* «Había muchas ofertas en el campo deportivo pero, al mismo tiempo, estaba la inquietud de descubrir sí Dios me llamaba para ser sacerdote. Lo puedo describir como un vacío, porque cuando yo me acerqué a platicar con un sacerdote le dije: ‘Padre, quiero un consejo. Siento que tengo todo en la vida, buena familia, buenos amigos; desde que estoy en la secundaria estoy becado, tengo un trabajo, oportunidades deportivas, pero siento un vacío que no puedo llenar con ninguna de esas cosas’. Él me dijo: ‘Tienes todo, pero lo que te falta es tener a Dios en tu vida’. Yo no me sentía pleno a pesar de tener todo. Por una parte, había una gran ilusión con las oportunidades y, por la otra, debía descubrir qué era lo que hacía falta en ese hueco existencial para llenarme de felicidad»
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