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sábado, 13 de diciembre de 2025

P. Roberto Pasolini en la 1ª meditación de Adviento ante el Papa: «La vida reflorece solo cuando reconstruimos el cielo, en la medida en que ponemos a Dios en el centro»

 


* «El mal no debe ser simplemente perdonado: debe ser borrado, para que la vida pueda finalmente florecer en su verdad y en su belleza. Cada día borramos muchas cosas, sin sentirnos culpables y sin cometer mal alguno. Borramos mensajes, archivos inútiles, errores en un documento, manchas, rastros, deudas. Muchos de estos gestos, de hecho, son necesarios para hacer madurar nuestras relaciones y hacer el mundo habitable. Borrar quiere decir abrirse a Dios a partir de la propia fragilidad y permitirle a Él sanar»    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la la 1ª meditación de Adviento del P. Roberto Pasolini ante el Papa León XIV 


Camino Católico.- “No viandantes perdidos” sino “centinelas que, en la noche del mundo, mantienen humildemente la confianza” para ver surgir la luz “capaz de iluminar a todo hombre”. El Padre Roberto Pasolini, predicador de la Casa Pontificia, acompaña en un recorrido en el que el tiempo de Adviento se convierte en ocasión para ser “peregrinos hacia una patria”, en un camino marcado por la esperanza y que tiene como horizonte la salvación.



La primera meditación de las tres previstas sobre el tema: “Esperando y acelerando la venida del día de Dios”, desarrollada el viernes 5 de diciembre en el Aula Pablo VI con la participación del Santo Padre León XIV, se centra en la Parusía del Señor e introduce en un tiempo singular: la conclusión del Jubileo de la esperanza. “El Adviento –subraya el religioso capuchino– es el tiempo en que la Iglesia reaviva la esperanza, contemplando no solo la primera venida del Señor, sino sobre todo su regreso al final de los tiempos”. Es el momento en el que se está llamado a “esperar y al mismo tiempo a apresurar la venida del Señor con una vigilancia serena y laboriosa”.



Darse cuenta de la gracia de Dios


“Parusía” es un término que el evangelista Mateo usa 4 veces en el capítulo 24 con un doble sentido: “presencia” y “venida” y Jesús compara la espera de su venida con los días de Noé antes del diluvio universal. Días en que la vida transcurría normalmente y en que solo Noé construyó el arca, instrumento de salvación. Su historia remite a preguntas necesarias para comprender de qué debe darse cuenta el hombre de hoy.


Ante desafíos nuevos y complejos, “la Iglesia está llamada a permanecer como sacramento de salvación en un cambio de época”. “La paz –enfatizó el Padre Pasolini– sigue siendo un espejismo en muchas regiones mientras las injusticias antiguas y las memorias heridas no encuentran sanación, mientras que en la cultura occidental se debilita el sentido de la trascendencia, aplastado por el ídolo de la eficiencia, la riqueza y la técnica. El advenimiento de las inteligencias artificiales amplifica la tentación de un humano sin límites y sin trascendencia”.



El misterio de un Dios que tiene confianza en el hombre


Darse cuenta no es suficiente, se necesita reconocer “la dirección en la que el Reino de Dios sigue moviéndose dentro de la historia”, volviendo a la capacidad profética del Bautismo. Darse cuenta de la gracia de Dios, “aquel don de salvación universal que la Iglesia celebra y ofrece humildemente, para que la vida humana sea aliviada del peso del pecado y liberada del miedo a la muerte”. Una gracia a la que los ministros de la Iglesia no pueden acostumbrarse, arriesgando a volverse tan familiares con Dios que lo den por sentado. Darse cuenta por lo tanto del misterio de un Dios que “continúa permaneciendo ante su creación con confianza inquebrantable, en la espera de que los mejores días puedan –y deban– aún venir”.



