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domingo, 23 de noviembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 23-11-2025: «Caminar juntos, en alabanza y alegría, al encuentro de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo; su poder es el amor, su trono la cruz y por ella su reino se irradia en el mundo»

* «Queridos coristas y músicos, hoy celebran su jubileo y agradecen al Señor por haberles concedido el don y la gracia de servirlo ofreciendo sus voces y sus talentos para su gloria y para la edificación espiritual de los hermanos (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 120). Su tarea es la de involucrarlos en la alabanza a Dios y de hacerlos participar mejor de la acción litúrgica por medio del canto. Hoy expresan plenamente su “iubilum”, su regocijo, que nace del corazón inundado de la alegría de la gracia» 

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Para el Pueblo de Dios el canto expresa la invocación y la alabanza, es el “cántico nuevo” que Cristo resucitado eleva al Padre, haciendo partícipe de ello a todos los bautizados, como un único cuerpo animado por la vida nueva del Espíritu. En Cristo somos cantores de la gracia, hijos de la Iglesia que encuentran en el Resucitado la causa de su alabanza. La música litúrgica se convierte así en un instrumento muy valioso mediante el cual desempeñamos el servicio de alabanza a Dios y expresamos el gozo de la vida nueva en Cristo» 



 Sesenta mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, que han asistido a la Misa del Jubileo de los Coros y Corales

22 de noviembre de 2025.- (Camino Católico)  Esta mañana, desde la Plaza de San Pedro en el marco del Jubileo dedicado a los Coros y Corales, el Santo Padre ha dirigido una homilía centrada en el valor espiritual, eclesial y humano de la música. Partiendo del salmo responsorial —«Vayamos con alegría al encuentro del Señor»— ha propuesto un recorrido espiritual donde el canto se revela como un modo privilegiado de caminar juntos hacia Cristo, Rey del Universo, cuyo poder se manifiesta no en la fuerza sino en el amor crucificado:


“Caminar juntos —en la alabanza y la alegría— al encuentro de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, soberano manso y humilde, Aquel que es el principio y el fin de todas las cosas. Su poder es el amor, su trono es la cruz y, por medio de la cruz, su reino se irradia en el mundo. “Dios reina desde el madero” (cf. Himno Vexilla Regis) como Príncipe de la paz y Rey de la justicia que, en su Pasión, revela al mundo la inmensa misericordia del corazón de Dios”, ha subrayado el Santo Padre.



Estaban presentes en esta celebración Eucarística con rezo mariano del Ángelus antes de la bendición final, más de 60 mil fieles, peregrinos y participantes en este jubileo. El Papa al final de la ceremonia, hizo un recorrido en su papamóvil llegando hasta el final de la Vía de la Conciliazione, saludando a los fieles presentes. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:

JUBILEO DE LOS COROS Y DE LAS CORALES

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo 

Domingo, 23 de noviembre de 2025


Queridos hermanos y hermanas:

En el salmo responsorial hemos cantado: “Vayamos con alegría al encuentro del Señor” (cf. Sal 122). La liturgia de hoy nos invita, por tanto, a caminar juntos —en la alabanza y la alegría— al encuentro de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, soberano manso y humilde, Aquel que es el principio y el fin de todas las cosas. Su poder es el amor, su trono es la cruz y, por medio de la cruz, su reino se irradia en el mundo. “Dios reina desde el madero” (cf. Himno Vexilla Regis) como Príncipe de la paz y Rey de la justicia que, en su Pasión, revela al mundo la inmensa misericordia del corazón de Dios. Este amor es también la inspiración y el motivo de sus cantos.

Queridos coristas y músicos, hoy celebran su jubileo y agradecen al Señor por haberles concedido el don y la gracia de servirlo ofreciendo sus voces y sus talentos para su gloria y para la edificación espiritual de los hermanos (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 120). Su tarea es la de involucrarlos en la alabanza a Dios y de hacerlos participar mejor de la acción litúrgica por medio del canto. Hoy expresan plenamente su “iubilum”, su regocijo, que nace del corazón inundado de la alegría de la gracia.

Las grandes civilizaciones nos han regalado la música para que podamos manifestar lo que llevamos en lo profundo de nuestro corazón y que no siempre pueden expresar las palabras. Todos los sentimientos y las emociones que nacen en nuestro interior y de una relación viva con la realidad pueden encontrar voz en la música. El canto, de manera particular, representa una expresión natural y completa del ser humano; en él la mente, los sentimientos, el cuerpo y el alma se unen para comunicar las cosas grandes de la vida. Como nos recuerda san Agustín: «Cantare amantis est» (Sermón 336, 1), es decir, «cantar es propio de quien ama». Quien canta expresa el amor, pero también el dolor, la ternura y el deseo que alberga en su corazón y, al mismo tiempo, «ama a aquel a quien canta» (Comentarios a los Salmos, 72, 1).

