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jueves, 28 de agosto de 2025

Niccolò Reale, ateo y «blasfemo en serie», se ha hecho católico hablando de ciencia y fe y leyendo a San Agustín: «Encontré los sacramentos, la Eucaristía, el Bautismo, la adoración eucarística y seré seminarista»

Niccolò, ante las reliquias de San Agustín en la basílica de San Pedro in Ciel d'Oro en Pavía (Italia), donde se conservan / Foto: Instagram @summacognitio

* «Una noche discutía -lo hacía a menudo- con mi amigo Christian, que entonces era cristiano evangélico, de ciencia y fe. Fue una discusión, un debate en el que él estaba mucho mejor preparado que yo y salí de allí cambiado, volví a casa con ganas de abrirme a Dios… Cuando empecé a leer las primeras palabras de San Agustín, pensé: ‘Así que los católicos también creen en Dios …’. Me fascinó esta figura, seguí meditando sobre su vida y sus obras, anotando sus citas. Estaba descubriendo a un hombre que hablaba de Dios como no había oído hacer a nadie. También tenía una historia parecida a la mía... con una juventud alejada de la fe, vivida en el mundo»

Camino Católico.- Su nombre es Niccolò Reale, pero en Instagram es conocido como Summacognitio y a quienes aterrizan en su perfil, casi catorce mil seguidores, les dice: "Siempre he sido anticatólico, tanto durante mi ateísmo como después de mi conversión al protestantismo. Mi forma típica de evangelizar consistía, en primer lugar, en atacar a la Iglesia católica. Pero, en realidad, nunca había profundizado en lo que realmente decía el catolicismo". 

Sólo tiene 26 años, pero su vida está llena de giros, game changer, como los llaman hoy, sliding doors, encuentros o momentos que de repente cambian el curso de una historia que parecía ya escrita. Toscano, ingeniero químico, nacido en 1998, Niccolò es hijo único de una familia "católica no practicante" que se desmorona cuando él es aún muy pequeño. Se queda a vivir con su madre y la mujer, tras la separación, mira al cielo y poco a poco se acerca al cristianismo ingresando en la Iglesia Evangélica Pentecostal, y en esa fe cría a su hijo. Niccolò, aún así, como muchos jóvenes de su edad, se considera autosuficiente, plantea como superflua cualquier conversación sobre Dios y más aún, lo ve como opuesto a la ciencia y a esa razón que quiere convertir en el eje de su vida. 

Raffaella Frullone lo ha entrevistado en el número de octubre de 2024 de Il Timone y lo ha traducido Verbum Caro en Religión en Libertad:

-Si tuvieras que fijar un primer punto de inflexión, en tu vida, ¿dónde lo colocarías?

-En enero de 2019. Por aquel entonces, no solo me declaraba ateo, sino que era un blasfemo en serie. Una noche discutía -lo hacía a menudo- con mi amigo Christian, que entonces era cristiano evangélico, de ciencia y fe. Fue una discusión, un debate en el que él estaba mucho mejor preparado que yo y salí de allí cambiado, volví a casa con ganas de abrirme a Dios y al día siguiente volví a la iglesia, a la iglesia evangélica, por supuesto, a la que tanto había ido de niño con mi madre, y a partir de ahí empecé de nuevo a escribir, a hacer apologética, tenía mucho interés en que mi fe estuviera enraizada en la razón. En ese momento empecé a desarrollar el deseo de compartir lo que estaba viviendo, mi fe, los dones que había recibido. Y así abrí mi perfil de Instagram; era el año 2022. 

-¿En ese momento cómo veías a los católicos?

-Como a personas bajo el yugo de la ley, de la idolatría, de María, de los santos. A ellos también me dirigía con mi página, tenía la idea de contribuir a su conversión: como recién convertido quería devolver a mis hermanos católicos al lugar donde yo creía que había verdadera fe, la Iglesia evangélica.

Niccolò Reale, en una entrevista 'on line' sobre su conversión

Así que ni siquiera dudé en atacar al catolicismo, al que presenté como una secta que se había inventado un montón de cosas, mi intención era simplemente desmontarlo pieza a pieza, para mostrar el engaño. 

