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jueves, 4 de septiembre de 2025

Niccolò Reale, ateo y «blasfemo en serie», se ha hecho católico hablando de ciencia y fe y leyendo a San Agustín: «Encontré los sacramentos, la Eucaristía, el Bautismo, la adoración eucarística y seré seminarista»

Niccolò, ante las reliquias de San Agustín en la basílica de San Pedro in Ciel d'Oro en Pavía (Italia), donde se conservan / Foto: Instagram @summacognitio

* «Una noche discutía -lo hacía a menudo- con mi amigo Christian, que entonces era cristiano evangélico, de ciencia y fe. Fue una discusión, un debate en el que él estaba mucho mejor preparado que yo y salí de allí cambiado, volví a casa con ganas de abrirme a Dios… Cuando empecé a leer las primeras palabras de San Agustín, pensé: ‘Así que los católicos también creen en Dios …’. Me fascinó esta figura, seguí meditando sobre su vida y sus obras, anotando sus citas. Estaba descubriendo a un hombre que hablaba de Dios como no había oído hacer a nadie. También tenía una historia parecida a la mía... con una juventud alejada de la fe, vivida en el mundo»

Camino Católico.- Su nombre es Niccolò Reale, pero en Instagram es conocido como Summacognitio y a quienes aterrizan en su perfil, casi catorce mil seguidores, les dice: "Siempre he sido anticatólico, tanto durante mi ateísmo como después de mi conversión al protestantismo. Mi forma típica de evangelizar consistía, en primer lugar, en atacar a la Iglesia católica. Pero, en realidad, nunca había profundizado en lo que realmente decía el catolicismo". 

Sólo tiene 26 años, pero su vida está llena de giros, game changer, como los llaman hoy, sliding doors, encuentros o momentos que de repente cambian el curso de una historia que parecía ya escrita. Toscano, ingeniero químico, nacido en 1998, Niccolò es hijo único de una familia "católica no practicante" que se desmorona cuando él es aún muy pequeño. Se queda a vivir con su madre y la mujer, tras la separación, mira al cielo y poco a poco se acerca al cristianismo ingresando en la Iglesia Evangélica Pentecostal, y en esa fe cría a su hijo. Niccolò, aún así, como muchos jóvenes de su edad, se considera autosuficiente, plantea como superflua cualquier conversación sobre Dios y más aún, lo ve como opuesto a la ciencia y a esa razón que quiere convertir en el eje de su vida. 

Raffaella Frullone lo ha entrevistado en el número de octubre de 2024 de Il Timone y lo ha traducido Verbum Caro en Religión en Libertad:

-Si tuvieras que fijar un primer punto de inflexión, en tu vida, ¿dónde lo colocarías?

-En enero de 2019. Por aquel entonces, no solo me declaraba ateo, sino que era un blasfemo en serie. Una noche discutía -lo hacía a menudo- con mi amigo Christian, que entonces era cristiano evangélico, de ciencia y fe. Fue una discusión, un debate en el que él estaba mucho mejor preparado que yo y salí de allí cambiado, volví a casa con ganas de abrirme a Dios y al día siguiente volví a la iglesia, a la iglesia evangélica, por supuesto, a la que tanto había ido de niño con mi madre, y a partir de ahí empecé de nuevo a escribir, a hacer apologética, tenía mucho interés en que mi fe estuviera enraizada en la razón. En ese momento empecé a desarrollar el deseo de compartir lo que estaba viviendo, mi fe, los dones que había recibido. Y así abrí mi perfil de Instagram; era el año 2022. 

-¿En ese momento cómo veías a los católicos?

-Como a personas bajo el yugo de la ley, de la idolatría, de María, de los santos. A ellos también me dirigía con mi página, tenía la idea de contribuir a su conversión: como recién convertido quería devolver a mis hermanos católicos al lugar donde yo creía que había verdadera fe, la Iglesia evangélica.

