* «San Blas de Sebaste. El Espíritu de Dios te colmó de un profundo don de sanación. Salvaste de la muerte a un niño que se ahogaba atragantado por la espina de un pescado, de ahí que nos quede, hasta nuestros días, tu patronazgo por los enfermos de garganta. Tu fama y santidad pronto corrió entre la cristiandad y perdura hasta hoy en la Iglesia. Intercede, por nosotros, San Blas. Sana nuestros cuerpos enfermos pero sobre todo haznos perseverar en la fe y a no temer la persecución y el martirio por amor a Cristo Jesús»
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