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miércoles, 26 de marzo de 2008

La maldición convertida en bendición / Autor: Jean Vanier

Publicamos la carta de Jean Vanier escrita en Enero de 2008, como colofón al tiempo de Navidad. Sin embargo, la unción, la sabiduría y la escucha de Dios del fundador de las Comunidades del Arca, la hacen actual. Cristo ha resucitado y quiere hacerlo todo nuevo. Quiere convertir nuestro lamento en danza.

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Queridos amigos,
En octubre pasado, durante un retiro que daba en Lituania para los grupos de Fe y Luz y para los que desean integrarse al Arca, una mamá dio un testimonio muy conmovedor. Cuando su hija nació, con discapacidad, creyó que era una maldición. Hubo momentos en que deseó ya no vivir más cuando las observaban a ella y a su hija con curiosidad y a veces con repulsión en el transporte público. Pero un día, entró en una iglesia donde vio a un grupo de personas felices, algunas de ellas discapacitadas, que se reían y bailaban. Era una de las comunidades de Fe y Luz.

Poco después decidió unirse a Fe y Luz y lo que en algún momento le pareció una maldición, se convirtió en una bendición. Para muchos padres, la discapacidad de sus hijos les parece una maldición. Para muchas personas en nuestro mundo la vida puede parecer una maldición. ¿Qué se necesita para que una maldición se convierta en una bendición? ¿No esacaso la pregunta que nos hacemos cada uno de nosotros?¿Cómo podemos ayudar a la creación de comunidades que puedan convertirse en fuente de bendición para quienes sienten que son presa de la maldición?

Escuchamos hablar cada vez más de las maldiciones que corren el riesgo de afectar a nuestro planeta: maldiciones ecológicas y climáticas, terrorismo y guerras. Parece que estos riesgos siguen en aumento con el desarrollo industrial de China, de la India y de muchos otros países que quieren recuperar el atraso económico. Van a necesitar mucho petróleo (¡China está creando 40 aeropuertos nuevos!) Y todo ese petróleo va a producir cada vez más gas carb
ónico... existe una especie de carrera desenfrenada por el desarrollo que corre el riesgo de llevar a la humanidad a la peor crisis que jamás haya vivido... ¿una maldición?

¡Hélène Elsida, profesora de Economía y Teología, decía recientemente en una conferencia pública que esta crisis podría ser una gran oportunidad para la humanidad! Que esta maldición podría convertirse en una bendición. Ella decía que la carrera por tener “más”: más energía, más dinero, más fuerza, más competencia, más producción, nos va a llevar “directo a la ruina”. La solución no consiste en buscar “menos”: menos producción, menos salarios etc., sino en encontrar juntos soluciones nuevas para lograr más humanidad. No sabemos cuáles serán estas soluciones, pero es seguro que no serán fijadas con anterioridad por gente poderosa. Será algo completamente nuevo, nacerán de un diálogo donde ninguno buscará defender sus propios intereses sino únicamente el bien de la humanidad. Juntos, sin buscar la competencia ni la lucha, sino el diálogo y la búsqueda en común, encontraremos las soluciones... las soluciones de paz.

Esta solución implicará menos rapidez y movilidad, y más interioridad; menos consumo y más relaciones; menos técnica y más humanidad; menos dispersión y más unidad; menos competencia y más comunidad; menos individualismo y más sentido de compartir y de vida juntos.
Un nuevo año comienza. Es un tiempo en el que queremos vivir la paz. Celebramos el nacimiento de un niño, el nacimiento del Niño. El niño tan débil, tan vulnerable, sin sistema de defensa, pero amado y protegido por el amor de sus padres. Es necesario escuchar a este niño que se maravilla y contempla, que nos enseña a jugar, a reír, a celebrar, a bailar, a relajarnos, a amarnos, a hacernos regalos, a abrazarnos. Nos enseña la ternura y la confianza, nos enseña la humildad. Creemos juntos un mundo de niños y por los niños donde exista menos competencia y más celebración y baile. Jesús nos dice que para entrar en el Reino de los Cielos debemos ser como los niños. Nos dice también que si acogemos a un niño en su nombre, acogemos a Dios mismo. ¡Sí, los niños tienen mucho que enseñarnos! Formemos parte del juego de los niños, entremos en su baile para contemplar, amarnos y rogar juntos por nuestro Padre de los Cielos.

Hélèna Elsida decía: menos movilidad onsumo y más relaciones. Me siento feliz de estar en El Arca en mi hogar, de celebrar la vida juntos. Ya hace más de 43 años que vivo en Trosly: es mi lugar, mi tierra, mi comunidad, aunque haya viajado mucho durante toda mi vida. Sin duda, muchas cosas han cambiado externamente en El Arca. Vivimos en un mundo que valoriza el cambio, siempre es necesario renovar: nuevas máquinas, algunas veces (socios) parejas nuevas, nuevo..., nuevo... nos aburrimos con lo viejo.
Pero la parte fundamental de la comunidad perdura: la alegría de las relaciones que continúa desde hace 20, 30, 40 años. El Arca es un lugar de alianza, de fidelidad, de celebración, de vida juntos. ¿No es ahí donde se encuentra la bendición?
Dios se esconde en los niños, en esas relaciones de ternura y fidelidad, y en la comunidad que celebra. Es tan vulnerable, tan amoroso, tan humilde ante nuestra libertad. Dios es siempre nuevo, Él todo lo crea.
Me llenan de satisfacción las comunidades del Arca y Fe y Luz y muchas otras comunidades que se interesan con amor en las personas diferentes y frágiles. Que este año sea para todos un año de bendición.
Me gusta citar este pequeño extracto de Tagore y quisiera que sea verdadero para mí.

Te agradezco Señor porque mi recompensa es estar con los excluidos que sufren y que cargan con el peso del poder y ocultan sus caras, acallando sus sollozos en la oscuridad. Ya que cada latido de su dolor ha palpitado en la profundidad secreta de la noche y cada insulto ha sido contenido en tu gran silencio.

Y el mañana les pertenece.

¡Oh! Sol eleva sobre ti los corazones que sangran, y que broten en flor de la mañana.

(Tagore, “canasta de flores”)

Doy gracias por la bendición de mi vida, doy gracias por esta comunión entre nosotros que me da vida y esperanza. Me siento inmensamente feliz en el Arca y Fe y Luz. Gracias por sus deseos, gracias por sus oraciones y por esta comunión que me ayudan y me llenan de alegría.

Oren por mí, para que pueda continuar por este camino que Jesús me ofrece.
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Fuente: Comunidades del Arca

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