* «Estaba ayudando a mi madre a preparar la cena mientras cortaba una ramita de romero fresco. De repente su olor me golpeó por completo, todo pasó de manera inesperada. Esta experiencia me ha dado una renovada gratitud y admiración por Dios. He vivido estos años sin perder la fe en Dios, lo que me ha permitido encontrar mi camino. Entonces, tuve el mayor regalo, redescubrí las viejas esencias y hoy, siempre estoy buscando otras nuevas. Estoy feliz de estar de vuelta para saborear los buenos y malos olores que dan valor a la vida»
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