Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta atea. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta atea. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de marzo de 2025

Laurine, de 30 años, se va a bautizar: «Conocí a mi novio y me dijo que era católico y un día le pedí que me acompañara a la Iglesia; mi vida cambió en aquella Misa; fue el Espíritu Santo que descendió sobre nosotros»


Laurine, de 30 años, va a recibir el bautismo la próxima Pascua / Foto: Laurine

* «Sospecho que una luz cegadora no descenderá de repente sobre mí cuando el sacerdote me eche agua en la cabeza. Pero voy a convertirme en miembro de la comunidad cristiana. Estoy deseando formar parte del equipo. Y luego está la comunión. También voy a recibir mi parte de Cristo. Después del bautismo, comienzan los preparativos para mi boda con mi novio Pierre. Estoy muy contenta de continuar mi camino de fe con un curso prematrimonial. Y luego poder transmitir esta fe a mis hijos, construir nuestra familia sobre bases sólidas, sobre esta fe que nos impulsa y nos hace vibrar. Recibir el bautismo es el regalo que elegí hacerme por mi 30 cumpleaños. ¡Y qué regalo!»

Camino Católico.- "Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Miles de catecúmenos de todo el mundo se preparan para escuchar estas palabras la noche de Pascua, cuando reciban el bautismo. Laurine, vive en Beauvoisin (Francia), confiesa que "recibir el bautismo es el regalo" que eligió para su 30 cumpleaños. Conoce a Laurine.

A los 30 años, la vida está llena de sorpresas, y Laurine lo sabe muy bien. Originaria de Beauvoisin (Francia), esta joven enérgica está a punto de vivir una experiencia que jamás habría imaginado. Como catecúmena, será bautizada la noche de Pascua. "Mis padres no son creyentes y, en general, se oponen a la religión", explica de entrada a Agnès Pinard Legry en Aleteia. "Mi abuela paterna pertenecía a una secta, y la religión se convirtió en un tema tabú, una fuente de discordia". Mientras que su hermana mayor fue bautizada para complacer a sus abuelos, Laurine no. "Mis padres se divorciaron cuando yo era pequeña, así que mi bautismo no estaba en el orden del día".

Recuerda que a los 8 años quería explorar su fe, pero pronto comprendió que no era una prioridad. A los 17 años perdió a su bisabuela materna, a la que estaba muy unida. "Ella creía en Dios y recuerdo la belleza de su funeral. Recuerdo que me sentí atrapada por algo, que sentí una conexión. Pero no profundicé más y la vida siguió". Bueno, no del todo. Siente la presencia de su bisabuela con mucha fuerza cuando tiene que enfrentarse a elecciones difíciles y tomar decisiones dolorosas. "Hoy sé que ella nunca deja de interceder por mí ante Dios", dice Laurine. "En aquel momento no tenía las palabras, pero ahora lo sé".

Y entonces llegó una reunión hace ahora tres años. La reunión, con el que está a punto de convertirse en su marido el año que viene. "Pierre fue la primera persona con la que hablé de religión. Me explicó que era católico, pero desde el principio me dijo que no le molestaba que yo no creyera en Dios".


Sin embargo, cuanto más se adentraba Laurine en la relación, más se daba cuenta de que él representaba todo lo que ella había esperado: una visión compartida del mundo, valores comunes… A Laurine le resultaba difícil expresar con palabras lo que había sucedido. "Algo sucedió. Debió de ser el Espíritu Santo que descendió sobre nosotros". Se levantó una mañana y, como nunca había ido a la iglesia, le pidió que la acompañara. No sabía muy bien cómo hacerlo, cuenta, "pero él simplemente respondió: 'Con mucho gusto'". Era una misa familiar.

"Recuerdo que lloré mucho en aquel banco. Había tanta gente acogedora, tanto amor a nuestro alrededor… Me sentía como en casa", recuerda emocionada. Aquel día de abril de 2024, sintió que pertenecía a un lugar. "Y fue entonces cuando todo encajó. Durante demasiados años había dejado que los acontecimientos me sorprendieran sin profundizar en mi fe. Decidí parar ahí. Supe que era aquí donde debía estar".

