* «¿Quién es el más importante de la Iglesia? El Papa, los obispos, los monseñores, los cardenales, los párrocos de las más bellas parroquias, los presidentes de asociaciones laicas… ¡No! El más grande de la Iglesia es el que se hace servidor de todos, aquel que sirve a todos, no el que tiene más títulos. Y para hacer entender esto, tomó un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo con ternura -porque Jesús hablaba con ternura, tenía tanta – les dijo: «El que recibe a uno de estos pequeños, me recibe a mí”, es decir, el que acoge al más humilde, al más servidor. Éste es el camino. Contra el espíritu del mundo hay sólo un camino: la humildad. Servir a los demás, elegir el último lugar, no trepar»
25 de febrero de 2020.- (Camino Católico) No se puede vivir el Evangelio haciendo compromisos, de lo contrario se termina en el espíritu del mundo, que apunta al dominio de los demás y es «enemigo de Dios», sino que hay que elegir el camino del servicio. La reflexión del Papa, esta mañana en la homilía de la misa en la Casa Santa Marta, parte del pasaje del Evangelio de hoy (Mc 9,30-37) en el que Jesús dice a los Doce que quien quiere ser el primero está llamado a hacerse el último y el servidor de todos. Jesús sabía que a lo largo del camino los discípulos habían discutido entre ellos sobre quién era el más grande «por ambición». Esta disputa diciendo «yo debo ir adelante, yo debo subir», explica el Papa, es el espíritu del mundo. E incluso la primera lectura de la liturgia de hoy (Stg 4, 1-10) remarca este aspecto, cuando el apóstol Santiago recuerda que el amor por el mundo es el enemigo de Dios.
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