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miércoles, 30 de julio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 30-7-2025: «Necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino para evitar herir a los demás con nuestras palabras»

* «Para conocer verdaderamente a Jesús hay que recorrer un camino, hay que estar con Él y atravesar también su Pasión. Cuando lo hayamos visto humillado y sufriendo, cuando experimentemos el poder salvífico de su Cruz, entonces podremos decir que lo hemos conocido verdaderamente. No hay atajos para convertirse en discípulos de Jesús»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Renuevo mi profundo dolor por el brutal ataque terrorista perpetrado en la noche del 26 al 27 de julio pasado en Komanda, en la parte oriental de la República Democrática del Congo, donde más de cuarenta cristianos fueron asesinados en una iglesia durante una vigilia de oración y en sus propias casas. Mientras encomiendo a las víctimas a la amorosa misericordia de Dios, rezo por los heridos y por los cristianos que en todo el mundo siguen sufriendo violencia y persecución, y exhorto a quienes tienen responsabilidad a nivel local e internacional a que colaboren para prevenir similares tragedias»


 30 de julio de 2025.- (Camino Católico).- En la audiencia general en la Plaza de San Pedro, reanudada tras la pausa veraniega, León XIV concluye el «recorrido por la vida pública de Jesús» con una última catequesis sobre las curaciones, proponiendo la del hombre que no hablaba ni oía y deteniéndose en el tema de la falta de comunicación y el exceso de información e imágenes que a menudo recibimos «falsas o distorsionadas». El Pontífice pide rezar para evitar hacer daño a los demás con nuestras palabras: “Todos necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino también para evitar herir a los demás con nuestras palabras”.

Al final de la audiencia general, el Papa reitera su profundo pesar por el atentado terrorista en una parroquia de Komanda, República Democrática del Congo e insta a los responsables a colaborar para prevenir la violencia y la persecución contra los creyentes. El Pontífice recuerda a continuación el 50.º aniversario de la firma del Acta Final de Helsinki, de la que, afirma, es esencial preservar el Espíritu. También exhorta a la perseverancia en el diálogo y a fortalecer la cooperación. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 30 de julio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 12. El sordomudo. «Y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,32-37)

Queridos hermanos y hermanas:

Con esta catequesis terminamos nuestro recorrido por la vida pública de Jesús, hecha de encuentros, parábolas y curaciones.

También este tiempo que estamos viviendo necesita curación. Nuestro mundo está atravesado por un clima de violencia y odio que mortifica la dignidad humana. Vivimos en una sociedad que se está enfermando a causa de una «bulimia» de conexiones en las redes sociales: estamos hiperconectados, bombardeados por imágenes, a veces incluso falsas o distorsionadas. Somos arrollados por múltiples mensajes que suscitan en nosotros una tormenta de emociones contradictorias.

En este escenario, es posible que surja en nosotros el deseo de apagar todo. Podemos llegar a preferir no sentir nada. Nuestras palabras también corren el riesgo de ser malinterpretadas, y podemos sentir la tentación de encerrarnos en el silencio, en una incomunicación en la que, por muy cercanos que estemos, ya no somos capaces de decirnos las cosas más simples y profundas.

A este respecto, me gustaría detenerme hoy en un texto del Evangelio de Marcos que nos presenta a un hombre que no habla ni oye (cf. Mc 7, 31-37). Precisamente como nos podría pasar a nosotros hoy, este hombre quizá decidió no hablar más porque no se sentía comprendido, y apagar toda voz porque se sentía decepcionado y herido por lo que había oído. De hecho, no es él quien acude a Jesús para ser sanado, sino que lo llevan otras personas. Se podría pensar que quienes lo conducen al Maestro son los que están preocupados por su aislamiento. Sin embargo, la comunidad cristiana ha visto en estas personas también la imagen de la Iglesia, que acompaña a cada ser humano hasta Jesús para que escuche su palabra. El episodio tiene lugar en un territorio pagano, por lo que nos encontramos en un contexto en el que otras voces tienden a cubrir la voz de Dios.

