* «Realmente ahora veo en perspectiva y me doy cuenta de todos los milagros que ha hecho y sigue haciendo el Señor conmigo. Me ha traído hasta la casa de nuestro padre San Francisco de Sales para conocer y vivir la mansedumbre y humildad que Él mismo nos enseñó. La vida de oración, los sacramentos y el amor en el servicio a los demás es lo que más me ha ayudado y aún hoy sostiene en mi relación con el Señor. El Señor me ha dado la gracia de valorar aún más el poder de la oración, esa que muchas veces queda relegada respecto a la acción, pero que tan necesaria es. Porque es verdaderamente el corazón que mantiene viva a toda la Iglesia»