-Y aquí entra en tu vida nada menos que San Agustín, si no me equivoco...

-En diciembre de 2020 fui a un mercadillo de segunda mano, cosa que hacía a menudo, a buscar libros filosóficos; pero me topé con las Confesiones y pensé que era un volumen sobre la práctica de la confesión, la que hacían los sacerdotes católicos; sólo costaba un euro y pensé que era una herramienta que podía desmontar con provecho.

Sin embargo, no lo leí inmediatamente, sino más de un año después. Cuando empecé a hojearlo y a leer las primeras palabras, pensé: "Así que los católicos también creen en Dios ...". Me fascinó esta figura, seguí meditando sobre su vida y sus obras, anotando sus citas. Estaba descubriendo a un hombre que hablaba de Dios como no había oído hacer a nadie. También tenía una historia parecida a la mía... con una juventud alejada de la fe, vivida en el mundo. En ese momento me convencí de que Agustín era prácticamente un protestante.

Niccolò, venerando las reliquias de San Agustín en la basílica de San Pedro in Ciel d'Oro en Pavía (Italia), donde se conservan / Foto: Instagram @summacognitio

Pero mientras tanto, cada vez llegaban más católicos a mi página, así que opté por un "giro ecuménico", opté por limitar los ataques a la Iglesia católica y crear un ambiente en el que se hablara de fe, pero en el que todo el mundo pudiera sentirse como en casa. 

-Es entonces cuando llega, de nuevo, un punto de inflexión, en el tren.

-Así es; delante de mí había un hombre hablando por teléfono, hablaba de un funeral. Me quedé impresionado y decidí acercarme a él: "Siento haber escuchado su conversación, me he enterado de este duelo, pero ¿usted cree en Dios?", "Soy sacerdote", me contestó. Y entonces le dije que yo era evangélico, e intercambiamos números de teléfono. 

-Pero este tampoco fue el último 'turning point' ....

-No, exacto. Algún tiempo después hice un ayuno, el ayuno de San Daniel: es un ayuno que se hacía en mi iglesia y era bastante exigente y serio, duraba tres semanas y la última semana prácticamente sólo se comían verduras; yo no comía verduras y me alimentaba de escritura. Estás llamado a rezar mucho, ese es el verdadero alimento, de lo contrario no tiene sentido, y también a leer mucho y, por supuesto, yo leía a Agustín, el Comentario al Evangelio de San Juan, y en un momento determinado el santo se dirige a quienes están fuera de la Iglesia católica, así que de hecho me estaba hablando a mí. Con verdad y caridad juntas.

Niccolò empezó a mirar a Roma con otros ojos tras leer a San Agustín. Foto: Instagram @summacognitio

Esas palabras fueron para mí una epifanía. Poco a poco sentí el deseo de empezar de cero, de releer a los Padres de la Iglesia sin un filtro protestante, y allí encontré los sacramentos, la Eucaristía, el Bautismo, el primado de Roma... Pero está claro que la nuestra es una religión de la carne, no basta con un libro. Y así fue como volví a contactar con el sacerdote del tren, el padre Sergio. Allí comenzó mi andadura católica, encontré una sacralidad que no había experimentado antes, los sacramentos, la adoración eucarística. 

-Entonces se acaban los golpes de efecto.

-No, en realidad no, siempre he querido dedicar mi vida a Dios y en octubre, después de un proceso de discernimiento, comenzaré mi andadura en el seminario. 

-Ahora tu página de Instagram se ha convertido en una voz que habla de tu fe católica, a menudo te diriges a los protestantes, ¿no te parece que hay un poco de timidez en la casa católica, en esto?

-Sí, mi modelo sigue siendo el santo de Hipona, que por un lado amonestaba a quienes seguían las herejías, y por el otro, con caridad, sólo tenía el objetivo de volver a traer las almas a casa. Y a eso estamos llamados todos hoy.

