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Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

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viernes, 18 de enero de 2008

Científicos aprueban un milagro atribuido a la intercesión del periodista Lolo / Autora: Miriam Díez i Bosch


Entrevista con el postulador, monseñor Rafael Higueras

ROMA, jueves, 17 enero 2008 (ZENIT.org).- En la mañana del jueves una comisión de cinco médicos, por encargo de la Congregación para las Causas de los Santos, reconoció como «científicamente inexplicable» lo que se considera que es un milagro atribuido a la intercesión del laico Manuel Lozano Garrido, conocido entre sus amigos como Lolo, periodista e inválido.

El dictamen médico constituye un paso decisivo hacia la beatificación. Ahora este caso será analizado por la comisión de teólogos y luego la de cardenales.

Benedicto XVI aprobó el 17 de diciembre la publicación del decreto que reconoce las virtudes heroicas de este español, que vivió buena parte de su vida (1920-1971) en una silla de ruedas y los últimos años quedó ciego y paralítico.

Visiblemente emocionado, el postulador, que vio morir entre sus brazos a este laico de Linares (Jaén), ha concedido esta entrevista a Zenit en la que explica cómo vivió su enfermedad este periodista que había formado parte de la Acción Católica y que creó grupos de oración en monasterios que rezaban --y rezan todavía-- por los comunicadores.

--Lolo ya era un modelo de virtudes. Hoy médicos han considerado científicamente inexplicable lo que muchos consideran un milagro atribuido a su intercesión.

--Don Rafael: Pues sí, hoy hace un mes justo se declararon las virtudes heroicas de Lolo. En esa ocasión, el Papa nos recibió a los postuladores y ese mismo día firmó el decreto de virtudes heroicas de Lolo.

Es praxis de la Iglesia que nunca se estudie un milagro si antes no se ha reconocido la vida y virtudes de la persona. Hoy se ha reunido la consulta médica y ha dado su voto positivo.

Ahora queda por reunir a una comisión los teólogos para que analicen si este científicamente inexplicable ha tenido por invocación a Dios a través de la intercesión de Lolo, y que no hay otras razones además para la inexplicabilidad de la curación. Después los cardenales volverán a estudiarlo. Solo después el Papa puede firmar el «sí» al milagro.

--¿Cuál ha sido el milagro?

--Don Rafael: El milagro, ahora ya se puede decir, es la curación del niño Rogelio de Haro Sagra de fallo multiorgánico por sepsis a Gram negativos (1972). Era un niño de un año y medio en el año 1974 (en el 1971 murió Lolo). Tiene apendicitis, peritonitis, lo operan, se le complica, le tienen que extirpar metro y medio de intestino. Se le complica la situación con vómitos. El abuelo lleva la mortaja para enterrarlo en el pueblo natal. Le ponen el crucifijo de Lolo y a los tres o cuatro días estaba en su casa.

No es un milagro momentáneo, es un milagro «quadmon», es decir, la terapia aplicada no es suficiente para obrar el fruto. Hoy es un gran mocetón y un árbitro de tenis y ha testimoniado.

--«Lolo sacramento del dolor», qué bonito: ¿quién lo dijo?

--Don Rafael : Es una frase preciosa del hermano Roger de Taizé. En una visita que hizo recién concluido el Concilio Vaticano II, Concilio que Lolo siguió día a día. El fundador de la comunidad ecuménica le visitó y cuando vio su figura esquelética, sin ningún movimiento, ciego y que sin embargo, era de esa productividad en escritos y productividad apostólica, no tuvo más remedio que decir que era «un sacramento del dolor».

--¿Qué hubiera dicho Lolo ante la mentalidad pro-eutanasia?

--Padre Rafael: Lolo era un enamorado de la vida, tan enamorado que hablaba de cualquier cosa, de lo que pasaba en la calle y jugando los niños; de lo que pasaba en la ciudad por la situación minera de Linares...