Para el Pueblo de Dios el canto expresa la invocación y la alabanza, es el “cántico nuevo” que Cristo resucitado eleva al Padre, haciendo partícipe de ello a todos los bautizados, como un único cuerpo animado por la vida nueva del Espíritu. En Cristo somos cantores de la gracia, hijos de la Iglesia que encuentran en el Resucitado la causa de su alabanza. La música litúrgica se convierte así en un instrumento muy valioso mediante el cual desempeñamos el servicio de alabanza a Dios y expresamos el gozo de la vida nueva en Cristo.

San Agustín nos exhorta, además, a caminar cantando, como viajeros fatigados que encuentran en el canto un presagio de la alegría que experimentarán al llegar a su meta. «Canta, pero camina […], avanza en el bien» (Sermón 256, 3). Por tanto, formar parte de un coro significa avanzar juntos tomando de la mano a los hermanos, ayudándoles a caminar con nosotros y cantando junto a ellos la alabanza de Dios, consolándolos en los sufrimientos, exhortándolos cuando parece que les vence el cansancio, infundiéndoles entusiasmo cuando parece que predomina la fatiga. Cantar nos recuerda que somos Iglesia en camino, una auténtica realidad sinodal, capaz de compartir la vocación a la alabanza y a la alegría con todos, en una peregrinación de amor y de esperanza.

También san Ignacio de Antioquía usa palabras conmovedoras relacionando el canto del coro con la unidad de la Iglesia: «En vuestro sinfónico y armonioso amor es Jesucristo quien canta. Que cada uno de vosotros también se convierta en coro, a fin de que, en la armonía de vuestra concordia, toméis el tono de Dios en la unidad, cantéis a una sola voz por Jesucristo al Padre, para que os escuche y os reconozca por vuestras buenas obras» (A los Efesios, IV). En efecto, las diferentes voces de un coro se armonizan entre ellas dando vida a una única alabanza, símbolo luminoso de la Iglesia, que une a todos en el amor, en una única y suave melodía.

Ustedes pertenecen a coros que desarrollan su actividad sobre todo en el servicio litúrgico. Su ministerio exige preparación, fidelidad, entendimiento mutuo y, sobre todo, una vida espiritual profunda, de modo que, si ustedes rezan cantando, ayuden a todos a rezar. Es un ministerio que requiere disciplina y espíritu de servicio, especialmente cuando es necesario preparar una liturgia solemne o algún acontecimiento importante para sus comunidades. El coro es una pequeña familia de personas diferentes unidas por el amor a la música y por el servicio que ofrecen. Pero recuerden que su gran familia es la comunidad; no están por delante, sino que forman parte de ella, con el compromiso de hacerla más unida, inspirándola y haciéndola partícipe. Como en todas las familias, pueden surgir tensiones o pequeñas incomprensiones, cosas normales cuando se trabaja juntos y se hace un esfuerzo por alcanzar un resultado. Podemos decir que el coro es un poco un símbolo de la Iglesia que, orientada hacia su meta, camina en la historia alabando a Dios. Aunque este camino en ocasiones está lleno de dificultades y de pruebas, y los momentos de alegría se alternan con otros de mayor fatiga, el canto hace más ligero el viaje, dando alivio y consuelo. 

Comprométanse, por tanto, a transformar cada vez más sus coros en un prodigio de armonía y belleza; sean cada vez más imagen luminosa de la Iglesia que alaba a su Señor. Estudien atentamente el Magisterio, que indica en los documentos conciliares las normas para desarrollar al máximo su servicio. Sobre todo, sean capaces de hacer siempre partícipe al pueblo de Dios, sin ceder a la tentación del exhibicionismo, que excluye la participación activa de toda la asamblea litúrgica en el canto. Sean, en esto, signo elocuente de la oración de la Iglesia, que expresa su amor a Dios por medio de la belleza de la música. Vigilen, para que su vida espiritual esté siempre a la altura del servicio que realizan, de modo que esto pueda expresar auténticamente la gracia de la liturgia.

Los encomiendo a todos a la protección de santa Cecilia, la virgen y mártir que, aquí en Roma, ha elevado con su vida el canto de amor más hermoso, entregándose totalmente a Cristo y ofreciendo a la Iglesia su luminoso testimonio de fe y amor. Prosigamos cantando y hagamos nuestra, una vez más, la invitación del salmo responsorial de la liturgia de hoy: “Vayamos con alegría al encuentro del Señor”.