Traducción de Verbum Caro.

domingo, 23 de febrero de 2025

El profesor Giulio Fanti explica en revistas científicas la hipótesis de la transparencia de la materia del Cuerpo de Cristo que relaciona la Sábana Santa con la virginidad de María


Giulio Fanti, profesor de Mediciones Mecánicas y Térmicas en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Padua (Italia)

Camino Católico.-  La Madre de Dios fue perpetuamente virgen: es decir, antes, durante y después del parto. Este dogma de fe, uno de los cuatro que conciernen a Nuestra Señora (junto a la Inmaculada Concepción, la maternidad divina y la Asunción), no explica -por su carácter milagroso- cómo se verificó la virginidad física "durante" el parto. 

Giulio Fanti, profesor de Mediciones Mecánicas y Térmicas en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Padua (Italia), aventura una hipótesis que vincula ese hecho con la Sábana Santa de Turín. Lo significativo es que lo hace en revistas científicas. 


Él mismo explica su hipótesis en el número de febrero del mensual católico italiano de apologética Il Timone:


En el segundo de los artículos referidos, teniendo en cuenta los nuevos análisis de sangre realizados en muestras sindónicas, se confirmaban los inmensos sufrimientos padecidos voluntariamente por el Redentor para la salvación de los hombres. Se han puesto de relieve las diversas patologías concomitantes sufridas por Jesús, como el colapso ortostático, la asfixia, la uremia y el hemotórax, acentuadas por la lesión que provocó la muerte por infarto y el taponamiento hemopericárdico.


A continuación, el artículo destaca un hecho sorprendente: la Sábana Santa es selectivamente radioactiva, especialmente en los restos de sangre, por lo que el resultado del radiocarbono de 1988 no parece fiable, incluso podría ser la primera prueba científica de la resurrección de Cristo. El artículo además examina las condiciones concretas en las que se envolvió el cuerpo de Jesús, llegando a conclusiones científicamente inexplicables.



El profesor Giulio Fanti ha estudiado científicamente la Sábana Santa


Una imagen misteriosa


Se sabe que la doble imagen corporal de la reliquia sigue siendo hoy un misterio y que la hipótesis más fiable se basa en una intensa radiación emitida por el cadáver, pero hay más: el cadáver estaba en rigor mortis en el momento de la formación de la imagen corporal (menos de 38-48 horas después de la muerte) y estuvo envuelto en la Sindone durante no más de cuarenta horas, porque no hay signos de putrefacción. La ausencia de rebabas en las manchas de sangre aún líquida demuestra que el cadáver permaneció inmóvil envuelto en lino y que, por tanto, el cuerpo no fue manipulado ni movido. Esto lleva a una deducción científicamente absurda: Jesús pasó a través de la Sábana Santa sin comprometerla materialmente y, por ende, su cuerpo físico se hizo transparente en relación con ella.


 

La escena de la Resurrección en 'La Pasión de Cristo' de Mel Gibson


Sin recurrir a hipótesis de ciencia-ficción como la desmaterialización o el uso de antimateria, se puede pensar más sencillamente en una hipótesis, aunque todavía no científicamente probada, relativa a la transparencia de la materia del Cuerpo de Cristo que atravesó la Sindone al igual que varias veces, según la Biblia, Jesús atravesó las paredes del Cenáculo. 

Para explicar este fenómeno, debemos considerar que el diámetro de los átomos es unas 10.000 veces mayor que su núcleo, por lo que está prácticamente compuesto de espacio vacío, como el espacio ocupado por nuestro sistema solar formado por el sol y los planetas, de volumen insignificante comparado con éste.


Energía-luz intensa


Pensemos ahora en un dedo apoyado sobre una mesa: ambos están formados por átomos, pero el dedo no puede penetrar en la mesa porque las fuerzas que unen los núcleos a los electrones en el dedo y en la mesa son mucho mayores que la presión ejercida por el dedo sobre la mesa. 


