«La felicidad de las discotecas se acaba; Cristo dura siempre»
(Alfa y Omega) Ha decidido bautizarse a los 22 años, después de encontrarse con Cristo en su Iglesia. Ahora, anuncia el Evangelio en el mundo de la moda, con la misma naturalidad con la que hizo su oración ante cientos de personas el día del Corpus Christi
Conoce de cerca el mundo de la diversión superflua, del alcohol, de las fiestas VIP. Su rutina se desenvuelve desde hace años entre top models, fotógrafos, maquilladores y modistos. Un ambiente que la envolvía ya en Brasil, país en el que nació y del que se vino a los 20 años para desarrollar su carrera como modelo de pasarela y publicidad.
Precisamente porque las luces de las discotecas y los focos de las cámaras no le son ajenos, Mariajosé Rossi de Queirós puede afirmar, a sus 22 años, que «el mundo de la belleza, de la fiesta constante, de las drogas, del sexo, es una mentira. La alegría y la libertad verdaderas están en la Iglesia, en Jesucristo. Escucharle es gratis, mientras que las discotecas, las pastillas o el alcohol no sólo cuestan muchísimo, sino que se pagan caras. La felicidad de discoteca se acaba al amanecer; Cristo dura siempre».
Pero Mariajosé no siempre ha tenido esta convicción. Antes de venir a España, la joven Areta -su nombre, antes de que fuese bautizada- ya trabajaba como modelo. Allí entró en contacto con el mundo de la moda, de la superficialidad, de la diversión al límite. «Algunos de mis amigos se han destruido por el alcohol y la droga», recuerda. Curiosamente, la lectura de un libro no cristiano hizo que se decidiese a emprender el viaje a nuestro país. «Me vine porque quería cambiar de vida, porque quería buscar un tesoro, como un protagonista de novela. No me podía imaginar que aquí iba a encontrar mucho más: a Jesucristo y a su Iglesia», asegura. Los primeros meses en España fueron duros: «No tenía papeles (y sigo sin tenerlos), y me sentía sola, porque no tenía amigos, ni familia. Algunas chicas de mi edad, como era modelo y brasileña, no me querían como amiga por miedo a que les quitase el novio, o cosas así. Entonces empecé a ir a la iglesia para pedir ayuda a Dios, aunque no estaba bautizada. A partir de ese momento, empecé a acercarme cada vez más a Dios y a conocerle más. Él fue mi único compañero aquí, me libró de no entrar en la droga y me alejó de lo malo». Aquel camino hacia Dios la llevó a recibir el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión en la pasada Vigilia Pascual, de manos del cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, en la catedral de la Almudena.
Merece la pena aguantar las críticas
Esta conversión «me ha cambiado totalmente, y no me importa decírselo a todo el mundo. Algunos jóvenes se ríen, porque en mi mundo hay pocos que crean en Dios. En este ambiente hay mucha discoteca, mucha fiesta, drogas…» Pero ella no se arredra a la hora de dar testimonio: «Veo como una misión ser católica en mi ambiente, contar cuánto ha cambiado mi vida y lo feliz que soy. Es muy difícil, pero merece la pena para que mis compañeros encuentren la alegría de Dios». Y eso, por no hablar de otras dificultades: «Tengo que rechazar algunos trabajos, aunque paguen bien, porque, como católica, sé lo que debo y lo que no debo hacer. El otro día, por ejemplo, tuve que rechazar un trabajo en el que me pagaban muy bien por salir medio desnuda, y también en Antena 3 dije No a un trabajo en el que tenía que estar en bikini». Ésta es, según cuenta, su misión. «En realidad -aclara-, todos estamos llamados a hablar de Él y a tener una vida más religiosa para que las personas que nos rodean puedan creer. Si cada uno lo hace en su ambiente, será más fácil hacer presente a Cristo».
Y cuando llegan los momentos de debilidad, sabe dónde acudir: «Cuando miro una imagen de Jesucristo, y pienso en todo lo que pasó por mí, veo en Él la salvación, la esperanza que me falta. Me siento confortada sólo con decir su nombre».
A quienes no creen, esta joven modelo les muestra el motivo de su alegría con la misma soltura con la que posa ante las cámaras: «Jesucristo sólo pide que escuches su Palabra, no te obliga a nada. Si voy a la iglesia es porque quiero, porque me hace falta. Quienes no creen en Él no saben lo que se pierden. Ser hija de la Iglesia y tener cerca de Dios da más felicidad que cualquier fiesta del mundo».
Como para hablar de Dios hace falta primero hablar con Dios, ella lo hizo ante cientos de personas en la festividad del Corpus Christi, en la catedral de Madrid. Aquel día, puso su testimonio en clave de oración, y los allí presentes pudieron escuchar: «Yo trabajo como modelo, pero he descubierto que Tú, Jesús, eres el único Modelo, en todo y para todo. Tú eres la auténtica Belleza, Señor; el Amor siempre joven. La pasarela de un cristiano es la vida cotidiana, en la que podemos convertir todos los momentos y circunstancias en ocasión de amarte. Es curioso, Dios mío: sin dejar de ser una sinpapeles, he encontrado mi verdadera identidad: soy hija tuya, soy hija de Dios. ¡Gracias por la confesión que nos perdona los pecados! ¡Gracias, Jesús, por haberte quedado a nuestro lado en la Eucaristía! ¡Gracias por la Misión Joven! ¡Yo soy uno de sus frutos!»
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