El comportamiento de Jesús puede parecer extraño al principio, porque toma consigo a esta persona y la lleva aparte (v. 33a). Parece así acentuar su aislamiento; pero, mirándolo bien, este gesto nos ayuda a comprender lo que se esconde detrás del silencio y la cerrazón de este hombre, como si hubiera captado su necesidad de intimidad y cercanía.

Jesús le ofrece ante todo una proximidad silenciosa, a través de gestos que hablan de un encuentro profundo: toca los oídos y la lengua de este hombre (cf. v. 33b). Jesús no usa muchas palabras, dice lo único que es necesario en este momento: «¡Ábrete!» (v. 34). Marcos reproduce la palabra en arameo, “efatà”, casi para hacernos sentir «en vivo» el sonido y el soplo. Esta palabra, sencilla y hermosa, contiene la invitación que Jesús dirige a este hombre que ha dejado de escuchar y de hablar. Es como si Jesús le dijera: «¡Ábrete a este mundo que te asusta! ¡Ábrete a las relaciones que te han decepcionado! ¡Ábrete a la vida que has renunciado a afrontar!». Cerrarse, de hecho, nunca es una solución.

Después del encuentro con Jesús, esa persona no solo vuelve a hablar, sino que lo hace «normalmente» (v. 35). Este adverbio insertado por el evangelista parece querer decirnos algo más sobre los motivos de su silencio. Quizás este hombre dejó de hablar porque le parecía que decía las cosas mal, quizás no se sentía adecuado. Todos experimentamos que se nos malinterpreta y que no nos sentimos comprendidos. Todos necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino también para evitar herir a los demás con nuestras palabras.

Volver a hablar “normalmente” es el comienzo de un camino, no es todavía el punto de llegada. De hecho, Jesús prohíbe a ese hombre contar lo que le ha sucedido (cf. v. 36). Para conocer verdaderamente a Jesús hay que recorrer un camino, hay que estar con Él y atravesar también su Pasión. Cuando lo hayamos visto humillado y sufriendo, cuando experimentemos el poder salvífico de su Cruz, entonces podremos decir que lo hemos conocido verdaderamente. No hay atajos para convertirse en discípulos de Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que podamos aprender a comunicarnos con honestidad y prudencia. Oremos por todos aquellos que han sido heridos por las palabras de los demás. Oremos por la Iglesia, para que nunca falte en su tarea de llevar a las personas a Jesús, para que puedan escuchar

su Palabra, ser sanadas por ella y convertirse, a su vez, en portadoras de su anuncio de salvación.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta última catequesis dedicada a la vida pública de Jesús, reflexionamos sobre el texto evangélico de la curación del sordomudo. Aquella persona enferma, que no podía hablar ni oír, fue llevada por otros a la presencia de Jesús. En este gesto de fraternidad podemos ver la imagen de la Iglesia, que acompaña a todos al encuentro del Señor.   

Vemos en este relato que Jesús le ofrece al sordomudo una proximidad silenciosa, realiza gestos significativos y pronuncia una sola palabra: “Efatá”, que significa “Ábrete”. Esta palabra es una invitación a no encerrarse ni aislarse, sino a comunicarse y relacionarse con los demás de un modo nuevo.

En el mundo de hoy, donde estamos “hiperconectados”, tantas veces bombardeados de imágenes y mensajes que nos provocan emociones contradictorias, y podemos tener la tentación de cerrarnos en nosotros mismos, el Evangelio nos invita a una comunicación profunda con Dios y con los hermanos.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los numerosos grupos de jóvenes aquí reunidos para el Jubileo de los Jóvenes. Pidamos hoy de manera especial por la Iglesia, para que nunca deje de llevar a las personas al encuentro con el Señor, para que escuchen su Palabra, curen sus heridas y sean asimismo mensajeras de la Buena Noticia. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Renuevo mi profundo dolor por el brutal ataque terrorista perpetrado en la noche del 26 al 27 de julio pasado en Komanda, en la parte oriental de la República Democrática del Congo, donde más de cuarenta cristianos fueron asesinados en una iglesia durante una vigilia de oración y en sus propias casas. Mientras encomiendo a las víctimas a la amorosa misericordia de Dios, rezo por los heridos y por los cristianos que en todo el mundo siguen sufriendo violencia y persecución, y exhorto a quienes tienen responsabilidad a nivel local e internacional a que colaboren para prevenir similares tragedias.