Lolo era un defensor de la vida. Él sabía que en cualquier momento podía morir, pero que siempre tenía que estar haciendo lo que en sus manos estuviera para servir en el dolor, durara lo que le durara.

viernes, 11 de enero de 2008

Respuesta vaticana al drama de los niños del Sida: «El Buen Samaritano» / Autora: Marta Lago


Entrevista al presidente de la Fundación, el cardenal Lozano Barragán

ROMA, enero 2008 (ZENIT.org).- En el mundo dos millones y medio de niños afectados de Sida (el 90% se concentran en África subsahariana) esperan una respuesta que les permita vivir; la Fundación «El Buen Samaritano», con sede en el Vaticano, trabaja como promotor y puente de ayudas que necesitan con carácter permanente y urgente. Los fármacos que les dan esperanza de vida cuestan 12,5 euros al mes.

Así lo confirma su presidente, el cardenal Javier Lozano Barragán, en esta entrevista concedida a Zenit, en la que recuerda el origen de «El Buen Samaritano», constituida por el Papa Karol Wojtyla en 2004 --y confirmada por Benedicto XVI-- con personalidad jurídica pública, canónica y civil.

Su finalidad es el sostenimiento económico de los enfermos más necesitados, con particular atención a los de Sida [en todo el mundo la cifra estimada se aproxima a los 36 millones de casos]. La Fundación está confiada al Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud -la gobierna un Consejo de Administración según sus respectivos estatutos--. Preside ambas realidades el cardenal Lozano Barragán.

Alienta la labor de la Fundación el llamamiento que lanzó Benedicto XVI en vísperas de la Jornada Mundial --del pasado 1 de diciembre-- contra el Sida.

Exhortó «a todas las personas de buena voluntad a multiplicar los esfuerzos para detener la difusión del virus HIV, para contrarrestar el despacio que frecuentemente golpea a los que los afectados y para atender a los enfermos, especialmente cuando aún son niños».

--¿Cómo se gestó «El Buen Samaritano»?


--Cardenal Javier Lozano Barragán: Preguntaron hace bastante tiempo a Juan Pablo II: «¿Qué está haciendo la Iglesia por los enfermos de Sida?». Entonces Juan Pablo II me dijo: «Encárguese usted de responder a ese interrogante». Existe un fondo mundial, el Fondo Global para combatir las enfermedades del Sida, la tuberculosis, la malaria; en aquella época su presidente era un católico, Thomas Thompson. Me dijo que promovían una campaña en todo el mundo, que contaban con unos 15 mil millones de dólares para resolver estos problemas, y propuso que nos ayudáramos recíprocamente. Me pareció adecuado. Dos años después -incluso se había cambiado ya de presidente-- me di cuenta de que el Fondo Global quería todo menos ayudar a la Iglesia católica.

Comprobé que el 27% de las instituciones que se dedican en todo el mundo a atender a los enfermos de Sida son católicas -con el dinero de la caridad--; el 44% pertenece a los gobiernos -instituciones financiadas con los impuestos--, el 11% a Organizaciones No Gubernamentales y un 8% a otras confesiones religiosas.

Las instituciones católicas forman, digamos, el principal «socio», pero no se quiere reconocer, entre otras cosas porque se dice que la Iglesia católica es «promotora» del Sida -una acusación banal- porque no permite el preservativo. Perdí el tiempo dos años detrás del Fondo Global. No conseguía absolutamente nada, a pesar de la buena voluntad de Thomson.

Después recibí otra propuesta: del «Leadership Fund», de parte de los EE. UU., que también se presentaba con unos 15 mil millones de dólares para ayudar a los enfermos de Sida en el mundo. Cuando acudí a Nueva York a ultimar las cosas constaté que se pretendía subordinar en cierta forma la Santa Sede a tal Fondo, no tanto para ayudar a los enfermos como para tener cierto control sobre ese 27% integrado por instituciones católicas. Fue una tergiversación de lo que se me había propuesto anteriormente. Ahí terminó todo.

Junto al cardenal Angelo Sodano, entonces secretario de Estado, me pregunté: si somos unos mil doscientos millones de católicos en el mundo, ¿por qué vamos mendigando ayudas donde no nos las quieren dar? ¿Por qué no fundamos una institución precisamente para ayudar a los enfermos de Sida más necesitados? Planteamos la idea a Juan Pablo II y la aprobó; surgió así «El Buen Samaritano» como Fundación. Y elegimos el nombre «El Buen Samaritano» porque es el que ayuda al enfermo más desprotegido, que es Cristo mismo en último término.