Laurine y su prometido Pierre / Foto: Laurine

Para Laurine, las cosas se precipitaron. La pusieron en contacto con el responsable del catecismo para adultos, el llamado catecumenado. "Concretamente, mi vida cambió. Hubo un punto de inflexión en aquella Misa. Siento una gran alineación en mi vida con todas estas etapas", asegura. Cuando escribió su carta al obispo, hace quince días, las palabras le fluían. "Es raro que sienta tanta fluidez. Todo fue muy natural, nada se interpuso". Y la joven continúa: "Las cosas simplemente fluyeron, sé que no es un capricho del momento. Siento que estaba profundamente arraigado en mí. Simplemente tenía que salir". ¿La sensación que tiene a medida que se acerca el gran día? "¡Es como deshacer por fin el nudo de un ovillo!"

Así que, por supuesto, aunque prevalece la serenidad, no todo fue fácil en los preparativos. "¡Había crecido y vivido sin religión durante 30 años! Cuántas veces volvía de una reunión y me preguntaba: '¿De verdad me creo todo esto? ¿No me estaré volviendo loca?'".

Los momentos de claridad, cuando sabe que está en el lugar correcto, y los momentos de duda, cuando se pregunta si está cometiendo un error, se alternan regularmente. "Cuando estás sola, tienes dudas. Me costó aceptar este cambio a los 30 años. Estar con Pierre y un equipo de catecúmenos me ayudó mucho".

Con su Pierre, las discusiones sobre la fe, la Iglesia, cuestiones sociales y la famosa brújula que es el Evangelio no cesan. Él está inmerso en la fe desde niño y ha crecido con los valores de la Iglesia; ella descubre y absorbe todo lo que puede. "Desde que empecé, me dice lo valiente que soy. Pero también creo que es muy valiente por su parte acompañarme en este viaje". Aunque Pierre tuvo una educación católica de niño y se define como creyente, la conversión de Laurine le ha estimulado y empujado a replantearse todo lo que aprendió en su juventud. "Descubrí la fe a los 30 años y mi fe era directamente la de una mujer que ya tenía 30 años de experiencia de la vida. No pasé por la etapa de 'fe de niña'".

Cuando se le pregunta qué significa para ella esta noche de Pascua, casi se puede oír la sonrisa de Laurine al otro lado del teléfono. "Sospecho que una luz cegadora no descenderá de repente sobre mí cuando el sacerdote me eche agua en la cara", dice. "Pero voy a convertirme en miembro de la comunidad cristiana. Estoy deseando formar parte del equipo. Y luego está la comunión. También voy a recibir mi parte de Cristo".

Después del bautismo, comienzan los preparativos para su boda con Pierre. "Estoy muy contenta de continuar mi camino de fe con un curso prematrimonial", prosigue la joven. "Y luego poder transmitir esta fe a mis hijos, construir nuestra familia sobre bases sólidas, sobre esta fe que nos impulsa y nos hace vibrar. Recibir el bautismo es el regalo que elegí hacerme por mi 30 cumpleaños. ¡Y qué regalo!".

jueves, 30 de enero de 2025

Li Yanl, exiliada en España por haber sido perseguida por su fe en China: «Cuando recibí el Evangelio comprendí que mi existencia y la de todos están en las manos de Dios»


Li Yanli permaneció retenida un mes nada más llegar a España procedente de su país, China, por ser perseguida por su fe

* «Solo acercándome a Dios pude experimentar una plenitud verdadera, acompañada de paz y alegría que el régimen nunca podría ofrecer. Sin embargo, esta fe que transformó mi vida me convirtió también en blanco de persecución. El Partido Comunista Chino (PCCh), ve a los cristianos como una amenaza y los persigue despiadadamente. Fui arrestada en varias ocasiones por practicar mi fe y constantemente vivía bajo vigilancia. Creer en Dios en China significa estar bajo sospecha permanente, con el miedo constante de ser denunciada, arrestada, torturada o incluso asesinada»

 Camino Católico.- Li Yanli, la cristiana de origen chino que pidió asilo en España tras sufrir persecución por sus creencias, comparte con Sayde Chaling-Chong García en  El Debate su historia de fe. Un año después de llegar a España en busca de libertad y dignidad, Li nos recibe en Madrid para relatarnos su conmovedora experiencia.

– ¿Podría hablar sobre su experiencia en China y cómo la fe cristiana ha influido en su carrera y vida personal?

