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sábado, 3 de mayo de 2025

Iman Hijaze era atea y de familia musulmana, recogió un rosario del suelo y se lo quedó: «Supe que tenía que empezar a rezar, he afrontado una batalla espiritual con el diablo, he sido exorcizada y me he bautizado católica»


Iman Hijaze y su madre, Hadidza, en la Casa de San José. | Foto: Alexey Gotovskiy - EWTN Oficina del Vaticano

Camino Católico.- Iman Hijaze, criada en una familia chií del sur del Líbano y atea convencida durante años, emprendió un sorprendente camino de conversión al cristianismo tras una experiencia que se podría definir como mística con un rosario. Su historia está marcada por la fe, el conflicto familiar y la guerra que devastó su hogar en 2024.

En 2017, Iman Hijaze trabajaba en la oficina del Programa Mundial de Alimentos, en el edificio Azarieh del centro de Beirut. Un día, al ver un rosario caído en el suelo, lo recogió. Era de su compañero Alex Imad, un exmusulmán chií convertido al cristianismo. «Cuando lo toqué, sentí una descarga eléctrica en todo el cuerpo», recuerda a CNA. En lugar de devolvérselo, se lo guardó en el bolsillo.

Al revisar las cámaras de seguridad, Imad descubrió lo ocurrido. En lugar de reprenderla, la abrazó con delicadeza y trazó una cruz sobre su espalda. «Sentí otra descarga eléctrica. Fue la primera vez que experimenté algo religioso», confiesa Hijaze.

Educada en un entorno culturalmente chií en el sur del Líbano, Hijaze se consideraba atea. «Me burlaba de los creyentes», reconoció. Pero algo cambió. Pidió asistir con Imad a una iglesia para observar cómo rezaban los cristianos. Al día siguiente, él le regaló tres libros: la Biblia, el Corán y un folleto sobre cómo rezar el rosario.

El Rosario me llevó a otro mundo

«No abrí el Corán —ya lo conocía—, pero el folleto del rosario me llevó a otro mundo. Supe que tenía que empezar a rezar», explicó.

Compartió su creciente interés por el cristianismo con Ravid, un entrenador cristiano. Al conocer su historia, la presentó al padre Francis, un sacerdote católico que se convirtió en su guía espiritual.

Durante sus visitas a santuarios cristianos, Hijaze comenzó a tener pesadillas. «Soñaba con monjes con caras de momias, con el demonio pegándome. Alex aparecía en los sueños intentando protegerme».

Aterrada, pensó abandonar el camino de la fe. «No podía dormir. Le dije al padre Francis que ya no quería rezar ni bautizarme. Sentía que me estaba destruyendo la vida». Sin embargo, el sacerdote no se rindió. La recogía a diario después del trabajo para rezar oraciones de exorcismo. «Me dijo que estaba en una batalla espiritual y no debía rendirme nunca».

Bautismo de Iman Hijaze en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano en Harissa, el 1 de marzo de 2021 / Foto: Cortesía de Iman Hijaze.

Rechazo en su casa

También sufrió rechazo en casa. «Mi familia me vio con la Biblia y entendió que quería cambiar de religión. Fueron tres años muy duros».

A comienzos de 2021, volvió al monasterio con la esperanza de bautizarse. Tres días después, lo consiguió en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, en Harissa. Eligió el nombre cristiano de Rita, en honor a santa Rita de Casia.

«Después del bautismo, cesaron las pesadillas. Pero el diablo buscó otro camino: la agresividad de los que me rodeaban. Ya no podía llegar a mi mente, así que usaba a los no bautizados».

Su madre, Hadidza, fue la primera en confrontarla. Al verla llegar con imágenes de santos y regalos de bautismo, temió por su seguridad. Una amiga le advirtió que no regresara a casa, pero lo hizo.