Borrar el mal


El predicador de la Casa Pontificia recuerda que para reencontrar el rostro de Dios que acompaña a “su creación herida” es necesario recurrir al relato del diluvio universal cuando el Señor ve el mal en el corazón del hombre. Un mal que no se supera cambiando, evolucionando porque la humanidad no solo necesita realizarse sino salvarse. “El mal no debe ser simplemente perdonado: debe ser borrado, para que la vida pueda finalmente florecer en su verdad y en su belleza”.


Borrar, en la cancel culture en la que el hombre de hoy está inmerso, no es solo destruir todo, eliminar lo que del otro nos parece fatigoso. “Cada día borramos muchas cosas, sin sentirnos culpables y sin cometer mal alguno. Borramos –evidencia Pasolini– mensajes, archivos inútiles, errores en un documento, manchas, rastros, deudas. Muchos de estos gestos, de hecho, son necesarios para hacer madurar nuestras relaciones y hacer el mundo habitable. Borrar quiere decir abrirse a Dios a partir de la propia fragilidad y permitirle a Él sanar”.



La vida reflorece poniendo a Dios en el centro


El Señor no se cansa de encontrar a “un hombre sabio, uno que busque a Dios” justo como sucedió con Noé que a su vez se da cuenta de la gracia del Señor. En el hombre del arca, Dios encuentra la posibilidad de borrar y de volver a empezar. “Solo cuando el hombre vuelve a vivir ante el verdadero rostro de Dios, la historia –resalta el Predicador de la Casa Pontificia– puede verdaderamente cambiar”.


“El relato del diluvio nos recuerda que la vida reflorece solo cuando reconstruimos el cielo, en la medida en que ponemos a Dios en el centro”. El diluvio se convierte en “un pasaje de re-creación a través de un momento de de-creación”. “Es un cambio provisional de las reglas del juego, para salvar el juego mismo que Dios había inaugurado con confianza”.


La decisión de no herir


El diluvio es por lo tanto “una paradójica renovación de vida”, Dios no se olvida de la humanidad y pone su arco sobre las nubes como signo de alianza, el Señor depone las armas con una solemne declaración de no violencia. “Puede parecer –añade el Padre Pasolini– una metáfora audaz, casi inapropiada para hablar de Dios y del modo en que su gracia se manifiesta. Y, sin embargo, la humanidad, después de milenios de historia y de evolución, está todavía muy lejos de saber imitarla”, la tierra de hecho está lacerada “por conflictos atroces e interminables, que no conceden tregua a tantas personas débiles e indefensas”. Tranquiliza entonces la decisión de quien, aun teniendo la posibilidad, elige voluntariamente no herir porque comprende que solo en la acogida del otro, la alianza “podrá ser duradera, verdadera y libre”.



El tiempo del bien


“Velen, pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor”: es la última recomendación de Jesús. No saber el día y la hora en que esto sucederá ha creado en el pasado mucha espera, evidencia el predicador, pero hoy las cosas parecen invertidas. “La espera se ha atenuado tanto que deja espacio, a veces, a una sutil resignación acerca de su efectiva realización”, hoy prevalece “una vigilancia cansada, tentada por el desánimo”.


El tiempo de la espera es el tiempo para sembrar el bien y para esperar la venida de Jesucristo. Atención a dos grandes tentaciones que afectan al hombre y a la Iglesia: “olvidar la necesidad de ser salvados y pensar en recuperar el consenso cuidando la forma exterior de nuestra imagen y reduciendo la radicalidad del Evangelio”. Es necesario –remarca el capuchino– volver “a la alegría –y también al esfuerzo– del seguimiento, sin domesticar la palabra de Cristo”. Solo como “centinelas en las fronteras del mundo”, como escribía el monje Thomas Merton, se espera el regreso de Cristo.

