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viernes, 25 de octubre de 2024

Niccolò Reale, ateo y «blasfemo en serie», se ha hecho católico hablando de ciencia y fe y leyendo a San Agustín: «Encontré los sacramentos, la Eucaristía, el Bautismo, la adoración eucarística y seré seminarista»

Niccolò, ante las reliquias de San Agustín en la basílica de San Pedro in Ciel d'Oro en Pavía (Italia), donde se conservan / Foto: Instagram @summacognitio

* «Una noche discutía -lo hacía a menudo- con mi amigo Christian, que entonces era cristiano evangélico, de ciencia y fe. Fue una discusión, un debate en el que él estaba mucho mejor preparado que yo y salí de allí cambiado, volví a casa con ganas de abrirme a Dios… Cuando empecé a leer las primeras palabras de San Agustín, pensé: ‘Así que los católicos también creen en Dios …’. Me fascinó esta figura, seguí meditando sobre su vida y sus obras, anotando sus citas. Estaba descubriendo a un hombre que hablaba de Dios como no había oído hacer a nadie. También tenía una historia parecida a la mía... con una juventud alejada de la fe, vivida en el mundo»

Camino Católico.- Su nombre es Niccolò Reale, pero en Instagram es conocido como Summacognitio y a quienes aterrizan en su perfil, casi catorce mil seguidores, les dice: "Siempre he sido anticatólico, tanto durante mi ateísmo como después de mi conversión al protestantismo. Mi forma típica de evangelizar consistía, en primer lugar, en atacar a la Iglesia católica. Pero, en realidad, nunca había profundizado en lo que realmente decía el catolicismo". 

Sólo tiene 26 años, pero su vida está llena de giros, game changer, como los llaman hoy, sliding doors, encuentros o momentos que de repente cambian el curso de una historia que parecía ya escrita. Toscano, ingeniero químico, nacido en 1998, Niccolò es hijo único de una familia "católica no practicante" que se desmorona cuando él es aún muy pequeño. Se queda a vivir con su madre y la mujer, tras la separación, mira al cielo y poco a poco se acerca al cristianismo ingresando en la Iglesia Evangélica Pentecostal, y en esa fe cría a su hijo. Niccolò, aún así, como muchos jóvenes de su edad, se considera autosuficiente, plantea como superflua cualquier conversación sobre Dios y más aún, lo ve como opuesto a la ciencia y a esa razón que quiere convertir en el eje de su vida. 

Raffaella Frullone le ha entrevistado en el número de octubre de Il Timone y lo ha traducido Verbum Caro en Religión en Libertad:

-Si tuvieras que fijar un primer punto de inflexión, en tu vida, ¿dónde lo colocarías?

-En enero de 2019. Por aquel entonces, no solo me declaraba ateo, sino que era un blasfemo en serie. Una noche discutía -lo hacía a menudo- con mi amigo Christian, que entonces era cristiano evangélico, de ciencia y fe. Fue una discusión, un debate en el que él estaba mucho mejor preparado que yo y salí de allí cambiado, volví a casa con ganas de abrirme a Dios y al día siguiente volví a la iglesia, a la iglesia evangélica, por supuesto, a la que tanto había ido de niño con mi madre, y a partir de ahí empecé de nuevo a escribir, a hacer apologética, tenía mucho interés en que mi fe estuviera enraizada en la razón. En ese momento empecé a desarrollar el deseo de compartir lo que estaba viviendo, mi fe, los dones que había recibido. Y así abrí mi perfil de Instagram; era el año 2022. 

-¿En ese momento cómo veías a los católicos?

-Como a personas bajo el yugo de la ley, de la idolatría, de María, de los santos. A ellos también me dirigía con mi página, tenía la idea de contribuir a su conversión: como recién convertido quería devolver a mis hermanos católicos al lugar donde yo creía que había verdadera fe, la Iglesia evangélica.

Niccolò Reale, en una entrevista 'on line' sobre su conversión

Así que ni siquiera dudé en atacar al catolicismo, al que presenté como una secta que se había inventado un montón de cosas, mi intención era simplemente desmontarlo pieza a pieza, para mostrar el engaño. 