Al principio, su madre no le dirigió la palabra, pero aquella noche tuvo un sueño impactante. «Vi a un hombre alto y apuesto, con una corona de oro. No habló, pero supe que era Isa al-Masih —¡la paz sea con Él!» Poco después, soñó con la Virgen María, como la estatua de Harissa, con el Niño Jesús en brazos.

«Lo besé en la frente. Entonces me dije: ‘Déjala vivir su religión en paz. No me voy a oponer más’», relató Hadidza.

A Iman Hijaze le apasiona la cocina y ha estudiado artes culinarias / Foto: Cortesía de Iman Hijaze.

La guerra

En septiembre de 2024 estalló la guerra en Líbano. Bombardeos israelíes alcanzaron Douris, su localidad natal. «Nos fuimos justo a tiempo. Diez días después, nuestra casa ya no existía», diice Hijaze. Había vendido su coche para construir un pequeño restaurante junto a su vivienda. Todo quedó destruido.

Ella y su madre se refugiaron en escuelas y albergues superpoblados. «Somos personas limpias. Dormir entre sesenta personas fue durísimo». Gracias a su madrina, lograron salir de un sótano y fueron acogidas en la «Casa de San José», un antiguo monasterio en Harissa, junto al santuario mariano. El lugar está siendo transformado en centro de retiros por Doud y Kate Tayeh, un matrimonio libanés-estadounidense con seis hijos.

Kate confesó sus miedos: «¿Y si traen a alguien de Hezbolá? ¿Y si somos objetivo? ¿Y si los vecinos nos odian por ver a mujeres con hiyab? Pero lo peor sería perder nuestra humanidad. No vamos a permitirlo».

Acordaron recibirlas con la única condición de que no se alojaran hombres. «Ellas estaban encantadas con eso», dijo Kate.

Poco después, una hermana de Hijaze llegó también con sus cuatro hijos, huyendo de otro ataque. Otra hermana permanece a salvo en Beirut.

«Cuando bombardean pueblos chiíes, muchas familias buscan refugio en iglesias de montaña. Creen que son lugares menos propensos a ser atacados», explicó Kate.

Al llegar a la Casa de San José, Hijaze vio a Doud con un rosario y le pidió uno. Desde entonces, no se separa de él. Lo lleva colgado al cuello como símbolo de su nueva vida.

Hoy, Iman Hijaze —ahora Rita—, su madre y su hermana viven en Harissa, entre la incertidumbre y la esperanza. Pide oraciones por un futuro seguro y estable, ya sea en el Líbano o en otro lugar del mundo.

viernes, 21 de marzo de 2025

Estebane, 35 años, es gendarme y recibirá el bautismo: «El amor que me viene de Cristo es mi misión para testimoniarlo y compartirlo; la fe ha cambiado mi alma, dejando aún más espacio para amar y compartir»


Estebane, de 35 años, es gendarme y se bautizará la próxima Pascua / Foto: Cortesía de  Estebane

* «En los momentos cruciales de una investigación, cuando anunciamos la muerte de alguien a su familia, cuando acompañamos a menores que han sido violados, a mujeres maltratadas pero también a acusados, rezo e intento ser ese guardián, esa persona que aporta un poco de luz. Desde que entré en el catecumenado, es como si mi corazón se hubiera abierto completamente. Amo algo más que a mi familia y a mis amigos íntimos»

Camino Católico.-  Escuchar a Estebane relatar su itinerario de fe es un poco como recuperar el aliento después de haber corrido demasiado para subir a un autobús. Su vida, sus elecciones, su compromiso profesional y su camino espiritual se entrelazan con la sensación de que ahora todo está en su sitio, cuando tenía que estar. Estebane, de 35 años, gendarme y padre del pequeño Augustin, vive con su novia Aurore cerca de Chambéry. En Pascua recibirá el bautismo y se convertirá en hijo de Dios.

"Es difícil explicar lo que siento, pero al mismo tiempo parece muy sencillo", dice rápidamente, con las palabras revolviéndose en su boca. "Es un poco como escalar al aire libre", intenta explicar este aficionado al deporte. "Escalo la pared y cuando algunos pasos parecen infranqueables me preocupo menos porque sé que estoy a salvo con Jesús, aunque no pueda ver la cuerda", explica a  Agnès Pinard Legry en Aleteia.

