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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Página web de Escuchar la Voz del Señor

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martes, 12 de noviembre de 2019

Paul y Jenna de Partee eran protestantes devotos: en una Misa del Gallo supieron místicamente que la Eucaristía, «toda esa cosa católica de ‘no es pan, es Jesús’ era verdad»

* «Al elevarse la Hostia, el pequeño mareo que había sentido se convirtió en un terremoto. Mi corazón se abrió en pedazos, mis ojos explotaron, y aunque veía la Hostia en sus manos, ya no era un pedazo de pan. No sé cómo, pero supe instantáneamente, más profunda y verdaderamente de lo que he sabido nunca nada, que aquello era, de hecho, Jesucristo. Nunca he querido nada con más plenitud en mi vida. Quería postrarme largo en el suelo de esa habitación de fluorescentes. Quería asaltar el altar y consumirle a Él. Quería contemplar ese extraño pedazo plano de pan hasta mi último aliento… y a la vez pensaba que no podría resistirlo ni un momento más. Me pareció una eternidad. Si esa chaladura era verdad (afrontémoslo, esta verdad es una locura de la forma más hermosa posible) entonces todo eso era verdad. Me arrodillé abrumado mientras esos católicos iban hacia el altar, al lugar del sacrificio, al sacerdote que representa a Dios, a recibir a Jesús. ¡A mi Jesús!»

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