Niccolò Reale, en una entrevista 'on line' sobre su conversión

Así que ni siquiera dudé en atacar al catolicismo, al que presenté como una secta que se había inventado un montón de cosas, mi intención era simplemente desmontarlo pieza a pieza, para mostrar el engaño. 

-Y aquí entra en tu vida nada menos que San Agustín, si no me equivoco...

-En diciembre de 2020 fui a un mercadillo de segunda mano, cosa que hacía a menudo, a buscar libros filosóficos; pero me topé con las Confesiones y pensé que era un volumen sobre la práctica de la confesión, la que hacían los sacerdotes católicos; sólo costaba un euro y pensé que era una herramienta que podía desmontar con provecho.

Sin embargo, no lo leí inmediatamente, sino más de un año después. Cuando empecé a hojearlo y a leer las primeras palabras, pensé: "Así que los católicos también creen en Dios ...". Me fascinó esta figura, seguí meditando sobre su vida y sus obras, anotando sus citas. Estaba descubriendo a un hombre que hablaba de Dios como no había oído hacer a nadie. También tenía una historia parecida a la mía... con una juventud alejada de la fe, vivida en el mundo. En ese momento me convencí de que Agustín era prácticamente un protestante.

Niccolò, venerando las reliquias de San Agustín en la basílica de San Pedro in Ciel d'Oro en Pavía (Italia), donde se conservan / Foto: Instagram @summacognitio

Pero mientras tanto, cada vez llegaban más católicos a mi página, así que opté por un "giro ecuménico", opté por limitar los ataques a la Iglesia católica y crear un ambiente en el que se hablara de fe, pero en el que todo el mundo pudiera sentirse como en casa. 

-Es entonces cuando llega, de nuevo, un punto de inflexión, en el tren.

-Así es; delante de mí había un hombre hablando por teléfono, hablaba de un funeral. Me quedé impresionado y decidí acercarme a él: "Siento haber escuchado su conversación, me he enterado de este duelo, pero ¿usted cree en Dios?", "Soy sacerdote", me contestó. Y entonces le dije que yo era evangélico, e intercambiamos números de teléfono. 

-Pero este tampoco fue el último 'turning point' ....

-No, exacto. Algún tiempo después hice un ayuno, el ayuno de San Daniel: es un ayuno que se hacía en mi iglesia y era bastante exigente y serio, duraba tres semanas y la última semana prácticamente sólo se comían verduras; yo no comía verduras y me alimentaba de escritura. Estás llamado a rezar mucho, ese es el verdadero alimento, de lo contrario no tiene sentido, y también a leer mucho y, por supuesto, yo leía a Agustín, el Comentario al Evangelio de San Juan, y en un momento determinado el santo se dirige a quienes están fuera de la Iglesia católica, así que de hecho me estaba hablando a mí. Con verdad y caridad juntas.

Niccolò empezó a mirar a Roma con otros ojos tras leer a San Agustín. Foto: Instagram @summacognitio

Esas palabras fueron para mí una epifanía. Poco a poco sentí el deseo de empezar de cero, de releer a los Padres de la Iglesia sin un filtro protestante, y allí encontré los sacramentos, la Eucaristía, el Bautismo, el primado de Roma... Pero está claro que la nuestra es una religión de la carne, no basta con un libro. Y así fue como volví a contactar con el sacerdote del tren, el padre Sergio. Allí comenzó mi andadura católica, encontré una sacralidad que no había experimentado antes, los sacramentos, la adoración eucarística. 

-Entonces se acaban los golpes de efecto.

-No, en realidad no, siempre he querido dedicar mi vida a Dios y en octubre, después de un proceso de discernimiento, comenzaré mi andadura en el seminario. 

-Ahora tu página de Instagram se ha convertido en una voz que habla de tu fe católica, a menudo te diriges a los protestantes, ¿no te parece que hay un poco de timidez en la casa católica, en esto?