Cuando le trasladaron a Chambéry hace dos años, Estebane fue a comprar una Biblia. "Recuerdo que el librero me dijo entonces: 'Cuando llevas a Jesús contigo, siempre viajas en primera clase'", cuenta. "Y es verdad: mi vida ha adquirido una dimensión totalmente nueva. Es increíble cómo, en tan poco tiempo, la fe ha cambiado mi alma, dejando aún más espacio para amar y compartir".

Aunque no cayó en ello de niño, Estebane oyó hablar de la fe y de Dios desde muy pequeño. Su padre procedía de una familia comunista y anarquista que huyó de España durante la guerra, pero su madre creció en una familia católica. "Recuerdo tener una Biblia ilustrada cuando tenía 8 años", recuerda. "Mi madre no quería dejarnos a la intemperie".

Estebane confiesa que siempre ha tenido "esa lucecita", y creció viendo a sus amigos bautizarse, hacer la Primera Comunión, etcétera. Iba a misa de vez en cuando e incluso llegó a organizar una peregrinación cuando estaba en la escuela de gendarmería. "Es como una semilla plantada que necesitaba crecer un poco, florecer. Sentía que estaba en el buen camino, pero aún no estaba preparado para pedir el bautismo”.

Al hacer balance de su carrera, admite que la elección de su profesión, gendarme, no fue de poca importancia: "Siempre he querido defender a los más pequeños, a los más vulnerables", resume. También recuerda una misión en el Jura al principio de su carrera, cuando buscaba a un enfermo de Alzheimer de 80 años. "Era como buscar una aguja en un pajar", recuerda.

"Cuando llegué a un pueblo tras varias horas de búsqueda, vi una estatua de la Virgen María e instintivamente puse la mano sobre ella, pidiéndole que me ayudara". Treinta segundos después, Estebane entró en una casa y encontró al nonagenario. "Simplemente estalló, no se puede explicar", admite. "Tuve la sensación de que alguien me apoyaba". Unos años después, en 2017, el gendarme fue desplegado en las Antillas, en San Martín, tras el paso del huracán Irma. Allí fue movilizado a un poblado chabolista que había quedado completamente destruido. "Recuerdo la Misa de Navidad allí… Fue increíble. A esa gente no le quedaba nada, pero lo dieron todo. Me llegó al corazón".

Cuando empezó su catecumenado, asegura Estebane, recibió "un puñetazo de amor". "Volví a casa de puntillas. Me sentía un poco culpable por haber tardado tanto en pedir el bautismo, no me sentía legítimo. Pero conocí a gente increíble que no me juzgó y que simplemente me acogió". Desde entonces, "todo tiene más sentido".

Especializado en investigaciones sobre menores y violencia contra las mujeres, entra regularmente en contacto con el sufrimiento y la oscuridad. Una misión que también cobra mayor sentido hoy, a pocas semanas de su bautismo. "Cada uno es el guardián de su hermano. Tanto para las víctimas como para los acusados, me esfuerzo por serlo aún más", resume con sobriedad.

"En los momentos cruciales de una investigación, cuando anunciamos la muerte de alguien a su familia, cuando acompañamos a menores que han sido violados, a mujeres maltratadas pero también a acusados, rezo e intento ser ese guardián, esa persona que aporta un poco de luz".