Fotos: Vatican Media, 5-12-2025

Alegrarse no es negar las dificultades, sino confiar en que Dios está obrando silenciosamente / Por P. Carlos García Malo

 


Que la intercesión de Santa Lucía nos ayude a caminar con fe serena y ojos limpios, capaces de reconocer la presencia de Dios en cada paso de nuestra vida / Por P. Carlos García Malo

 


viernes, 12 de diciembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 12-12-2025: «En medio de injusticias y dolores que buscan alivio, María de Guadalupe proclama: «¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?»; es la presencia que sostiene cuando la vida se vuelve insoportable»

* «Y como hijo te pido: Madre, enseña a las naciones que quieren ser hijas tuyas a no dividir el mundo en bandos irreconciliables, a no permitir que el odio marque su historia ni que la mentira escriba su memoria... Acompaña, Madre, a los más jóvenes, para que obtengan de Cristo la fuerza para elegir el bien y el valor para mantenerse firmes en la fe, aunque el mundo los empuje en otra dirección. Muéstrales que tu Hijo camina a su lado. Que nada aflija su corazón para que puedan acoger sin miedo los planes de Dios. Aparta de ellos las amenazas del crimen, de las adicciones y del peligro de una vida sin sentido»  

   

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Fortalece a las familias: que, siguiendo tu ejemplo, los padres eduquen con ternura y firmeza, de modo que cada hogar sea escuela de fe. Inspira, Madre, a quienes forman mentes y corazones para que transmitan la verdad con la dulzura, precisión, y claridad que nace del Evangelio. Alienta a los que tu Hijo ha llamado a seguirlo más de cerca: sostén al clero y a la vida consagrada en la fidelidad diaria y renueva su amor primero. Guarda su interioridad en la oración, protégelos en la tentación, anímalos en el cansancio y socorre a los abatidos» 

12 de diciembre de 2025.- (Camino Católico)  “En medio de conflictos que no cesan, injusticias y dolores que buscan alivio, María de Guadalupe proclama el núcleo de su mensaje: ‘¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?’. Es la voz que hace resonar la promesa de la fidelidad divina, la presencia que sostiene cuando la vida se vuelve insoportable”,  ha subrayado el Papa León XIV en su homilía durante la Santa Misa con ocasión de la Fiesta de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, que ha presidido esta tarde en la Basílica de San Pedro ante miles de fieles. 



El Papa afirma que la maternidad que María declara nos hace descubrirnos hijos, pues quien escucha “yo soy tu madre” recuerda que, desde la cruz, al «aquí tienes a tu madre» corresponde el «aquí tienes a tu hijo». “Y como hijos, nos dirigiremos a ella para preguntarle: ‘Madre, ¿qué debemos hacer para ser los hijos que tu corazón desea?’”, dice el Santo Padre, recordando que ella, fiel a su misión, con ternura nos dirá: «Hagan lo que Él les diga». En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:






BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE GUADALUPE


SANTA MISA


HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV


Basílica de San Pedro

Viernes, 12 de diciembre de 2025



Queridos hermanos y hermanas:

En la lectura del Sirácide, se nos presenta una descripción poética de la Sabiduría, una imagen que halla su plena identidad en Cristo, «sabiduría de Dios» (1 Co 1,24), quien, llegada la plenitud de los tiempos, se hizo carne, naciendo de una mujer (cf. Ga 4,4). La tradición cristiana ha leído también este pasaje en clave mariana, pues hace pensar en la mujer preparada por Dios para recibir a Cristo. En efecto, ¿quién sino María puede decir «en mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud» (Si 24,25 NV)? Por eso, la tradición cristiana no duda en reconocerla como «la madre del amor» (ibíd. v. 24).

En el Evangelio, escuchamos cómo María vive la dinámica propia de quien permite que la Palabra de Dios entre en su vida y la transforme. Como un fuego abrasador que no puede ser contenido, la Palabra nos impulsa a comunicar la alegría del don recibido (cf. Jr 20, 9; Lc 24,32). Ella, alegre por el anuncio del ángel, comprende que el gozo de Dios se plenifica en la caridad, y entonces va presurosa hacia la casa de Isabel.

Realmente las palabras de la Llena de gracia son «más dulces que la miel» (Si 24,27 NV). Basta su saludo para hacer exultar al niño en el seno de Isabel, y ella, llena del Espíritu Santo, se pregunta: «¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?» (Lc 1,43). Ese júbilo desemboca en el Magníficat, donde María reconoce que su dicha proviene del Dios fiel, que ha vuelto sus ojos hacia su pueblo y lo ha bendecido (cf. Sal 66,2) con una heredad más dulce que la miel en los panales (cf. Si 24,20 NV); la presencia misma de su Hijo.

