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lunes, 7 de julio de 2008

De misión, en el mundo de la prostitución / Autora: Inma Soler

Sentí que el Señor me llamaba a darlo todo
(Alfa y Omega / Asociación Villa Teresita) Era joven cuando me encontré con Cristo. Tenía 17 años cuando sentí que me llamaba a darlo todo y darme del todo. Su Amor me sedujo; me llevó a estar con los más pobres para construir un mundo más justo, más fraterno. Nunca he podido entender el Evangelio separado de la vida. En el barrio chino de Valencia conocí la labor de Villa Teresita con los más desfavorecidos, y decidí plantar allí mi tienda. No quería estar de paso; quería poner toda mi vida en juego. Desde entonces han pasado 17 años, que he vivido en disponibilidad al servicio del Reino, allí donde me necesiten. Su Amor me empuja y me sigue llevando a ser misericordia, alegría, vida..., en medio de los que sufren. Somos una asociación de mujeres consagradas que intentamos vivir el Evangelio en comunidad y entre los más pobres, especialmente en el mundo de la prostitución. Desde su nacimiento, en 1942, Villa Teresita ha estado siempre al lado de la mujer en situaciones de marginación y prostitución (madres solas, droga, sida, inmigración, tráfico de seres humanos...), ofreciéndoles amistad, apoyo integral, acogiéndolas en sus casas, saliendo a su encuentro en calles, bares, cárcel, hospitales... Somos conscientes de ser portadoras de esperanza, de Buena Noticia y, a la vez, de aprender mucho de las mujeres y las personas con las que compartimos vida.

Siempre empezamos el día poniéndonos delante de Dios, y después de rezar Laudes y celebrar la Eucaristía, ¡nos vamos a la misión! Cada día es distinto: visitar a una mujer en la calle o en la habitación donde vive, hacer de mediadora para buscar trabajo, acompañar a una mujer inmigrante a arreglar su documentación, visitar en la cárcel a quien no tiene familia...

Pasas y saludas

Y también hay trabajo en la casa, apoyando y acompañando los procesos de las chicas que en ella viven, y a todo aquel que llama a la puerta o al teléfono pidiendo ayuda. Es importante un clima de hogar para poder rehacer la vida. El día a día está marcado por luchas y, también, pequeñas celebraciones: la comida compartida, conseguir los papeles, poder dormir sin miedo, el primer sueldo, recuperar la sonrisa, conseguir un permiso carcelario, levantarse sin mono, una mirada que se ilumina, un cumpleaños.... ¡Es tan necesario reconocer los signos del Dios de la Vida en medio de tanta cruz! Las mujeres llegan muy rotas, con muchas heridas. La prostitución (tan unida a pobreza, malos tratos, droga, inmigración...) rompe por dentro.

En cada ciudad en la que estamos tenemos voluntarios y laicos comprometidos en la misión. Hace falta que muchas personas se impliquen para transformar la realidad y ayudar a que salgan de su situación de exclusión: psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras, abogados... Por eso es tan importante la coordinación con otras asociaciones y el trabajo en red junto a otros. En nuestras salidas nos acercamos a ellas en la calle y nos presentamos sin más, ofreciendo nuestro apoyo y cercanía, y a la vez los recursos que puedan ayudarles. Siempre procuramos que, vengan de donde vengan y a través de quién vengan, lo hagan libremente. Es importante que se pueda ir entablando una relación de confianza con nosotras, que sientan que nos importan. Para nosotras, cada mujer, con su rostro, su nombre, su historia, su cultura... es un tesoro.

La relación de amistad se fragua muy poco a poco, a ritmo de ellas. Hay que estar a su lado y respetar su propio proceso. ¡Cuántas veces, en la calle, pasas y saludas, vuelves a pasar y saludas, y después de meses o años, un día rompen a llorar o a hablar y te cuentan lo que realmente están viviendo! Tienen una enorme necesidad de ser queridas como personas, como mujeres (la prostitución les hace sentir que no valen nada). Las necesidades que presentan son de todo tipo: un trabajo digno (la mayor parte son inmigrantes, muchas de ellas indocumentadas, y sólo pueden acceder a trabajos precarios y mal remunerados); tener los papeles en regla, sin miedo a ser expulsadas; poder estar con sus familias cuanto antes... Pero también son mujeres fuertes y luchadoras. En nuestros encuentros posibilitamos que tomen conciencia de su situación, de su dignidad como personas y de sus propias posibilidades. Esto supone una intervención global, donde la relación humana que se entabla es fundamental además de los recursos adecuados.

Es imprescindible también la labor de denuncia. Detrás del fenómeno de la prostitución, está la mentalidad que cosifica a las mujeres; la sociedad de consumo, la desigualdad entre países ricos y pobres, la desventaja de oportunidades, la falta de formación, el sistema injusto que tendremos que ir transformando para poder hacer este mundo más humano, más fraterno, más Reino de Dios.

Todas las mujeres dejan una huella en tu vida y en tu corazón. Cada una es única y especial: Joy, María José, Lola, Patricia, Linda, Ester, Blessing... ¿La gratificación y alegría más grande? que una mujer se ponga de pie, salga de su situación de postración y empiece a vivir.

Las prostitutas nos precederán....

Comentando estas Palabras de Jesús con una amiga prostituta, me decía: "La prostituta sufre y aguanta mucho, por eso Jesús estuvo cerca... Siempre he hecho lo que no he querido hacer, he vivido donde no hubiese querido vivir... al final acabas creyendo que no vales, que no hay salida, que tu vida no importa para nadie... Tengo siempre presente al Señor, antes de salir "a buscarse la vida" y después al llegar, Él es el único que me puede comprender y perdonar, el que me da fuerzas y coraje para seguir adelante".

Hoy siguen siendo provocadoras las Palabras del Evangelio. No son letra muerta, son Buena Noticia. La experiencia y vida a lo largo de 60 años de hacer camino junto a ellas y abrir cauces de liberación en Villa Teresita, compartiendo techo, mesa, sufrimiento, luchas y alegrías, así nos lo demuestran. Ellas nos precederán en el Reino..., si no ¡Qué le pregunten a Ana! Que con 35 años, pasa horas y horas en la calle con la cara maquillada y la mirada triste, con historias acumuladas de maltratos, abusos... y personas que le recuerdan a diario que no sirve para nada. ¡Qué le pregunten qué le ilusiona! ¡Si es fácil su vida! Que se lo digan a Tessy, que con 21 años cruzó el estrecho soñando una vida mejor, que llegó sin papeles, sin conocer la lengua, con una deuda pendiente con la mafia y un "trabajo" en el club, que ya no aguanta más. ¡Qué le pregunten si esta era la tierra prometida que soñaba ¡ Que se lo digan a Viqui que lleva enganchada desde los 15 años, que ahora con 26 no tiene ganas de vivir, que ha estado 5 años en la cárcel y aún tiene causas pendientes... ¡Qué le pregunten como ve su futuro! ¿Qué espera en la vida?

Ellas van por delante... y esto es motivo de alegría para los que soñamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en que habite la justicia, para los empobrecidos, los sufridos, los que lloran, los oprimidos, los pequeños, (Mt 5, 1- 12; Mt 11, 25-27, 1Co,1, 27-29). Y a la vez, es denuncia a los que se creen puros, perfectos, los que creen tener "las llaves de entrada en el Reino"; denuncia a una sociedad que trafica con su sufrimiento, con sus necesidades económicas, con su sueño de felicidad, que ampara la vejación y esclavitud, que comercia con su cuerpo y trafica con su persona.