– China es un país dominado por la tiranía del comunismo, una ideología que se convierte en una especie de idolatría impuesta. Aunque en apariencia parece una nación estable y próspera, la realidad es que la libertad y la dignidad humana están severamente restringidas. En mi caso, trabajé como bailarina profesional en China, una carrera que, a pesar de su belleza, no llenaba el vacío que sentía en mi vida. Como muchos, estaba atrapada en un sistema que no da espacio para encontrar un propósito real.

Cuando recibí el Evangelio, mi perspectiva cambió completamente. Comprendí que mi existencia y la de todos están en las manos de Dios. Solo acercándome a Él pude experimentar una plenitud verdadera, acompañada de paz y alegría que el régimen nunca podría ofrecer. Sin embargo, esta fe que transformó mi vida me convirtió también en blanco de persecución. El Partido Comunista Chino (PCCh), ve a los cristianos como una amenaza y los persigue despiadadamente. Fui arrestada en varias ocasiones por practicar mi fe y constantemente vivía bajo vigilancia. Creer en Dios en China significa estar bajo sospecha permanente, con el miedo constante de ser denunciada, arrestada, torturada o incluso asesinada.

Finalmente, para poder vivir y practicar mi fe con libertad, tomé la difícil decisión de huir de mi país. Llegar a España fue un acto de desesperación y esperanza, buscando un lugar donde los derechos fundamentales sean respetados.

– ¿Cuál fue la parte más difícil del proceso de solicitud de asilo en España?

– Enfrentarme al rechazo inicial de las autoridades. No nos permitieron siquiera explicar nuestra situación ni presentar nuestras solicitudes como establece la ley. Ver a 13 de mis hermanos y hermanas en la fe ser deportados fue devastador. No sé si están vivos o muertos. La incertidumbre y el dolor de no poder ayudarlos fueron desgarradores.

Li Yanli durante la entrevista

– ¿Cómo fue su experiencia al ser detenida en el aeropuerto de Barajas?

– Fui retenida durante un mes, no podía comer ni dormir bien por el miedo constante a ser deportada. Sabía que, si regresaba a China, me esperaban torturas o incluso la muerte debido a mi activismo cristiano. En un momento de desesperación, durante un intento de deportación, decidí autoinfligirme daño y me corté las muñecas. Es algo de lo que me arrepiento profundamente, porque mi vida pertenece a Dios. Sin embargo, sentí que no tenía otra opción. Era preferible enfrentar el sufrimiento en España que regresar a un país donde no hay esperanza.

Mientras me recuperaba, reflexioné mucho y pedí perdón a Dios. Decidí poner mi destino en Sus manos, confiando completamente en Su voluntad. En un giro inesperado, justo cuando ya estaba en el avión, fui retirada de él gracias a la intervención de personas justas y a los medios de comunicación. Para mí, esto fue un milagro, una prueba de que Dios obra a través de aquellos que defienden la justicia y la dignidad humana.

– ¿Qué ha aprendido de la solidaridad y el apoyo internacional durante este tiempo?

– Que frente a la opresión y las fuerzas malignas como el PCCh, es fundamental que las personas y organizaciones justas se levanten para defender los derechos humanos. En mi caso, el apoyo de medios de comunicación, personas que firmaron peticiones por mí y cadenas de oración en España e Hispanoamérica fueron fundamentales. Estoy convencida de que tantas plegarias movieron la misericordia de Dios.

Los medios de comunicación tienen un papel crucial al revelar las violaciones de derechos humanos y las persecuciones religiosas. Su trabajo no solo da visibilidad a las víctimas, sino que también genera una presión internacional que puede salvar vidas.

– ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a aquellos que aún enfrentan persecución religiosa en China y otros países?

– Les diría que no pierdan la fe. La Palabra de Dios es nuestra mayor fortaleza. Aunque las dificultades sean inmensas y el dolor parezca insuperable, la historia demuestra que la fe nos ayuda a superar el miedo y las adversidades. La persecución no durará para siempre; la luz siempre llega.

– Ahora que su solicitud de asilo ha sido aceptada, ¿cómo imagina su futuro en España?

– Estoy enfocada en fortalecer mi fe y transmitir el amor y la salvación de Dios a través de mi danza. También estoy dedicando tiempo a mejorar mi español para integrarme plenamente en la sociedad española. Agradezco profundamente el refugio y el apoyo que he recibido aquí, y estoy dispuesta a contribuir con todo lo que esté a mi alcance. España me ha dado una segunda oportunidad, y quiero retribuir ese apoyo.