Durante toda su existencia, María lleva ese gozo allí donde la alegría humana no basta, allí donde el vino se ha agotado (cf. Jn 2,3). Así ocurre en Guadalupe. En el Tepeyac, ella despierta en los habitantes de América la alegría de saberse amados por Dios. En las apariciones de 1531, hablándole a san Juan Diego en su lengua materna, ella declara que “mucho desea” que se levante allí una “casita sagrada” desde la cual ensalzará a Dios y lo pondrá de manifiesto (cf. Nican mopohua, 26-27). En medio de conflictos que no cesan, injusticias y dolores que buscan alivio, María de Guadalupe proclama el núcleo de su mensaje: «¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?» (ibíd., 119). Es la voz que hace resonar la promesa de la fidelidad divina, la presencia que sostiene cuando la vida se vuelve insoportable.

La maternidad que ella declara nos hace descubrirnos hijos. Quien escucha “yo soy tu madre” recuerda que, desde la cruz, al «aquí tienes a tu madre» corresponde el «aquí tienes a tu hijo» (cf. Jn 19,26-27). Y como hijos, nos dirigiremos a ella para preguntarle: “Madre, ¿qué debemos hacer para ser los hijos que tu corazón desea?”. Ella, fiel a su misión, con ternura nos dirá: «Hagan lo que Él les diga» (Jn 2,5). Sí, Madre, queremos ser auténticos hijos tuyos: dinos cómo avanzar en la fe cuando las fuerzas decaen y crecen las sombras. Haznos comprender que contigo, incluso el invierno se convierte en tiempo de rosas.

Y como hijo te pido: Madre, enseña a las naciones que quieren ser hijas tuyas a no dividir el mundo en bandos irreconciliables, a no permitir que el odio marque su historia ni que la mentira escriba su memoria. Muéstrales que la autoridad ha de ser ejercida como servicio y no como dominio. Instruye a sus gobernantes en su deber de custodiar la dignidad de cada persona en todas las fases de su vida. Haz de esos pueblos, hijos tuyos, lugares donde cada persona pueda sentirse bienvenida.

Acompaña, Madre, a los más jóvenes, para que obtengan de Cristo la fuerza para elegir el bien y el valor para mantenerse firmes en la fe, aunque el mundo los empuje en otra dirección. Muéstrales que tu Hijo camina a su lado. Que nada aflija su corazón para que puedan acoger sin miedo los planes de Dios. Aparta de ellos las amenazas del crimen, de las adicciones y del peligro de una vida sin sentido.

Busca, Madre, a los que se han alejado de la santa Iglesia: que tu mirada los alcance donde no llega la nuestra, derriba los muros que nos separan y tráelos de vuelta a casa con la fuerza de tu amor. Madre, te suplico que inclines el corazón de quienes siembran discordia hacia el deseo de tu Hijo de que «todos sean uno» (Jn 17,21) y los restaures en la caridad que hace posible la comunión, pues dentro de la Iglesia, Madre, tus hijos no podemos estar divididos.

Fortalece a las familias: que, siguiendo tu ejemplo, los padres eduquen con ternura y firmeza, de modo que cada hogar sea escuela de fe. Inspira, Madre, a quienes forman mentes y corazones para que transmitan la verdad con la dulzura, precisión, y claridad que nace del Evangelio. Alienta a los que tu Hijo ha llamado a seguirlo más de cerca: sostén al clero y a la vida consagrada en la fidelidad diaria y renueva su amor primero. Guarda su interioridad en la oración, protégelos en la tentación, anímalos en el cansancio y socorre a los abatidos.