-Y aquí entra en tu vida nada menos que San Agustín, si no me equivoco...

-En diciembre de 2020 fui a un mercadillo de segunda mano, cosa que hacía a menudo, a buscar libros filosóficos; pero me topé con las Confesiones y pensé que era un volumen sobre la práctica de la confesión, la que hacían los sacerdotes católicos; sólo costaba un euro y pensé que era una herramienta que podía desmontar con provecho.

Sin embargo, no lo leí inmediatamente, sino más de un año después. Cuando empecé a hojearlo y a leer las primeras palabras, pensé: "Así que los católicos también creen en Dios ...". Me fascinó esta figura, seguí meditando sobre su vida y sus obras, anotando sus citas. Estaba descubriendo a un hombre que hablaba de Dios como no había oído hacer a nadie. También tenía una historia parecida a la mía... con una juventud alejada de la fe, vivida en el mundo. En ese momento me convencí de que Agustín era prácticamente un protestante.

Niccolò, venerando las reliquias de San Agustín en la basílica de San Pedro in Ciel d'Oro en Pavía (Italia), donde se conservan / Foto: Instagram @summacognitio

Pero mientras tanto, cada vez llegaban más católicos a mi página, así que opté por un "giro ecuménico", opté por limitar los ataques a la Iglesia católica y crear un ambiente en el que se hablara de fe, pero en el que todo el mundo pudiera sentirse como en casa. 

-Es entonces cuando llega, de nuevo, un punto de inflexión, en el tren.

-Así es; delante de mí había un hombre hablando por teléfono, hablaba de un funeral. Me quedé impresionado y decidí acercarme a él: "Siento haber escuchado su conversación, me he enterado de este duelo, pero ¿usted cree en Dios?", "Soy sacerdote", me contestó. Y entonces le dije que yo era evangélico, e intercambiamos números de teléfono. 

-Pero este tampoco fue el último 'turning point' ....

-No, exacto. Algún tiempo después hice un ayuno, el ayuno de San Daniel: es un ayuno que se hacía en mi iglesia y era bastante exigente y serio, duraba tres semanas y la última semana prácticamente sólo se comían verduras; yo no comía verduras y me alimentaba de escritura. Estás llamado a rezar mucho, ese es el verdadero alimento, de lo contrario no tiene sentido, y también a leer mucho y, por supuesto, yo leía a Agustín, el Comentario al Evangelio de San Juan, y en un momento determinado el santo se dirige a quienes están fuera de la Iglesia católica, así que de hecho me estaba hablando a mí. Con verdad y caridad juntas.

Niccolò empezó a mirar a Roma con otros ojos tras leer a San Agustín. Foto: Instagram @summacognitio

Esas palabras fueron para mí una epifanía. Poco a poco sentí el deseo de empezar de cero, de releer a los Padres de la Iglesia sin un filtro protestante, y allí encontré los sacramentos, la Eucaristía, el Bautismo, el primado de Roma... Pero está claro que la nuestra es una religión de la carne, no basta con un libro. Y así fue como volví a contactar con el sacerdote del tren, el padre Sergio. Allí comenzó mi andadura católica, encontré una sacralidad que no había experimentado antes, los sacramentos, la adoración eucarística. 

-Entonces se acaban los golpes de efecto.

-No, en realidad no, siempre he querido dedicar mi vida a Dios y en octubre, después de un proceso de discernimiento, comenzaré mi andadura en el seminario. 

-Ahora tu página de Instagram se ha convertido en una voz que habla de tu fe católica, a menudo te diriges a los protestantes, ¿no te parece que hay un poco de timidez en la casa católica, en esto?

-Sí, mi modelo sigue siendo el santo de Hipona, que por un lado amonestaba a quienes seguían las herejías, y por el otro, con caridad, sólo tenía el objetivo de volver a traer las almas a casa. Y a eso estamos llamados todos hoy.

Traducción de Verbum Caro.