– ¿Cómo ve la situación de los cristianos perseguidos como usted en todo el mundo?

– Creo que no se limita a encarcelamientos y torturas. En muchos países, los gobiernos emplean métodos más sutiles, como la vigilancia masiva, las denuncias recompensadas y la difamación. Estas políticas no solo afectan a los creyentes, sino también a sus familias, que enfrentan discriminación en la educación, el empleo y la atención médica. Esta realidad es difícil de imaginar para quienes viven en países libres.

– ¿Qué papel debe desempeñar la comunidad internacional en la protección de los derechos de las personas perseguidas por su fe?

– Tiene el deber de brindar refugio y protección a quienes huyen de la persecución. Además, deben imponerse sanciones contundentes a regímenes como el PCCh, que violan sistemáticamente los derechos humanos. La tolerancia hacia dictaduras es una receta para el desastre. Las democracias no deben colaborar con países que no respetan las libertades fundamentales.

Los medios de comunicación también tienen un rol crucial. Deben investigar a fondo y exponer las atrocidades que se cometen contra los cristianos y otros grupos perseguidos. La presión internacional debe ser constante y efectiva, vinculando los derechos humanos a las relaciones comerciales y diplomáticas.

– ¿Se siente bienvenida en España? ¿Cómo es su interacción con este mundo libre, sabiendo que aquí no será perseguida por su fe?

–España me ha ofrecido un refugio seguro, y estoy profundamente agradecida por ello. Sin embargo, no puedo bajar la guardia. Sé que el PCCh realiza represión transnacional y que ha establecido estaciones secretas de policía en el extranjero, incluidas algunas en España. A pesar de estos temores, disfruto la libertad de practicar mi fe sin miedo, algo que valoro profundamente después de haber vivido bajo opresión.

viernes, 27 de diciembre de 2024

Kim, de madre atea y abuelos musulmanes, encontró a Cristo en el santuario de Lourdes: «Entendí que Dios existía; Al mirar a la Virgen María, sentí una paz total, una ausencia total de dudas»

Viendo la fe de los enfermos y peregrinos y como tocan la roca de la gruta de la Virgen de Lourdes, Kim entendió que Dios existía 

* «Durante la preparación de mi bautismo, mi madre no quiso acompañarme en este proceso y declaró que no vendría. Ella pensó que estaba influenciada por mis amigos. Convencida por mi padre, finalmente asistió a la misa de los ritos de elección y pudo escucharme dar mi testimonio. Ese día me dijo: ‘Entiendo, realmente conociste a Dios’» 

Camino Católico.-  Kim, de 23 años y su familia viven en Francia. Su madre, explica, es atea. Su padre es católico no practicante, y casi nunca dice nada de su fe. Sus abuelos son musulmanes. Ya antes de nacer ella, su familia decidió que no la formarían en ninguna religión. Pero la matricularon en colegios católicos por su buen nivel académico.

Los horarios familiares requerían llevar a la muchacha muy pronto por la mañana: a las 7:30 ya estaba en el instituto. «Una mañana, la responsable de pastoral me invitó a ir a la capilla, donde se organizaban tiempos de oración. Le dije que no sabía nada al respecto, que ni siquiera sabía si Dios existía. Ella me dijo: “Vamos, que hace calor en la capilla”. Curiosa, la seguí. El ambiente era muy especial, muy reconfortante, muy tranquilo. Leían pasajes del Evangelio. La vida de Jesús parecía bastante interesante. Me dejé retar y volví con regularidad», explica al portal de la Comunidad del Emmanuel.

Por esa curiosidad, se animó a apuntarse a unas clases de catequesis. Luego pidió permiso a sus padres para participar en una peregrinación a Lourdes.

Comprendió que Dios existía

El santuario le impactó y la hizo reflexionar. «Me llamó mucho la atención la inmensa fe de todos estos enfermos, gente que rezaba el rosario continuamente y esperaba una sola cosa: tocar la roca de la cueva. A través de esta fe en María, entendí que Dios existía», relata.

La fe de los enfermos impactó en Kim y tuvo su encuentro con Dios y la Virgen María                   

Al volver, convencida de que Dios existe, explicó a sus padres que se quería bautizar, pero ellos se oponían.