Supongamos, sin embargo, que suministramos al dedo una energía extremadamente intensa en forma de fotones, es decir, de luz que puede aumentar la energía cinética de las partículas individuales hasta tal punto que sus fuerzas cinéticas superen a las fuerzas interatómicas. Entonces sí es posible pensar en una compenetración del dedo en la mesa. La probabilidad de impacto entre protones, neutrones y electrones, y su probable destrucción durante el atravesamiento, sería extremadamente pequeña, dados sus pequeños volúmenes comparados con los de los átomos en cuestión. Así que, si se proporcionara una energía-luz intensa, el atravesamiento de la materia no sería imposible, incluso si el cuerpo físico no estuviera privado de su realidad material. Éste podría entonces penetrarla mientras fuera rico en energía, pero podría volver a su estado inicial cuando esta luz-energía desapareciera. 


De hecho, la Biblia afirma que Jesús entró repetidamente en el Cenáculo a puerta cerrada, pero luego su cuerpo volvió a la normalidad y comió normalmente con los Apóstoles. En apoyo parcial de esta hipótesis podemos considerar los metales: un clavo de hierro a temperatura ambiente es opaco a la luz y los fotones no lo atraviesan.



El profesor Giulio Fanti, en una conferencia del 4 de noviembre de 2023 en la abadía de Santo Domingo Abad, en Sora (Florencia)


La "transparencia de la materia"

Sin embargo, si lo calentamos a una temperatura de unos 1000° C, proporcionándole energía térmica, el clavo se vuelve rojo y vemos los fotones emitidos por sus partes más internas. De hecho, al calentar el hierro, esta energía térmica permite que los fotones internos del clavo atraviesen el material, produciendo así la "transparencia de la materia" que no percibimos a temperatura ambiente. Extendiendo a otros hechos esta hipótesis de la transparencia de la materia relativa a la salida de Jesús de la Sábana Santa sin desvirtuarla, es posible encontrar una explicación al hecho de que Él saliera del vientre de la Madre, confirmando así el dogma mariano de la "Virginidad antes, durante y después del parto". 


Como si fuera para respaldar esto, después de la Santa Misa dedicada a los fetos abortados el 17 de junio de 2007, en la Basílica de Guadalupe, la imagen de Nuestra Señora representada en la Tilma mostró una intensa luz que emanaba de su vientre, y de manera similar, la estatua de la Madre de Dios en la Cruz Azul de Medjugorje mostró una luminiscencia difusa, pero con una intensidad notable, en el vientre. 


Monseñor Fabrizio Porcella, de la diócesis de Cagliari, interesado por estas novedades, comentó que los Padres de la Iglesia utilizaron varias imágenes para ilustrar el misterio de la transparencia de la materia: el paso de Cristo a través de la tumba sellada y a través de puertas cerradas, y el paso de un rayo de sol a través del cristal.


San Bernardo

San Bernardo escribe: "Como el esplendor del sol llena y penetra una vidriera, sin romperla, [...] así el Verbo de Dios, el Esplendor del Padre, entró en la cámara virginal y salió del seno cerrado". Así que los fotones considerados aquí para la "transparencia de la materia" fueron tenidos en cuenta hace muchos siglos. Por último, es curioso constatar que María Valtorta, en 1949, cuando la ciencia sobre la Sábana Santa estaba en los comienzos, escribió, atribuyendo esto a un mensaje de Jesús: "Mi Sábana Santa, oh María, para quien sabe ver, no es sólo un testimonio de que estoy verdaderamente muerto y resucitado, sino también un testimonio de cómo no fui concebido ni nací según las leyes de la humanidad. Es, por tanto, una confirmación de las verdades que enseña mi religión, mi concepción por el Espíritu Santo, la maternidad divina de María, su virginidad perpetua, mi pasión y muerte, y mi gloriosa resurrección. Pero esta es una confirmación para aquellos a quienes, en la luz de Dios, les es dado ver". 


