* «Me sujeté a un bidón de gasolina. Estaba desesperado. Intentaba nadar con un brazo, pero la corriente era muy fuerte. En ese momento recordé a mi padre hablándome de Jesús y pensé: ‘Si Jesús existe, me salvará de morir ahogado’. Estaba tan cansado que no sé si perdí el conocimiento o me dormí. Soñé que Cristo me abrazaba y me decía: ‘Yo te protejo’. Cuando abrí los ojos estaba en la orilla. Entonces pensé: ‘Jesús existe’. Desde entonces no me he rendido. He ido siempre hacia adelante con el deseo de conocer más a Jesús y comprender por qué le habían crucificado y por qué nos sigue amando»
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