PAPA LEÓN XIV









Fotos: Vatican Media, 23-11-2025

Papa León XIV en el Ángelus, 23-11-2025: «En la fiesta de Cristo Rey, rezo para que cada joven descubra la belleza y la alegría de seguirlo a Él, el Señor, y de dedicarse a su Reino de amor, de justicia y de paz»

* «Con inmensa tristeza recibí la noticia del secuestro de sacerdotes, fieles y estudiantes en Nigeria y Camerún. Siento un profundo dolor, especialmente por los numerosos jóvenes secuestrados y por sus angustiadas familias. Hago un vehemente llamamiento para la liberación inmediata de los rehenes e insto a las Autoridades competentes a que adopten las medidas necesarias para conseguirla. Oremos por estos hermanos y hermanas nuestros, y para que las iglesias y las escuelas sigan siendo siempre y en todo lugar, espacios seguros y de esperanza» 

   

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

23 de noviembre de 2025.- (Camino Católico)  Antes de la bendición final de la Santa Misa y de rezar el Ángelus, el Papa León XIV ha recordado también la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en diversas diócesis alrededor del mundo y ha animado a los jóvenes a descubrir la belleza de seguir a Cristo y a dedicarse a construir un mundo basado en el amor, la justicia y la paz.

Además, el Pontífice ha expresado su profunda preocupación por los secuestros de sacerdotes, fieles y estudiantes en Nigeria y Camerún, haciendo un llamado urgente a las autoridades para garantizar su liberación. Al mismo tiempo, ha invitado a todos los fieles a orar por la paz y a mantener las iglesias y escuelas como espacios de seguridad y esperanza.

También ha dirigido un cálido saludo a todos los fieles que han participado en la celebración jubilar, haciendo un reconocimiento especial a los coros venidos de distintos rincones del mundo a quienes ha dedicado buena parte de su homilía. El Santo Padre ha agradecido la presencia de los peregrinos y ha pedido la bendición de Dios sobre su servicio. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro

Domingo, 23 de noviembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de rezar juntos el Ángelus, deseo saludar a todos los que han participado en esta celebración jubilar, especialmente a las corales y los coros venidos de todo el mundo. ¡Gracias por su presencia! ¡Que el Señor bendiga su servicio!

Extiendo mi saludo a todos los demás peregrinos, especialmente a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores de Italia (A.C.L.I.), de la diócesis de Téramo-Atri y a los fieles procedentes de algunas diócesis de Ucrania: ¡lleven a casa el abrazo y la oración de esta plaza!

Con inmensa tristeza recibí la noticia del secuestro de sacerdotes, fieles y estudiantes en Nigeria y Camerún. Siento un profundo dolor, especialmente por los numerosos jóvenes secuestrados y por sus angustiadas familias. Hago un vehemente llamamiento para la liberación inmediata de los rehenes e insto a las Autoridades competentes a que adopten las medidas necesarias para conseguirla. Oremos por estos hermanos y hermanas nuestros, y para que las iglesias y las escuelas sigan siendo siempre y en todo lugar, espacios seguros y de esperanza.

Hoy se celebra la Jornada Mundial de la Juventud en las diócesis de todo el mundo. Bendigo y abrazo espiritualmente a los que participan en las diversas celebraciones e iniciativas. En la fiesta de Cristo Rey, rezo para que cada joven descubra la belleza y la alegría de seguirlo a Él, el Señor, y de dedicarse a su Reino de amor, de justicia y de paz.

Ya está cerca mi viaje apostólico a Turquía y Líbano. En Turquía se celebrará el 1700 aniversario del Concilio de Nicea. Por ello, hoy se publica la Carta apostólica In unitate fidei, que conmemora este histórico acontecimiento.

Ahora dirijámonos a la Virgen María, encomendando a su maternal intercesión todas estas intenciones y nuestra oración por la paz.

Oración del Ángelus:  

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.


Papa León XIV




Fotos: Vatican Media, 23-11-2025

Santa Misa de hoy, domingo, Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, presidida por el Papa León XIV, 23-11-2025

Foto: Vatican Media, 23-11-2025


23 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) 60.000 peregrinos procedentes de 117 países de todo el mundo han participado en la Santa Misa, celebrada por el Papa León XIV, en la plaza de san Pedro, este domingo, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, y Jubileo de los Coros y Corales. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.  



En su homilía el Pontífice ha subrayado que tenemos que “caminar juntos —en la alabanza y la alegría— al encuentro de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, soberano manso y humilde, Aquel que es el principio y el fin de todas las cosas. Su poder es el amor, su trono es la cruz y, por medio de la cruz, su reino se irradia en el mundo. “Dios reina desde el madero” (cf. Himno Vexilla Regis) como Príncipe de la paz y Rey de la justicia que, en su Pasión, revela al mundo la inmensa misericordia del corazón de Dios”. Antes de la bendición final, el Papa ha dirigido a los fieles una alocución y ha rezado el Ángelus.

