* «Hay que arriesgarse, aunque muchas veces tenga consecuencias difíciles, pero el que no se arriesga, no ama, creo yo… Jesús en el Evangelio de Juan nos dice que el demonio es el padre de la mentira y yo diría que en el hoy de la Iglesia una forma de expulsar los demonios es ser fieles a nuestro compromiso con la verdad porque Jesús es la verdad (…) Vale decir vivir la propia vocación, sea matrimonial o sacerdotal, en verdad. Eso implica reconocer nuestra finitud y nuestros límites (…) Creo que el demonio quiere ocultar la verdad (…) La situación de los abusos no debería haber ocurrido nunca y es una realidad que debemos sanar pero con la verdad»
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