* A las tres semanas, coincidió en un curso de la Universidad con Daniela, otra italiana que resultó ser del Opus Dei, y que se encontraba en Burgos haciendo también un curso de doctorado. Pronto se hicieron amigas: «Empezamos hablando de nuestros trabajos de investigación, y luego ella me empezó a hablar del Papa Francisco, del cristianismo y de Jesucristo. Yo rompí a llorar, porque en ese momento tuve la certeza de que Dios había escuchado mi oración, y Daniela era el instrumento que Él había puesto en mi camino»
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