El 1 de agosto se cumplirá el 50.º aniversario de la firma del Acta Final de Helsinki. Animados por el deseo de garantizar la seguridad en el contexto de la Guerra Fría, 35 países inauguraron una nueva etapa geopolítica, favoreciendo un acercamiento entre Oriente y Occidente. Ese acontecimiento marcó también un renovado interés por los derechos humanos, con especial atención a la libertad religiosa, considerada uno de los fundamentos de la entonces naciente arquitectura de cooperación «de Vancouver a Vladivostok». La participación activa de la Santa Sede en la Conferencia de Helsinki, representada por el arzobispo Agostino Casaroli, contribuyó a fomentar el compromiso político y moral por la paz. Hoy, más que nunca, es indispensable custodiar el espíritu de Helsinki: perseverar en el diálogo, reforzar la cooperación y hacer de la diplomacia la vía privilegiada para prevenir y resolver los conflictos.

Queridos jóvenes, los invito a orar para que estos días de fe, reflexión y amistad den fruto.

Finalmente, mi pensamiento se dirige a los enfermos y a los recién casados, a quienes animo a confiar plenamente en la benevolencia de Dios, fuente de consuelo.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV



 









Fotos: Vatican Media, 30-7-2025

miércoles, 25 de junio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 25-6-2025: «Al realizar un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él y su gracia de una forma real nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro»


* «Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!»

  

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz»

 25 de junio de 2025.- (Camino Católico).- “Cada vez que realizamos Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro”. Este es el aliento para tener fe en el poder de Jesús el que ha lanzado el Papa León XIV en la catequesis de este 25 de junio, durante la Audiencia general, la sexta de su pontificado.

Continuando con el ciclo de catequesis sobre las curaciones de Jesús como signo de esperanza, el Papa observa cómo muchas veces ante las tribulaciones de la vida “nos apagamos, nos dormimos, en la ilusión de que cuando despertemos las cosas serán diferentes” y “a veces nos sentimos bloqueados por el juicio de quien pretende poner etiquetas a los demás”. Pero el Pontífice se centra en dos episodios del Evangelio de Marcos para mostrar cómo, entrando en relación con Jesús y conociéndolo a fondo, se puede sacar “una fuerza” que cura las heridas más profundas, supera las situaciones más difíciles e incluso despierta las almas muertas.

El Santo Padre, al concluir la Audiencia general, ha expresado su preocupación y esperanza por la situación entre Irán e Israel, deseando que se hagan esfuerzos para seguir "el camino del diálogo, la diplomacia y la paz": "Que se curen las laceraciones causadas por las acciones sangrientas de los últimos días". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 25 de junio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 11. La mujer hemorroísa y la hija de Jairo. «No temas, solo ten fe» (Mc 5,36)

Queridos hermanos y hermanas,

hoy también meditamos sobre las curaciones de Jesús como señal de esperanza. En Él hay una fuerza que nosotros también podemos experimentar cuando entramos en relación con su Persona.

Una enfermedad muy difundida en nuestro tiempo es el cansancio de vivir: la realidad nos parece demasiado compleja, pesada, difícil de afrontar. Y entonces nos apagamos, nos adormecemos, con la ilusión que al despertarnos las cosas serán diferentes. Pero la realidad va afrontada, y junto con Jesús podemos hacerlo bien. A veces nos sentimos bloqueados por el juicio de aquellos que pretenden colocar etiquetas a los demás.

Me parece que estas situaciones puedan cotejarse con un pasaje del Evangelio de Marcos, donde se entrelazan dos historias: aquella de una niña de doce años, que yace en su lecho enferma a punto de morir; y aquella de una mujer, que, precisamente desde hace doce años, tiene perdidas de sangre y busca a Jesús para sanarse (cfr Mc 5,21-43).

