* «Me quedé embarazada y fue tal la libertad que Dios nos regaló que no quisimos saber si era niño o niña. A la tercera noche los doctores nos comunicaron que estaban estabilizando al bebé. En ese momento, no sin dificultad, le pedimos a Dios que nos ayudara a aceptar y entender su voluntad. Fueron momentos muy difíciles pero pudimos vivirlos con la paz del Señor. La oración nos sostuvo, y leer la Palabra de Dios se volvió una herramienta preciosa»
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