-Sí, mi modelo sigue siendo el santo de Hipona, que por un lado amonestaba a quienes seguían las herejías, y por el otro, con caridad, sólo tenía el objetivo de volver a traer las almas a casa. Y a eso estamos llamados todos hoy.

Traducción de Verbum Caro.

domingo, 31 de agosto de 2025

Zbigniew Kowalski, científico y oncólogo: «La vida de Dios murió en mí por adicción al pecado de incredulidad, pero al leer la Biblia Dios me tocó con su amor. En un segundo, pasé de ser ateo a creyente»


* «Abrí la Biblia en el Libro del Génesis, me puse a leer y luego, de repente... Lo escuché. No con los oídos, sino dentro de mí mismo. ¡Fue increíble! Esta voz era fuerte como una campana, decidida, masculina y al mismo tiempo llena de amor. Mis ojos se movían sobre las palabras de la Escritura y la voz las repetía en mí. Cuando me detuve, Él también dejó de hablar, y cuando yo comencé, Él habló de nuevo. Supe que estas palabras fueron dichas por Alguien personalmente a mí. Como si fuera un padre para su hijo amado. Alguien vivo y real, que creó todo el universo, toda la creación, y ahora habla con la pequeña mota en este cosmos como si fuera un niño amado. De repente, tuve algo así como una epifanía. Una luz extraña inundó mi corazón, y en él apareció la alegría, el amor, la paz y la felicidad. Dios me tocó con su amor. Creí y me enamoré de Él como un niño pequeño de su papá. En un instante, me llené de luz, alegría y felicidad. La gracia de Dios me inundó y resucité a la vida»

Camino Católico.- El científico y oncólogo polaco Zbigniew Kowalski nació hace 68 años en el seno de una familia católica que no practicaba la fe. De niño creía en Dios, pero su fe no logró echar raíces. Fue bautizado, recibió su Primera Comunión, y todo se detuvo allí. Después de eso, no hubo sacramentos ni asistencia a misa, la oración diaria era casi inexistente. Dejó de asistir a clases de religión. Decidió manejar su propia vida. "Decidí ser independiente de Dios y de las personas y decidir por mí mismo lo que es bueno y lo que es malo. Me pareció entonces que Él me impedía ser feliz según mi ‘receta de felicidad’", cuenta el evangelizador a Niedziela.

Reconoce que esa particular receta consistía “en ganar tres cosas en la vida: los placeres sensuales, los que resultan de tener bienes materiales y también exaltarse a sí mismo por encima de los demás, es decir, el poder, la propia gloria y fama. Me entregué por completo a estos tres ídolos", comparte.

El camino hacia esta felicidad mundana resultó ser engañoso. Al quitarle lentamente la libertad interior, hizo al hombre esclavo del pecado. "Empecé a sentir que mi vida no tenía sentido. El amor y los restos de la fe murieron en mí. La vida de Dios murió en mí. Me convertí en un zombi, un cadáver andante. Alguien que parece comer, beber, hablar, pero está muerto", recuerda Zbigniew.

En su vida había placeres, estudios, un buen trabajo, dinero, empeño por formar una familia, una carrera profesional, el reconocimiento entre la gente, la fama local. Así que debería estar feliz… después de todo parecía haber triunfado. "Estaba completamente decepcionado. No encontré felicidad, solo placeres efímeros y una constante inquietud del corazón. Caí en el círculo vicioso del pecado. No era una adicción típica a algo, sino una adicción al pecado de la incredulidad, la falta de amor a Dios, la idolatría basada en la adoración de uno mismo y de las propias concupiscencias. Por fuera, todo estaba bien, pero en mi corazón había vacío y muerte".


