* «Me había convertido en mi propia autoridad interpretativa, en mi Magisterio. La Biblia era responsable ante mí y estaba formada por mis creencias… Fue precisamente en este momento de pertenencia feminista en el que sentí que Dios desaparecía de ese muro impenetrable. Fue cuando traté de rezarle a Dios como Madre cuando perdí el deseo de rezar … Si una fuerza primaria me atrajo al catolicismo desde lejos, era una sed por los sacramentos y hambre por la Eucaristía»
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