Al año siguiente volvió a Lourdes. «Al mirar a la Virgen María, sentí una paz total, una ausencia total de dudas», recuerda. De nuevo, pidió permiso a sus padres para bautizarse, pero ellos no se lo permitían.

Más adelante, durante la fiesta de Epifanía (Reyes), escuchó una moción interior: “En lo profundo de mi corazón escuché al Señor decirme: “¡Ve! » Al terminar la misa, fui a ver al sacerdote para pedirle el bautismo. Mis padres no lo tomaron muy bien pero yo sabía que Dios estaba conmigo».

Unos meses más tarde, el día antes de bautizarse, la estudiante volvió a Lourdes. «Traje un poco de agua de Lourdes, de la cual vertí unas gotas en el agua bautismal», explica, conmovida. Sucedió el 10 de junio de 2018.

«Durante la preparación de mi bautismo, mi madre no quiso acompañarme en este proceso y declaró que no vendría. Ella pensó que estaba influenciada por mis amigos. Convencida por mi padre, finalmente asistió a la misa de los ritos de elección y pudo escucharme dar mi testimonio. Ese día me dijo: ‘Entiendo, realmente conociste a Dios’».

Ahora es la madre la que anima a la hija a ser perseverante en la vida de fe y en la misa dominical. «Este año me pidió que fuéramos en familia a la misa de Navidad. Será la primera vez», explica.

Mirar a la Virgen cuando las cosas no van bien

Han pasado 6 años desde que se bautizó. Su fe ha soportado pruebas y dudas. «He tenido muchas dudas, pero nunca he cuestionado ni la existencia ni la presencia de María. Incluso cuando ya no ‘sentía’ nada con Dios, cuando tenía la impresión de atravesar el desierto, María estaba allí como un pilar imposible de desarraigar. María siempre me hace volver a lo básico. Constantemente me trae de regreso a Dios», explica.

Ya bautizada, pudo volver a Lourdes una cuarta vez. «Cuando las cosas no van bien, sólo tengo que mirar a María y siento que ella me lleva en sus brazos». Siente que se apoya en María cuando reza el rosario y cuando canta el Salve Regina. Cuando escucha esta oración, reconoce, «siempre me sale una pequeña lágrima porque esta canción realmente rinde homenaje a la belleza de María».

viernes, 13 de diciembre de 2024

Carla Restoy: «No conocía a Dios, mi serie favorita era ‘Sexo en Nueva York’, me di cuenta de que era atea, leí el Evangelio y me fui enamorando, me topé con Jesús, con ese Dios que viene a salvarme y a sanarme»


Carla Restoy no conocía a Dios ni a ningún católico, se identificó como atea / Fotografía: Dani García

* «Tuve dos asignaturas que nos hacían pensar: Filosofía e Historia y Cultura de las Religiones. Tenía mucho tiempo libre. Pude detenerme a pensar. Mi corazón efervescente en el fondo buscaba respuestas. Nos hablaron de las cinco vías de santo Tomás que demuestran por qué es razonable la existencia de Dios. Fue una bomba. Y esos prejuicios fueron cayendo. Luego leí a Chesterton y cuando contaba lo que le pasó, me sentí identificada: yo tenía muchos prejuicios frente la Iglesia católica que no sabía de dónde venían y me puse a investigar si eran verdad o no. Tenía un deseo muy grande de tener esa filiación divina. Fue un proceso de dos años. Llevaba toda mi vida pensando que todo era relativo, pero empecé a darme cuenta de que sí podía haber verdades objetivas, leyes en el corazón. Lo descubrí en santo Tomás, pero también en san Agustín. Al leer las Confesiones de repente todas las piezas se iban encajando…  A los 17 años, en la Vigilia Pascual de 2014, recibí el Bautismo, la Comunión y la Confirmación» 

Camino Católico.- Carla Restoy nació en Barcelona. Tiene apenas 28 años, y desde hace once es católica. La suya es una conversión peculiar, pues se produjo en plena adolescencia, tras una búsqueda intelectual sincera. Primero llegó la conversión de su mente y después la gracia que transformaría su existencia. Esta joven de la Generación Z creció en un ambiente no cristiano. No sólo su familia no era creyente, sino que no conocía a nadie que fuera a misa. Santo Tomás de Aquino y san Agustín fueron sus  “padrinos”  en este proceso. Su familia pensó que su bautizo sería una “chiquillada” que pronto se le pasaría. Pero cada día que pasaba más se enamoraba de este Dios que había descubierto. Y ese amor que desbordaba su corazón tenía que darlo a conocer a todo el mundo, especialmente a su generación. Primero en su entorno, y luego en sus redes sociales, donde habla de sus  “intuiciones”  a miles de seguidores.

