* «A través de la meditación y las lecturas de contenido espiritual, llegué a reconocer que esta es mi misión. Jesús también sufrió. A través del sufrimiento redimió al mundo. Por eso llegué a la conclusión de que el sufrimiento es la forma más elevada de amar; de lo contrario, Dios habría elegido otro camino. El sufrimiento en sí mismo ya nos empuja al cielo. Pero no irá hacia adelante sin nuestra colaboración. El discapacitado no es una persona menos capaz o una persona con necesidades especiales. A mí me parece más apropiado llamarlo: una persona con una misión especial. Pienso en la misión que Dios nos ha dado, y que le ha dado a cada persona. La discapacidad puede ser un privilegio si la aceptamos como un regalo de Dios, que nos ayuda a elegir el camino de la santidad. Sí, para muchas personas la persona discapacitada es un pequeño sol, cuando para él o ella la discapacidad no es una carga, sino que se ve a sí mismo como una persona con sus talentos. Estos son pequeños soles y conozco muchos de ellos»
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