El estudio de la Sábana Santa muestra, pues, que ciencia y fe deben fundirse para llegar a la Verdad: "La religión sin la ciencia es ciega. La ciencia sin religión está coja" (Einstein).

domingo, 8 de diciembre de 2024

José Carlos González-Hurtado: «La ciencia demuestra que existe un Dios personal que cuida de su creación»


José Carlos González-Hurtado dice que “si el universo no es ni eterno ni infinito, necesariamente tiene que tener un principio”

* «La teoría del Big Bang lo que viene a decir es que el universo no es eterno, porque tiene un principio. Hace 13.700 millones de años (13.700.000.000), el universo tuvo un principio. Lo que implica que toda la materia, el tiempo y el espacio estaban comprimidos en un solo punto, que es lo que se llama la singularidad. En ese punto se creó todo: la materia, el espacio y el tiempo. Eso, necesariamente, nos dice que tiene que haber un algo, un alguien, eso que llamamos Dios, que no era ni espacial, ni temporal, ni material, que fue el que creó la materia, el espacio y el tiempo. La teoría del Big Bang deja al ateísmo con brocha y sin escalera, porque no tiene una explicación de cómo se creó el universo. Pero es que, además, sabemos que el universo también tendrá un final, con lo cual no solo no es eterno, sino que tampoco es infinito»

Vídeo de ACdP en el que José Carlos González-Hurtado es entrevistado

* «El Proyecto Genoma Humano terminó en 2004, prácticamente anteayer. Y también demuestra que el ADN del ser humano es un lenguaje, y detrás de cada lenguaje hay necesariamente una inteligencia. Para no ser yo quien lo diga, el director del Proyecto Genoma Humano era un señor que se llamaba Francis Collins, que es quizá el biólogo más importante actualmente vivo. Cuando empezó el proyecto, en 1990, era ateo. A mitad del proyecto se convirtió en teísta, y vino a decir: «He descubierto que tiene que haber Alguien que haya diseñado esto, porque hay un lenguaje». Al final del proyecto se bautizó y ahora forma parte del Consejo Asesor Científico del Papa. Es decir, que cuánta más ciencia, más Dios»

Camino Católico.- Su libro Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios (Voz de Papel) se ha convertido en un éxito inesperado, que le ha llevado a protagonizar numerosos vídeos virales y a ser entrevistado en canales que nada tienen que ver con la religión. Y no es casual, porque José Carlos González-Hurtado ha aplicado el mismo rigor y capacidad divulgativa en sus páginas, que las que le llevaron a la cima de una gran empresa internacional… que dejó para introducir en España el canal católico EWTN. Una solidez argumental que despliega en esta entrevista de José Antonio Méndez para el último número de La Antorcha, la revista gratuita editada por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

— Ha escrito Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios (Voz de papel) y en un año, se ha convertido en un auténtico superventas. En pleno siglo XXI: ciencia y fe, ¿son incompatibles?

—La ciencia y la fe nunca han sido incompatibles. Eso es un mito. Y como casi todos los mitos, es un mito interesado. Hay gente que está detrás de esa idea, un grupo de ateos que nos han intentado hacer creer que la ciencia está contrapuesta a Dios. Y también, probablemente, hay una «persona», el Maligno, que es quien quiere que nos alejemos de Dios y es la que instiga eso. Pero lo cierto es que, si nunca han sido ciencia y fe contradictorios, en los últimos cincuenta años hay evidencias suficientes como para decir que pensar lo contrario es, por lo menos, temerario.

— ¿Por qué es razonable creer en la existencia de Dios?

— Responderé al margen de las pruebas filosóficas que siempre llevaron a Dios. Porque cualquier persona que comprenda realmente cualquiera de las cinco vías de santo Tomás, no puede sino llegar a la conclusión de que existe Dios. Pero lo que la ciencia viene a demostrar, porque hay evidencias, y lo que la filosofía viene a demostrar o deja en evidencia, es que existe eso que llamamos Dios creador. Contrariamente a lo que muchos católicos creen, que Dios existe no es solo una verdad de fe. La propia Iglesia, en el número 36 del Catecismo, dice que se puede llegar al conocimiento cierto de la existencia de un Dios creador solo a través de la razón.

— Entonces, ¿qué le añade la fe a la razón?

— Fe es creer que Jesucristo es Dios. Fe es creer que hay un Dios uno, y tres personas a la vez. Pero creer en Dios creador no es necesariamente una verdad de fe; es una verdad que se puede alcanzar a través de la razón y de la ciencia. En los últimos cincuenta años, la cosmología, la física, las matemáticas, la biología y la química llevan necesariamente a la existencia de Dios. Es lo que yo llamo las nuevas cinco vías.


José Carlos González-Hurtado asegura que "creer en Dios creador no es necesariamente una verdad de fe; es una verdad que se puede alcanzar a través de la razón y de la ciencia"

— ¿Y cuáles son esas evidencias que hacen que sea más razonable creer en la existencia de Dios, que afirmar que Dios no existe?

— Vamos por partes. En física y en cosmología hay dos posibilidades: o el universo es eterno e infinito, o el universo no es eterno ni infinito. No hay otras posibilidades: o es eterno o no lo es. O es infinito o no lo es. Si el universo es eterno e infinito, no supone un problema para los que somos creyentes, pero tampoco supone un problema para el que es ateo, porque un universo eterno e infinito podría no necesitar a Dios. Es decir, la materia eterna podría no necesitar a Dios. Esa era la teoría prevalente hasta mediados del siglo pasado: lo que se llama el universo en estado estacionario. Pero a mediados del siglo pasado llega un astrónomo y físico belga, el padre Lemaître, sacerdote católico, y propone una teoría, que después se ha comprobado suficientemente como para ser parte del modelo cosmológico estándar, que es la que llamamos teoría del Big Bang.

— Se habla mucho de esto, pero ¿qué es exactamente la teoría del Big Bang?

— Lo que viene a decir es que el universo no es eterno, porque tiene un principio. Hace 13.700 millones de años (13.700.000.000), el universo tuvo un principio. Lo que implica que toda la materia, el tiempo y el espacio estaban comprimidos en un solo punto, que es lo que se llama la singularidad. En ese punto se creó todo: la materia, el espacio y el tiempo. Eso, necesariamente, nos dice que tiene que haber un algo, un alguien, eso que llamamos Dios, que no era ni espacial, ni temporal, ni material, que fue el que creó la materia, el espacio y el tiempo. La teoría del Big Bang deja al ateísmo con brocha y sin escalera, porque no tiene una explicación de cómo se creó el universo. Pero es que, además, sabemos que el universo también tendrá un final, con lo cual no solo no es eterno, sino que tampoco es infinito.

— Si el Big Bang habla del inicio, la segunda ley de la termodinámica habla de ese final del universo…

— Y fue otro católico, Boltzmann, quien desarrolló la segunda ley de la termodinámica, que predice que el universo material tal como lo conocemos tendrá «una muerte térmica». Esto también deja al ateísmo desarbolado, porque si el universo no es ni eterno ni infinito, necesariamente tiene que tener un principio.

José Carlos González-Hurtado junto a la portada de su libro

— Ya vemos cómo la física y la cosmología evidencian a Dios. Pero ¿desde las matemáticas?

— Hay otro señor, que se llama Hilbert, que a principios del siglo pasado propone la negación de los infinitos actuales, que viene a demostrar que el universo tampoco es infinito, porque desde la matemática lo que dice es que un infinito actual no puede existir. Si el universo fuera infinito, sería un infinito actual. Matemáticamente, demuestra que eso no puede existir, con lo cual, una vez más, la matemática dice lo mismo que la física y la cosmología. También está Gödel, un austríaco que probablemente es el matemático más importante de la historia de la humanidad, que propone los teoremas de incompletitud. Y a mí me sorprende que la gente no los conozca.

— Es que no son especialmente sencillos…

— Es verdad que son muy complicados, pero la conclusión necesaria de los teoremas de incompletitud de Gödel es que Dios tiene que existir, porque si Dios no existe, la aritmética, y, por tanto, la matemática, y, por tanto, la ciencia, no serían consistentes ni comprensibles. Gödel demuestra desde el punto de vista matemático que necesitamos a Dios para la consistencia de la ciencia.

— Más allá del cosmos, ¿se puede llegar a Dios a través del cuerpo humano?

— Sí. Porque después de la física, la cosmología y las matemáticas, están la genética y la biología. El Proyecto Genoma Humano terminó en 2004, prácticamente anteayer. Y también demuestra que el ADN del ser humano es un lenguaje, y detrás de cada lenguaje hay necesariamente una inteligencia. Para no ser yo quien lo diga, el director del Proyecto Genoma Humano era un señor que se llamaba Francis Collins, que es quizá el biólogo más importante actualmente vivo. Cuando empezó el proyecto, en 1990, era ateo. A mitad del proyecto se convirtió en teísta, y vino a decir: «He descubierto que tiene que haber Alguien que haya diseñado esto, porque hay un lenguaje». Al final del proyecto se bautizó y ahora forma parte del Consejo Asesor Científico del Papa. Es decir, que cuánta más ciencia, más Dios. Como decía Heisenberg, que también era el padre de la física cuántica, uno de los físicos más importantes que haya existido y un hombre muy religioso, el primer sorbo de la copa de las Ciencias Naturales te convertirá en ateo, pero al final del vaso, está Dios esperándote.

— Entonces, dentro del mundo científico, ¿quiénes son ateos?

— La gente que no ha estudiado mucho de ciencia o que no la ha practicado. En la sociedad científica norteamericana más importante preguntaron en qué creían los científicos. La inmensa mayoría son teístas o religiosos. El único sector de científicos que no son mayoritariamente teístas son los de más de setenta años, que además no han practicado ciencia: aquel que estudió química y luego se dedicó a aeromodelismo, o cosas así. Este tipo es el que tiende a no creer en Dios. Porque cuanta más ciencia, más Dios.

— No obstante, esto puede conducir a la idea de un Dios relojero, que pone en marcha el mundo y después se desentiende de él. ¿Es igual de razonable creer que el Creador no se desentiende de su obra?

— Yo diferencio tres niveles: uno es el deísmo, que, es decir: existe un Dios, ha creado el universo y se ha desentendido de él. Luego está el teísmo, que es creer en un Dios personal. Que sea un Dios personal no es que sea un Dios antropomórfico, con forma humana, sino, como decía Boecio, que tiene una inteligencia individual de naturaleza racional. Es decir, es un Dios con el que nos podemos relacionar. Y luego está la creencia religiosa: Dios se ha encarnado, es Jesucristo y ha venido aquí a salvarnos.

— ¿Qué es lo que nos asegura la ciencia?

— Las dos primeras cosas: existe un Dios personal, que cuida de su creación. La ciencia demuestra que existe un ser inteligente, omnisciente, que no es temporal, ni espacial, ni material, y que cuida de la creación, porque en cada momento de estos 13.700.000.000 de años en el que se ha dado una tesitura en que podía desbaratarlo todo, intervino para que no lo hiciera.

— ¿A qué se refiere?

— A que lo lógico y lo más probable es que el Big Bang hubiera terminado mal, en lo que se llama el Big Crunch. Hay más de doscientas leyes y constantes físicas que, si hubieran variado milimétricamente, ni tú ni yo estaríamos aquí. El universo no habría sido creado. ¿Por qué la velocidad de la luz es trescientos mil kilómetros por segundo en vacío? Porque es una constante. Si no fuera una constante, si no fuera esa velocidad, no estaríamos aquí. Pero lo cierto es que no hay ninguna razón para que eso sea así. Las constantes de la física son observables, no deducibles: se observan, pero no se pueden deducir. La constante cosmológica está afinada a ciento veinte dígitos. Esto significa ciento veinte veces 0,00000... y, al final, ciento treinta y ocho. Si esa constante cosmológica no fuera afinada a ciento veinte dígitos, sino ciento diecinueve o ciento dieciocho, y no fuera ciento treinta y ocho, sino ciento treinta y cuatro o ciento treinta y siete, el universo habría colapsado y no estaríamos aquí. Nadie en física piensa que la constante cosmológica está ahí por casualidad. Es imposible. Y no se deduce de nada. Esto es lo es importante.