--¿La Fundación «El Buen Samaritano» canaliza toda la ayuda de la Iglesia por los enfermos del Sida?

--Cardenal Javier Lozano Barragán: En absoluto. La Fundación «El Buen Samaritano» promueve, orienta y coordina -hasta cierto punto-- las ayudas que se dan en toda la Iglesia y que brindan diversas organizaciones. Pensemos en el caso de Mozambique, donde está trabajando la Comunidad de San Egidio; allí no entramos. Actuamos donde nadie lo hace. Por eso animamos a las organizaciones de ayuda a los enfermos de Sida; les pedimos que se activen, incluso hasta hacer inoperante «El Buen Samaritano». Y si las organizaciones cubrieran todo, sería magnífico. Nuestra función es subsidiaria. Donde las instituciones no llegan, entonces sí entra la Santa Sede con la Fundación «El Buen Samaritano».

--¿Cómo concreta la Fundación sus objetivos? ¿Cómo detecta las necesidades más apremiantes?

--Cardenal Javier Lozano Barragán: Tenemos una forma peculiar para detectar las necesidades que existen en el mundo. Por un lado contamos con las estadísticas y conocemos los países que registran más enfermos de Sida y sus recursos, también de tipo gubernamental. Y así podemos dirigirnos a los países más pobres. En estos, nuestros interlocutores son los obispos, la Conferencia Episcopal. Les ofrecemos nuestra ayuda y nos confirman cuáles son las necesidades más apremiantes.

Puesto que tenemos pocos fondos, se deben administrar con mucha cautela. Cuando un obispo, por ejemplo, nos propone un caso concreto, le pedimos que se dirija al nuncio: éste debe aprobar la petición y ponerse en contacto con nosotros. Ello facilita mucho el proceso de ayuda; carecemos de burocracia. Los fondos los ingresamos en el «Instituto para las Obras de Religión», el I.O.R. [de la Santa Sede. NdR]. Los nuncios a su vez tienen sus fondos en el I.O.R. Si llega de Ghana la petición de una suma determinada, simplemente hacemos la transferencia de la cuenta de «El Buen Samaritano» a la del nuncio de Ghana. Basta con avisarle por teléfono de que se le ha enviado la suma para utilizarla en la necesidad que indicamos.

De igual forma, al carecer de una cantidad sustancial de fondos, nos dedicamos a suministrar antirretrovirales, o sea, medicinas. En alguna ocasión me han criticado diciendo que lo más importante es la prevención. Y estoy de acuerdo. Pero si, por ejemplo, encuentro a alguien muriéndose en la carretera, no le voy a leer el Código de la Circulación; lo que tengo que hacer es llevarle al hospital inmediatamente. Es lo que procuramos: atender al que está muriéndose; es la máxima prioridad. En el orden lógico, es prioritaria la prevención. En el orden real, es ayudar al que está en situación urgente. Y por eso nos centramos en los antirretrovirales. Si llegado un punto tenemos tales fondos que podemos hasta construir centros para enfermos de Sida, para los huérfanos, será estupendo; pero en este momento nuestros fondos no nos permiten llegar a esas necesidades.

--¿Qué aportaciones integran los fondos de «El Buen Samaritano»?

--Cardenal Javier Lozano Barragán: La fuente es toda la Iglesia católica; solicitamos a todos los países, a todos los episcopados, a todos los fieles, que nos ayuden. Y damos los datos necesarios para hacer llegar sus donativos.