Virgen Santa, que, como tú, conservemos el Evangelio en nuestro corazón (cf. Lc 2,51). Ayúdanos a comprender que, aunque destinatarios, no somos dueños de este mensaje, sino que, como san Juan Diego, somos sus simples servidores. Que vivamos convencidos de que allí donde llega la Buena noticia, todo se vuelve bello, todo recupera la salud, todo se renueva. “Los que se dejan guiar por ti, no pecarán” (cf. Si 24,22 NV); asístenos para no empañar con nuestro pecado y miseria la santidad de la Iglesia que, como tú, es madre.

Madre “del verdadero Dios por quien se vive”, ven en auxilio del Sucesor de Pedro, para que confirme en el único camino que conduce al Fruto bendito de tu vientre, a cuantos me fueron confiados. Recuerda a este hijo tuyo, «a quien Cristo confió las llaves del Reino de los cielos para el bien de todos», que esas llaves sirvan «para atar y desatar y para redimir toda miseria humana» (S. Juan Pablo II, Homilía en Siracusa, 6 noviembre 1994). Y haz que, confiando en tu protección, avancemos cada vez más unidos, con Jesús y entre nosotros, hacia la morada eterna que Él nos ha preparado y en la que tú nos esperas. Amén.



PAPA LEÓN XIV






Fotos: Vatican Media, 12-12-2025

Santa Misa de hoy, viernes, Fiesta de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, presidida por el Papa León XIV, 12-12-2025

Foto: Vatican Media, 12-12-2025

12 de diciembre de 2025.- (Camino Católico)  El Papa León XIV ha presidido a las 16 horas de este 12 de diciembre su primera Misa en la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, a quien ha pedido en su homilía que venga en su auxilio “para que confirme en el único camino que conduce al Fruto bendito de tu vientre, a cuantos me fueron confiados”.  Un gran número de fieles, la mayoría de la comunidad mexicana residente en Roma, así como el clero y miembros de la curia romana acudieron a la ceremonia celebrada en la Basílica de San Pedro. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.  

El Santo Padre ha predicado en español una hermosa homilía en forma de oración, dirigida a la Patrona de México y Emperatriz de América, a quien se ha referido como “la madre del amor”. El Pontífice ha recordado que María permite que la Palabra de Dios “entre en su vida y la transforme”, llevando “ese gozo allí donde la alegría humana no basta, allí donde el vino se ha agotado”, como ocurre en Guadalupe.

lunes, 8 de diciembre de 2025

Papa León XIV venera y ora a la Virgen en la plaza de España de Roma: «Inmaculada cuida de esta humanidad, indícale Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús»

* «El bautismo engendre aún hombres y mujeres santos e inmaculados, llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo, un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma la ciudad terrena en la que se prepara la Ciudad de Dios. Intercede por nosotros, enfrentados a cambios que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes. Inspira sueños, visiones y coraje, tú que sabes más que nadie que nada es imposible para Dios, y también que Dios no hace nada solo»

  

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News con el acto de veneración a la Inmaculada Concepción y la oración del Papa León XIV

8 de diciembre de 2025.- (Camino Católico)  Uno de los momentos más significativos del año en Roma es el homenaje que el Santo Padre realiza cada 8 de diciembre a la Inmaculada Concepción, situada a los pies de la Embajada de España ante la Santa Sede. El Pontífice ha rezado pidiendo: “Inmaculada, mujer de infinita belleza, cuida de esta ciudad, de esta humanidad. Indícale Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús”.


A las 15:30 de este lunes, el Papa León XIV ha dejado el Vaticano y se ha dirigido a la plaza de España para el primer acto de veneración a la Inmaculada desde que inició su pontificado el pasado mes de mayo. 



Desafiando el frío romano, el Papa ha realizado el recorrido en el papamóvil descubierto. Antes de llegar a la plaza de España se ha detenido frente a la iglesia de la Santísima Trinidad, donde ha recibido el homenaje de la Asociación de Comerciantes de Via Condotti, la emblemática calle del centro romano.  Más tarde ha llegado a la plaza de España, presidida desde lo alto por la imagen de la Virgen, que esta madrugada fue coronada con la tradicional corona de flores por el cuerpo de bomberos de la ciudad de Roma.