Esta joven, que actualmente es directora de Bosco Arts, fundación que “ayuda a detectar lo bello, lo verdadero y lo bueno”, ha dado un paso más exponiéndose al escarnio en programas de televisión de las principales cadenas de televisión a donde ha acudido a hablar con total naturalidad de su virginidad y de su fe, o de temas nada políticamente correctos como el aborto. Entrevistada por Javier Lozano en Misión sobre si merece la pena, Carla lo tiene claro:  “Merece la vida. Es un acto de justicia. La gente merece saber la verdad”.

- ¿Cómo fue su infancia? - Muy feliz. Fui una niña muy querida. Mis padres, por coherencia de vida, decidieron que no me iban a bautizar. No sabían lo que era el bautismo; no eran creyentes. Y ninguno de mis cuatro abuelos iba a misa.

- ¿Tampoco le hablaban en el colegio?

- Iba a un colegio laico donde no nos hablaban de Dios. Aunque es cierto que mi abuela alguna vez rezaba el Padrenuestro, pero porque una hija suya murió y decía que lo necesitaba “para sobrevivir”.

- ¿Qué conocía de Dios y de la Iglesia?

- Prácticamente nada. Entre las dos clases de mi curso sólo cuatro alumnos hicieron la Comunión. Fui creciendo con la idea de que la religión era para gente tonta, pobres personas que no habían pensado mucho, o para gente que había sufrido mucho, como mi abuela. Para mí la Iglesia católica era una institución carca, y veía bien que se estuviese extinguiendo.

- Los prejuicios habían calado en usted.

- Sí, pero por desconocimiento. No por mis padres directamente, sino por el entorno. De hecho, mis padres me decían que cuando fuera mayor decidiera mi religión. Aunque mi padre me decía:  “Lo que quiero es que seas una niña buena, libre y feliz”, y para ello la religión no le parecía “necesaria”.

Carla Restoy empezó sin saberlo un camino para conocer a Dios como consecuencia de una operación / Fotografía: Dani García

- ¿Qué referentes tenía?

- No conocía ni a Dios ni a nadie católico ni a nadie que fuese a misa. Si mi infancia fue muy bonita, mi adolescencia no tanto, porque era bastante rebelde. A partir de los 12 años mi serie favorita era Sexo en Nueva York, y en mi adolescencia bebí de la idea de mujer, sexualidad y estilo de vida que proponía.

- ¿Y qué ocurrió para que cambiara?

- A los 15 años tuvieron que operarme de escoliosis. Estuve dos meses enyesada, y luego dos años con un corsé. Hice un parón en plena adolescencia. Por un lado, dejé de hacer las cosas que hacía con mis amigas. Y por otro, por primera vez tuve dos asignaturas que nos hacían pensar: Filosofía e Historia y Cultura de las Religiones. Tenía mucho tiempo libre. Pude detenerme a pensar. Mi corazón efervescente en el fondo buscaba respuestas.

- ¿Qué pasó entonces?

- Nos hablaron de las cinco vías de santo Tomás que demuestran por qué es razonable la existencia de Dios. Fue una bomba. Y esos prejuicios fueron cayendo. Luego leí a Chesterton y cuando contaba lo que le pasó, me sentí identificada: yo tenía muchos prejuicios frente la Iglesia católica que no sabía de dónde venían y me puse a investigar si eran verdad o no.

- ¿A dónde llegó?

- Sin saberlo, me puse en una búsqueda intelectual, y también desde la experiencia. Veía los dramas de mis amigas… Alguna ya había abortado, y entendí que la propuesta de Sexo en Nueva York no encaja con lo que realmente experimentamos. Me di cuenta de que era atea, pero no sabía por qué.

- ¿Le costó tiempo descubrirlo?