Entre estas dos figuras femeninas, el Evangelista coloca al personaje del padre de la muchacha: él no se queda en casa lamentándose por la enfermedad de la hija, sino sale y pide ayuda. Si bien sea el jefe de la sinagoga, no pone pretensiones argumentando su posición social. Cuando hay que esperar no pierde la paciencia y espera. Y cuando le vienen a decir que su hija ha muerto y es inútil disturbar al Maestro, él sigue teniendo fe y continúa esperando.

El coloquio de este padre con Jesús es interrumpido por la mujer que padecía flujo de sangre, que logra acercarse a Jesús y tocar su manto (v. 27). Con gran valentía esta mujer ha tomado la decisión que cambia su vida: todos seguían diciéndole que permanezca a distancia, que no se deje ver. La habían condenado a quedarse escondida y aislada.  A veces también nosotros podemos ser víctimas del juicio de los demás, que pretenden colocarnos un vestido que no es el nuestro. Y entonces estamos mal y no logramos salir de eso.

Aquella mujer emboca el camino de la salvación cuando germina en ella la fe que Jesús puede sanarla: entonces encuentra la fuerza para salir e ir a buscarlo. Al menos quiere llegar a tocar sus vestidos.

Alrededor de Jesús había una muchedumbre, muchas personas lo tocaban, pero a ellos no les pasó nada. En cambio, cuando esta mujer toca a Jesús, se sana. ¿Dónde está la diferencia? Comentando este punto del texto, San Agustín dice – en nombre de Jesús –: «La multitud apretuja, la fe toca» (Sermones 243, 2, 2). Y así: cada vez que realizamos un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente trasforma la vida desde dentro.

Quizás también hoy tantas personas se acercan a Jesús de manera superficial, sin creer de verdad en su potencia. ¡Caminamos la superficie de nuestra iglesia, pero quizás el corazón está en otra parte! Esta mujer, silenciosa y anónima, derrota a sus temores, tocando el corazón de Jesús con sus manos consideradas impuras a causa de la enfermedad. Y he aquí que inmediatamente se siente curada. Jesús le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz» (Mc 5,34).

Mientras tanto, llevaron a aquel padre la noticia que su hija había muerto. Jesús le dice: «¡No temas, basta que creas!» (v. 36). Luego fue a su casa y, viendo que todos lloraban y gritaban, dijo: «La niña no está muerta, sino que duerme» (v. 39). Luego entra donde está la niña, le toma la mano y le dice: «Talitá kum», “¡Niña, levántate!”. La muchacha se levanta y se pone a caminar (cfr vv. 41-42). Aquel gesto de Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!

Un último detalle: Jesús, luego de haber resucitado a la niña, dice a los padres que le den de comer (cfr v. 43). Esta es otra señal muy concreta de la cercanía de Jesús a nuestra humanidad. Podemos también entenderlo en sentido más profundo y preguntarnos: ¿cuándo nuestros muchachos se encuentran en crisis y tienen necesidad de nutrición espiritual, sabemos dársela? ¿Y cómo podemos hacerlo si nosotros mismos no nos nutrimos del Evangelio?

Queridos hermanos y hermanas, en la vida hay momentos de desilusión y de desánimo, y hay también la experiencia de la muerte. Aprendamos de aquella mujer, de aquel padre: vamos hacia Jesús: Él puede sanarnos, puede hacernos renacer. ¡Jesús es nuestra esperanza!

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy meditamos sobre las curaciones que Jesús realizó como signo de esperanza. El Evangelio que hemos escuchado nos presenta dos historias: la de una mujer enferma desde hace doce años y la de una niña que está por morir.