Resucitado a la vida

A los 30 años, por curiosidad, se topó con la Biblia y nada más empezar a leerla quedó prendado. Escuchó la voz de Dios … "Abrí la Biblia en el Libro del Génesis, me puse a leer y luego, de repente... Lo escuché. No con los oídos, sino dentro de mí mismo. ¡Fue increíble! Esta voz era fuerte como una campana, decidida, masculina y al mismo tiempo llena de amor. Mis ojos se movían sobre las palabras de la Escritura y la voz las repetía en mí. Cuando me detuve, Él también dejó de hablar, y cuando yo comencé, Él habló de nuevo. Supe que estas palabras fueron dichas por Alguien personalmente a mí. Como si fuera un padre para su hijo amado. Alguien vivo y real, que creó todo el universo, toda la creación, y ahora habla con la pequeña mota en este cosmos como si fuera un niño amado. De repente, tuve algo así como una epifanía. Una luz extraña inundó mi corazón, y en él apareció la alegría, el amor, la paz y la felicidad. Dios me tocó con su amor. En un segundo, pasé de ser ateo a creyente. Creí y me enamoré de Él como un niño pequeño de su papá. En un instante, me llené de luz, alegría y felicidad. La gracia de Dios me inundó y resucité a la vida".


Su nombre -Zbigniew-, de origen eslavo, significa en español "el que fue liberado de la ira" y en efecto al recibir el don de la fe es lo que ocurrió en su alma. "En Jesús encontré el sentido y el amor de mi vida. Le confié completamente mi cuerpo y mi alma, mi mente y mi libre albedrío, mi familia y todas las esferas de la vida. Comencé a leer y meditar en las Sagradas Escrituras todos los días. Encontré un libro de oraciones y comencé a recordar oraciones olvidadas hace mucho tiempo. Regresé a la Iglesia y a los sacramentos. He aceptado con alegría la gracia de la fe y sigo colaborando con ella. Trato de multiplicarlo, usando la prescripción de los Hechos de los Apóstoles: permanecer en comunicación cotidiana con Jesús (Hch 2, 42). Desde el momento de mi conversión, mi corazón se aferró a Él. Lo he agarrado y lo he estado sosteniendo hasta el día de hoy", concluye Zbigniew Kowalski.

La historia de Zbigniew Kowalski muestra que "nada es imposible para Dios" y donde el pecado abunda, la gracia desborda aún con mayor abundancia. En 2003 Zbigniew fundó la Comunidad de Evangelización AGUA VIVA en la parroquia de Nuestra Señora Reina de Polonia en Mława, con la que ha realizado más de 60 retiros en Polonia y en el extranjero. Ha proclamado la Buena Nueva a muchos extranjeros, paganos y seguidores de otras religiones. Más de la mitad de ellos aceptaron la gracia de la fe y la conversión, reconociendo a Jesús como su Señor y Salvador.

jueves, 19 de junio de 2025

Justine Callis era evangélica, gimnasta tenaz, quiso saber qué era la Eucaristía y el Magisterio, un sacerdote le propuso hacer un retiro en silencio y «supe que Jesús había creado la Iglesia Católica y me la ofrecía»


Justine Callis fue una gimnasta de alto nivel hasta 2019, y evangelizadora protestante casi hasta 2022

* «Recuerdo haberle entregado mi vida en oración a Jesús, siendo sólo una niña de quizá seis o siete años. Repetí mi oración unas cien veces, quería asegurarme de que Dios me escuchara… Respecto a la presencia de Cristo en la Eucaristía, lo quise experimentar en una adoración. Mi madre me había enseñado que la oración es sentarse a los pies de Jesús. Cuando entré en adoración lo recordé. Dije a Dios: 'si esto es verdad, este es el único lugar en que puedo sentarme físicamente a los pies de Jesús en este lado del Cielo'» 

Camino Católico.-  Justine Callis, que fue gimnasta de éxito y entrenadora, es católica desde 2021. Le costó dar algunos saltos muy arriesgados, casi al vacío, confiando sólo en Jesús. Antes fue evangelizadora en una iglesia evangélica vibrante, llena de personas enamoradas del Señor, pero hoy, como católica, considera que Dios quiere una única Iglesia unida, con su jerarquía, y una comunión basada en la Eucaristía. Ha contado su testimonio en varios sitios en inglés, como CHNetwork y Pablo J. Ginés lo traduce y sintetiza en Religión en Libertad.