- Fue un proceso de dos años. Llevaba toda mi vida pensando que todo era relativo, pero empecé a darme cuenta de que sí podía haber verdades objetivas, leyes en el corazón. Lo descubrí en santo Tomás, pero también en san Agustín. Al leer las Confesiones de repente todas las piezas se iban encajando…

-Su padre le decía que podía escoger su religión. ¿Encontró otras “propuestas”, además del catolicismo?

- El budismo y el yoga estaban de moda. Tenía una amiga que hacía meditación trascendental y me decía que tras las meditaciones acababa descolocada.  Y yo en plena búsqueda me pregunté qué sentido tenía acabar “descolocada”… Fui viendo que el yoga no me hacía mejor persona ni respondía a la verdad.

- ¿Y no notaba eso en el cristianismo?

- No. La visión de la Iglesia sobre quién es la persona sí me encajaba. Empecé a entender la idea de concupiscencia y también la de redención. Por mi propia historia personal todo esto tenía sentido de forma razonable, aunque no había recibido aún la gracia.

- ¿Qué la conquistó finalmente?

- La idea de una Revelación tenía mucho sentido para mí. Es verdad que desde pequeña siempre he visto que la vida es un milagro, me gusta la naturaleza y era muy sensible a la belleza, por lo que no veía descabellado que pudiera existir un Creador.  Al final me topé con Jesús, con ese Dios que viene a salvarme y a sanarme. 


Carla Restoy recibió el bautismo, la Comunión y la Confirmación a los 17 años / Fotografía: Dani García

- Todo esto que descubrió por su cuenta, ¿cuándo lo unió a la Iglesia?

- Ya valoraba el cristianismo, pero no a la Iglesia católica. Casualmente, conocí a un sacerdote con el que empecé un acompañamiento espiritual, y luego comencé a asistir con un grupo de jóvenes. Vi que ahí había vida, que lo que a mí me cuadraba a nivel racional allí se concretaba en un amor muy genuino, en el  “mirad cómo se aman”.

- ¿Y cuándo recibe el bautismo?

- A raíz de ir leyendo el Evangelio me fui enamorando. Tenía un deseo muy grande de tener esa filiación divina.  A los 17 años, en la Vigilia Pascual de 2014, recibí el Bautismo, la Comunión y la Confirmación.

- ¿Qué recuerda de ese momento?

- Me sentí muy querida, muy acogida. Fue una maravilla que vinieran amigos que no creen, y también mis padres.

- ¿Se sintió incomprendida?

- En cierto modo sí, porque mi forma de vida cuestionaba la de mis amigas. Pero luego venían a mí a contarme sus problemas. Mis padres lo veían como la chiquillada de una niña adolescente. El problema se dio cuando después vieron que iba en serio. Entonces empezaron a asustarse. Pero ahora lo llevan mucho mejor. De hecho, mi hermana pequeña se bautizó hace dos años.

- ¿Qué le costó más una vez se hizo católica?

- La sensación de ver lo que teníamos y que muchos católicos no valoraban, como la misa, la adoración al Santísimo. Me preguntaba: ¿cómo no pueden estar enamorados de Dios?

- Este celo la ha llevado a defender la virginidad en televisiones nacionales…

- Es importante decir al mundo que la virginidad no es algo que se pierde, es algo que se entrega. No tienes un cuerpo, eres un cuerpo. El más grande de los gestos corporales es precisamente ese abrazo sexual. Si no lo vives en la verdad, te acabarás arrepintiendo, porque el sexo está hecho para vivirlo con la persona a la que le entregas tu vida.

- ¿Cómo le haría ver a un adolescente la importancia de esa espera?

- ¡Qué maravilla es que tengamos la inteligencia y la voluntad para poder orientar esa pulsión inicial y esa reacción del cuerpo hacia lo que realmente tu corazón quiere! Que te atraiga un chico no es malo, lo que es malo es animalizarnos y no orientarlo hacia un fin último. A los jóvenes les diría: “Piensa en el largo plazo; para y piensa”.

- ¿Se sintió un bicho raro en la tele?

- Para nada. Al contrario, si no me he acostado con nadie es porque no he querido y porque aspiro a una entrega mucho más grande. Mucha gente cree que esta visión está ya “superada” porque en realidad no lo han entendido. Y ahí veo que tengo una misión: intentar mostrarlo.

