* «Acorralar a Dios: «O me haces esto o no voy a ir más a la iglesia». ¿Y qué dice Jesús? ‘Vete, vete. Arréglatelas’. Muchos cristianos se lavan las manos ante los desafíos de la cultura, los desafíos de la historia, los desafíos de las personas de nuestro tiempo; incluso ante los desafíos más pequeños. Cuántas veces oímos al cristiano tacaño delante de una persona que pide limosna y no la da: «No, no, no doy porque entonces estos se emborrachan». Se lavan las manos. Lo oímos muchas veces, muchas veces. Acorralar a Dios y lavarse las manos son dos actitudes peligrosas, porque es como desafiar a Dios. Pensemos qué pasaría si el Señor nos acorralara. Nunca entraríamos en el paraíso. ¿Y qué pasaría si el Señor se lavara las manos con nosotros? Pobre de nosotros»
16 de diciembre de 2019.- (Camino Católico) Dos actitudes de los cristianos tibios, «acorralar a Dios y lavarse las manos», son peligrosas, «es como desafiar a Dios». Si el Señor nos pusiera también a nosotros a la prueba, «nunca entraríamos en el Paraíso» y, ay de nosotros si entonces «se lavara las manos con nosotros». En su homilía de la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco repasa así el Evangelio de Mateo propuesto por la liturgia, aquel del diálogo entre Jesús y los sumos sacerdotes, que le preguntan con qué autoridad enseña en el templo.