Sabe que hay muchos cristianos evangélicos con un gran amor por Cristo, que quieren hacer la voluntad de Dios, y les quiere presentar la propuesta católica desde su iniciativa Theology of conversion. Y a los católicos "de siempre", les quiere recordar la gran riqueza que es la Iglesia y sus sacramentos y el deber de trabajar por la unidad de los cristianos.

Justine creció y se educó en una familia evangélica. Era la más pequeña de 5 hijos. Sus padres eran devotos, su madre rezaba en casa con ella. "Mi madre leía la Biblia tomando café en la cocina y me citaba las Escrituras a todas horas", explica.

Devota desde niña

"Recuerdo haberle entregado mi vida en oración a Jesús, siendo sólo una niña de quizá seis o siete años", dice. Repitió su oración "unas cien veces, quería asegurarme de que Dios me escuchara".

Durante 20 años, desde pequeña, se volcó en la gimnasia y compitió en las categorías universitarias desde la Universidad Estatal de Arizona, donde también fue entrenadora. "Ese deporte dio forma a quien soy hoy", dice. 


Justine Callis contando su testimonio de conversión al catolicismo

De adolescente, a los 16 años, se bautizó en una megaiglesia de estilo evangélico. "En esa megaiglesia tenían más de 300 ministerios [servicios], desde un club de ciclismo de montaña al Centro de Rehabilitación de Personas Traficadas más grande de América del Norte. Me enamoró", detalla. También había en ella infinidad de grupos pequeños, también para jóvenes. No se consideraba de una denominación concreta, pero su iglesia no bautizaba bebés, así que hoy diría que es baptista.

En la universidad colaboraba en grupos evangélicos universitarios. "Dirigí algunos estudios bíblicos del equipo de gimnasia y pude ver a algunas de mis compañeras bautizarse y entregar su vida a Dios".

Evangelizadora y comunicadora

Terminó una licenciatura de comunicación y pasó a trabajar a tiempo completo con la megaiglesia, rodeada de cristianos excelentes, volcados en acoger y evangelizar. Usaban los dones del Espíritu Santo para orar por otras personas y acompañarlas y ella misma tuvo ocasión de comprobar que Dios respondía en esas ocasiones. Admiraba al pastor y usaba sus conocimientos como comunicadora. Los recuerda como unos años magníficos.

"Entendía que Jesús me amaba profundamente, quería que otras personas también vivieran eso. Me esforzaba en hacer que la gente que acudía nueva se sintiera acompañada, conectada. Dábamos a cada uno una nota escrita a mano agradeciendo que vinieran. También trabajábamos con donantes, con el centro de personas traficadas..." Los sermones eran muy inspiradores, la música de alabanza y adoración era muy buena.

Ella conocía algunos ex-católicos, que nunca le habían hablado de la fe. "Yo pensaba que los católicos, probablemente, podían ir al Cielo, a pesar de ser católicos, y me parecía que en el catolicismo había muchas cosas que distraían de Jesús". Pero tampoco había reflexionado apenas sobre eso, y de hecho ni siquiera conocía la palabra "protestante".

Justine Callis, cabeza abajo... como su edificio teológico cuando empezó a hacer preguntas serias y católicas

Cuando su fe tranquila quedó cabeza abajo

Un día encontró a un católico que sí conocía su fe. El católico preguntó a Justine a qué iglesia iba y por qué. Ella estaba encantada de responder: explicó todas las cosas magníficas que había en su megaiglesia.

- Y tú, ¿por qué vas a tu iglesia católica? -pregunto después ella, por amabilidad.

- Por la Eucaristía y el Magisterio - dijo él.

- ¿El qué? ¿Qué son esas cosas? -ella jamás había oído esas palabras.

- Y por los siete sacramentos...