José Carlos González-Hurtado afirma que "si quieres que tu hijo salve su alma, tienes que darle razones por las que creer"

— Hablemos de los multiversos, esa teoría tan en boga por Internet que dice que el nuestro es uno entre miles de universos posibles, que no tienen ninguna conexión con nosotros y de los que no sabemos nada…

— Eso es. Unos dicen que habría dos mil universos, otros dicen que doscientos mil… Pero es que eso no es una teoría científica. Como dijo en 2021 Polkinghorne, que es el físico británico más importante de este siglo XXI, eso no es ciencia: es metafísica, en el mejor de los casos. El tipo que ideó esa teoría era un ateo, que sufrió mucho en la vida y murió a los 51 años, alcoholizado, y que tenía un deseo de trascendencia. Pero claro, siendo ateo, decía: «si muero, dejo de existir, porque soy solo materia». E ideó un: «Bueno, yo voy a aparecer en otro multiverso». Es un señor que se llamaba Hugh Everett, que propuso esa teoría a Niels Bohr, premio Nobel, y Niels Bohr se rió de él y dijo, literalmente, que Everett era un idiota. Es una teoría muy buena para películas, pero no es ciencia. Solo existe un universo y es este universo.

— Así que, aunque esté de moda, ¿es anticientífica?

— La teoría del multiverso se ha inventado como un escapismo, para huir de la necesidad de que este universo afinado haya sido creado por Dios. Hay un señor que se llama Roger Penrose, que es Premio Nobel de Física del año 2020, que hace el cálculo de cuantos universos tendrían que existir para tener un universo como este. Y es de uno elevado a diez, elevado a diez, elevado a ciento veintitrés. Es un número tan inmenso que es imposible de calcular. Hubo un candidato al Nobel, Fred Hoyle, que decía que si metes en un hangar todas las piezas desmontadas de un Boeing 747, y viene un tornado, y el tornado ensambla todas las piezas de modo que el Boeing 747 esté dispuesto a despegar sobre el mismo tornado, las probabilidades de que eso ocurra son mucho mayores que las de tener un universo como el nuestro. Lo estadísticamente probable es que nuestro universo no existiera. Lo estadísticamente probable es que ningún universo hubiera creado vida. Y, sin embargo, aquí estamos.

— ¿Por qué es tan necesario insistir en la razonabilidad de la existencia de Dios?

— Esto es un dato del Pew Research, que trata de los millennials, pero que afecta igual a la generación Z y a los boomers. Sorprendentemente, la principal razón por la que los jóvenes abandonan la práctica religiosa, en un 82 %, no es porque estén en contra de tal dogma, porque el Papa les caiga mal, o porque su párroco sea malo. Lo que dice el 82 % es que piensa que ciencia y Dios están enfrentados. Lo vuelvo a decir: la principal razón para el 82 % de los jóvenes que abandonan la fe es que la ciencia desdice a Dios. Y lo irónico es que nunca ha habido tantas pruebas como ahora. Además, más de un 60 %, dice: «si tú quieres que yo crea, dame pruebas». Por eso, cuando mis amigos católicos me dicen que no hace falta probar que Dios existe, les digo que sí es necesario.

— Así que las pruebas, o los indicios científicos, son también un modo de evangelizar…

— Si quieres que tu hijo salve su alma, tienes que darle razones por las que creer. Y, de hecho, el Catecismo las llama «pruebas» en el número 31. Tú llámalo evidencias, llámalo guías, o como quieras, pero dáselas. Porque si lo que te están pidiendo es eso, entonces la principal razón por la que la gente se aleja de la práctica religiosa es por un error inmenso. Nadie quiere parecer tonto, y por alguna extraña razón, se ha dado esa idea, también intencionada, de que creer en Dios es de tontos. Por eso hay que recordar que más del 95% de los premios Nobel de Ciencias en los últimos cien años eran teístas o religiosos, es decir, menos del 5% de los premios Nobel de Ciencias, Física, Química, Fisiología y Medicina eran ateos o agnósticos. En los Nobel de Literatura de los últimos cien años, el 35 % eran agnósticos o ateos. Lo digo de broma, pero ser ateo es de letras, no de ciencias. Y desde luego, creer en Dios, es mucho más razonable que ser ateo.