La mujer, considerada impura y condenada al aislamiento, se atreve a acercarse a Jesús en silencio, convencida de que basta tocar su manto para sanar. Aunque muchos tocaban a Cristo entre la muchedumbre, sólo ella fue curada. ¿Por qué? Porque lo tocó con fe. Quizás también hoy muchos se acercan a Jesús de manera superficial. Entramos en nuestras iglesias, pero nuestro corazón se queda afuera. Esta mujer, silenciosa y anónima, venció sus miedos y tocó el corazón de Jesús con manos que todos juzgaban impuras. Y el Señor la sanó a causa de su fe.

El padre de la niña tampoco se rinde ante la noticia de la muerte. Jesús le dice: «No temas, sólo ten fe». Entra en la casa, toma a la niña de la mano y la vida vuelve. Es inmensa la fuerza de una fe sincera, que toca a Jesús con confianza —aun desde la debilidad— porque deja que sus benditas manos actúen. Cuando la fe es verdadera, se confirma nuestra esperanza. La gracia de Cristo actúa y nos es devuelta la vida.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los sacerdotes y seminaristas provenientes de España, México, Puerto Rico, Ecuador, Colombia, El Salvador, Venezuela. En la vida hay momentos de desilusión, de desaliento e incluso de muerte. Aprendamos de aquella mujer y de aquel padre: vayamos a Jesús. Él puede sanarnos, puede devolvernos la vida. ¡Él es nuestra esperanza! Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

El domingo pasado, un vil atentado terrorista se llevó a cabo contra la comunidad greco-ortodoxa en la iglesia de Mar Elias en Damasco. Encomendamos a las víctimas a la misericordia de Dios y elevamos nuestras oraciones por los heridos y sus familias. A los cristianos de Oriente Medio, les digo: ¡Estoy cerca de ustedes! ¡Toda la Iglesia está cerca de ustedes!

Este trágico suceso recuerda la profunda fragilidad que aún afecta a Siria, tras años de conflicto e inestabilidad. Por lo tanto, es esencial que la comunidad internacional no aparte la mirada de este país, sino que continúe ofreciéndole apoyo con gestos de solidaridad y con un renovado compromiso con la paz y la reconciliación.

Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.

Finalmente, mi pensamiento va a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hemos entrado en verano, tiempo de vacaciones y descanso para muchos. Que para ustedes, queridos jóvenes, sea una oportunidad para vivir experiencias sociales y religiosas provechosas; para ustedes, queridos recién casados, un período para consolidar su unión y profundizar su misión en la Iglesia y en la sociedad. También les deseo, queridos enfermos, que no les falte la cercanía de sus seres queridos durante estos meses de verano.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV









Fotos: Vatican Media, 25-6-2025








miércoles, 18 de junio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 18-6-2025: «Pidamos al Señor el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida, deseemos sanar y regresar a vivir en el Corazón de Cristo, verdadera casa de la misericordia!»

* «Jesús nos pregunta también a nosotros: '¿Quieres curarte?'. No tengamos miedo de reconocer nuestras parálisis interiores, ni de presentar al Señor nuestros desánimos. Pidamos a María Santísima que nos ayude a responder con fe al llamado de Jesús, que nos invita a levantarnos y caminar con esperanza hacia la vida nueva que Él nos ofrece»

 

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «El corazón de la Iglesia está desgarrado por los gritos que se elevan desde los lugares en guerra, en particular desde Ucrania, Irán, Israel y Gaza. ¡No debemos acostumbrarnos a la guerra! Al contrario, hay que rechazar como una tentación el encanto de las armas poderosas y sofisticadas. En nombre de la dignidad humana y del derecho internacional, repito a los responsables lo que solía decir el Papa Francisco: ¡la guerra es siempre una derrota! Y con Pío XII: ‘Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra’»

18 de junio de 2025.- (Camino Católico).- “Jesús nos pregunta también a nosotros: ‘¿Quieres curarte?’...  Pidamos al Señor el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida. Intentemos dar voz a nuestro deseo de sanar. Y recemos por todos aquellos que se sienten paralizados, que no ven una salida. ¡Pidamos regresar a vivir en el Corazón de Cristo que es la verdadera casa de la misericordia!”. Lo ha dicho el Papa León XIV en su catequesis de la audiencia general, en la plaza de San Pedro, ante 40.000 peregrinos.