- En esta misión en televisión también habla de Dios, del aborto…

- ¡Pude hablar incluso de la Eucaristía! Ha sido el mejor momento de mi vida, hablar del gran milagro que es. Creo que muchos católicos tenemos miedo al martirio. Ojalá llegue al Cielo y pueda llegar desgastada de anunciar la Verdad. Cuando estoy en misa y veo el cuerpo de Cristo cómo se rompe, ¿cómo no me voy a romper yo?

- ¿Merece la pena esta entrega total?

- Merece la vida. Es un acto de justicia. La gente merece conocer la Verdad. Espero que esto sirva para que mucha gente se anime a salir y defender públicamente estas verdades.

- ¿Por qué cree que los católicos tienen miedo a exponerse?

- Cada vez encuentro más personas dando la cara, sobre todo entre los jóvenes. Como se han visto tan desencantados, cuando descubren el contraste, la verdad, la vida y la belleza dan su vida por ello.

- ¿Qué le ayuda para esta misión?

- La misa diaria. Sin ella me muero. También mi dirección espiritual, mis amigos, mi formación. Necesito tener bases sólidas. Y luego, evidentemente, tener una comunidad de fe.

Carla Restoy acude a veces a televisiones nacionales donde defiende la verdad del evangelio / Fotografía: Dani García

- Actualmente la definen como “influencer católica”. ¿Qué significa eso para usted?

- Soy una católica normal y estoy en redes como una joven normal. Quiero ser un trampolín para que la gente viva su santidad en lo real. Deseo que la gente cuando vea alguna publicación deje el móvil y diga: “Quiero vivir mi vida real desde ese amor que ha descubierto esta chica”.

- ¿Encuentra algún peligro en ese mundo virtual?

- Sí, y de hecho soy la primera que dice que en el momento en el que esto me aleje de mi familia, de mi realidad, de mi relación con Dios, lo dejo. Pero hoy me siento llamada a comunicar ahí el bien que he descubierto. Y por ahora no me ha hecho daño. Lo que sí me da pena es que haya gente que pueda idealizarme, porque quienes me conocen saben que soy un desastre.

- Igualmente ofrece charlas a jóvenes…

- Me sentí muy engañada durante mi adolescencia. Y si a mí me han engañado, han engañado a bastante gente. Tengo un anhelo tremendo de compartir con el mundo entero esta belleza que a mí se me ha regalado. Estoy feliz de anunciar a los cuatro vientos lo que me ha sucedido, lo que vivo, con quien me he encontrado, y que todo eso remita a la fuente.

- A las chicas les habla de feminidad. ¿Cómo acogen esta visión?

- Cuando les hablas de lo que viven en plena adolescencia me dicen: “No me estás mintiendo, me estás contando algo que vivo”. Así puedes ayudarlas a cambiar un poco la mirada y orientarla. Muchas chicas me han escrito después porque lo que les cuento les ha ayudado a transformar su vida.

- ¿Cómo ve a su generación?

- El joven posmoderno de hoy se siente solo, como un individuo lanzado al azar. Esa es la gran mentira. Le han quitado su raíz, su herencia, su identidad… Hay una rotura de los vínculos tan grande que está como desvinculado, se siente desamparado e intenta protegerse buscando vías que le den comodidad. Por eso el joven ya no es tan inconformista. Nos han quitado la épica y la posibilidad de formar parte de una gran aventura.

- ¿Qué fortalezas ve en la juventud?

- El joven que no es cristiano desconoce por igual a Buda que a Cristo. Ni siquiera tienen prejuicios porque ni saben qué es la Iglesia. Por eso veo una gran oportunidad de anunciar la Buena Nueva por primera vez sin los prejuicios que tenían otras generaciones. 

Educar la mirada

Carla dirige la Fundación Bosco Arts y uno de los proyectos que ha creado con más ilusión es el de Educar la Mirada, dirigido a alumnos, profesores y padres. “Hemos visto la necesidad de fomentar el pensamiento crítico a la hora de consumir contenido audiovisual y con este proyecto transmitimos que hay un mensaje muy potente tras las series y películas que vemos”, señala. Con esta iniciativa pretenden entrenar esta mirada para “saber descifrar” ese contenido que “puede introducirnos ideas de manera subliminal si no tenemos la capacidad de filtrar, interiorizar y pensar”, explica.