Nosotros somos un puente. De acuerdo con el precio inferior que hemos podido conseguir de un laboratorio -cuyo nombre evito, por razones comerciales--, 217 dólares estadounidenses [unos 150 euros. NdR] por paciente al año, una persona nos hace llegar determinada suma a nuestra cuenta del I.O.R. o la transferimos ahí. Cuando recibimos una petición de determinado lugar --especialmente de África--, esa cantidad la enviamos para cubrir la necesidad específica a través del nuncio; la ayuda se convierte inmediatamente en medicina. El laboratorio del que hablé tienen filiales en muchísimas partes del mundo y el compromiso de darnos el tratamiento por paciente y año. En el lugar de que se trate enviamos a la persona que lo requiere al laboratorio designado o al punto farmacéutico correspondiente. Pedimos a los beneficiados el recibo y comprobamos el uso adecuado de los fondos.

--En líneas generales, ¿en qué se traducen los antirretrovirales para el enfermo?

--Cardenal Javier Lozano Barragán: En la prolongación de la vida. El nuncio en Ghana nos hablaba hace unos meses de un pequeño hospital donde había cincuenta muertos al mes; después de la ayuda de «El Buen Samaritano» con los antirretrovirales se registran solamente dos decesos al mes. Se potencian las defensas del organismo y se gana vida hasta donde el avance de la medicina lo permite.

--En lugar de una Jornada o de una Campaña especial de recogida de donativos, «El Buen Samaritano» sencillamente aprovecha el tiempo de Adviento y de Navidad para una sensibilización. Este año ha alertado especialmente del caso de los niños: ¿son los grandes olvidados del drama del Sida?

--Cardenal Javier Lozano Barragán: Nos estamos fijando en los enfermos de Sida más necesitados, y los más necesitados son los niños. Es tremenda la tragedia de los pequeños huérfanos o ya afectados por el Sida. Recientemente en Uganda, en Kilongo, en la frontera con Sudán, me reuní con una cantidad enorme de personas enfermas de Sida. El superior de la misión del hospital de Kilongo me presentó a cincuenta niños --todos de menos de diez años de edad, todos huérfanos del Sida-- para que les hablara, para infundirles confianza, para enviarles nosotros los medicamentos y que así puedan ir a la escuela y llevar una vida más o menos normal.

El problema de los huérfanos es horrible: los jóvenes padres de estas nuevas generaciones han muerto; ahora los niños pasan a la casa de los abuelos, y estos no tienen capacidad física ni emocional para mantenerlos en todas sus necesidades. No es raro encontrar en una familia diez o quince niños por lo menos. Y los abuelos renuncian a ocuparse más que de dos o tres. «¿Y los demás qué hacen?», pregunté; «¿a la selva?». Pues sí: como los animalitos, y ya se verá qué les sucede.

Estamos ante una tragedia inminente: hay cerca de dos millones y medio de niños huérfanos y afectados de Sida en África en este momento.

Los donativos que recibimos proceden de católicos; también se suman personas de buena voluntad. Tampoco nosotros preguntamos a un enfermo cuál es su credo para ayudarle.

No se trata de campañas con un plazo determinado. Igual que, desgraciadamente, no hay una fecha para contagiarse de Sida, tampoco hay una fecha para recibir ayudas. El contagio es crónico, permanente. Así que la ayuda también debería ser crónica, permanente.

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Formas de envío de donativos a la Fundación «El Buen Samaritano» en cualquier momento del año:

-- Cheque Bancario Internacional a nombre de: «Cardenal Javier Lozano Barragán, presidente de la Fundación El Buen Samaritano, Ciudad del Vaticano».

-- Transferencia bancaria a la cuenta corriente del «Instituto per le Opere di Religione - I.O.R.» de la Santa Sede a nombre de la «Fundación El Buen Samaritano, Ciudad del Vaticano»: cuenta nº 14825.008 (para donativos en euros); cuenta nº 14825.007 (para donativos en dólares estadounidenses).

La recepción, estudio y aprobación de proyectos de ayuda en este campo competen al Consejo de Administración de la Fundación «El Buen Samaritano», cuya sede está en el

Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud (http://www.healthpastoral.org/)

Palazzo S. Paolo

00120 Ciudad del Vaticano

Teléfono: +39.06.69883138

Fax: +39.06.6988.3139

E-mail: goodsamaritan@hlthwork.va ;
opersanit@hlthwork.va

Las oficinas está situadas en:

Via della Conciliazione, 3

00193 Roma