La parálisis, interior y exterior, ha estado en el centro de la catequesis, la quinta desde el inicio de su pontificado. A través de la figura evangélica del paralítico, invita a superar cualquier “visión fatalista de la vida”, exhortando a todos a levantarse y asumir “la responsabilidad de elegir qué camino seguir”.

“Seguimos contemplando a Jesús que cura”, recuerda el Obispo de Roma, invitando a pensar hoy “en las situaciones en las que nos sentimos ‘bloqueados’ y encerrados en un camino sin salida”. "A veces, - afirma -  nos parece que sea inútil continuar a esperar; nos resignamos y no tenemos más ganas de luchar”.

Al final de la audiencia general, el Papa León XIV ha expresado expresa el dolor que provocan en el corazón de la Iglesia los gritos de los pueblos de Ucrania y Oriente Medio. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:


AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 18 de junio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 10. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?» (Jn 5,6)

Queridos hermanos y hermanas,

seguimos contemplando a Jesús que sana. Hoy quisiera invitarlos de manera particular a pensar en las situaciones en las que nos sentimos “bloqueados” y encerrados en un camino sin salida. A veces de hecho nos parece que sea inútil continuar a esperar; nos resignamos y no tenemos más ganas de luchar. Esta situación es descrita en los Evangelios con la imagen de la parálisis. Por esta razón desearía detenerme hoy sobre la sanación de un paralítico, narrada en el quinto capítulo del Evangelio de san Juan (5,1-9).

Jesús va Jerusalén para una fiesta de los judíos. No va directamente al Templo; se detiene ante una puerta, donde seguramente se lavaban a las ovejas que luego eran ofrecidas en sacrificio. Cerca a esta puerta, se ubicaban también tantos enfermos, que, a diferencia de las ovejas, ¡eran excluidos del Templo porque eran considerados impuros! Es entonces Jesús mismo quien los alcanza en su dolor. Estas personas esperaban un prodigio que pudiese cambiar su destino; de hecho, junto a la puerta se encontraba una piscina, cuyas aguas eran consideradas taumatúrgicas, o sea capaces de sanar: en algún momento cuando el agua se agitaba, según la creencia del tiempo, quien primero se zambullía, se curaba.

De esta forma se creaba una especie de “guerra de los pobres”: podemos imaginar la triste escena de estos enfermos que se arrastraban con fatiga para tratar de entrar en la piscina. Aquella piscina se llamaba Betzatá, que significa “casa de la misericordia”: podría ser una imagen de la Iglesia, en donde los enfermos y los pobres se juntan y hasta donde el Señor llega para sanar y donar esperanza.

Jesús se dirige específicamente a un hombre que está paralizado desde hace treinta y ocho años. Ya está resignado, porque no logra sumergirse en la piscina cuando el agua se agita (cfr v. 7). En efecto, aquello que muchas veces nos paraliza es precisamente la desilusión. Nos sentimos desanimados y corremos el riesgo de caer en la dejadez.

Jesús dirige a este paralítico una pregunta que puede parecer superficial: «¿Quieres curarte?» (v. 6). En cambio, es una pregunta necesaria, porque, cuando uno se encuentra bloqueado desde hace tantos años, puede también faltarle la voluntad de sanarse. A veces preferimos permanecer en condición de enfermos, obligando a los otros a ocuparse de nosotros. Es a veces también un pretexto para no decidir qué cosa hacer con nuestra vida. Jesús en cambio reconduce a este hombre a su deseo veraz y profundo.