Estebane va aún más lejos: "Desde que entré en el catecumenado, es como si mi corazón se hubiera abierto completamente. Amo algo más que a mi familia y a mis amigos íntimos. El amor que me viene de Cristo es mi misión para testimoniarlo y compartirlo". A todos.

jueves, 20 de marzo de 2025

Livia era musulmana y se va a bautizar católica en Pascua: «Jesús es toda mi vida, es una relación de amor que lo ilumina todo; Fue este amor absoluto el que me impactó hasta el punto de seguirle»


Livia era musulmana y se va a bautizar como católica en la Pascua de este 2025 / Foto: Cortesía de Livia

* «Soy capaz de superar todo gracias a Jesús. En cuanto tengo dudas, sé que el enemigo está detrás de ellas, así que voy por el buen camino. La duda no viene de Dios. ‘Quien pone la mano en el arado y luego mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios’»

Camino Católico.- Porque estamos llenos del amor de Cristo cuando recordamos que uno murió por todos, y así todos han pasado por la muerte (…) Si alguno, pues, está en Cristo, es una nueva creación". (2 Cor 5, 14) Al acercarse la Pascua, Livia también se prepara para ser renovada por la gracia del bautismo. Cuando empieza a hablar de Cristo, esta mujer de unos cuarenta años se llena de una alegría incompresible, pero al otro lado de la línea se le quiebra la voz. "Lo siento si estoy llorando", se disculpa, antes de tranquilizarnos: "Son solo lágrimas de alegría",  explica a Cécile Séveirac en Aleteia

Musulmana practicante desde hace unos veinte años, esta auxiliar de cuidados paliativos del hospital de Narbona llegó a la fe católica tras un largo itinerario personal. Aunque de origen gabonés, procedía de una familia católica tradicional, pero sus padres no eran católicos practicantes y el hecho de haber asistido a una escuela católica no bastó para convencerla. "Hacia los 13 años, empecé a interesarme por el Islam", explica a Aleteia. "Acabé convirtiéndome un poco más tarde y tuve a mi primer hijo muy pronto, a los 18 años, sin ni siquiera estar casada".

Sin mirar atrás

Cuando llegó a Francia en 2016, conoció a un hombre católico tradicional que se convirtió en su marido. Menos asidua a la práctica del islam, Livia sintió que se instalaba "un vacío". "Me iba alejando de Dios sobre la marcha y acabé sintiendo la necesidad de volver a conectar con Él", explica.

"Me interesé por el cristianismo, pero no quería precipitarme. El razonamiento era sencillo: cristianismo significa seguir a Cristo, así que necesito conocer a Cristo", explica Livia. Así que allí estaba ella, Biblia en mano… con los Testigos de Jehová. "Cuando era pequeña, en Gabón, había una iglesia justo enfrente de mi casa. Sabía que esta gente estudiaba la Biblia [de la que hacen un mal uso, refutando en particular la divinidad de Cristo, la Trinidad, la existencia del infierno y la inmortalidad del alma, nota del editor] así que fui allí a ver".

Fue allí donde "encontró a Jesús", conmovida hasta el corazón por el sacrificio de Cristo en la cruz. "Me sentí dispuesta a aceptarle como mi salvador. Advertida por su marido del carácter sectario de los Testigos de Jehová, Livia fue dirigida por su suegra a los franciscanos de Narbona y atendida por los feligreses antes de comenzar su catecumenado en septiembre de 2024.

Livia encontró a Jesús en los Testigos de Jehová estudiando la Biblia, pero advertida por su marido que eran sectarios fue a los Franciscanos de Narbona a iniciar el catecumenado / Foto: Cortesía de Livia

Hoy, Livia es categórica: su conversión ha transformado su vida. "Jesús es toda mi vida. Me di cuenta de que no era un simple profeta: es el camino, la verdad y la vida. Es una relación de amor que lo ilumina todo. Fue este amor absoluto el que me impactó hasta el punto de seguirle", confiesa, con la voz entrecortada por la emoción.

