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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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viernes, 15 de febrero de 2019

Carmelo Ferlito, profesor de economía, se enfrentó de golpe a la cercanía de la muerte y cuenta cómo el cáncer y una misa en un convento de carmelitas recentraron su vida

* «Mi padre decidió venir a estar conmigo en Malasia durante un tiempo, para acompañarse durante los primeros meses de terapia. Así, el 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen, le pedí que me acompañara al convento de Seremban para la misa especial. Me quedé muy impresionado al ver que en la misa había unas 200 personas, en un país islámico, en una ciudad que ciertamente no es de las más grandes de Malasia, en un día normal de trabajo. Un sacerdote vino expresamente desde Kupang, en el Timor indonesio, para celebrar la misa. No me gustaría parecer espiritual, os aseguro que no va con mi carácter serlo, pero ese sacramento, de una manera misteriosa, marcó en mí el encuentro que ha cambiado mi relación con el cáncer, transformándolo en una “amistad”; una amistad “atribulada”, hecha también de confrontaciones, pero una amistad con la cual, como con todas, una parte de mí tiene que lidiar, inevitablemente, todos los días. Desde luego, no es otro asunto que tengo que resolver. El primer cambio fue darme cuenta de los milagros que mi enfermedad estaba generando y, sobre todo, el verdadero ejército de personas que rezaba, incluso no creyentes o creyentes de otros credos»

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