Este hombre de hecho responde de manera más articulada a la pregunta de Jesús, revelando su visión de la vida. Ante todo, dice que no ha tenido nadie que lo sumerja en la piscina : entonces no es suya la culpa, sino de los otros que no se preocupan por él. Esta actitud se convierte en el pretexto para evitar asumirse las propias responsabilidades. ¿Pero es verdad que no había nadie que lo ayudase? He aquí la respuesta iluminadora de San Agustín: «Si, para ser sanado tenía absolutamente necesidad de un hombre, pero de un hombre que fuese también Dios. […] Ha venido por lo tanto el hombre que era necesario; ¿por qué postergar de nuevo la sanación?». [1]

El paralítico agrega que cuando trata de sumergirse en la piscina hay siempre alguien que llega antes que él. Este hombre está expresando una visión fatalista de la vida. Pensamos que las cosas nos pasan porque no somos afortunados, porque el destino nos es adverso. Este hombre está desanimado. Se siente derrotado en la lucha de la vida.

Jesús en cambio lo ayuda a descubrir que su vida también está en sus manos. Le invita a levantarse, a alzarse de su situación crónica, y a recoger su camilla (cfr v. 8). Ese camastro no se deja o se echa: representa su pasado de enfermedad, es su historia. Hasta aquel momento el pasado lo ha bloqueado; lo ha obligado a yacer como un muerto. Ahora es él que puede cargar aquella camilla y llevarla a donde quiera: ¡puede decidir qué cosa hacer con su historia! Se trata de caminar, asumiéndose la responsabilidad de escoger cual camino recorrer. ¡Y esto gracias a Jesús!

Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida. Intentemos dar voz a nuestro deseo de sanar. Y recemos por todos aquellos que se sienten paralizados, que no ven una salida. ¡Pidamos regresar a vivir en el Corazón de Cristo que es la verdadera casa de la misericordia!

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy nos detenemos en el relato del paralítico de la piscina de Betsata que nos revela a Jesús como Aquel que sana. La actitud de este hombre, paralizado desde hacía 38 años, nos hace pensar cómo, a veces, también nosotros nos resignamos, perdemos la esperanza y dejamos de luchar. A su parálisis física se agregaba una peor: la parálisis de la desesperanza. El Señor va a Jerusalén, pero su primer destino no es el templo, sino que se dirige a los excluidos que yacen cerca de la puerta. Y, al notar la situación de ese hombre, le hace una pregunta que, a simple vista, podría parecer superflua, pero con la cual busca hacerlo volver a su deseo más profundo y verdadero: «¿Quieres curarte?». El enfermo responde culpando a otros y mostrando una visión fatalista: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja, […] mientras yo voy, otro desciende antes». Jesús lo ayuda a descubrir que el presente está en sus manos. Lo invita a levantarse, a tomar su camilla —símbolo de su pasado— y a caminar. Así, el pasado ya no lo detiene y su presente se transforma porque ahora camina junto al mismo Dios que vino a su encuentro.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España, México, Honduras, Chile y Argentina. Jesús nos pregunta también a nosotros: «¿Quieres curarte?». No tengamos miedo de reconocer nuestras parálisis interiores, ni de presentar al Señor nuestros desánimos. Pidamos a María Santísima que nos ayude a responder con fe al llamado de Jesús, que nos invita a levantarnos y caminar con esperanza hacia la vida nueva que Él nos ofrece. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Queridos hermanos y hermanas:

El corazón de la Iglesia está desgarrado por los gritos que se elevan desde los lugares en guerra, en particular desde Ucrania, Irán, Israel y Gaza. ¡No debemos acostumbrarnos a la guerra! Al contrario, hay que rechazar como una tentación el encanto de las armas poderosas y sofisticadas. En realidad, ya que en la guerra actual «al emplear en la guerra armas científicas de todo género, su crueldad intrínseca amenaza llevar a los que luchan a tal barbarie, que supere, enormemente la de los tiempos pasados» (Concilio Vaticano II, Const. Past. Gaudium et spes, 79). Por tanto, en nombre de la dignidad humana y del derecho internacional, repito a los responsables lo que solía decir el papa Francisco: ¡la guerra es siempre una derrota! Y con Pío XII: «Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra».

Finalmente, mi pensamiento va a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Que la fiesta del Corpus Christi, que celebraremos mañana, nos brinde la oportunidad de profundizar nuestra fe y nuestro amor por la Eucaristía. ¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV

[1] Omelia 17, 7.







Fotos: Vatican Media, 18-6-2025