personas de oración!» 

Bueno, me dijeron que contara mi testimonio de fe y voy a partir contándoles que yo estudié ingeniería en la Universidad Católica, esta universidad, que quiero mucho, entrañablemente. Entré el año 75 a Ingeniería y conocí muy buenos amigos, muy buenos.

El año 77 uno de esos amigos ya no estaba en la universidad. Su nombre es Jerónimo Walker. Entonces yo le pregunté al hermano, que también estudiaba en la universidad -Patricio Walker- qué había pasado con Jerónimo y me dijo: "Jerónimo entró al seminario". Me dije... 'yo quiero ser como él'. 

Por lo tanto, lo primero que les quiero decir es que todo lo que ustedes hagan, digan, piensen, impacta en los demás y puede impactar positiva o negativamente.

Jerónimo me impactó positivamente en primer lugar por su sencillez, por su humildad, por su inteligencia... brillante ¡eh! En el curso de cálculo dos ya era ayudante. Un hombre muy inteligente pero muy bondadoso y piadoso. 

Entonces siempre quedé con la idea de que era posible llevar una vida consagrada. Por supuesto que yo estaba muy inmaduro en esa época como para postular al seminario y me titulé Ingeniero, aunque siempre estuve con la idea de ingresar... 'En un año', dije, 'yo este año me voy a dedicar a hacer un discernimiento vocacional'. 

Y ese año tuve la gracia de conversar con un muy buen sacerdote quien me dijo: "¿Sabes? yo creo que tú tienes vocación sacerdotal". Fui a postular al seminario, llamé por teléfono, pues en esa época no había celulares y me recibe Jerónimo Walker que estaba de diácono camino al sacerdocio. Nos encontramos, nos dio mucha alegría.

Me hicieron todos los test habidos y por haber para entrar al seminario, pero no me querían dejar entrar por tartamudo, porque yo era muy tartamudo. De hecho, no podía ni hablar de lo tartamudo que era. Mis padres estaban muy desesperados con mi tartamudez así que me habían llevado a muchos lugares para ver si se si me curaba y la verdad que en todos les fue muy mal.

Yo estudié en la Alianza Francesa y terminé los últimos años en el Instituto Nacional. Iba al colegio por las mañanas... el bullying, todo eso lo viví. Yo tengo un doctorado en bullying y soy muy contrario al bullying, soy muy enemigo del bullying, hace mucho daño. 

Terminé con una fonoaudióloga quien, aunque era una excelente fonaudióloga, pero por supuesto que no me superó la tartamudez. Tenía una escuela especial donde iban jóvenes, niños, con síndrome de down. Sucede que yo en el colegio (por las mañanas) lo pasaba bastante mal y en la tarde con estos jóvenes con síndrome down lo pasaba excelentemente bien porque todos los que estábamos ahí teníamos algún problema. Ahí entendí algo muy importante: no hay nada que cautive más a una persona que sentirse amada que sentirse respetada y no hay nada más grande de una persona que amar y respetar a los demás.

Como llevaba un año en esa escuela especial y la tartamudez no se me pasaba me sacaron de ahí y de hecho muchos compañeros de curso con los que me sigo viendo hoy día se acuerdan de eso. 

Sobre el seminario pasó que le preguntaron a un obispo auxiliar que se llama Sergio Valech -ya falleció- y le dijeron: "Oye tenemos un candidato, una persona normal, ingeniero civil de la Católica, con una vida espiritual, de misa... ¡y es tartamudo! ¿qué hacemos con él?" Y él les dijo: "Que entre nomás y ahí vemos lo que pasa". Así fue, está en el acta. 

Bueno, y el asunto es que él dijo "que entre y veamos lo que pasa". ¡Oye, miren lo que pasó, soy cardenal! Es como increíble ¿no?

Y entré al seminario. Les puedo decir chiquillos, por lejos, por lejos los 7 años más felices de mi vida, lejos, lejos. O sea, de hecho, decían en el seminario que yo tenía vocación de seminarista. ¡Imagínense! Porque es un tiempo precioso, un tiempo en primer lugar donde hay personas muy distintas. Eso es muy bonito que nos vincule la fe.

Normalmente a nosotros nos segregan por barrio, por colegio. Esa es la verdad. En el seminario no. En el seminario Dios llama al que quiere, como quiere. Eso es muy hermoso... convivir durante 7 años con personas muy distintas.

En el seminario aprendí filosofía y teología y quedé maravillado. Compartí con compañeros muy distintos movidos por la fe. Tuve la gracia de tener la misa diaria y los espacios de oración todos los días. Conocí una realidad que la verdad yo no conocía. Siete años maravillosos.

Bueno, ahí me di cuenta de que vale la pena jugársela por grandes motivaciones. ¿Cuáles eran las motivaciones que tenía para postular al seminario y aventurarme en este camino? En primer lugar, una clara conciencia de querer hacer la voluntad de Dios y la verdad que no siempre reflexionamos sobre eso; estamos tan ocupados sacándonos buenas notas o la mejor nota posible para entrar a tal carrera, para ciertas cosas, que nos olvidamos cuál es la voluntad de Dios. 

Y una prueba de que yo estaba haciendo la voluntad de Dios ¡es que se me terminó la tartamudez! Increíble. 

Me di cuenta que cuando uno no está a su gusto, cuando hay poca sintonía entre lo que uno es y lo que uno hace, el cuerpo habla, el cuerpo habla. Por eso que es muy importante buscar la voluntad de Dios, hacer un discernimiento para ver qué es lo que Dios quiere de uno. Créanme que ha sido un camino hermoso, no fácil y por supuesto que volvería a hacer lo mismo 70 veces siete a pesar de todas las dificultades que puede tener una vida consagrada.

(...)

Quisiera contarles que a propósito de este nombramiento de cardenal me llegó una carta del Papa. Y me da tres consejos. Yo creo que esos consejos valen para todos, valen para todos. 

El primer consejo es que tengamos los ojos abiertos y una mirada amplia. El mundo no se acaba en su colegio, en su sala de clase; el mundo es mucho más que eso. ¡Ábranse a conocer el mundo, lean, estudien, investiguen, ábranse al mundo de la pobreza! Abrir los ojos es muy importante. Tengan apostolados constantes, atrévanse a vivir la vida como una gran aventura.

En segundo lugar, que tengamos las manos juntas, rezar. Yo creo que una de las crisis que estamos viviendo en Chile, una crisis muy profunda, es la crisis que yo llamo de la frivolidad. Estamos frívolos. Temas terribles, terribles; como abuso, corrupción, cohecho, etcétera, son tratados frívolamente. Son temas muy profundos que tienen que ser tratados en profundidad y no hay nada que de mayor profundidad espiritual que la oración. De hecho, el Señor dice 'sin mí no podéis hacer nada'. Lo dice y nos dice que invoquemos al Espíritu Santo que nos dará sabiduría, nos dará prudencia, nos dará templanza, nos dará alegría para hacer discernimiento, inteligencia. ¡No teman ser personas de oración! (...)

Y en tercer lugar dice... tener los pies desnudos. Porque si andamos con suelas demasiado grandes no palpamos los dolores y hoy día la tendencia es a encerrarnos en nosotros mismos sin palpar los dolores de tantas personas que gimen por compañía, que gimen por más amor, que gimen por mayor solidaridad.

Cardenal Fernando Chomali Garib