
Siempre empezamos el día poniéndonos delante de Dios, y después de rezar Laudes y celebrar la Eu

Pasas y saludas
Y también hay trabajo en la casa, apoyando y acompañando los procesos de las chicas que en ella viven, y a todo aquel que llama a la puerta o al teléfono pidiendo ayuda. Es importante un clima de hogar para poder rehacer la vida. El día a día está marcado por luchas y, también, pequeñas celebraciones: la comida compartida, conseguir los papeles, poder dormir sin miedo, el primer sueldo, recuperar la sonrisa, conseguir un permiso carcelario, levantarse sin mono, una mirada que se ilumina, un cumpleaños.... ¡Es tan necesario reconocer los signos del Dios de la Vida en medio de tanta cruz! Las mujeres llegan muy rotas, con muchas heridas. La prostitución (tan unida a pobreza, malos tratos, droga, inmigración...) rompe por dentro.
En cada ciudad en la que estamos tenemos voluntarios y laicos comprometidos en la misión. Hace falta que muchas personas se impliquen para transformar la realidad y ayudar a que salgan de su situación de exclusión: psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras, abogados... Por eso es tan importante la coordinación con otras asociaciones y el trabajo en red junto a otros. En nuestras

La relación de amistad se fragua muy poco a poco, a ritmo de ellas. Hay que estar a su lado y respetar su propio proceso. ¡Cuántas veces, en la calle, pasas y saludas, vuelves a pasar y saludas, y después de meses o años, un día rompen a llorar o a hablar y te cuentan lo que realmente están viviendo! Tienen una enorme necesidad de ser queridas como personas, como mujeres (la prostitución les hace sentir que no valen nada). Las necesidades que presentan son de todo tipo: un trabajo digno (la mayor parte son inmigrantes, muchas de ellas indocumentadas, y sólo pueden acceder a trabajos precarios y mal remunerados); tener los papeles en regla, sin miedo a ser expulsadas; poder estar con sus familias cuanto antes... Pero también son mujeres fuertes y luchadoras. En nuestros encuentros posibilitamos que tomen conciencia de su situación, de su dignidad como personas y de sus propias posibilidades. Esto supone una intervención global, donde la relación humana que se entabla es fundamental además de los recursos adecuados.
Es imprescindible también la labor de denuncia. Detrás del fenómeno de la prostitución, está la mentalidad que cosifica a las mujeres; la sociedad de consumo, la desigualdad entre países ricos y pobres, la desventaja de oportunidades, la falta de formación, el sistema injusto que tendremos que ir transformando para poder hacer este mundo más humano, más fraterno, más Reino de Dios.
Todas las mujeres dejan una huella en tu vida y en tu corazón. Cada una es única y especial: Joy, María José, Lola, Patricia, Linda, Ester, Blessing... ¿La gratificación y alegría más grande? que una mujer se ponga de pie, salga de su situación de postración y empiece a vivir.
Las prostitutas nos precederán....
Comentando estas Palabras de Jesús con una amiga prostituta, me decía: "La prostituta sufre y aguanta mucho, por eso Jesús estuvo cerca... Siempre he hecho lo que no he querido hacer, he vivido donde no hubiese querido vivir... al final acabas creyendo que no vales, que no hay salida, que tu vida no importa para nadie... Tengo siempre presente al Señor, antes de salir "a buscarse la vida" y después al llegar, Él es el único que me puede comprender y perdonar, el que me da fuerzas y coraje para seguir adelante".
Hoy siguen siendo provocadoras las Palabras del Evangelio. No son letra muerta, son Buena Noticia. La experiencia y vida a lo largo de 60

Ellas van por delante... y esto es motivo de alegría para los que soñamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en que habite la justicia, para los empobrecidos, los sufridos, los que lloran, los oprimidos, los pequeños, (Mt 5, 1- 12; Mt 11, 25-27, 1Co,1, 27-29). Y a la vez, es denuncia a los que se creen puros, perfectos, los que creen tener "las llaves de entrada en el Reino"; denuncia a una sociedad que trafica con su sufrimiento, con sus necesidades económicas, con su sueño de felicidad, que ampara la vejación y esclavitud, que comercia con su cuerpo y trafica con su persona.
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