- ¿Qué es eso? ¿Y te dan los siete? -preguntó ella, que tampoco conocía la palabra.

- El Magisterio es la autoridad para enseñar, la Iglesia Católica tiene esa autoridad porque se la dio Jesús, que es quien creó la Iglesia Católica -le dijo su interlocutor.

Justine pensó: "Estas afirmaciones son muy atrevidas y hasta algo ofensivas. ¿De dónde sale tanta audacia? ¿Cómo osan decir esas cosas?"

Y empezó a investigar. La misma pasión y tenacidad que antes aplicaba a la gimnasia, las aplicó ahora a investigar el catolicismo y sus audaces afirmaciones.

La Iglesia tiene que ser una

Una de las primeras cosas que notó es que, efectivamente, en su misma calle había diversas iglesias de diversas denominaciones, había una verdadera división entre los cristianos. Y enseguida entendió que Dios no quería una iglesia dividida.

También entendió que era necesario una autoridad, alguien que enseñara con autoridad, una Iglesia que enseñara con autoridad, una iglesia fundada por Jesús con la promesa de que podía y debía enseñar su doctrina.

Por primera vez habló con sus pastores protestantes de temas doctrinales. Descubrió que su megaiglesia tenía 14 principios como denominación, estaban en la web para quien le interesaran. "Pues estudiarlos si quieres, pero es común que muchos no estemos de acuerdo con todos", le dijeron. Le pareció que entonces esos principios no merecían mucha reverencia y debían ser bastante arbitrarios. 

Justine Callis se hizo muchas preguntas y oró para llegar a su conversión al catolicismo

El factor Scott Hahn

Leyó Roma Dulce Hogar y La Cena del Cordero, dos libros del Scott Hahn, un biblista exprotestante que ha acercado a muchos al catolicismo. Le gustaron y fue a un encuentro con Hahn que visitaba su ciudad. "No estoy de acuerdo con todo lo que dice, pero me gustaría escucharle", pensó. Se sentó en la parte de atrás de la iglesia. Todo lo que Scott Hahn explicaba, acompañado de John Bergsma, era convincente y razonable. "Me estaban volviendo loca", recuerda. 

A la hora del descanso, confundió una cesta de estampitas para orar con una cesta para donativos, y pensó hacer un pequeño donativo y a la vez dejar una nota con un texto dirigido a Scott Hahn. "Haré una pequeña donación porque sé que aman a Jesús. Quizá su teología no me convence, pero puedo sentir que el Espíritu Santo está aquí", se dijo.

Resulta que todos los mensajes en la cesta entraban en un sorteo de un libro, y Hahn, ante todo el mundo, sacó su mensaje y lo leyó en voz alta: "Estimado Dr. Hahn, soy protestante. Pero después de hoy quizá no por mucho tiempo", había escrito ella sin saber que se leería en voz alta. Tuvo que levantarse y acercarse allí entre risas y aplausos. Hahn le dio un abrazo ante todos. Hoy, pasados los años, han colaborado ya en varios proyectos. 

Orar es ponerse a los pies de Cristo

Respecto a la presencia de Cristo en la Eucaristía, la quiso experimentar en una adoración. "Mi madre me había enseñado que la oración es sentarse a los pies de Jesús. Cuando entré en adoración lo recordé. Dije a Dios: 'si esto es verdad, este es el único lugar en que puedo sentarme físicamente a los pies de Jesús en este lado del Cielo'". Y al pensarlo y hacerlo, lloró. 'Esto es real o no lo es', se repitió.

Pero la gente ponía flores de verdad ante el Santísimo "como si realmente pensaran que este es Jesús".

Tenía que haber un Magisterio protegido por el Espíritu Santo. Y eso incluía la Eucaristía. 

Justine Callis en adoración eucarística, pero ya su madre evangélica la enseñó a ponerse a los pies de Cristo

Cada vez, más defendía las enseñanzas católicas. Anunció que estudiaría Teología Católica, para espanto de su familia. "En realidad, sólo quiero saber de dónde viene lo que dicen los católicos", les decía.