Jesucristo, Rey del Universo, gobierna desde la humildad de la cruz y el amor que entrega la vida / Por P. Carlos García Malo

 


domingo, 24 de noviembre de 2024

Homilía del evangelio del domingo: Cristo Rey, «humanísimo y trascendente» a la vez / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

 * «En el pasaje del Apocalipsis Él es definido como quien ‘nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre’. Ha sido siempre difícil mantener unidas estas dos prerrogativas de Cristo –majestad y humildad-, derivadas de sus dos naturalezas, divina y humana. El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo y al hermano universal, pero encuentra difícil proclamarle también Señor y reconocerle un poder real sobre él»

Le veréis venir entre las nubes del cielo...  

Jesucristo, Rey del Universo - B:

Daniel 7, 13-14  /  Salmo 92  /  Apocalipsis 1, 5-8  / San Juan 18, 33b-37

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- En el Evangelio de este domingo, Pilato pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?», y Jesús responde: «Sí, como dices, soy Rey». Poco antes, Caifás le había dirigido la misma pregunta de otra forma: «¿Eres tú el Hijo de Dios bendito?», y también esta vez Jesús respondió afirmativamente: «Sí, yo soy». Es más: según el Evangelio de Marcos [Mc, 14, 62. Ndt.], Jesús reforzó esta respuesta, citando y aplicándose aquello que el profeta Daniel había dicho del Hijo del hombre que viene entre las nubes del cielo y recibe el reino que nunca pasará (primera lectura). Una visión grandiosa en la que Cristo aparece dentro de la historia y por encima de ella, temporal y eterno.

Junto a esta imagen gloriosa de Cristo hallamos, en las lecturas de la solemnidad, la del Jesús humilde y sufriente, más preocupado de hacer de sus discípulos reyes que de reinar sobre ellos. En el pasaje del Apocalipsis Él es definido como quien «nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre».

Ha sido siempre difícil mantener unidas estas dos prerrogativas de Cristo –majestad y humildad-, derivadas de sus dos naturalezas, divina y humana. El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo y al hermano universal, pero encuentra difícil proclamarle también Señor y reconocerle un poder real sobre él.

En las películas sobre Jesús, esta dificultad salta a la vista. En general, el cine ha optado por el Jesús humilde, perseguido, incomprendido, tan cercano al hombre como para compartir sus luchas, sus rebeliones, su deseo de una vida normal. En esta línea se sitúan Jesucristo Superstar y, de manera más cruda y desacralizadora, La última tentación de Cristo –de Martin Scorsese-. También Pier Paolo Pasolini, en el Evangelio según Mateo, nos presenta a este Jesús amigo de los apóstoles y de los hombres, a nuestro alcance, si bien no carente de cierta dimensión de misterio, expresada con mucha poesía, sobre todo a través de algunos eficacísimos silencios. Sólo Franco Zeffirelli, en su Jesús de Nazaret, se esforzó por mantener juntos los dos rasgos de Él. Ahí se ve a Jesús como hombre entre los hombres, afable y a la mano, pero a la vez como alguien que, con sus milagros y su resurrección, nos sitúa ante el misterio de su persona que trasciende lo humano.

No se trata de descalificar los intentos de reproponer en términos accesibles y populares el acontecimiento de Jesús. En su tiempo Jesús no se ofendía si «la gente» le consideraba uno de los profetas. Pero preguntaba a los apóstoles: «¿Y vosotros quién decís que soy yo?», dando a entender que las respuestas de la gente no eran suficientes.

El Jesús que la Iglesia nos presenta en la solemnidad de Cristo Rey es el Jesús completo, humanísimo y trascendente. En París se conserva, bajo custodia especial, la barra que sirve para establecer la longitud exacta del metro, a fin de que esta unidad de medida, introducida por la Revolución Francesa, no se altere con el paso del tiempo. De forma similar, en la comunidad de creyentes que es la Iglesia, se custodia la verdadera imagen de Jesús de Nazaret que debe servir como criterio para medir la legitimidad de toda representación suya en la literatura, en el cine, en el arte.

No se trata de una imagen fija e inerte, que hay que conservar al vacío, como el metro, sino de un Cristo vivo que crece en la comprensión misma de la Iglesia, también a raíz de las cuestiones y de las provocaciones siempre nuevas planteadas por la cultura y por el progreso humano.

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Evangelio

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: 

«¿Eres tú el Rey de los judíos?». 

Respondió Jesús: 

«¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». 

Pilato respondió: 

«¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?».

Respondió Jesús: 

«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí».

Entonces Pilato le dijo:

«¿Luego tú eres Rey?». 

Respondió Jesús: 

«Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

San Juan 18, 33b-37