El Santo Padre ha estado acompañado de algunos miembros de la curia romana, así como de su secretario personal, Mons. Edgard Rimaycuna Ingal; el Cardenal Baltassare Reina, Vicario del Papa para la Diócesis de Roma; y Mons. Diego Giovanni Ravelli, Maestro de las Ceremonias Litúrgicas Pontificias. 



Ante la Inmaculada rodeada de flores y en presencia de numerosos fieles y personas con discapacidad que ocupaban las primeras filas, el Papa León XIV ha ofrecido flores y ha recitado una oración, tras la cual, ha saludado brevemente a miembros del Cuerpo Diplomático de España e Italia, en particular a la embajadora española, Isabel Celaá. 




Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia ha ocurrido cuando el Santo Padre se ha acercado a las personas con discapacidad para saludarlas, en un gesto de profunda cercanía. Muchos de ellos, acompañados por enfermeras, le recibieron con alegría desde sus sillas de ruedas. En el vídeo de la transmisión en directo realizada Vatican News se visualiza y escucha todo el acto de veneración y la oración del Papa León XIV, cuyo texto íntegro es el siguiente: 



SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


ACTO DE VENERACIÓN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


ORACIÓN DE SU SANTIDAD EL PAPA LEÓN XIV

A MARÍA INMACULADA


Plaza de España

Lunes, 8 de diciembre de 2025


Dios te salve, ¡oh María! Alégrate, llena de gracia, de aquella gracia que, como luz amable, hace radiantes a quienes refleja la presencia de Dios.


El Misterio te envolvió desde el principio, desde el seno de tu madre comenzó a hacer en ti grandes cosas, que pronto requirieron tu consentimiento, ese “Sí” que ha inspirado muchos otros “sí”.


Inmaculada, Madre de un pueblo fiel, tu transparencia ilumina Roma con luz eterna, tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy te ofrecemos.


Muchos peregrinos de todo el mundo, oh Inmaculada, han recorrido las calles de esta ciudad a lo largo de la historia y en este año jubilar.


Una humanidad probada, a veces abatida, humilde como la tierra de la que Dios la plasmó y en la que no deja de soplar su Espíritu de vida.


Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en quienes no se ha apagado la esperanza: germine en ellos lo que tu Hijo ha sembrado. Él, Palabra viva que en cada uno pide aún crecer, tomar carne, rostro y voz.


Florezca la esperanza jubilar en Roma y en cada rincón de la tierra, esperanza en el mundo nuevo que Dios prepara y del cual tú, oh Virgen, eres como la gema y la aurora.


Después de las puertas santas, ábranse ahora otras puertas de casas y oasis de paz en los que renazca la dignidad, se eduque en la no violencia, se aprenda el arte de la reconciliación.


Venga el Reino de Dios, novedad que tanto esperaste y a la que abriste íntegramente a ti misma, de niña, de joven mujer y de madre de la Iglesia naciente.


Inspira nuevas intuiciones a la Iglesia que camina en Roma y a las Iglesias particulares que en cada contexto recogen las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestros contemporáneos, de los pobres sobre todo, y de todos aquellos que sufren.


El bautismo engendre aún hombres y mujeres santos e inmaculados, llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo, un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma la ciudad terrena en la que se prepara la Ciudad de Dios.


Intercede por nosotros, enfrentados a cambios que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes. Inspira sueños, visiones y coraje, tú que sabes más que nadie que nada es imposible para Dios, y también que Dios no hace nada solo.


Ponnos en camino, con la prisa que un día movió tus pasos hacia tu prima Isabel y la expectación con que te hiciste exiliada y peregrina, para ser bendita, sí, pero entre todas las mujeres, primera discípula de tu Hijo, madre del Dios con nosotros.


Ayúdanos a ser siempre Iglesia con y entre la gente, levadura en la masa de una humanidad que invoca justicia y esperanza. Inmaculada, mujer de infinita belleza, cuida de esta ciudad, de esta humanidad. Indícale Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús.


Papa León XIV





Fotos: Vatican Media, 8-12-2025