lunes, 9 de agosto de 2021
Cristina Cons, conversa a los 13 años, casta desde los 20: «Yo rezaba y quería ser hija de Dios, vivía con mi novio ateo, cambié, y le dije que ya solo tendré sexo con mi marido»
* «Un amigo, aún no sé cómo, me invitó a un encuentro de Familias Invencibles. Allí conocí matrimonios de verdad, con sus vidas, sus sufrimientos. Entendí lo que era el matrimonio cristiano: prometer amor eterno, para siempre, no un sentimiento que ahora está y luego lo dejas, sino real, aunque haya dramas… Yo lo vi y les dije: “tenéis que hacer que esto se vea, porque nadie puede ser lo que no puede ver”. En ese encuentro pensé: “lo que acabo de ver es lo que yo quiero ser… quería tener un marido cristiano y mi novio no lo era. Yo rezaba, hablaba con Dios, le proponía dejar a mi novio si Él lo pedía, pero que me diera un tiempo para rezar por él; y así rezando me daba cuenta de que tener relaciones sexuales no era coherente. Pensé: ‘no puedo tener sexo con un chico que no sé si es mi amor eterno”. Tenía clara una cosa: sólo hay garantía de ese amor bello, para siempre, cuando se proclama ante Dios y mi familia en una boda. Y decidí que iba a reservar el sexo solo para mi marido. Recé: ‘Jesús, necesito que me digas algo’. Abrí la Biblia y leí: ‘si no sois capaces de conteneros, casaos, porque más vale casarse que abrasarse’. Y así me decidí a hablar con él»
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