Una visión estando de retiro

Conoció un amigo sacerdote católico, que le recomendó un retiro en silencio. Hizo uno de cinco días, en la montaña, sin ordenador ni teléfono, ayunando. Sus pastores evangélicos se mostraron favorables: era tiempo para escuchar a Dios. "¿Qué estás haciendo, Señor?", le preguntaba.

El último día, el sacerdote le propuso hacer un ejercicio de imaginar o visualizar a Jesús, de pedir a Dios que le hablara con imágenes. En su iglesia, de estilo bastante carismático, ya había orado así en otras ocasiones, pidiendo "palabras del Señor" al interceder por otras personas.

Oró y durante 20 minutos no pareció pasar nada. Entonces tuvo una imagen en su imaginación, como "un boom de la nada". Jesús le conducía con los ojos vendados y le quitaba la venda en un templo católico. Luego, Jesús estaba de pie sobre el altar. Luego Jesús le enseñó cosas de la iglesia, la estatua de María, las escenas bíblicas de las vidrieras, las velas, y las manos del sacerdote en la elevación: "lo hice por ti", le dijo Jesús en esa visión. Ella le respondió llevando a Jesús a su megaiglesia y mostrándole sus pantallas, sillas, etc... y preguntándole: "hicimos esto para ti, ¿te gusta?" Pero Jesús la miró y le dijo: "Te amo". "Y en ese momento supe que Jesús había creado la Iglesia Católica y me la ofrecía, un regalo que nadie me había ofrecido".

Al volver a la iglesia evangélica en la que trabaja, Justine anunció que dejaba su trabajo y esa congregación.

Le costó explicarlo a su familia. De hecho, se quedaba sin trabajo. Estaba renunciando a todo por seguir a Jesús. Ella había rezado "Jesús, cualquier cosa menos el catolicismo" y ahora le pedía ser católica.

Hacerse católica en total le costó dos años y medio y 3 cursos de RCIA (iniciación católica para adultos).

Desde lo bueno de los protestantes, la unidad

Hoy le dice a los protestantes que, en realidad, tienen muchas cosas buenas, bellas y verdaderas, y que sólo les faltan unas pocas. "Yo diría que el catolicismo es el 100% de la verdad, mientras que el protestantismo tiene un porcentaje muy alto de la verdad. Por ejemplo, el Espíritu Santo sí puede obrar mucho entre protestantes, yo lo vi en mi ministerio allí. Y yo me enamoré de Jesús siendo protestante. Y hay diferentes formas de adoración. Pero ahora sé que el Santo Sacrificio de la misa es la forma más alta de oración y la Liturgia de las Horas es la segunda más alta".

"Los católicos nos hacemos un flaco favor cuando simplemente actuamos como si no hubiera verdad ni eficacia allí, porque creo que en realidad hay mucho que podríamos aprender de la iglesia protestante.

Y por supuesto, también hay mucho que la Iglesia protestante podría aprender de la Iglesia católica para entrar en el mundo".

"Hay protestantes que son cristianos devotos y hermosos, que nunca han leído una página ni de GK Chesterton ni de Tomás de Aquino, y si lo hicieran ¡se harían católicos!", dice en una tertulia con entusiasmo.

Ella cumple años el 15 de agosto. Al hacerse católica, descubrió que la Iglesia le pide ir a misa cada año, el día de su cumpleaños, por ser la fiesta de la Asunción de la Virgen. "Me encanta, es el mejor regalo", dice.

Justine desea una iglesia unida para cumplir "la Gran Comisión", el gran mandato de ir y hacer discípulos. Desde agosto de 2024 puso en marcha su iniciativa Theology of Conversion. Su objetivo: "equipar a los católicos para acercar a casa a sus seres queridos protestantes". Y juntos, anunciar a Cristo al mundo.