* «Te lanzas en el momento en que te fías de Dios. Y Dios sabe cómo hacer las cosas. Y es verdad que yo soy muy racional y me gusta mucho el derecho. Cuando empecé a preparar la oposición disfrutaba con lo que hacía, me suponía un esfuerzo dejar de hacer otras cosas pero con el estudio disfrutaba. Con los sacrificios que implica el estudio. Aunque racional me es fácil guiarme por las emociones, por lo que siento y ha sido un proceso largo de discernimiento, de pensar, de hacer listas de pros y contras, de poner un poco más la razón en todo aquello. Habrá gente a la que le será suficiente una gracia turbativa, que digas “¡Buah!”, pero para mí que soy más incrédula podríamos decir, no era suficiente»
* «Y ya cuando uno ve por donde… ve que sí, que se rinde y que le dice que sí… En ese momento me fui a hacer unos ejercicios espirituales de san Ignacio en el Monasterio del Pueyo y ya al final del retiro, recuerdo estar delante del sagrario ya habiéndole dicho a Dios “me rindo, okey”, pero también , “Señor, dame la certeza de saber que esto, ¡esto!, es sólo porque tú quieres, que es lo que tú quieres y ya está: que yo no me estoy confundiendo, que yo no estoy equivocándome o estoy, ¡no sé!, contemplando esta opción por algo que no seas tú y que no venga directamente de ti. Y yo ahí sentada, mirando el sagrario y no había nada, nada; ni nadie, solo una vocecita interior que dice, “Marta, qué más certeza necesitas, qué más certeza necesitas que el ser consciente que tú estás aquí, sentada conmigo, y podrías tirarte aquí toda la vida, con esta plenitud, esta serenidad, este gozo, sin ver a nadie más, sin necesitar a nadie más”. Y es que es gozo al final»