* «Ella rezaba el breviario cada día. Y me hablaba de Jesús. Yo no sabía nada de Él. En Tayikistán no hay iglesias. Allí, o eres musulmán, o nada. Ella era muy cariñosa. Mis hermanas están contentas por mí, aunque ahora ellas viven como mis padres. Mi madre aún quiere que vuelva a casa. Mi padre me ha desheredado. Me parece correcto, entiendo su cultura. Se le perdono»
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