Livia puede tener sus dudas, pero sabe que nunca volverá atrás. "Soy capaz de superar todo eso gracias a Jesús. En cuanto tengo dudas, sé que el enemigo está detrás de ellas, así que voy por el buen camino. La duda no viene de Dios". Y concluye: "Quien pone la mano en el arado y luego mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios" (Lc 9,62).

lunes, 22 de abril de 2024

Alicia Abresch: «Me eduqué a la vez como musulmana e hindú, me ofrecí a ayudar en catequesis, pedí una señal, soñé con la Virgen María y me he bautizado católica»

 


* «Esa noche soñé con mi propia madre, con quien rara vez sueño, y a su lado estaba María, la Madre de Dios. Y mi madre me dijo: ‘Alicia, te veo y te amo, vas por el camino correcto, aquí es donde tú perteneces’. Ésa fue mi señal y me desperté sollozando y abrumada de alegría y de amor»

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jueves, 11 de abril de 2024

Priska Surantono, a los 18 años, en la Meca: «Recé a Dios: 'si este es mi camino, fortalece mi fe’. Oí una voz diciendo: 'ven a Mí, eres mi niña’ y me he bautizado católica»


* «En el camino de vuelta a casa, a Indonesia, seguí pensando en esas palabras. En el Islam nunca comparamos nuestra relación con Dios como la de un padre y un hijo, mientras que en el cristianismo todos somos hijos de Dios. En ese momento entendí que ya no podía negar lo que estaba sintiendo. Empecé a ir a la eucaristía y había encontrado una conexión santa y sagrada con Dios en misa, y Su presencia no era como nada que hubiera sentido antes. «Me enganchó más y más y supe que quería mantener esa sensación. Era una llamada para pedir más…
Es un nuevo inicio para mí. Quiero seguir fortaleciendo mi fe católica. Quiero dar más tiempo y más espacio a Dios en mi corazón. Vine a la Iglesia porque lo necesitaba, por mi alma y por Él. Voy a la iglesia por Dios, no solo por mí»

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martes, 9 de abril de 2024

Farida Mohand Mohamed va a ser bautizada católica: «Con 6 años vi a Jesús en la Cruz, me enamoré de Él y, aunque soy hija de musulmanes, mi amor por él fue más grande»

 


Camino Católico.- “Con seis años vi a Jesús en la Cruz y se quedó grabado en mi cabeza hasta hoy. Me enamoré de Él y, aunque soy hija de musulmanes y ellos intentaron impedirme mi acercamiento a la Iglesia, mi amor por él fue más grande”, explica, Farida Mohand Mohamed, al portal de la Diócesis de Córdoba, esperando junto a otros catecúmenos recibir su bautismo, la Eucaristía y Confirmación, el domingo 7 de abril, que celebrará Monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.

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martes, 26 de enero de 2021

Celya era musulmana, no estaba convencida del islam, le hablaron de Jesús: «Si eso es ser cristiano, quiero serlo y ser feliz porque Dios es un Dios de amor y fui bautizada»

 


* «A partir del bautismo desaparecieron muchos problemas personales. Antes, mi estado natural era el estrés: tenía miedo al pasado, al futuro, al presente. Era un hándicap para mi vida. Ahora se ha instalado en mi vida una cierta serenidad que ha mejorado muchas cosas, sobre todo mi relación con los demás. Hoy estoy llena del amor de Dios, ya no tengo miedo a Dios sino confianza en Él. Ha sido un cambio real en mi vida. Ya no pienso en todas aquellas reglas que me corroían. Solo pienso en nuestro Dios de amor. Es la roca de mi vida»

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martes, 26 de julio de 2016

La libanesa Yasmin Amin Baydawi, musulmana suní, se convirtió al cristianismo y fue rechazada por sus padres y amigos

* «Abrí la Biblia al azar y leí el siguiente versículo: “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). No entendía lo que acababa de leer, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo y comprendí que en aquel versículo había encontrado a Dios, el Dios que estaba buscando. Han cambiado muchas cosas dentro de mí. He aprendido a perdonar como lo hizo Jesús al ser crucificado. He aprendido a ver en los rostros de mis hermanos y hermanas el rostro de Jesús, y a no tener miedo a amar, porque fui hecha a imagen de Dios y Dios es Amor absoluto y libre. He aprendido a ser una con Jesús. Sigo»