«Espíritu Santo, con humildad y con profunda piedad te invoco porque deseo ser más dócil a tus inspiraciones. Mírame celebrando tu fiesta, Pentecostés. En este día, me consagro a tu persona, Espíritu Santo. Toma mi cuerpo, mente y espíritu y hazlos sólo tuyos. Renueva y acrecienta con la caridad, la fe y la esperanza mi íntima amistad con Jesucristo, Señor y Vida mía»
P. Carlos García Malo / Camino Católico.- Este domingo llega el momento culminante de la Pascua con la celebración de Pentecostés. Es el momento adecuado para consagrar personalmente nuestra vida al Espíritu Santo, que es el dulce huésped de nuestra alma y que nos revela la propia verdad para que podamos ser fieles a la voluntad de Dios en cada acto: