El mensaje bíblico de la justificación
Nuestra escucha común de la palabra de Dios en las Escrituras ha dado lugar a nuevos enfoques. Juntos oímos lo que dice el evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna» (San Juan 3:16). Esta buena nueva se plantea de diversas maneras en las Sagradas Escrituras. En el Antiguo Testamento escuchamos la palabra de Dios acerca del pecado (Sal 51:1-5; Dn 9:5 y ss; Ec 8:9 y ss; Esd 9:6 y ss.) y la desobediencia humanos (Gn 3:1-19 y Neh 9:16-26), así como la «justicia» (Is 46:13; 51:5-8; 56:1; cf. 53:11; Jer 9:24) y el «juicio» de Dios (Ec 12:14; Sal 9:5 y ss; y 76:7-9).
En el Nuevo testamento se alude de diversas maneras a la «justicia» y la «justificación» en los escritos de San Mateo (5:10; 6:33 y 21:32), San Juan (16:8-11); Hebreos (5:1-3 y 10:37-38), y Santiago (2:14-26). En las epístolas de San Pablo también se describe de varias maneras el don de la salvación, entre ellas: «Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (Gá 5:1-13, cf. Ro 6:7); «Y todo esto proviene de Dios que nos reconcilió consigo mismo» (2 Co 5:18-21, cf. Ro 5:11); «tenemos paz para con Dios» (Ro 5:1); «nueva criatura es» (2 Co 5:17); «vivos para Dios en Cristo Jesús» (Ro 6:11-23) y «santificados en Cristo Jesús» (1 Co 1:2 y 1:31; 2 Co 1:1) A la cabeza de todas ellas está la «justificación» del pecado de los seres humanos por la gracia de Dios por medio de la fe (Ro 3:23-25), que cobró singular relevancia en el período de la Reforma.
San Pablo asevera que el evangelio es poder de Dios para la salvación de quien ha sucumbido al pecado; mensaje que proclama que «la justicia de Dios se revela por fe y para fe» (Ro 1:16-17) y ello concede la «justificación» (Ro 3:21-31). Proclama a Jesucristo «nuestra justificación» (1 Co 1:30) atribuyendo al Señor resucitado lo que Jeremías proclama de Dios mismo (23:6). En la muerte y resurrección de Cristo están arraigadas todas las dimensiones de su labor redentora por que él es «Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación» (Ro 4:25). Todo ser humano tiene necesidad de la justicia de Dios «por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Ro 1:18; 2:23 3:22; 11:32 y Gá 3:22). En Gálatas 3:6 y Romanos 4:3-9, San Pablo entiende que la fe de Abraham (Gn 15:6) es fe en un Dios que justifica al pecador y recurre al testimonio del Antiguo Testamento para apuntalar su prédica de que la justicia le será reconocida a todo aquel que, como Abraham, crea en la promesa de Dios. «Mas el justo por la fe vivirá» (Ro 1:17 y Hab 2:4, cf. Gá 3:11). En las epístolas de San Pablo, la justicia de Dios es también poder para aquellos que tienen fe (Ro 1:17 y 2 Co 5:21). Él hace de Cristo justicia de Dios para el creyente (2 Co 5:21). La justificación nos llega a través de Cristo Jesús «a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre» (Ro 3:2; véase 3:21-28). «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras...» (Ef 2:8-9).
La justificación es perdón de los pecados (cf. Ro 3:23-25; Hechos 13:39 y San Lucas 18:14), liberación del dominio del pecado y la muerte (Ro 5:12-21) y de la maldición de la ley (Gá 3:10-14) y aceptación de la comunión con Dios: ya pero no todavía plenamente en el reino de Dios a venir (Ro 5:12). Ella nos une a Cristo, a su muerte y resurrección (Ro 6: 5). Se opera cuando acogemos al Espíritu Santo en el bautismo, incorporándonos al cuerpo que es uno (Ro 8:1-2 y 9-11; y 1 Co 12:12-13). Todo ello proviene solo de Dios, por la gloria de Cristo y por gracia mediante la fe en «el evangelio del Hijo de Dios» (Ro 1:1-3).
Los justos viven por la fe que dimana de la palabra de Cristo (Ro 10:17) y que obra por el amor (Gá 5:6), que es fruto del Espíritu (Gá 5:22) pero como los justos son asediados desde dentro y desde fuera por poderes y deseos (Ro 8:35-39 y Gá 5:16-21) y sucumben al pecado (1 Jn 1:8 y 10) deben escuchar una y otra vez las promesas de Dios y confesar sus pecados (1 Jn 1:9), participar en el cuerpo y la sangre de Cristo y ser exhortados a vivir con justicia, conforme a la voluntad de Dios. De ahí que el Apóstol diga a los justos: «...ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Flp 2:12-13). Pero ello no invalida la buena nueva: «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Ro 8:1) y en quienes Cristo vive (Gá 2:20). Por la justicia de Cristo «vino a todos los hombres la justificación que produce vida» (Ro 5:18).
En la fe, juntos tenemos la convicción de que la justificación es obra del Dios trino. El Padre envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Fundamento y postulado de la justificación es la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Por lo tanto, la justificación significa que Cristo es justicia nuestra, en la cual compartimos mediante el Espíritu Santo, conforme con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: «Solo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras».
Todos los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. Solo a través de Él somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe. La fe es en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento en la comunidad de creyente y que, a la vez, les conduce a la renovación de su vida que Dios habrá de consumar en la vida eterna.
También compartimos la convicción de que el mensaje de la justificación nos orienta sobre todo hacia el corazón del testimonio del Nuevo Testamento sobre la acción redentora de Dios en Cristo: Nos dice que en cuanto pecadores nuestra nueva vida obedece únicamente al perdón y la misericordia renovadora que de Dios imparte como un don y nosotros recibimos en la fe y nunca por mérito propio cualquiera que este sea.
Por consiguiente, la doctrina de la justificación que recoge y explica este mensaje es algo más que un elemento de la doctrina cristiana y establece un vínculo esencial entre todos los postulados de la fe que han de considerarse internamente relacionados entre sí. Constituye un criterio indispensable que sirve constantemente para orientar hacia Cristo el magisterio y la práctica de nuestras iglesias. Cuando los luteranos resaltan el significado sin parangón de este criterio, no niegan la interrelación y el significado de todos los postulados de la fe. Cuando los católicos se ven ligados por varios criterios, tampoco niegan la función peculiar del mensaje de la justificación. Luteranos y católicos compartimos la meta de confesar a Cristo en quien debemos creer primordialmente por ser el solo mediador (1 Ti 2:5-6) a través de quien Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga sus dones renovadores.
lunes, 17 de diciembre de 2007
La formación / Autor: Juan Pablo Rendón, LC
Nadie puede tener toda la ciencia en su cabeza. Se conocen personas que quieren conseguirlo y es admirable su esfuerzo y aquello que pueden lograr, pero desafortunadamente no lo pueden tener todo en la memoria. En el siglo XV y XVI se conseguía saberlo todo, pero a base de mucha esfuerzo y sincero deseo. Muestra de ello es el gran Leonardo Da Vinci, el hombre universal: pintor, escultor, científico - estudios de anatomía, botánica, vuelo de aves… - ingeniero, músico. El saber humano era aún pequeño, y era posible abarcarlo. De igual forma en el siglo XVIII se logró hacer un compendio de toda la sabiduría conocida por medio de la enciclopedia. Era relativamente fácil estudiarla. Resultaron veintiocho volúmenes de todo el saber humano. No fue tarea muy complicada.
Si antes se logró, ¿por qué ahora no? Lógicamente todos nuestros saberes ya están escritos, pero ahora es sumamente difícil que un hombre lo pueda saber todo; ya que la ciencia y la técnica han dado pasos gigantescos en el siglo pasado y continúan dándolos.
Si una persona logra ser arquitecto es probable que pueda estudiar también medicina. Podrá de igual forma sacar su título de abogado, pero… ya se le está acabando la vida. Ha logrado cubrir tres campos del saber, pero es muy poco para saberlo todo.
En medio de tantos gritos (moda, libertad, dinero, naturaleza, deporte…) hay uno que es más sonoro y aún así sobresale por encima de los otros, este es el de la formación.
Para no ser un extraño en este mundo es necesaria la formación. Somos hijos de nuestro tiempo y debemos estar en él con conciencia de lo que somos. No es correcto tomar una actitud indiferente, apática. Por eso vemos que esta tendencia a tener una buena formación es cada día más común y corriente. No se necesitan muchas técnicas ni métodos para comprender lo importante que es.
La mayoría de las personas lo saben y viven dándole gran importancia a esta realidad. Pero, ¿saber por saber? No. La clave está en saber saber. En medio de tanta información te ahogas, es necesario aprender a saber. Miles de datos giran alrededor de nosotros: cifras, estadísticas, esquemas, resultados, aspectos comprensibles, etc. Todo esto es llamativo y sería muy interesante tenerlo bajo nuestro dominio, pero a veces estamos expuestos a ser un objeto manipulable por información externa y quizá errónea.
Cada persona que quiera progresar, que quiera ser útil en esta vida tan corta que tenemos, debería tener su propio “firewall” a ejemplo de los usuarios de Internet. Nadie te va a formar, tú mismo eres quien debes formarte, eres tú quien te construyes poco a poco utilizando aquellos materiales que más te sirvan.
Como persona humana somos únicos; Dios nos ha dotado de cualidades y depende de nosotros el fruto que de ellas resulten. Dios también nos ha dado libertad para decidir nuestros intereses, cuál será la carrera, cuáles serán nuestros estudios, y todo depende en el por qué y por quién lo hagamos. Lo que nos realizará no serán los actos que realicemos para y por nosotros, sino lo que hagamos por Dios y por nuestros hermanos, los hombres.
Hacen falta personas preparadas, no personas que saben mucho, sino personas que han sabido aprender. No personas que sólo estudian para su propio provecho, sino personas que son conscientes de que a su lado hay otros seres humanos que le piden una mano de ayuda. No es simple filantropía, es ley natural, es la forma de vivir junto a los otros seres que también han sido pensados por el creador.
Esto parece una invitación como muchas otras: lo es, y está de nuestra parte aceptarla, está de nuestra parte ser personas a la que se les puede agradecer. Tu formación depende de ti, pero recuerda que no sólo es para ti, ¿acaso no habrá otro faro que ilumine un mundo lleno de tanta oscuridad?
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Fuente: GAMA - Virtudes y valores
Si antes se logró, ¿por qué ahora no? Lógicamente todos nuestros saberes ya están escritos, pero ahora es sumamente difícil que un hombre lo pueda saber todo; ya que la ciencia y la técnica han dado pasos gigantescos en el siglo pasado y continúan dándolos.
Si una persona logra ser arquitecto es probable que pueda estudiar también medicina. Podrá de igual forma sacar su título de abogado, pero… ya se le está acabando la vida. Ha logrado cubrir tres campos del saber, pero es muy poco para saberlo todo.
En medio de tantos gritos (moda, libertad, dinero, naturaleza, deporte…) hay uno que es más sonoro y aún así sobresale por encima de los otros, este es el de la formación.
Para no ser un extraño en este mundo es necesaria la formación. Somos hijos de nuestro tiempo y debemos estar en él con conciencia de lo que somos. No es correcto tomar una actitud indiferente, apática. Por eso vemos que esta tendencia a tener una buena formación es cada día más común y corriente. No se necesitan muchas técnicas ni métodos para comprender lo importante que es.
La mayoría de las personas lo saben y viven dándole gran importancia a esta realidad. Pero, ¿saber por saber? No. La clave está en saber saber. En medio de tanta información te ahogas, es necesario aprender a saber. Miles de datos giran alrededor de nosotros: cifras, estadísticas, esquemas, resultados, aspectos comprensibles, etc. Todo esto es llamativo y sería muy interesante tenerlo bajo nuestro dominio, pero a veces estamos expuestos a ser un objeto manipulable por información externa y quizá errónea.
Cada persona que quiera progresar, que quiera ser útil en esta vida tan corta que tenemos, debería tener su propio “firewall” a ejemplo de los usuarios de Internet. Nadie te va a formar, tú mismo eres quien debes formarte, eres tú quien te construyes poco a poco utilizando aquellos materiales que más te sirvan.
Como persona humana somos únicos; Dios nos ha dotado de cualidades y depende de nosotros el fruto que de ellas resulten. Dios también nos ha dado libertad para decidir nuestros intereses, cuál será la carrera, cuáles serán nuestros estudios, y todo depende en el por qué y por quién lo hagamos. Lo que nos realizará no serán los actos que realicemos para y por nosotros, sino lo que hagamos por Dios y por nuestros hermanos, los hombres.
Hacen falta personas preparadas, no personas que saben mucho, sino personas que han sabido aprender. No personas que sólo estudian para su propio provecho, sino personas que son conscientes de que a su lado hay otros seres humanos que le piden una mano de ayuda. No es simple filantropía, es ley natural, es la forma de vivir junto a los otros seres que también han sido pensados por el creador.
Esto parece una invitación como muchas otras: lo es, y está de nuestra parte aceptarla, está de nuestra parte ser personas a la que se les puede agradecer. Tu formación depende de ti, pero recuerda que no sólo es para ti, ¿acaso no habrá otro faro que ilumine un mundo lleno de tanta oscuridad?
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Fuente: GAMA - Virtudes y valores
La gota de miel / Autor: P. Fernando Pascual L.C.
Se trata de una frase famosa, atribuida a san Francisco de Sales: “Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre”.
La frase expresa una verdad sobre las relaciones humanas: se consigue más con un poco de dulzura que con una dureza despiadada.
Cuando queremos ayudar a alguien a salir de un pecado, a dejar el vicio, a despertar energías interiores de bien, a preocuparse por su familia o por su misma salud, no es suficiente con el reproche o con la continua canción de “te lo he dicho mil veces”. Menos aún con los ataques personales: “Pero, ¿es que eres tonto o qué?” “Es inútil hablar contigo”. “Disimulas a la perfección que tienes buen corazón”. “No te entiendo, la verdad”. “Si no me haces caso es que no me quieres”. “No es la miel para la boca del burro”. Y mil fórmulas parecidas, clásicas o inventadas, para decirle al otro, en pocas palabras, que no tiene buena voluntad, que es un poco o un mucho “malo”.
Habrá casos, es verdad, en los que algunos de esos reproches sean verdaderos, incluso tal vez surtirán efecto. Pero también es verdad que, normalmente, se consigue bastante poco con un bombardeo continuo de insultos o ironías.
En otros muchos casos, hay corazones que dejan de lado su dureza, su pereza o su abandono personal cuando sienten a su lado a alguien que les ama, que se esfuerza por comprenderles, que ofrece una mano de amistad. Con dulzura es posible entrar en lugares secretos, asomarse a una historia triste, descubrir un drama en la infancia o una frustración amorosa o profesional que se arrastra por años y años.
Entonces, poco a poco, el familiar, el amigo sincero, paciente, respetuoso, puede lanzar cabos y dejar mensajes que llegan al corazón de quien sentirá más fácil salir de su sopor con un poco de miel, de confianza, de aprecio, que con litros y litros de vinagre, reproches y amenazas.
De este modo, los padres podrán adentrarse en el corazón del hijo adolescente que ha aflojado en sus estudios y que no quiere que nadie “se meta” en su vida. El esposo o la esposa ayudarán a la otra parte que da señales de dejadez personal y de cansancio en su entrega matrimonial. El maestro encontrará nuevas maneras para ganarse el aprecio (algo más fuerte que el respeto) de ese alumno rebelde que no estudia ni deja estudiar a sus vecinos. El policía sabrá llamar la atención a ese automovilista imprudente no como quien dice “te cogí”, sino como alguien que sabe que todos cometemos errores y que podemos ayudarnos amistosamente a ser más civilizados y formales.
Basta simplemente muy poco: una gota de miel. En el fondo, basta tener un corazón atento, enamorado, dispuesto a dar la mano, a tender puentes, a levantar heridos, a animar a débiles. Un corazón que no se cansa, porque quiere rescatar al amado, quiere ayudarle a vivir mejor, a ser bueno; a dejar de ser alguien que parece malo para convertirse en alguien que sea, realmente, un hijo, un padre o un esposo más trabajador, más sencillo, más alegre, más enamorado.
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Fuente: Catholic.net
La frase expresa una verdad sobre las relaciones humanas: se consigue más con un poco de dulzura que con una dureza despiadada.
Cuando queremos ayudar a alguien a salir de un pecado, a dejar el vicio, a despertar energías interiores de bien, a preocuparse por su familia o por su misma salud, no es suficiente con el reproche o con la continua canción de “te lo he dicho mil veces”. Menos aún con los ataques personales: “Pero, ¿es que eres tonto o qué?” “Es inútil hablar contigo”. “Disimulas a la perfección que tienes buen corazón”. “No te entiendo, la verdad”. “Si no me haces caso es que no me quieres”. “No es la miel para la boca del burro”. Y mil fórmulas parecidas, clásicas o inventadas, para decirle al otro, en pocas palabras, que no tiene buena voluntad, que es un poco o un mucho “malo”.
Habrá casos, es verdad, en los que algunos de esos reproches sean verdaderos, incluso tal vez surtirán efecto. Pero también es verdad que, normalmente, se consigue bastante poco con un bombardeo continuo de insultos o ironías.
En otros muchos casos, hay corazones que dejan de lado su dureza, su pereza o su abandono personal cuando sienten a su lado a alguien que les ama, que se esfuerza por comprenderles, que ofrece una mano de amistad. Con dulzura es posible entrar en lugares secretos, asomarse a una historia triste, descubrir un drama en la infancia o una frustración amorosa o profesional que se arrastra por años y años.
Entonces, poco a poco, el familiar, el amigo sincero, paciente, respetuoso, puede lanzar cabos y dejar mensajes que llegan al corazón de quien sentirá más fácil salir de su sopor con un poco de miel, de confianza, de aprecio, que con litros y litros de vinagre, reproches y amenazas.
De este modo, los padres podrán adentrarse en el corazón del hijo adolescente que ha aflojado en sus estudios y que no quiere que nadie “se meta” en su vida. El esposo o la esposa ayudarán a la otra parte que da señales de dejadez personal y de cansancio en su entrega matrimonial. El maestro encontrará nuevas maneras para ganarse el aprecio (algo más fuerte que el respeto) de ese alumno rebelde que no estudia ni deja estudiar a sus vecinos. El policía sabrá llamar la atención a ese automovilista imprudente no como quien dice “te cogí”, sino como alguien que sabe que todos cometemos errores y que podemos ayudarnos amistosamente a ser más civilizados y formales.
Basta simplemente muy poco: una gota de miel. En el fondo, basta tener un corazón atento, enamorado, dispuesto a dar la mano, a tender puentes, a levantar heridos, a animar a débiles. Un corazón que no se cansa, porque quiere rescatar al amado, quiere ayudarle a vivir mejor, a ser bueno; a dejar de ser alguien que parece malo para convertirse en alguien que sea, realmente, un hijo, un padre o un esposo más trabajador, más sencillo, más alegre, más enamorado.
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Fuente: Catholic.net
Templanza, para ser dueño de tus actos / Autor: Catholic.net
Vivir la templanza significa entre otras cosas, ser dueño de sí mismo, del propio actuar.
¿Que es la Templanza?
La templanza es la virtud que modera y ordena la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos.
La templanza implica diferentes virtudes como son: la castidad, la sobriedad, la humildad y la mansedumbre.
¿Cuál es nuestra meta?
Conseguir una virtud que nos será muy útil a lo largo de nuestra vida, ya que vivir la templanza nos ayudará a dominar nuestros impulsos, pasiones, y apetitos a través de la voluntad.
Conocernos mejor a nosotros mismos y de esta manera aprender a utilizar adecuadamente cada aspecto, sentimiento y deseo de nuestro cuerpo.
Autodeterminación
¿Por qué nos interesa fomentar la virtud de la templanza?
1. Porque las personas templadas son mas libres, y por lo tanto más felices.
2. Porque la falta de templanza genera vicios entre los cuales se distinguen los pecados capitales.
3. Porque se llega a ser feliz y se alcanzan metas insospechadas, cuando uno mismo es dueño de sus actos.
4. Porque la templanza se apoya en la humildad, la sobriedad, mansedumbre y la castidad, virtudes necesarias para imitar a Jesús.
5. Porque somos seres racionales que debemos ordenar nuestras pasiones hacia nuestro fin para ser realmente felices.
6. Porque toda actitud iracunda y descompuesta es claro indicio de que, en lugar de dominar la situación, somos su víctima.
Vivir la templanza significa:
1. Esforzarse diariamente por ser mejor.
2. No ceder ante los gustos, deseos o caprichos que pueden dañar mi amistad con Dios.
3. Estar alegre al saber que puedo dominarme y ser mejor.
4. Ser dueño de sí mismo, del propio actuar.
5. Congruente con lo que pienso, digo y hago.
6. No justificarse ni dar falsos pretextos.
7. Conocer las propias debilidades y evitar caer en circunstancias que pongan en peligro mi voluntad.
8. Es vencerse al deseo del placer y la comodidad por amor y con inteligencia.
9. La persona moderada orienta y ordena hacia el bien sus apetitos sensibles, no se deja arrastrar por sus pasiones
¿Qué facilita la vivencia de esta virtud?
1. La humildad que nos ayuda a reconocer nuestras propias insuficiencias y cualidades y aprovecharlas sin llamar la atención.
2. La sobriedad que nos ayuda a distinguir entre lo que es razonable y lo que es inmoderado y nos ayuda a utilizar adecuadamente nuestros sentidos, esfuerzos, dinero, etc. de acuerdo a criterios rectos y verdaderos.
3. La castidad que nos ayuda a reconocer el valor de la intimidad y a respetarnos a nosotros mismos y a los demás.
4. La mansedumbre que nos ayuda a vencer la ira y a soportar molestias con serenidad.
5. El conocimiento de nuestras propias debilidades.
6. La formación de una conciencia recta y delicada.
7. El avance de la capacidad moral que ayuda a distinguir entre lo realmente necesario y los caprichos.
8. El diálogo en familia que nos ayude a comprender mejor la forma en que se debe actuar ante las diferentes situaciones.
9. El conocimiento de los propios dones y capacidades.
10. El hacer sacrificios por Dios y los demás.
11. Carácter reflexivo que nos invite a pensar antes de dejarnos llevar por emociones deseos o pasiones.
¿Qué dificulta la vivencia de esta virtud?
1. La sociedad materialista y utilitaria que nos lleva a conseguir todo lo que deseamos.
2. El egoísmo.
3. El permisivismo que nos deja actuar pasando sobre los derechos de los demás.
4. El deseo de comodidad que nos lleva a buscar una vida fácil y sin compromiso.
5. Falta de conocimiento de las propias debilidades.
6. No encontrar a Dios como Fin ultimo de nuestra vida.
7. No contar con la virtud de la Fortaleza. Fuerza de voluntad.
8. Egoísmo que lleva a querer tener y hacer de todo, sin pensar que eso no es lo mejor para la propia naturaleza.
9. El desorden que me impide distinguir entre lo realmente necesario y lo superficial y evita que ordenemos rectamente las pasiones a la voluntad.
10. Clima de nerviosismo que lleva a desahogar la tensión a través del exceso en ciertos aspectos.
11. Conciencia laxa, permisiva, o mal formada
¿Que es la Templanza?
La templanza es la virtud que modera y ordena la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos.
La templanza implica diferentes virtudes como son: la castidad, la sobriedad, la humildad y la mansedumbre.
¿Cuál es nuestra meta?
Conseguir una virtud que nos será muy útil a lo largo de nuestra vida, ya que vivir la templanza nos ayudará a dominar nuestros impulsos, pasiones, y apetitos a través de la voluntad.
Conocernos mejor a nosotros mismos y de esta manera aprender a utilizar adecuadamente cada aspecto, sentimiento y deseo de nuestro cuerpo.
Autodeterminación
¿Por qué nos interesa fomentar la virtud de la templanza?
1. Porque las personas templadas son mas libres, y por lo tanto más felices.
2. Porque la falta de templanza genera vicios entre los cuales se distinguen los pecados capitales.
3. Porque se llega a ser feliz y se alcanzan metas insospechadas, cuando uno mismo es dueño de sus actos.
4. Porque la templanza se apoya en la humildad, la sobriedad, mansedumbre y la castidad, virtudes necesarias para imitar a Jesús.
5. Porque somos seres racionales que debemos ordenar nuestras pasiones hacia nuestro fin para ser realmente felices.
6. Porque toda actitud iracunda y descompuesta es claro indicio de que, en lugar de dominar la situación, somos su víctima.
Vivir la templanza significa:
1. Esforzarse diariamente por ser mejor.
2. No ceder ante los gustos, deseos o caprichos que pueden dañar mi amistad con Dios.
3. Estar alegre al saber que puedo dominarme y ser mejor.
4. Ser dueño de sí mismo, del propio actuar.
5. Congruente con lo que pienso, digo y hago.
6. No justificarse ni dar falsos pretextos.
7. Conocer las propias debilidades y evitar caer en circunstancias que pongan en peligro mi voluntad.
8. Es vencerse al deseo del placer y la comodidad por amor y con inteligencia.
9. La persona moderada orienta y ordena hacia el bien sus apetitos sensibles, no se deja arrastrar por sus pasiones
¿Qué facilita la vivencia de esta virtud?
1. La humildad que nos ayuda a reconocer nuestras propias insuficiencias y cualidades y aprovecharlas sin llamar la atención.
2. La sobriedad que nos ayuda a distinguir entre lo que es razonable y lo que es inmoderado y nos ayuda a utilizar adecuadamente nuestros sentidos, esfuerzos, dinero, etc. de acuerdo a criterios rectos y verdaderos.
3. La castidad que nos ayuda a reconocer el valor de la intimidad y a respetarnos a nosotros mismos y a los demás.
4. La mansedumbre que nos ayuda a vencer la ira y a soportar molestias con serenidad.
5. El conocimiento de nuestras propias debilidades.
6. La formación de una conciencia recta y delicada.
7. El avance de la capacidad moral que ayuda a distinguir entre lo realmente necesario y los caprichos.
8. El diálogo en familia que nos ayude a comprender mejor la forma en que se debe actuar ante las diferentes situaciones.
9. El conocimiento de los propios dones y capacidades.
10. El hacer sacrificios por Dios y los demás.
11. Carácter reflexivo que nos invite a pensar antes de dejarnos llevar por emociones deseos o pasiones.
¿Qué dificulta la vivencia de esta virtud?
1. La sociedad materialista y utilitaria que nos lleva a conseguir todo lo que deseamos.
2. El egoísmo.
3. El permisivismo que nos deja actuar pasando sobre los derechos de los demás.
4. El deseo de comodidad que nos lleva a buscar una vida fácil y sin compromiso.
5. Falta de conocimiento de las propias debilidades.
6. No encontrar a Dios como Fin ultimo de nuestra vida.
7. No contar con la virtud de la Fortaleza. Fuerza de voluntad.
8. Egoísmo que lleva a querer tener y hacer de todo, sin pensar que eso no es lo mejor para la propia naturaleza.
9. El desorden que me impide distinguir entre lo realmente necesario y lo superficial y evita que ordenemos rectamente las pasiones a la voluntad.
10. Clima de nerviosismo que lleva a desahogar la tensión a través del exceso en ciertos aspectos.
11. Conciencia laxa, permisiva, o mal formada
Teología del osito de peluche / Autor: John Flynn, L. C
El destino de los cristianos en los países islámicos
ROMA, Diciembre 2007 (ZENIT.org).- El caso de una profesora británica encarcelada en Sudán viene a recordarnos los problemas de las minorías cristianas en los países islámicos. Gillian Gibbons se metió en problemas al permitir que sus alumnos pusieran el nombre de Mahoma a un osito de peluche, informaba el 27 de noviembre el periódico Independent.
Gibbons era maestra en el Unity High School, en la capital de Sudán, Jartum. Según el director del colegio, Robert Boulos, el incidente fue «un error completamente inocente», informaba Independent. Tuvo lugar durante un ejercicio en clase en el que Gibbons pidió a sus alumnos de primaria que pusieran nombre a un juguete de peluche. Los alumnos mismos escogieron el nombre de Mahoma.
Tras su arresto, Gibbons fue acusada de insultar la religión, y sentenciada a 15 días de prisión, informaba el 29 de noviembre la BBC. Como consecuencia, se reunió una multitud en la capital para pedir un castigo incluso más duro. Tras unos días, se permitió a Gibbons abandonar Sudán y volver a Gran Bretaña, informaba el 3 de diciembre la BBC.
En los últimos meses la persecución de cristianos está recibiendo más atención de los medios. El 27 de mayo, el Sunday Times publicaba un largo artículo sobre el tema. Una de las personas citadas en el reportaje, Eddie Lyle, presidente de la rama británica de Open Doors, una ONG que trabaja con iglesias e individuos que sufren, afirmaba que cerca de 200 millones de cristianos en más de 60 países se enfrentan a castigos brutales por causa de su fe.
Los cristianos tienen problemas en muchos países, no sólo aquellos que están bajo la ley islámica. Los extremistas hindúes en la India siguen creando problemas a los cristianos y los regímenes totalitarios como Corea del Norte también persiguen a los creyentes.
Secuestros y asesinatos
No obstante, son los países islámicos los que suelen ocupar los titulares por sus restricciones a los cristianos. Hace algunos meses, Afganistán fue el escenario del secuestro de un grupo de voluntarios cristianos de Corea del Sur, informaba el 1 de agosto el Times.
Dos de los voluntarios, uno de ellos un pastor cristiano, fueron asesinados por los secuestradores. El grupo estaba afiliado a la Iglesia Saemmul de Seúl.
El grupo fue puesto en libertad tras seis semanas de secuestro, informaba el 2 de septiembre el Washington Post. El artículo explicaba que la experiencia, no obstante, llevó a que las Iglesias protestantes en Corea del Sur frenaran el resto de actividades misioneras en Afganistán.
Según informaba la BBC el 12 de septiembre, los rehenes fueron amenazados de muerte en un intento de convertirlos al Islam.
Quienes desean convertirse al cristianismo también se enfrentan a graves peligros. El obispo anglicano de Rochester en Inglaterra, Michael Nazir-Ali, habló de la persecución de los conversos cristianos durante un programa de televisión BBC, informaba el periódico británico Observer el 16 de septiembre.
El prelado anglicano es originario de Pakistán y su padre se convirtió del Islam al cristianismo.
«Es muy común en el mundo de hoy, incluyendo a este país, que la gente que ha cambiado su fe, especialmente los musulmanes que se han vuelto cristianos, sea condenada al ostracismo, pierda su puesto de trabajo, se les rompan los matrimonios, y se les quiten a sus hijos», afirmaba.
El 3 de junio el Obispo Ali escribía un artículo de opinión para el periódico británico Telegraph en el que hablaba de las dificultades a que se enfrentan los cristianos en Pakistán. Numerosos cristianos, afirmaba, han sido víctimas de la ley contra la blasfemia del país, que ha sido ampliamente usada para silenciar la oposición, prevenir la libre expresión y ganar méritos.
Conversos amenazados
En días recientes, un reportaje publicado el 5 de diciembre en la página web del periódico Times revelaba que la hija de un imán británico que se convirtió al cristianismo hace 15 años todavía vive bajo la amenaza de violentas represalias.
La mujer, que utiliza el pseudónimo de Hannah, ha tenido que desplazarse 45 veces para evitar ser detectada por su familia desde que se volvió cristina. El mes pasado aceptó la protección policial tras recibir nuevas amenazas. Hannah dejó el hogar el 16 para escapar a un matrimonio de conveniencia.
Su experiencia está lejos de ser un caso aislado. En Egipto, Mohammed Hegazy fue forzado a ocultarse tras su conversión al cristianismo, informaba Associated Pess el 11 de agosto.
Según el artículo, un clérigo islámico declaró la ejecución de Hegazy como un apostolado, y él mismo recibió amenazas de muerte por teléfono antes de buscar refugio. Su caso se convirtió en tema público después de que Hegazy emprendiera una acción legal para cambiar oficialmente su religión en su documento nacional de identidad, algo que, según Associated Press, es probablemente la primera vez que lo hace un convertido nacido musulmán.
En general, los cristianos de Oriente Medio se enfrentan a muchos problemas. Uno de los lugares más peligrosos para ellos en este momento es Irak. El patriarca caldeo de Bagdad, Emmanuel III Delly, fue hecho cardenal hace poco por Benedicto XVI.
El patriarca fue entrevistado por Associated Press en un artículo publicado el 30 de octubre. Lamentaba las continuas bombas y asesinatos. Según el reportaje, el primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, ha prometido dar mayor protección a la comunidad cristiana del país.
Petición de moderación
Las actuaciones de grupos de extremistas islámicos han provocado algunas llamadas a una mayor acción por parte de los elementos más moderados dentro de la comunidad. El 2 de diciembre un artículo publicado por Ed Husain, en el periódico británico Observer, pedía a los musulmanes que se expresaran en contra de los radicales islámicos violentos.
Tras la firma de Husain está Mohammed Mabub Hussain, autor del libro «El Islamista», sobre su conversión del extremismo islámico. «Debemos tener el valor de ponernos en pie y reclamar nuestra fe», afirmaba en el artículo del periódico.
Husain también explicaba que el Islam no es una entidad monolítica y que, dentro de él, hay elementos que pueden llevar a un tipo de renacimiento musulmán. No obstante, observaba que muchos temen hablar por el miedo a acciones violentas de grupos extremistas.
Un artículo publicado el mismo día por Shiraz Maher, en las páginas del Sunday Times, también reflexionaba sobre el problema el Islam, siguiendo la crisis del osito de peluche. Estamos en medio de una batalla por los corazones y las mentes de los musulmanes, una batalla que deben luchar los mismos musulmanes, explicaba.
Maher pedía que no se demonizara el Islam, pero también reconocía la necesidad de que más musulmanes, especialmente jóvenes, se expresaran en contra de los islamistas radicales.
Respetar los derechos humanos
Tawfik Hamid, antiguo miembro de un grupo terrorista islámico, también pedía una reforma del Islam, para asegurar que respeta los derechos humanos. Su petición la presentaba en un artículo publicado el 25 de mayo en el Wall Street Journal. Pedía cambios en la doctrina, como prohibir el asesinato de los conversos que dejan el Islam, y un mejor trato para las mujeres.
«Nosotros los musulmanes deberíamos mostrar públicamente nuestra profunda desaprobación por el creciente número de ataques de musulmanes contra otros credos y contra otros musulmanes», afirmaba Hamid.
Benedicto XVI también ha hablado de la necesidad de asegurar una mayor libertad religiosa en los países islámicos. Es esencial, indicaba el 1 de junio al nuevo embajador de Pakistán ante la Santa Sede, «salvaguardar de actos de violencia a los ciudadanos que pertenecen a las minorías religiosas».
«Esta protección no sólo concuerda con la dignidad humana sino que también contribuye al bien común», explicaba el Pontífice. También recordaba al embajador la importancia del papel jugado por la Iglesia católica en Pakistán en el área de la educación, la sanidad y los servicios de caridad.
En sus palabras dirigidas al embajador de Indonesia ante la Santa Sede el 12 de noviembre, el Papa rechazaba el uso de la violencia en nombre de la religión y pedía una mayor colaboración al servicio de la paz. Una paz que hoy no es fácil lograr dadas las circunstancias en muchos países.
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Traducción de Justo Amado
ROMA, Diciembre 2007 (ZENIT.org).- El caso de una profesora británica encarcelada en Sudán viene a recordarnos los problemas de las minorías cristianas en los países islámicos. Gillian Gibbons se metió en problemas al permitir que sus alumnos pusieran el nombre de Mahoma a un osito de peluche, informaba el 27 de noviembre el periódico Independent.
Gibbons era maestra en el Unity High School, en la capital de Sudán, Jartum. Según el director del colegio, Robert Boulos, el incidente fue «un error completamente inocente», informaba Independent. Tuvo lugar durante un ejercicio en clase en el que Gibbons pidió a sus alumnos de primaria que pusieran nombre a un juguete de peluche. Los alumnos mismos escogieron el nombre de Mahoma.
Tras su arresto, Gibbons fue acusada de insultar la religión, y sentenciada a 15 días de prisión, informaba el 29 de noviembre la BBC. Como consecuencia, se reunió una multitud en la capital para pedir un castigo incluso más duro. Tras unos días, se permitió a Gibbons abandonar Sudán y volver a Gran Bretaña, informaba el 3 de diciembre la BBC.
En los últimos meses la persecución de cristianos está recibiendo más atención de los medios. El 27 de mayo, el Sunday Times publicaba un largo artículo sobre el tema. Una de las personas citadas en el reportaje, Eddie Lyle, presidente de la rama británica de Open Doors, una ONG que trabaja con iglesias e individuos que sufren, afirmaba que cerca de 200 millones de cristianos en más de 60 países se enfrentan a castigos brutales por causa de su fe.
Los cristianos tienen problemas en muchos países, no sólo aquellos que están bajo la ley islámica. Los extremistas hindúes en la India siguen creando problemas a los cristianos y los regímenes totalitarios como Corea del Norte también persiguen a los creyentes.
Secuestros y asesinatos
No obstante, son los países islámicos los que suelen ocupar los titulares por sus restricciones a los cristianos. Hace algunos meses, Afganistán fue el escenario del secuestro de un grupo de voluntarios cristianos de Corea del Sur, informaba el 1 de agosto el Times.
Dos de los voluntarios, uno de ellos un pastor cristiano, fueron asesinados por los secuestradores. El grupo estaba afiliado a la Iglesia Saemmul de Seúl.
El grupo fue puesto en libertad tras seis semanas de secuestro, informaba el 2 de septiembre el Washington Post. El artículo explicaba que la experiencia, no obstante, llevó a que las Iglesias protestantes en Corea del Sur frenaran el resto de actividades misioneras en Afganistán.
Según informaba la BBC el 12 de septiembre, los rehenes fueron amenazados de muerte en un intento de convertirlos al Islam.
Quienes desean convertirse al cristianismo también se enfrentan a graves peligros. El obispo anglicano de Rochester en Inglaterra, Michael Nazir-Ali, habló de la persecución de los conversos cristianos durante un programa de televisión BBC, informaba el periódico británico Observer el 16 de septiembre.
El prelado anglicano es originario de Pakistán y su padre se convirtió del Islam al cristianismo.
«Es muy común en el mundo de hoy, incluyendo a este país, que la gente que ha cambiado su fe, especialmente los musulmanes que se han vuelto cristianos, sea condenada al ostracismo, pierda su puesto de trabajo, se les rompan los matrimonios, y se les quiten a sus hijos», afirmaba.
El 3 de junio el Obispo Ali escribía un artículo de opinión para el periódico británico Telegraph en el que hablaba de las dificultades a que se enfrentan los cristianos en Pakistán. Numerosos cristianos, afirmaba, han sido víctimas de la ley contra la blasfemia del país, que ha sido ampliamente usada para silenciar la oposición, prevenir la libre expresión y ganar méritos.
Conversos amenazados
En días recientes, un reportaje publicado el 5 de diciembre en la página web del periódico Times revelaba que la hija de un imán británico que se convirtió al cristianismo hace 15 años todavía vive bajo la amenaza de violentas represalias.
La mujer, que utiliza el pseudónimo de Hannah, ha tenido que desplazarse 45 veces para evitar ser detectada por su familia desde que se volvió cristina. El mes pasado aceptó la protección policial tras recibir nuevas amenazas. Hannah dejó el hogar el 16 para escapar a un matrimonio de conveniencia.
Su experiencia está lejos de ser un caso aislado. En Egipto, Mohammed Hegazy fue forzado a ocultarse tras su conversión al cristianismo, informaba Associated Pess el 11 de agosto.
Según el artículo, un clérigo islámico declaró la ejecución de Hegazy como un apostolado, y él mismo recibió amenazas de muerte por teléfono antes de buscar refugio. Su caso se convirtió en tema público después de que Hegazy emprendiera una acción legal para cambiar oficialmente su religión en su documento nacional de identidad, algo que, según Associated Press, es probablemente la primera vez que lo hace un convertido nacido musulmán.
En general, los cristianos de Oriente Medio se enfrentan a muchos problemas. Uno de los lugares más peligrosos para ellos en este momento es Irak. El patriarca caldeo de Bagdad, Emmanuel III Delly, fue hecho cardenal hace poco por Benedicto XVI.
El patriarca fue entrevistado por Associated Press en un artículo publicado el 30 de octubre. Lamentaba las continuas bombas y asesinatos. Según el reportaje, el primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, ha prometido dar mayor protección a la comunidad cristiana del país.
Petición de moderación
Las actuaciones de grupos de extremistas islámicos han provocado algunas llamadas a una mayor acción por parte de los elementos más moderados dentro de la comunidad. El 2 de diciembre un artículo publicado por Ed Husain, en el periódico británico Observer, pedía a los musulmanes que se expresaran en contra de los radicales islámicos violentos.
Tras la firma de Husain está Mohammed Mabub Hussain, autor del libro «El Islamista», sobre su conversión del extremismo islámico. «Debemos tener el valor de ponernos en pie y reclamar nuestra fe», afirmaba en el artículo del periódico.
Husain también explicaba que el Islam no es una entidad monolítica y que, dentro de él, hay elementos que pueden llevar a un tipo de renacimiento musulmán. No obstante, observaba que muchos temen hablar por el miedo a acciones violentas de grupos extremistas.
Un artículo publicado el mismo día por Shiraz Maher, en las páginas del Sunday Times, también reflexionaba sobre el problema el Islam, siguiendo la crisis del osito de peluche. Estamos en medio de una batalla por los corazones y las mentes de los musulmanes, una batalla que deben luchar los mismos musulmanes, explicaba.
Maher pedía que no se demonizara el Islam, pero también reconocía la necesidad de que más musulmanes, especialmente jóvenes, se expresaran en contra de los islamistas radicales.
Respetar los derechos humanos
Tawfik Hamid, antiguo miembro de un grupo terrorista islámico, también pedía una reforma del Islam, para asegurar que respeta los derechos humanos. Su petición la presentaba en un artículo publicado el 25 de mayo en el Wall Street Journal. Pedía cambios en la doctrina, como prohibir el asesinato de los conversos que dejan el Islam, y un mejor trato para las mujeres.
«Nosotros los musulmanes deberíamos mostrar públicamente nuestra profunda desaprobación por el creciente número de ataques de musulmanes contra otros credos y contra otros musulmanes», afirmaba Hamid.
Benedicto XVI también ha hablado de la necesidad de asegurar una mayor libertad religiosa en los países islámicos. Es esencial, indicaba el 1 de junio al nuevo embajador de Pakistán ante la Santa Sede, «salvaguardar de actos de violencia a los ciudadanos que pertenecen a las minorías religiosas».
«Esta protección no sólo concuerda con la dignidad humana sino que también contribuye al bien común», explicaba el Pontífice. También recordaba al embajador la importancia del papel jugado por la Iglesia católica en Pakistán en el área de la educación, la sanidad y los servicios de caridad.
En sus palabras dirigidas al embajador de Indonesia ante la Santa Sede el 12 de noviembre, el Papa rechazaba el uso de la violencia en nombre de la religión y pedía una mayor colaboración al servicio de la paz. Una paz que hoy no es fácil lograr dadas las circunstancias en muchos países.
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Traducción de Justo Amado
Final del seminario de Misiones con una síntesis de lo tratado / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM
ASPECTOS DE MISIÓN DEL CONCILIO PROVINCIAL TARRACONENSE DE 1995
El Concilio Provincial Tarraconense nace con la vocación de impulsar a la Iglesia que vive en el seno de una sociedad plural y secularizada que ha reducido la fe en un ámbito privado a anunciar a Jesucristo con un lenguaje sencillo (CPT 1), en continua renovación para adaptarlas a las circunstancias de la época (CPT 15), estando toda la acción de la Iglesia tanto la litúrgica como la Pastoral Social orientados para dicho fin.
La Iglesia local tiene su proyección universal y por lo tanto tiene su Missio Ad Gentes con aquellas diócesis que la Iglesia no está implanta y recomienda en la Facultad de Teología hacer la asignatura de misionología para que los fieles tengamos esta dimensión misionera de la Iglesia.
EL DIRECTORIO GENERAL
DE CATEQUESIS (DGC) Y EL PROYECTO GLOBAL
DE PASTORAL CATEQUÉTICA DE CATALUNYA
Y BALEARES (PGPC)
El DGC de 1998, nace con la misión de dar nuevas respuestas y de asumir los nuevos desafíos desde la fe que se nos presenta en los destinatarios de la catequesis parroquial que viven inmersos en un mundo secularizado, cumpliéndose de esta manera la propuesta del Concilio Vaticano II de hacer un catecismo previo a un Directorio de Catequesis. Este Catecismo es Catecismo de la Iglesia católica de 1992.
El PGPC, fue una propuesta del Primer Congreso de Catequesis de Catalunya y las Islas (1991) y la recogió el Concilio Provincial Tarraconense (1995) y aparece como una aplicación del DGC en 1999.
El DGC sitúa la catequesis dentro de la Evangelización de la Iglesia, siendo un proceso de formación permanente que desemboca en la maduración de la Fe, de los que han acogido el mensaje de la Salvación. Esta catequesis debe ser inculturizada de tal manera que la Fe surge como un elemento más de esa cultura y no es impuesta. Este proceso tiene tres etapas:
Primer anuncio (61-62): A los no creyentes, a los que tienen indiferencia religiosa. En los países de Missiones Ad Gentes, lo tiene en forma de precatecumenado y en los países de tradición cristiana que se han secularizado es a través de la Nueva Evangelización con las Catequesis Kerigmáticas, es decir, el anuncio explícito de Jesucristo.
Es preciso resituar el concepto de Missiones Ad Gentes, motivado por el fuerte movimiento inmigratorio, el mismo Barrio de “El Raval” tiene una Parroquia Personal Filipina, se habla 77 lenguas y es un compendio de distintas tradiciones religiosas, siendo muchas de ellas no cristianas y en la mayor parte de los casos, la Iglesia se dedica a hacer efectivo el Evangelio sirviendo a estos pobres, sin llegar a pensar en hacer jornadas de dialogo y oración interreligiosas. También hay que recordar que recientemente se ha instituido el catecumenado de adultos en las diócesis de España.
El PGPC incluye el primer anuncio a los niños en edad escolar, llamándose “el despertar en la Fe”, recibiendo este anuncio por manos de sus padres, antes de entrar en el catecumenado Infantil.
La catequesis de Iniciación Cristiana (63-68): Que tiene como finalidad de iniciar al catequizando a una vida cristiana, que viva su fe como un compromiso personal en medio de la sociedad de tal forma que sea luz para el mundo, sal de la tierra y levadura de caridad. El destinatario tiene que ser iniciado a la vida Comunitaria de la Iglesia y la Misión de la Iglesia.
Formación Permanente (69-72): Con toda su variedad y riqueza que tiene.
SÍNTESIS DE LO EXPUESTO
Y LECTURA DESDE LOS DOCUMENTOS ACTUALES
A) COMUNIDAD CRISTIANA: La Comunidad Cristiana es una Fraternidad constituida para la Misión donde la autoridad está al servicio de la Comunidad y que confiesa la fe de Pedro que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios que celebra el día del Señor y tiene su origen en el grupo de los Doce y que no tiene el monopolio del Espíritu Santo.
La autoridad Superior es el Papa que tiene la misma función que Pedro de animar a toda la Iglesia en la tarea de la Evangelización de dar a conocer a Cristo y llevar a todos los rincones de la tierra la misericordia y el amor de Dios.
Es el Pueblo de Dios que es sensible por los problemas de la gente (GS1) y principalmente de los pobres que son los destinatarios privilegiados del Evangelio, dando esta orientación de socorrer al pobre como culto agradable a Dios (Mt 6) a través de la catequesis, la oración, la liturgia y compartiendo los bienes.
Cada uno de nosotros con nuestros talentos y dones nos sentimos agentes de la Evangelización.
Es una Comunidad que sigue y continúa la obra de Cristo, a pesar de las dificultades que nos encontramos por el camino y es el Espíritu que nos hace superar estas dificultades.
B) MISIÓN: Una tarea que nos concierne a todos: Hacer efectivo el Evangelio
B.1) Vocación del clérigo: Una vida de amor y solidaridad: Explicación del Celibato a la luz de la sexualidad interna: El tema lo voy a tratar desde la sexualidad para ver la riqueza de este don que vivió Nuestro Señor y el diagnóstico confrontarlo con los textos del Evangelio. Podemos distinguir tres clases de sexualidades que tienen que ir muy integradas: La sexualidad personal (nuestra propia identidad de hombre y mujer), la sexualidad afectiva (aquí está el terreno de las amistades; amor, noviazgos...) y la sexualidad genital: Jesús renunció a un 2% de su sexualidad; es decir, a la genital y parte de la afectiva para no tener raíces en ningún sitio y poder estar disponible a ir a donde el Padre le enviase; es aquella máxima que dice Jesús: "El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza" ; pensemos que para Marta, María y Lázaro podrían haber retenido a Jesús para que no fuera a Jerusalén o hacerle las típicas preguntas del millón que no tiene una lógica humana en su respuesta: ¿Estás a gusto entre nosotros? Si lo estás: ¿Porqué te vas?. Son las preguntas que se suele hacer cuando un sacerdote o un religioso ha caído en gracia en la Comunidad y lo han destinado; ya que él tiene que ir " a aquellos lugares que Cristo tenía que ir" y eso nos duele.
La sexualidad genital es un signo de un verdadero amor; ya que como signo tiene como finalidad en crear y dar la Vida (el nacimiento de un niño es una donación de una nueva vida); lo que Cristo hizo fue canalizar esta sexualidad de otras formas de manera que nos ha salido un prototipo de hombre que ha sido solidario hasta el extremo; dando su vida por los amigos y la creatividad de ese amor va más allá de amar a sus amigos; ya que nos dice y él lo hizo así que amemos a nuestros enemigos, poder clasificar a los pobres de felices y a los cristianos nos invita a ser mendigos delante de Dios, es decir, pobres de espíritu . Hay que contemplar la renuncia en su aspecto original; ya que viene del latín Renuntiare que significa volver anunciar y por lo tanto Cristo vivió la castidad como una Buena Noticia y con toda su radicalidad tal como hemos visto
El Sacerdote siguiendo esta imitación de Cristo tiene un gran Celo por la salvación de las almas y su caridad inmensa se traduce en la Pastoral de la Caridad; que él sea el promotor de socorrer en sus necesidades espirituales y temporales a los pobres; en definitiva hacer efectivo el Evangelio. La vocación del clérigo misionero es totalmente evangelizadora y es el promotor y animador de dicha evangelización de los pobres con la añadidura de realizar su ministerio sacerdotal convocando a la Comunidad Cristiana a celebrar y a participar de los diferentes aspectos de la Salvación, dando un culto de alabanza a Dios y "son colaboradores diligentes del orden episcopal y en cierta manera, puede decirse que pertenecen al clero Diocesano en la medida que toman parte en el cuidado de la gente y en las obras de apostolado bajo la dirección del obispo" (Christus Dominus, 34)
La Caridad Pastoral y la Pastoral de Caridad: Un sacerdote diocesano acepta ser casto por amor al Reino de los Cielos (Mt 19,1 2c). En el caso de los religiosos y en los que vivimos a modo de ello, hemos hecho voto de castidad y esto nos conduce a tener un amor ardiente, solidario y misericordioso para la humanidad. Este signo del amor de Dios se hace visible y latente en la Pastoral de la Caridad que es, en definitiva, hacer efectivo el Evangelio.
El sacerdote por su aceptación de ser casto es el primer animador de la Pastoral de la Caridad y el laico contribuye en comunión con su pastor, y en el caso de una comunidad religiosa o de similares que esté al servicio de los pobres, a causa del voto de castidad; toda la Comunidad es animadora de la Pastoral de la Caridad; y en las que hay sacerdotes y laicos, se cumplen las dos condiciones: la primera por cuestión del voto y la segunda porque los hermanos trabajan en comunión con los clérigos y en las sociedades clericales de Derecho Pontificio, como es la nuestra, el clérigo es animador de la Comunidad y por lo tanto de la Evangelización que efectúa su Comunidad, su con la colaboración de los demás laicos.
B.2) La Vocación y Misión de los laicos: Principio de corresponsabilidad
El Concilio Vaticano II define como laico: " Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el Pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo." . Algunos de estos laicos para efectuar con más eficacia su apostolado seglar se han asociado formando un instituto secular viviendo los consejos evangélicos y otros como misioneros estando dispuestos a ir a cualquier sitio del mundo para efectuar su tarea de apostolado.
Todo esto bajo un clima de Comunión: En primer lugar una Comunión con Dios, por medio de Jesucristo, en el Espíritu, luego, cada uno de los miembros de la Iglesia con Cristo y entre nosotros mismos como amigos que se quieren bien, trabajando en unidad dentro de la diversidad y en coordinación..
B.3) El estado religioso como signo profético de Reino y vivir las Bienaventuranzas: El estado religioso y el casi religioso (Sociedad de Vida Apostólica), los que viven a modo de religiosos, está enmarcado en los parasacramentales, aunque el efecto es una vinculación fuerte con Cristo y en cierta manera imprime carácter, ya que el voto de estabilidad para permanecer en un instituto y en el caso de las religiosas contemplativas en la misma Comunidad toda la vida, se podría comparar con aquellos sacramentos que se reciben una sola vez en la vida.
Las Comunidades religiosas y similares miran de reproducir en su interior el modelo de vida teórico que tenía la Comunidad Cristiana Primitiva: Formación, Oración, Eucaristía y compartir los bienes y este estilo de vida viene de una vivencia o vivir las felicidades del Reino teniendo a Dios como posesión personal. El estado religioso permite vivir con plenitud el Reino de Dios y tiende a mostrar que esta realidad del Reino esta visible, actúa y lo pone radicalmente al servicio de la Evangelización
B.4) Vilanova i la Geltrú y la Pastoral Social de las Misiones: Vilanova tiene la fama en colaborar con las diferentes ONG-D a favor de los países en vías de desarrollo y en especial con dos ONG-D católicas: Manos Unidas e Intermón (para las Misiones de los Jesuitas). Intermón ha creado la red del Comercio Justo, para que el campesino de allá pueda vivir en unas condiciones dignas.
Una gran parte de los caramelos que tiramos en el Domingo de Carnaval (Les comparses) han sido vendidos en las teresianas de Vilanova en beneficio de los proyectos de Manos Unidas; aparentemente es una contradicción pero en el fondo estamos haciendo dos actividades simultáneas: reactivar la economía de nuestro país (damos de comer a una empresa de golosinas) y por otro lado miramos por el desarrollo y el progreso de los pueblos.
ACTIVIDAD
Describe como es tu Comunidad Parroquial y diseña unas líneas de acción de cara a la Evangelización de su territorio parroquial a nivel de anuncio y con algún proyecto social que de respuesta a una inquietud de la gente que vive en el territorio parroquial.
La seriedad de la Navidad / Autor: P. Antonio Rivero, L.C.
En general, la Navidad toma la encarnación del Verbo de Dios en la parte más descomprometida e infantil. Es un niño quien ha nacido. Y un niño no dice cosas serias. Este Niño Dios no ha dicho todavía “Sed perfectos”, ni “sepulcros blanqueados”, ni “vende tus bienes y sígueme” ni “Yo soy la Verdad y la Luz”. Todavía está callado este niño. Y nos aprovechamos de su silencio para comprarle el Amor barato, a precio de villancicos y panderetas.
En esa Nochebuena no intuimos el tremendo compromiso que adquirimos los humanos. Como es un Niño el que nos ha nacido, no percibimos la Ley y el Compromiso serio, que nos trae debajo de su débil brazo. En torno a un niño todo parece ser cosa de juego y de algarabía. ¿También con el Niño Dios?
A qué nos compromete la Encarnación del Hijo de Dios? ¿Qué nos quiere decir a nosotros hoy la Encarnación?
A Belén se acercarán este año:
- El Papa, llevándole a Jesús todas las luces y sombras, las alegrías y las tristezas de la Iglesia.
- Los obispos y sacerdotes de todo el mundo, llevando a sus espaldas sus diócesis y parroquias, sus movimientos y grupos, para regalárselos a Jesús.
- Religiosos y religiosas, con sus corazones consagrados y sus ansias de seguirle en pobreza, castidad y obediencia.
- Misioneros y misioneras, dispuestas a aprender las lecciones de esa cátedra de Belén.
- Laicos, admirados o indiferentes, despiertos y somnolientos, santos y pecadores, sanos y enfermos, jóvenes y adultos, niños y ancianos.
¿Entenderemos todos lo que allí, en Belén, se juega? ¿Nacerá en cada uno de nosotros, ese Niño Dios?
Navidad no son las luces de colores, ni las guirnaldas que adornan las puertas y ventanas de las casas, ni las avenidas engalanadas, ni los árboles decorados con cintas y bolas brillantes, ni la pólvora que ilumina y truena.
Navidad no son los almacenes en oferta. Navidad no son los regalos que demos y recibimos, ni las tarjetas que enviamos a los amigos, ni las fiestas que celebramos. Navidad no son Papá Noel, ni santa Claus, ni los Reyes Magos que traen regalos. Navidad no son las comidas especiales. Navidad no es ni siquiera el pesebre que construimos, ni la novena que rezamos, ni los villancicos que cantamos alegres.
Navidad es Dios que se hace hombre como nosotros porque nos ama y nos pide un rincón de nuestro corazón para nacer. Por eso, ser hombre es tremendamente importante, pues Dios quiso hacerse hombre. Y hay que llevar nuestra dignidad humana como la llevó el Hijo de Dios Encarnado. Por eso, Navidad es tremendamente exigente porque Dios pide a gritos un hueco limpio en nuestra alma para nacer un año más. ¿Se lo daremos?
Navidad es una joven virgen que da a luz al Hijo de Dios. Por eso, dar a luz es tremendamente importante a la luz de la Encarnación, porque Dios quiso que una mujer del género humano le diese a luz en una gruta de Belén. Tener un hijo es tremendamente comprometedor, pues Jesús fue dado a luz por María. No es lo mismo tener o tener un hijo; no es lo mismo querer tenerlo o no tenerlo. Navidad invita al don de la vida, no a impedir la vida.
Navidad es un niño pequeño recostado en un pesebre. Por eso es tan tremendamente importante ser niño, y niño inocente, al que debemos educar, cuidar, tener cariño, darle buen ejemplo, alimentarle en el cuerpo y en el alma…como hizo María. Y no explotar al niño, y no escandalizar a los niños, y no abofetear a los niños, y no insultar a los niños.
Navidad son ángeles que cantan y traen la paz de los cielos a la tierra. Por eso, es tremendamente importante hacer caso a los ángeles, no jugar con ellos a supersticiones y malabarismos mágicos, sino encomendarles nuestra vida para que nos ayuden en el camino hacia el cielo y hacerles caso a sus inspiraciones. Por eso es tremendamente importante ser constructores de paz y no fautores de guerras.
Navidad son pastores que se acercan desde su humildad, limpieza y sencillez. Por eso, es tremendamente importante que no hagamos discriminaciones a nadie, y que si tenemos que dar preferencia a alguien que sean a los pobres, humildes, ignorantes. Quien se toma en serio la Encarnación del Hijo de Dios tiene que dar cabida en su corazón a los más desvalidos de la sociedad, pues de ellos es el Reino de los cielos.
Navidad es esa estrella en mi camino que luce y me invita a seguirla, aunque tenga que caminar por desiertos polvorientos, por caminos de dudas cuando desaparece esa estrella. La Encarnación me compromete tremendamente a hacer caso a todos esos signos que Dios me envía para que me encamine hacia Belén, siguiendo el claroscuro de la fe.
Navidad es anticipo de la Eucaristía, porque allí, en Belén, hay sacrificio y ¡cuán costoso!, y banquete de luz y virtudes, y ¡cuán surtidas las virtudes de Jesús que nos sirve desde el pesebre: humildad, obediencia, pureza, silencio, pobreza…; y las de María: pureza, fe, generosidad…y las de José: fe, confianza y silencio!, y Belén es, finalmente, presencia que consuela, que anima y que sonríe. Belén es Eucaristía anticipada y en germen. Belén es tierra del pan…y ese pan tierno de Jesús necesitaba cocerse durante esos años de vida oculta y pública, hasta llegar al horno del Cenáculo y Calvario. Y hasta nosotros llega ese pan de Belén en cada misa. Y lo estamos celebrando en este año dedicado a la Eucaristía.
Navidad es ternura, bondad, sencillez, humildad. Por eso, meterse en Belén es tremendamente comprometedor, pues Dios Encarnado sólo bendice y sonríe al humilde y sencillo de corazón.
Navidad es una luz en medio de la oscuridad. Por eso, la Encarnación es misterio tremendo que nos ciega por tanta luz y disipa toda nuestras zonas oscuras. Meterse en el portal de Belén es comprometerse a dejarse iluminar por esa luz tremenda y purificadora.
Navidad es esperanza para los que no tienen esperanza. Por eso, la Encarnación es misterio tremendo que nos lanza a la esperanza en ese Dios Encarnado que nos viene a dar el sentido último de nuestra vida humana.
Navidad es entrega, don, generosidad. Dios Padre nos da a su Hijo. María nos ofrece a su Hijo. Por eso, quien medita en la Encarnación no puede tener actitudes tacañas.
Navidad es alegría para los tristes, es fe para los que tienen miedo de creer, es solidaridad con los pobres y débiles, es reconciliación, es misericordia y perdón, es amor para todos. ¿Entendemos el tremendo compromiso, si entramos en Belén?
Ya desde el pesebre pende la cruz. Es más, el pesebre de Belén y la cruz del Calvario están íntimamente relacionados, profundamente unidos entre sí. El pesebre anuncia la cruz y la cruz es resultado y producto, fruto y consecuencia del pesebre. Jesús nace en el pesebre de Belén para morir en la cruz del Calvario. El niño débil e indefenso del pesebre de Belén, es el hombre débil e indefenso que muere clavado en la cruz.
El niño que nace en el pesebre de Belén, en medio de la más absoluta pobreza, en el silencio y la soledad del campo, en la humildad de un sitio destinado para los animales, es el hombre que muere crucificado como un blasfemo, como un criminal, en la cruz destinada para los esclavos, acompañado por dos malhechores.
En su nacimiento, Jesús acepta de una vez y para siempre la voluntad de Dios, y en el Calvario consuma y realiza plenamente ese proyecto del Padre.
¡Qué unidos están Belén y Calvario!
El pesebre es humildad; la cruz es humillación. El pesebre es pobreza; la cruz es desprendimiento de todo, vaciamiento de sí mismo. El pesebre es aceptación de la voluntad del Padre; la cruz es abandono en las manos del Padre. El pesebre es silencio y soledad; la cruz es silencio de Dios, soledad interior, abandono de los amigos. El pesebre es fragilidad, pequeñez, desamparo; la cruz es sacrificio, don de sí mismo, entrega, dolor y sufrimiento.
Ahora sí hemos vislumbrado un poco más el misterio de Belén, el misterio de la Navidad, el misterio de este Dios Encarnado.
¿Castañuelas, panderetas y zambombas? ¡Bien! Pero no olvidemos el compromiso serio de este Dios Encarnado…pues en cuanto comience a hablar nos va a pedir: “Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”. Entonces nos darán ganas de tirar a una esquina la pandereta, las castañuelas y comenzar a escuchar a ese Dios Encarnado que por amor a nosotros toma la iniciativa de venir a este mundo, para enseñarnos el camino del bien, del amor, de la paz y de la verdadera justicia.
Terminemos con una oración:
“Niño del pesebre, pequeño Niño Dios, hermano de los hombres. El alma se me llena de ternura y el corazón de dicha, cuando te veo así, pequeño, pobre y humilde, débil e indefenso, recostado en las pajas del pesebre.
Enséñame, Jesús, a apreciar lo que vale tu dulce encarnación. Ayúdame a comprender el profundo sentido de tu presencia entre nosotros. Haz que mi corazón sienta la grandeza de tu generosidad, la profundidad de tu humildad, la maravilla de tu bondad y de tu amor salvador”.
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Fuente: Catholic.net
En esa Nochebuena no intuimos el tremendo compromiso que adquirimos los humanos. Como es un Niño el que nos ha nacido, no percibimos la Ley y el Compromiso serio, que nos trae debajo de su débil brazo. En torno a un niño todo parece ser cosa de juego y de algarabía. ¿También con el Niño Dios?
A qué nos compromete la Encarnación del Hijo de Dios? ¿Qué nos quiere decir a nosotros hoy la Encarnación?
A Belén se acercarán este año:
- El Papa, llevándole a Jesús todas las luces y sombras, las alegrías y las tristezas de la Iglesia.
- Los obispos y sacerdotes de todo el mundo, llevando a sus espaldas sus diócesis y parroquias, sus movimientos y grupos, para regalárselos a Jesús.
- Religiosos y religiosas, con sus corazones consagrados y sus ansias de seguirle en pobreza, castidad y obediencia.
- Misioneros y misioneras, dispuestas a aprender las lecciones de esa cátedra de Belén.
- Laicos, admirados o indiferentes, despiertos y somnolientos, santos y pecadores, sanos y enfermos, jóvenes y adultos, niños y ancianos.
¿Entenderemos todos lo que allí, en Belén, se juega? ¿Nacerá en cada uno de nosotros, ese Niño Dios?
Navidad no son las luces de colores, ni las guirnaldas que adornan las puertas y ventanas de las casas, ni las avenidas engalanadas, ni los árboles decorados con cintas y bolas brillantes, ni la pólvora que ilumina y truena.
Navidad no son los almacenes en oferta. Navidad no son los regalos que demos y recibimos, ni las tarjetas que enviamos a los amigos, ni las fiestas que celebramos. Navidad no son Papá Noel, ni santa Claus, ni los Reyes Magos que traen regalos. Navidad no son las comidas especiales. Navidad no es ni siquiera el pesebre que construimos, ni la novena que rezamos, ni los villancicos que cantamos alegres.
Navidad es Dios que se hace hombre como nosotros porque nos ama y nos pide un rincón de nuestro corazón para nacer. Por eso, ser hombre es tremendamente importante, pues Dios quiso hacerse hombre. Y hay que llevar nuestra dignidad humana como la llevó el Hijo de Dios Encarnado. Por eso, Navidad es tremendamente exigente porque Dios pide a gritos un hueco limpio en nuestra alma para nacer un año más. ¿Se lo daremos?
Navidad es una joven virgen que da a luz al Hijo de Dios. Por eso, dar a luz es tremendamente importante a la luz de la Encarnación, porque Dios quiso que una mujer del género humano le diese a luz en una gruta de Belén. Tener un hijo es tremendamente comprometedor, pues Jesús fue dado a luz por María. No es lo mismo tener o tener un hijo; no es lo mismo querer tenerlo o no tenerlo. Navidad invita al don de la vida, no a impedir la vida.
Navidad es un niño pequeño recostado en un pesebre. Por eso es tan tremendamente importante ser niño, y niño inocente, al que debemos educar, cuidar, tener cariño, darle buen ejemplo, alimentarle en el cuerpo y en el alma…como hizo María. Y no explotar al niño, y no escandalizar a los niños, y no abofetear a los niños, y no insultar a los niños.
Navidad son ángeles que cantan y traen la paz de los cielos a la tierra. Por eso, es tremendamente importante hacer caso a los ángeles, no jugar con ellos a supersticiones y malabarismos mágicos, sino encomendarles nuestra vida para que nos ayuden en el camino hacia el cielo y hacerles caso a sus inspiraciones. Por eso es tremendamente importante ser constructores de paz y no fautores de guerras.
Navidad son pastores que se acercan desde su humildad, limpieza y sencillez. Por eso, es tremendamente importante que no hagamos discriminaciones a nadie, y que si tenemos que dar preferencia a alguien que sean a los pobres, humildes, ignorantes. Quien se toma en serio la Encarnación del Hijo de Dios tiene que dar cabida en su corazón a los más desvalidos de la sociedad, pues de ellos es el Reino de los cielos.
Navidad es esa estrella en mi camino que luce y me invita a seguirla, aunque tenga que caminar por desiertos polvorientos, por caminos de dudas cuando desaparece esa estrella. La Encarnación me compromete tremendamente a hacer caso a todos esos signos que Dios me envía para que me encamine hacia Belén, siguiendo el claroscuro de la fe.
Navidad es anticipo de la Eucaristía, porque allí, en Belén, hay sacrificio y ¡cuán costoso!, y banquete de luz y virtudes, y ¡cuán surtidas las virtudes de Jesús que nos sirve desde el pesebre: humildad, obediencia, pureza, silencio, pobreza…; y las de María: pureza, fe, generosidad…y las de José: fe, confianza y silencio!, y Belén es, finalmente, presencia que consuela, que anima y que sonríe. Belén es Eucaristía anticipada y en germen. Belén es tierra del pan…y ese pan tierno de Jesús necesitaba cocerse durante esos años de vida oculta y pública, hasta llegar al horno del Cenáculo y Calvario. Y hasta nosotros llega ese pan de Belén en cada misa. Y lo estamos celebrando en este año dedicado a la Eucaristía.
Navidad es ternura, bondad, sencillez, humildad. Por eso, meterse en Belén es tremendamente comprometedor, pues Dios Encarnado sólo bendice y sonríe al humilde y sencillo de corazón.
Navidad es una luz en medio de la oscuridad. Por eso, la Encarnación es misterio tremendo que nos ciega por tanta luz y disipa toda nuestras zonas oscuras. Meterse en el portal de Belén es comprometerse a dejarse iluminar por esa luz tremenda y purificadora.
Navidad es esperanza para los que no tienen esperanza. Por eso, la Encarnación es misterio tremendo que nos lanza a la esperanza en ese Dios Encarnado que nos viene a dar el sentido último de nuestra vida humana.
Navidad es entrega, don, generosidad. Dios Padre nos da a su Hijo. María nos ofrece a su Hijo. Por eso, quien medita en la Encarnación no puede tener actitudes tacañas.
Navidad es alegría para los tristes, es fe para los que tienen miedo de creer, es solidaridad con los pobres y débiles, es reconciliación, es misericordia y perdón, es amor para todos. ¿Entendemos el tremendo compromiso, si entramos en Belén?
Ya desde el pesebre pende la cruz. Es más, el pesebre de Belén y la cruz del Calvario están íntimamente relacionados, profundamente unidos entre sí. El pesebre anuncia la cruz y la cruz es resultado y producto, fruto y consecuencia del pesebre. Jesús nace en el pesebre de Belén para morir en la cruz del Calvario. El niño débil e indefenso del pesebre de Belén, es el hombre débil e indefenso que muere clavado en la cruz.
El niño que nace en el pesebre de Belén, en medio de la más absoluta pobreza, en el silencio y la soledad del campo, en la humildad de un sitio destinado para los animales, es el hombre que muere crucificado como un blasfemo, como un criminal, en la cruz destinada para los esclavos, acompañado por dos malhechores.
En su nacimiento, Jesús acepta de una vez y para siempre la voluntad de Dios, y en el Calvario consuma y realiza plenamente ese proyecto del Padre.
¡Qué unidos están Belén y Calvario!
El pesebre es humildad; la cruz es humillación. El pesebre es pobreza; la cruz es desprendimiento de todo, vaciamiento de sí mismo. El pesebre es aceptación de la voluntad del Padre; la cruz es abandono en las manos del Padre. El pesebre es silencio y soledad; la cruz es silencio de Dios, soledad interior, abandono de los amigos. El pesebre es fragilidad, pequeñez, desamparo; la cruz es sacrificio, don de sí mismo, entrega, dolor y sufrimiento.
Ahora sí hemos vislumbrado un poco más el misterio de Belén, el misterio de la Navidad, el misterio de este Dios Encarnado.
¿Castañuelas, panderetas y zambombas? ¡Bien! Pero no olvidemos el compromiso serio de este Dios Encarnado…pues en cuanto comience a hablar nos va a pedir: “Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”. Entonces nos darán ganas de tirar a una esquina la pandereta, las castañuelas y comenzar a escuchar a ese Dios Encarnado que por amor a nosotros toma la iniciativa de venir a este mundo, para enseñarnos el camino del bien, del amor, de la paz y de la verdadera justicia.
Terminemos con una oración:
“Niño del pesebre, pequeño Niño Dios, hermano de los hombres. El alma se me llena de ternura y el corazón de dicha, cuando te veo así, pequeño, pobre y humilde, débil e indefenso, recostado en las pajas del pesebre.
Enséñame, Jesús, a apreciar lo que vale tu dulce encarnación. Ayúdame a comprender el profundo sentido de tu presencia entre nosotros. Haz que mi corazón sienta la grandeza de tu generosidad, la profundidad de tu humildad, la maravilla de tu bondad y de tu amor salvador”.
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Fuente: Catholic.net
"Nennolina": Sierva de Dios fallecida a los seis años "brilla para darnos luz a todos", destaca sacerdote
Antonieta Meo: "No he perdido una pierna, se la he donado a Jesús"
ROMA, Dic. 07 / (ACI).- Antonieta Meo, la pequeña Sierva de Dios que transitara a la Casa del Padre a los seis años de edad en 1937, es todo un testimonio de cómo el Señor se muestra a los sencillos de corazón. Luego que el Papa Benedicto XVI autorizara a la Congregación para la Causa de los Santos el reconocimiento de la "heroicidad de virtudes" de esta niña conocida como "Nennolina", el P. Piersandro Vanzan destacó que la pequeña "brilla no solo delante de Jesús y con Jesús, sino para darnos luz a todos".
El sacerdote, censor teólogo de la Comisión para la causa de beatificación de Antonieta Meo, recuerda en una entrevista concedida a Radio Vaticano, que esta niña italiana "pudo realizar de modo increíble, desde el punto de vista humano, un gran ensimismamiento místico con Jesús crucificado y efectivamente el Señor ha hecho grandes cosas en la pequeña Nennolina".
Tras recordar que las cartas de "Nennolina escritas a Jesús, la Virgen María y el Espíritu Santo, dictadas a su madre a los cinco años constituyen su espiritualidad de ensimismamiento místico", el sacerdote rememoró como la pequeña Antonieta quiso celebrar "el aniversario de la amputación" de su pierna izquierda
Era 1936 y Antonieta les dijo a sus familiares: "Debemos festejas el aniversario de la amputación de la pierna, porque se la he donado a Jesús" y a una tía le precisó con alegría "no he perdido una pierna, se la he regalado a Jesús".
"Esta serenidad de Nennolina ante el sufrimiento es fruto de particulares dones de gracia. De otro modo, humanamente no es explicable. Esta niña tiene la capacidad de sufrir y ofrecer con Jesús todo al Padre, por la salvación del mundo. Esto de definitivamente una gracia extraordinaria. Además, tenemos el testimonio de su confesor, a quien la pequeña le decía: 'me acuesto sobre la herida, para sentirme mal, para que en ese momento pueda ofrecer más dolores a Jesús'", explica el P. Vanzan.
Desde 1942
De otro lado y según la agencia italiana SIR, Silvia Correle, quien ha seguido el proceso de postulación por cuenta de la Acción Católica, comenta que "ya desde antes de la muerte de Nennolina, entre los años 33 y 35, algunos consultores de la Congregación habían estudiado el tema de la santidad de los niños". Asimismo explicó que la fundadora femenina de la AC, la venerable Armida Barelli, promovió la causa de beatificación de Nennolina en 1942.
La causa fue luego confiada al postulador, P. Antonio Cairoli, en 1962 y el proceso en el tribunal del Vicariato de Roma fue instruido el 7 de abril de 1968.
"Es una bella noticia, para nosotros de la Acción Católica (de la que Nennolina hacía parte) y toda la Iglesia. Testimonia como la vida de todo cristiano, incluso de joven edad, puede ser vivida con tensión hacia Dios. El Espíritu Santo entra en cada vida humana, sin diferencia de edad, clase social o cultura, para obtener el máximo de amor a Dios", dijo a su turno Mons. Domenico Sigalini, Obispo de Palestrina y asistente general de la Acción Católica en Italia, al conocer el reconocimiento de la heroicidad de virtudes de Antonieta Meo.
Antonieta Meo falleció a causa de una enfermedad ósea conocida como osteosarcoma, que obligó a los médicos a amputarle la pierna izquierda antes de cumplir cinco años.
Esta niña italiana nació en Roma el 15 de diciembre en 1930, falleció antes de cumplir siete años, el 3 de julio de 1937 y fue luego sepultada en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén. Su tumba se ha convertido ahora en meta de peregrinación para muchos católicos en todo el mundo quienes llegan admirados por el testimonio de esta niña.
Para conocer más de la vida de Antonieta, puede ingresar a: http://www.aciprensa.com/vejemplares/nennolina.htm
Para leer extractos de alguna de sus cartas, puede ingresar a: http://www.aciprensa.com/vejemplares/cartas.htm
Puedes acceder al sitio web dedicado a "Nennolina" haciendo click: AQUÍ
ROMA, Dic. 07 / (ACI).- Antonieta Meo, la pequeña Sierva de Dios que transitara a la Casa del Padre a los seis años de edad en 1937, es todo un testimonio de cómo el Señor se muestra a los sencillos de corazón. Luego que el Papa Benedicto XVI autorizara a la Congregación para la Causa de los Santos el reconocimiento de la "heroicidad de virtudes" de esta niña conocida como "Nennolina", el P. Piersandro Vanzan destacó que la pequeña "brilla no solo delante de Jesús y con Jesús, sino para darnos luz a todos".
El sacerdote, censor teólogo de la Comisión para la causa de beatificación de Antonieta Meo, recuerda en una entrevista concedida a Radio Vaticano, que esta niña italiana "pudo realizar de modo increíble, desde el punto de vista humano, un gran ensimismamiento místico con Jesús crucificado y efectivamente el Señor ha hecho grandes cosas en la pequeña Nennolina".
Tras recordar que las cartas de "Nennolina escritas a Jesús, la Virgen María y el Espíritu Santo, dictadas a su madre a los cinco años constituyen su espiritualidad de ensimismamiento místico", el sacerdote rememoró como la pequeña Antonieta quiso celebrar "el aniversario de la amputación" de su pierna izquierda
Era 1936 y Antonieta les dijo a sus familiares: "Debemos festejas el aniversario de la amputación de la pierna, porque se la he donado a Jesús" y a una tía le precisó con alegría "no he perdido una pierna, se la he regalado a Jesús".
"Esta serenidad de Nennolina ante el sufrimiento es fruto de particulares dones de gracia. De otro modo, humanamente no es explicable. Esta niña tiene la capacidad de sufrir y ofrecer con Jesús todo al Padre, por la salvación del mundo. Esto de definitivamente una gracia extraordinaria. Además, tenemos el testimonio de su confesor, a quien la pequeña le decía: 'me acuesto sobre la herida, para sentirme mal, para que en ese momento pueda ofrecer más dolores a Jesús'", explica el P. Vanzan.
Desde 1942
De otro lado y según la agencia italiana SIR, Silvia Correle, quien ha seguido el proceso de postulación por cuenta de la Acción Católica, comenta que "ya desde antes de la muerte de Nennolina, entre los años 33 y 35, algunos consultores de la Congregación habían estudiado el tema de la santidad de los niños". Asimismo explicó que la fundadora femenina de la AC, la venerable Armida Barelli, promovió la causa de beatificación de Nennolina en 1942.
La causa fue luego confiada al postulador, P. Antonio Cairoli, en 1962 y el proceso en el tribunal del Vicariato de Roma fue instruido el 7 de abril de 1968.
"Es una bella noticia, para nosotros de la Acción Católica (de la que Nennolina hacía parte) y toda la Iglesia. Testimonia como la vida de todo cristiano, incluso de joven edad, puede ser vivida con tensión hacia Dios. El Espíritu Santo entra en cada vida humana, sin diferencia de edad, clase social o cultura, para obtener el máximo de amor a Dios", dijo a su turno Mons. Domenico Sigalini, Obispo de Palestrina y asistente general de la Acción Católica en Italia, al conocer el reconocimiento de la heroicidad de virtudes de Antonieta Meo.
Antonieta Meo falleció a causa de una enfermedad ósea conocida como osteosarcoma, que obligó a los médicos a amputarle la pierna izquierda antes de cumplir cinco años.
Esta niña italiana nació en Roma el 15 de diciembre en 1930, falleció antes de cumplir siete años, el 3 de julio de 1937 y fue luego sepultada en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén. Su tumba se ha convertido ahora en meta de peregrinación para muchos católicos en todo el mundo quienes llegan admirados por el testimonio de esta niña.
Para conocer más de la vida de Antonieta, puede ingresar a: http://www.aciprensa.com/vejemplares/nennolina.htm
Para leer extractos de alguna de sus cartas, puede ingresar a: http://www.aciprensa.com/vejemplares/cartas.htm
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El director del corto «Milagros» considera «apasionante» el tema de la religión / Autora: Miriam Díez i Bosch
Su película ha ganado el Festival «Religion Today» en Roma
ROMA, martes, 18 diciembre 2007 (ZENIT.org).- El director del cortometraje ganador del Festival Religion Today con una obra dedicada a Juan Pablo II explica a Zenit que el cine puede dar confianza a la gente «abordando sin complejos y con honradez historias que hablen de un tema tan apasionante y universal como el de la religión».
Javier Figuero nació en Madrid en el año 1965. Es el guionista, director y coproductor de «Milagros» (http://it.youtube.com/watch?v=qqUdEvmeVRY&feature=related), galardonado como mejor cortometraje internacional en la Décima Edición del Religion Today Film Festival, premiado en Roma.
La trama de este cortometraje de nueve minutos empieza con Ana, una niña parapléjica de carácter arisco y difícil, que pide a sus padres que la lleven a una capilla, donde se venera a Juan Pablo II, para pedirle el milagro de su curación. El padre es ateo y la madre, creyente. La petición de la niña hará que surja un conflicto en el matrimonio.
--¿Qué impresión hace ganar un premio internacional en Roma con un trabajo sobre Juan Pablo II?
--Figuero: La primera impresión fue de sorpresa. Tanto Juan García del Santo, productor y actor principal del cortometraje, como yo pudimos comprobar in situ la gran calidad de algunos de los trabajos que se presentaron en la Décima Edición de Religion Today Film Festival, y nos impresionó gratamente que el premio recayera en nuestra historia.
Y tras la sorpresa, el sentimiento es de agradecimiento, agradecimiento al jurado, a los organizadores, al público que está acogiendo muy bien este relato cinematográfico y, por supuesto, al equipo que lo hizo posible y a la Universidad San Pablo CEU y su Master de Dirección Cinematográfica que nos han apoyado desde el principio.
--Lo que le impactó de Juan Pablo II fueron sus célebres palabras «No tengáis miedo». ¿Cómo se puede, desde el cine, amplificar este mensaje de confianza?
--Figuero: Pues por ejemplo, abordando sin complejos y con honradez historias que hablen de un tema tan apasionante y universal como el de la religión, que para tantas personas es algo de lo que quieren hablar.
Vivimos en una sociedad materialista, puede, pero la gente se harta de lo material, llega un momento en el que todo el bienestar de mundo no te llena, y necesitas ahondar, ir a realidades más trascendentes.
--¿Qué cree que ha convencido al jurado de su «Milagros»?
--Figuero: Tengo la impresión de que les gustó el hecho de que al final no hay vencedores ni vencidos, el espectador espera que haya un milagro (y triunfe la madre que es la creyente) o que no lo haya (y venza el padre, que es ateo), pero no, resulta que en el desenlace ocurre algo completamente distinto e inesperado. A veces pasa así en la vida ante realidades dolorosas, que se resuelven de una manera sorprendente e imprevista, providente, diría yo.
--Buena parte del equipo de «Milagros» ha pasado por un máster de cine en la Universidad CEU. ¿Se nota, la huella católica, en la manera de afrontar el trabajo?
--Figuero: Sí, se nota. Pero también es cierto que en el equipo artístico y técnico había personas creyentes y no creyentes, y nadie tuvo ningún problema en trabajar en este proyecto, creo que precisamente porque en esta historia se respeta a los creyentes y a los no creyentes a partes iguales.
Es paradójico que la protagonista femenina del corto, que interpreta a una fervorosa madre de familia, en la vida real es agnóstica, y el padre ateo está protagonizado por un convencido creyente.
ROMA, martes, 18 diciembre 2007 (ZENIT.org).- El director del cortometraje ganador del Festival Religion Today con una obra dedicada a Juan Pablo II explica a Zenit que el cine puede dar confianza a la gente «abordando sin complejos y con honradez historias que hablen de un tema tan apasionante y universal como el de la religión».
Javier Figuero nació en Madrid en el año 1965. Es el guionista, director y coproductor de «Milagros» (http://it.youtube.com/watch?v=qqUdEvmeVRY&feature=related), galardonado como mejor cortometraje internacional en la Décima Edición del Religion Today Film Festival, premiado en Roma.
La trama de este cortometraje de nueve minutos empieza con Ana, una niña parapléjica de carácter arisco y difícil, que pide a sus padres que la lleven a una capilla, donde se venera a Juan Pablo II, para pedirle el milagro de su curación. El padre es ateo y la madre, creyente. La petición de la niña hará que surja un conflicto en el matrimonio.
--¿Qué impresión hace ganar un premio internacional en Roma con un trabajo sobre Juan Pablo II?
--Figuero: La primera impresión fue de sorpresa. Tanto Juan García del Santo, productor y actor principal del cortometraje, como yo pudimos comprobar in situ la gran calidad de algunos de los trabajos que se presentaron en la Décima Edición de Religion Today Film Festival, y nos impresionó gratamente que el premio recayera en nuestra historia.
Y tras la sorpresa, el sentimiento es de agradecimiento, agradecimiento al jurado, a los organizadores, al público que está acogiendo muy bien este relato cinematográfico y, por supuesto, al equipo que lo hizo posible y a la Universidad San Pablo CEU y su Master de Dirección Cinematográfica que nos han apoyado desde el principio.
--Lo que le impactó de Juan Pablo II fueron sus célebres palabras «No tengáis miedo». ¿Cómo se puede, desde el cine, amplificar este mensaje de confianza?
--Figuero: Pues por ejemplo, abordando sin complejos y con honradez historias que hablen de un tema tan apasionante y universal como el de la religión, que para tantas personas es algo de lo que quieren hablar.
Vivimos en una sociedad materialista, puede, pero la gente se harta de lo material, llega un momento en el que todo el bienestar de mundo no te llena, y necesitas ahondar, ir a realidades más trascendentes.
--¿Qué cree que ha convencido al jurado de su «Milagros»?
--Figuero: Tengo la impresión de que les gustó el hecho de que al final no hay vencedores ni vencidos, el espectador espera que haya un milagro (y triunfe la madre que es la creyente) o que no lo haya (y venza el padre, que es ateo), pero no, resulta que en el desenlace ocurre algo completamente distinto e inesperado. A veces pasa así en la vida ante realidades dolorosas, que se resuelven de una manera sorprendente e imprevista, providente, diría yo.
--Buena parte del equipo de «Milagros» ha pasado por un máster de cine en la Universidad CEU. ¿Se nota, la huella católica, en la manera de afrontar el trabajo?
--Figuero: Sí, se nota. Pero también es cierto que en el equipo artístico y técnico había personas creyentes y no creyentes, y nadie tuvo ningún problema en trabajar en este proyecto, creo que precisamente porque en esta historia se respeta a los creyentes y a los no creyentes a partes iguales.
Es paradójico que la protagonista femenina del corto, que interpreta a una fervorosa madre de familia, en la vida real es agnóstica, y el padre ateo está protagonizado por un convencido creyente.
Corona de Adviento: Con un poco de prudencia / Autor: P. Fernando Pascual, L.C.
“Detente, no tengas prisas”. “¿Tienes de verdad claro lo que vas a hacer?”. “Piénsalo bien, no sea que al final tengas que arrepentirte”. “Lo importante madura lentamente”. “No sigas el consejo de lo fácil. Escucha la sabiduría de las canas”.
Estos y otros consejos parecidos nos llegan una y otra vez para invitarnos a vivir una virtud que resulta central para toda vida humana: la prudencia.
¿En qué consiste la prudencia? El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1806) ofrece la siguiente definición:
“La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo”.
Con esta simple definición encontramos dos aspectos centrales de la prudencia. Uno se refiere al bien verdadero. Otro a la elección de los medios.
Nuestra vida se desarrolla en una serie continua de elecciones. Un vestido o un trabajo, una escuela o un tipo de cerradura, una comida o un paseo: a todas horas, en todos los lugares, hemos de decidir.
Las decisiones siempre miran a un objetivo: lo bueno, lo correcto. Los problemas surgen cuando “parece bueno” lo que no lo es. El paraguas más brillante resulta estar lleno de agujeros. El coche que parecía nuevo tiene serios problemas en los amortiguadores porque ya había sido usado. La tarde espléndida empleada en un paseo para oxigenar los pulmones se ha convertido en el inicio de una gripe insidiosa por culpa de un vientecillo engañoso.
Vemos así que casi todo lo que escogemos “parece ser bueno”, cuando no lo era. Otras veces, eso “bueno” nos daña de mil maneras insospechadas: o porque nos hace egoístas, o porque nos lleva a ser avaros, o porque destruye las relaciones familiares, o porque nos impide amar a Dios sobre todas las cosas, o porque nos encierra en un mundo pequeño que no deja espacio al compromiso por la justicia y por la paz.
Ante tanto error y tanto daño, la virtud de la prudencia nos lleva a reflexionar con más calma, a sopesar los pros y los contras de cada decisión, y a considerar seriamente si lo que simplemente “parece” bueno lo sea en realidad. Nos permite, en otras palabras, buscar aquel bien realizable que mejor corresponda a los deseos más profundos de nuestro corazón. De este modo, nos será más fácil acertar a la hora de escoger lo que sea realmente bueno, y lo escogeremos siempre en un horizonte de magnanimidad que nos abra al amor a Dios y al prójimo.
En segundo lugar, la prudencia nos ayuda a descubrir y escoger los medios rectos para alcanzar nuestras metas. Porque no basta con que el fin sea bueno para que ya automáticamente cualquier medio sea correcto y eficaz.
¿Quiero curar a un enfermo? Puedo darle, por mi cuenta, y sin ningún consejo, un coctel de medicinas. A las pocas horas el pobre enfermo estará, seguramente, más cercano a la muerte que a la vida... “Pero mi intención era buena”. “Sí, pero no pensaste con prudencia que lo mejor en estos casos es acudir al médico...”
Por eso, antes de tomar una opción, necesitamos pensar no sólo si es bueno lo que queremos hacer, sino también si los medios y caminos escogidos para nuestro objetivo son correctos.
Nunca está de más recordar que necesitamos una buena dosis de prudencia en las mil decisiones de la vida. Especialmente en las decisiones que deciden nuestro futuro temporal y nuestro futuro eterno.
La Escritura, por eso, nos dice: “El hombre cauto medita sus pasos” (Pr 14,15). En un salmo se nos presenta la actitud profunda de quien contempla en todo momento la Ley del Señor para adquirir un corazón sensato y prudente:
“Más sabio me haces que mis enemigos por tu mandamiento,
que por siempre es mío.
Tengo más prudencia que todos mis maestros,
porque mi meditación son tus dictámenes.
Poseo más cordura que los viejos,
porque guardo tus ordenanzas.
Retraigo mis pasos de toda mala senda
para guardar tu palabra.
De tus juicios no me aparto,
porque me instruyes tú” (Sal 119,98-102).
Así tenemos que vivir: en una meditación continua de la ley del Señor. Que nos hará ser prudentes al permitirnos descubrir el verdadero bien para nuestra vida. Que nos llevará a buscar, en un diálogo continuo con el Espíritu Santo, la luz en cada una de las mil decisiones con las que escribimos nuestra historia y la de tantos corazones que dependen de nosotros.
---------------------------------------------
Fuente: GAMA-Virtudes y valores
Estos y otros consejos parecidos nos llegan una y otra vez para invitarnos a vivir una virtud que resulta central para toda vida humana: la prudencia.
¿En qué consiste la prudencia? El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1806) ofrece la siguiente definición:
“La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo”.
Con esta simple definición encontramos dos aspectos centrales de la prudencia. Uno se refiere al bien verdadero. Otro a la elección de los medios.
Nuestra vida se desarrolla en una serie continua de elecciones. Un vestido o un trabajo, una escuela o un tipo de cerradura, una comida o un paseo: a todas horas, en todos los lugares, hemos de decidir.
Las decisiones siempre miran a un objetivo: lo bueno, lo correcto. Los problemas surgen cuando “parece bueno” lo que no lo es. El paraguas más brillante resulta estar lleno de agujeros. El coche que parecía nuevo tiene serios problemas en los amortiguadores porque ya había sido usado. La tarde espléndida empleada en un paseo para oxigenar los pulmones se ha convertido en el inicio de una gripe insidiosa por culpa de un vientecillo engañoso.
Vemos así que casi todo lo que escogemos “parece ser bueno”, cuando no lo era. Otras veces, eso “bueno” nos daña de mil maneras insospechadas: o porque nos hace egoístas, o porque nos lleva a ser avaros, o porque destruye las relaciones familiares, o porque nos impide amar a Dios sobre todas las cosas, o porque nos encierra en un mundo pequeño que no deja espacio al compromiso por la justicia y por la paz.
Ante tanto error y tanto daño, la virtud de la prudencia nos lleva a reflexionar con más calma, a sopesar los pros y los contras de cada decisión, y a considerar seriamente si lo que simplemente “parece” bueno lo sea en realidad. Nos permite, en otras palabras, buscar aquel bien realizable que mejor corresponda a los deseos más profundos de nuestro corazón. De este modo, nos será más fácil acertar a la hora de escoger lo que sea realmente bueno, y lo escogeremos siempre en un horizonte de magnanimidad que nos abra al amor a Dios y al prójimo.
En segundo lugar, la prudencia nos ayuda a descubrir y escoger los medios rectos para alcanzar nuestras metas. Porque no basta con que el fin sea bueno para que ya automáticamente cualquier medio sea correcto y eficaz.
¿Quiero curar a un enfermo? Puedo darle, por mi cuenta, y sin ningún consejo, un coctel de medicinas. A las pocas horas el pobre enfermo estará, seguramente, más cercano a la muerte que a la vida... “Pero mi intención era buena”. “Sí, pero no pensaste con prudencia que lo mejor en estos casos es acudir al médico...”
Por eso, antes de tomar una opción, necesitamos pensar no sólo si es bueno lo que queremos hacer, sino también si los medios y caminos escogidos para nuestro objetivo son correctos.
Nunca está de más recordar que necesitamos una buena dosis de prudencia en las mil decisiones de la vida. Especialmente en las decisiones que deciden nuestro futuro temporal y nuestro futuro eterno.
La Escritura, por eso, nos dice: “El hombre cauto medita sus pasos” (Pr 14,15). En un salmo se nos presenta la actitud profunda de quien contempla en todo momento la Ley del Señor para adquirir un corazón sensato y prudente:
“Más sabio me haces que mis enemigos por tu mandamiento,
que por siempre es mío.
Tengo más prudencia que todos mis maestros,
porque mi meditación son tus dictámenes.
Poseo más cordura que los viejos,
porque guardo tus ordenanzas.
Retraigo mis pasos de toda mala senda
para guardar tu palabra.
De tus juicios no me aparto,
porque me instruyes tú” (Sal 119,98-102).
Así tenemos que vivir: en una meditación continua de la ley del Señor. Que nos hará ser prudentes al permitirnos descubrir el verdadero bien para nuestra vida. Que nos llevará a buscar, en un diálogo continuo con el Espíritu Santo, la luz en cada una de las mil decisiones con las que escribimos nuestra historia y la de tantos corazones que dependen de nosotros.
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Fuente: GAMA-Virtudes y valores
La pornografía en preguntas y respuestas / Autor: Mscperu.org
Dudas frecuentes sobre la pornografía y sus efectos.
¿Qué es pornografía?
Según la enciclopedia Sopena es: «Tratado acerca de la prostitución. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas y demás descripciones de conducta sexual, en palabras, películas, videos, etc.».
¿La pornografía es o no una cuestión privada?
Hay muchas personas que desaprueban la pornografía pero que no la combaten, convencidas de que es una cuestión privada, producto de la libertad del hombre. Sin embargo, la pornografía no es una cuestión privada porque tiene importantes consecuencias sociales. El sentido común y la experiencia nos revelan que el ambiente que nos rodea influye grandemente en la formación de nuestros gustos, opiniones, creencias y acciones; ¿por qué hemos de creer que esta realidad es menos verdadera en cuanto a la pornografía?
La pornografía no es una cuestión privada porque ataca la dignidad de la persona humana y el derecho a la intimidad de las relaciones sexuales pues hace de ellas un hecho público y mercantil. Ataca el bien individual y el bien común de la sociedad, que se encuentra en gran peligro cuando la degradación sexual y la violencia son motivo de diversión.
¿Puede evitarse la pornografía?
Sí se puede evitar con educación, formación, rechazo y protesta. Una propuesta por demás sencilla es comunicarse constantemente a los teléfonos de los canales de televisión para protestar por determinados anuncios, series, programas, etc., y abstenerse de asistir a los estudios en los que la vulgaridad y el mal gusto están presentes. También pueden mandarse protestas a los periódicos por anuncios que verdaderamente rebasan la decencia o por artículos con los que no estemos de acuerdo.
¿Frenar la pornografía es atentar contra la libertad de expresión?
El Vaticano, en su documento sobre La pornografía y la violencia en los medios de comunicación recuerda que «el legítimo derecho a la libertad de expresión y de información debe ser respetado, pero también los derechos de los individuos, las familias la sociedad a la privacía, intimidad, pública decencia y protección a los valores básicos» (SS, n. 21). En nombre de la «libertad de expresión» se ha atropellado el derecho del hombre a preservar en su hogar un ambiente de decoro y buena educación.
¿Cómo afecta la pornografía a la familia?
Excluye la procreación. Trastorna la relación de amor entre los esposos pues el sexo se convierte en un placer personal. Glorifica la frecuencia, intensidad y longevidad de los poderes sexuales. El sexo fuera del matrimonio es mucho más excitante por la alteración química y la combinación de miedo, culpa y fantasía. Promueve la infidelidad, el adulterio, la fornicación en todas sus manifestaciones, como el incesto, la masturbación, la homosexualidad, la bestialidad, el sexo en grupos, el sadomasoquismo, y el abuso de mujeres y niños.
¿Es cierto que la pornografía causa adicción?
Lo que empieza como una simple curiosidad puede llegar a ser obsesión realmente destructiva; la excitación inicial rara vez es suficiente y se va exigiendo y necesitando material cada vez más explícito y violento. La pornografía llega a ser más adictiva cuando se empieza a temprana edad, y pueden citarse cuatro pasos que la describen: 1) adicción a material que exacerba la lujuria; 2) exigencia de material más explícito y violento; 3) aceptación cada vez más fácil de material brutal, y una mayor insensibilidad, 4) impulso de actuar lo que se ve.
¿Qué otras consecuencias morales trae consigo?
Ofende porque hace público y mercantil lo que por instinto debe ser completamente privado e íntimo; abarata el sexo, y el cuerpo humano queda reducido a sus genitales y borrada la espléndida belleza plasmada por Dios. Degrada a la persona al convertirla simplemente en un ser destinado al placer sexual. Destruye lo más legítimo que tiene el ser humano: su propia estima.
¿Y físicamente hablando?
La pornografía altera la química del cuerpo: libera nuestro «almacén de drogas», como la testosterona en los hombres, la adrenalina y otras sustancias neuroquímicas; la adrenalina crea adicción, sobre todo en las personas de actividades riesgosas. La combinación de culpa, miedo y excitación sexual produce una euforia con un «nivel de despegue» cercano al éxtasis. Esta euforia impide relaciones normales: nada de amor, pues ninguna experiencia sexual normal será capaz de igualar las experiencias anteriores vistas en la pornografía porque, si se ama y confía en la persona con la que se tienen relaciones, se experimenta confianza y desaparece el riesgo, la culpa, la vergüenza y todos esos sentimientos de peligro que tanto excitan.
¿Puede recuperarse un adicto a la pornografía?
La pornografía puede causar daños irreparables en la mente, dañando el buen juicio y el control que todo ser humano debe ejercer sobre sí mismo para no ser una bestia. La pornografía promueve una fantasía destructiva y negativa que aisla de los demás, llegando a ser una adicción especialmente solitaria. Debido a que la pornografía se desempeña mejor en la imaginación, es allí donde a menudo permanece, causando muchas veces impotencia, pues es muy difícil que la pareja responda en la forma delirante que muestra una «buena» sesión pornográfica.
Fuentes
Sociedad E.V.C. / Curia del Arzobispado de México
EL OBSERVADOR (México), 9 de mayo de 1999,
¿Qué es pornografía?
Según la enciclopedia Sopena es: «Tratado acerca de la prostitución. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas y demás descripciones de conducta sexual, en palabras, películas, videos, etc.».
¿La pornografía es o no una cuestión privada?
Hay muchas personas que desaprueban la pornografía pero que no la combaten, convencidas de que es una cuestión privada, producto de la libertad del hombre. Sin embargo, la pornografía no es una cuestión privada porque tiene importantes consecuencias sociales. El sentido común y la experiencia nos revelan que el ambiente que nos rodea influye grandemente en la formación de nuestros gustos, opiniones, creencias y acciones; ¿por qué hemos de creer que esta realidad es menos verdadera en cuanto a la pornografía?
La pornografía no es una cuestión privada porque ataca la dignidad de la persona humana y el derecho a la intimidad de las relaciones sexuales pues hace de ellas un hecho público y mercantil. Ataca el bien individual y el bien común de la sociedad, que se encuentra en gran peligro cuando la degradación sexual y la violencia son motivo de diversión.
¿Puede evitarse la pornografía?
Sí se puede evitar con educación, formación, rechazo y protesta. Una propuesta por demás sencilla es comunicarse constantemente a los teléfonos de los canales de televisión para protestar por determinados anuncios, series, programas, etc., y abstenerse de asistir a los estudios en los que la vulgaridad y el mal gusto están presentes. También pueden mandarse protestas a los periódicos por anuncios que verdaderamente rebasan la decencia o por artículos con los que no estemos de acuerdo.
¿Frenar la pornografía es atentar contra la libertad de expresión?
El Vaticano, en su documento sobre La pornografía y la violencia en los medios de comunicación recuerda que «el legítimo derecho a la libertad de expresión y de información debe ser respetado, pero también los derechos de los individuos, las familias la sociedad a la privacía, intimidad, pública decencia y protección a los valores básicos» (SS, n. 21). En nombre de la «libertad de expresión» se ha atropellado el derecho del hombre a preservar en su hogar un ambiente de decoro y buena educación.
¿Cómo afecta la pornografía a la familia?
Excluye la procreación. Trastorna la relación de amor entre los esposos pues el sexo se convierte en un placer personal. Glorifica la frecuencia, intensidad y longevidad de los poderes sexuales. El sexo fuera del matrimonio es mucho más excitante por la alteración química y la combinación de miedo, culpa y fantasía. Promueve la infidelidad, el adulterio, la fornicación en todas sus manifestaciones, como el incesto, la masturbación, la homosexualidad, la bestialidad, el sexo en grupos, el sadomasoquismo, y el abuso de mujeres y niños.
¿Es cierto que la pornografía causa adicción?
Lo que empieza como una simple curiosidad puede llegar a ser obsesión realmente destructiva; la excitación inicial rara vez es suficiente y se va exigiendo y necesitando material cada vez más explícito y violento. La pornografía llega a ser más adictiva cuando se empieza a temprana edad, y pueden citarse cuatro pasos que la describen: 1) adicción a material que exacerba la lujuria; 2) exigencia de material más explícito y violento; 3) aceptación cada vez más fácil de material brutal, y una mayor insensibilidad, 4) impulso de actuar lo que se ve.
¿Qué otras consecuencias morales trae consigo?
Ofende porque hace público y mercantil lo que por instinto debe ser completamente privado e íntimo; abarata el sexo, y el cuerpo humano queda reducido a sus genitales y borrada la espléndida belleza plasmada por Dios. Degrada a la persona al convertirla simplemente en un ser destinado al placer sexual. Destruye lo más legítimo que tiene el ser humano: su propia estima.
¿Y físicamente hablando?
La pornografía altera la química del cuerpo: libera nuestro «almacén de drogas», como la testosterona en los hombres, la adrenalina y otras sustancias neuroquímicas; la adrenalina crea adicción, sobre todo en las personas de actividades riesgosas. La combinación de culpa, miedo y excitación sexual produce una euforia con un «nivel de despegue» cercano al éxtasis. Esta euforia impide relaciones normales: nada de amor, pues ninguna experiencia sexual normal será capaz de igualar las experiencias anteriores vistas en la pornografía porque, si se ama y confía en la persona con la que se tienen relaciones, se experimenta confianza y desaparece el riesgo, la culpa, la vergüenza y todos esos sentimientos de peligro que tanto excitan.
¿Puede recuperarse un adicto a la pornografía?
La pornografía puede causar daños irreparables en la mente, dañando el buen juicio y el control que todo ser humano debe ejercer sobre sí mismo para no ser una bestia. La pornografía promueve una fantasía destructiva y negativa que aisla de los demás, llegando a ser una adicción especialmente solitaria. Debido a que la pornografía se desempeña mejor en la imaginación, es allí donde a menudo permanece, causando muchas veces impotencia, pues es muy difícil que la pareja responda en la forma delirante que muestra una «buena» sesión pornográfica.
Fuentes
Sociedad E.V.C. / Curia del Arzobispado de México
EL OBSERVADOR (México), 9 de mayo de 1999,
La misión de la Iglesia: evangelizar / Autor: Pedro García, Misionero Claretiano
Si leemos el encantador Evangelio de Marcos, nos encontramos como mandato final de Jesucristo con estas palabras:
Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.
Un mandamiento que entraña una grave obligación, porque la salvación la ha condicionado Dios a la fe y al bautismo, ya que sigue diciendo Jesús:
El que crea y se bautice, se salvará; pero el que se resista a creer, se condenará.
Por lo mismo, la Iglesia se encuentra ante un deber ineludible: evangelizar. La predicación del Evangelio, la Fe y el Bautismo están de tal manera entrelazados que no se pueden separar. Sin predicación, no hay fe; sin fe no hay bautismo; sin bautismo no hay salvación.
¿Qué debe hacer entonces la Iglesia, qué debe hacer cada comunidad cristiana, qué debe hacer cada bautizado? Ser instrumentos fieles en la mano de Jesucristo para llevar a todos el misterio de la salvación, continuando la misión que el mismo Jesucristo trajo al mundo recibida del Padre, y para la cual lo llenó el Espíritu Santo:
El Espíritu del Señor me ha ungido para anunciar a los pobres la gran noticia: ¡ha llegado la salvación!
La primera beneficiada por el cumplimiento de esta misión será la misma Iglesia, lo será cada comunidad cristiana, lo será cada apóstol. Pues su mismo trabajo y su empeño por evangelizar los irá renovando en la fe que recibieron en el Bautismo.
Cuanto más evangelicen, más se robustecerá su propia fe. Dar la fe con entusiasmo creciente es la mejor manera de agradecer a Dios el don de la fe y el mejor medio para conservar y acrecentar la propia fe.
Ahora, más que mirarnos cada uno en particular y mirar a toda la Iglesia, nos centramos en la comunidad cristiana a la que pertenecemos: la parroquia, la asociación, el movimiento en el cual nos hemos comprometido... En esta pequeña comunidad se centra para cada uno la Iglesia universal, y en esa comunidad desarrolla cada uno de nosotros la labor que le toca como miembro de la Iglesia.
¿Qué vemos, qué observamos alrededor de nuestra propia comunidad? ¿Qué desafíos nos presenta?
Ante todo, nos damos cuenta de que son muchos los que desconocen prácticamente a Jesucristo. ¿Podemos quedarnos indiferentes, y no llevarles el conocimiento del Señor Jesús?
No hay comunidad cristiana, no hay cristiano alguno, que esté libre de la obligación de hacer conocer a Cristo en todo el mundo. ¿Y cuál es la parte del mundo, sino la que está a mi alrededor, la que me toca a mí como campo de mi trabajo, como parcela en la que yo debo sembrar el Evangelio?
Cuando miramos así a la Iglesia como un campo inmenso que abarca todo el mundo, pero dividida en multitud de parcelas que no rompen la unidad, sino que todas se conjuntan en la misma y única Iglesia, entonces entendemos eso de cuidar cada uno de nuestro metro cuadrado, es decir, de esta parte de la Iglesia que me toca a mí, la que está a mi alrededor, y de la cual yo voy a responder. Es entonces cuando se siente la urgencia del apostolado, y nadie tiene el mal gusto de quedarse con los brazos cruzados mientras hay tanto que hacer por Jesucristo y por el Reino de Dios.
Los medios que la Iglesia pone a mi disposición para evangelizar son muy antiguos y resultan siempre nuevos:
La catequesis, por la cual enseño a los demás las verdades de la fe que no conocen. ¿Estudio yo a Cristo y la doctrina de la fe, para poder comunicarlo a los demás que lo necesitan?
La liturgia, el culto de la Iglesia, que con la Palabra, los Sacramentos y los demás signos, es una lección continua de la fe cristiana. ¿Participo activamente y hago participar a los demás en los actos del culto, sabiendo que con ellos evangelizo de una manera muy poderosa?
La oración, con la cual se llega a todas partes y va mucho más allá que nuestra actividad externa. Jesús, contemplando la mucha cosecha que había por delante, fue lo primero que nos encargó:
La mies es mucha, rogad al Señor de la mies que mande operarios a su campo.
¿Tomamos la oración en la comunidad como la actividad primera de nuestro apostolado?
El testimonio, es imprescindible. Hoy al mundo lo convencen los testigos, no los maestros. Si los de fuera nos ven consecuentes con nuestra fe, serán arrastrados hacia Jesucristo y su Iglesia.
En medio de nuestras limitaciones, ¿somos católicos convencidos, con vida testimoniante?
Todo esto lo desarrollamos en el ámbito de nuestra comunidad particular parroquia, asociación o movimiento, pero nuestra mirada debe ir mucho más lejos: hemos de vivir el espíritu misionero de la Iglesia de tal modo que no haya obra de la Iglesia universal que no nos afecte, que no nos toque de cerca y que no sienta nuestra colaboración en la medida de nuestras posibilidades. El mandato último de Jesús no puso límites geográficos a nuestro apostolado, pues nos dijo:
Id por todo el mundo.., a todas la gente, a todos los pueblos de la tierra.
Este mandato de Jesús a toda la Iglesia, a cada comunidad cristiana, a cada creyente en particular a mí, en concreto es enardecedor y es exigente. Nos entusiasma, porque todos hemos soñado alguna vez en ser misioneros, en ser apóstoles. Y aunque nos pida mucho, ¿medimos nuestra grandeza al tener la misma misión que el Señor: llevar la fe, llevar la salvación al mundo entero?
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Fuente: Catholic.net
Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.
Un mandamiento que entraña una grave obligación, porque la salvación la ha condicionado Dios a la fe y al bautismo, ya que sigue diciendo Jesús:
El que crea y se bautice, se salvará; pero el que se resista a creer, se condenará.
Por lo mismo, la Iglesia se encuentra ante un deber ineludible: evangelizar. La predicación del Evangelio, la Fe y el Bautismo están de tal manera entrelazados que no se pueden separar. Sin predicación, no hay fe; sin fe no hay bautismo; sin bautismo no hay salvación.
¿Qué debe hacer entonces la Iglesia, qué debe hacer cada comunidad cristiana, qué debe hacer cada bautizado? Ser instrumentos fieles en la mano de Jesucristo para llevar a todos el misterio de la salvación, continuando la misión que el mismo Jesucristo trajo al mundo recibida del Padre, y para la cual lo llenó el Espíritu Santo:
El Espíritu del Señor me ha ungido para anunciar a los pobres la gran noticia: ¡ha llegado la salvación!
La primera beneficiada por el cumplimiento de esta misión será la misma Iglesia, lo será cada comunidad cristiana, lo será cada apóstol. Pues su mismo trabajo y su empeño por evangelizar los irá renovando en la fe que recibieron en el Bautismo.
Cuanto más evangelicen, más se robustecerá su propia fe. Dar la fe con entusiasmo creciente es la mejor manera de agradecer a Dios el don de la fe y el mejor medio para conservar y acrecentar la propia fe.
Ahora, más que mirarnos cada uno en particular y mirar a toda la Iglesia, nos centramos en la comunidad cristiana a la que pertenecemos: la parroquia, la asociación, el movimiento en el cual nos hemos comprometido... En esta pequeña comunidad se centra para cada uno la Iglesia universal, y en esa comunidad desarrolla cada uno de nosotros la labor que le toca como miembro de la Iglesia.
¿Qué vemos, qué observamos alrededor de nuestra propia comunidad? ¿Qué desafíos nos presenta?
Ante todo, nos damos cuenta de que son muchos los que desconocen prácticamente a Jesucristo. ¿Podemos quedarnos indiferentes, y no llevarles el conocimiento del Señor Jesús?
No hay comunidad cristiana, no hay cristiano alguno, que esté libre de la obligación de hacer conocer a Cristo en todo el mundo. ¿Y cuál es la parte del mundo, sino la que está a mi alrededor, la que me toca a mí como campo de mi trabajo, como parcela en la que yo debo sembrar el Evangelio?
Cuando miramos así a la Iglesia como un campo inmenso que abarca todo el mundo, pero dividida en multitud de parcelas que no rompen la unidad, sino que todas se conjuntan en la misma y única Iglesia, entonces entendemos eso de cuidar cada uno de nuestro metro cuadrado, es decir, de esta parte de la Iglesia que me toca a mí, la que está a mi alrededor, y de la cual yo voy a responder. Es entonces cuando se siente la urgencia del apostolado, y nadie tiene el mal gusto de quedarse con los brazos cruzados mientras hay tanto que hacer por Jesucristo y por el Reino de Dios.
Los medios que la Iglesia pone a mi disposición para evangelizar son muy antiguos y resultan siempre nuevos:
La catequesis, por la cual enseño a los demás las verdades de la fe que no conocen. ¿Estudio yo a Cristo y la doctrina de la fe, para poder comunicarlo a los demás que lo necesitan?
La liturgia, el culto de la Iglesia, que con la Palabra, los Sacramentos y los demás signos, es una lección continua de la fe cristiana. ¿Participo activamente y hago participar a los demás en los actos del culto, sabiendo que con ellos evangelizo de una manera muy poderosa?
La oración, con la cual se llega a todas partes y va mucho más allá que nuestra actividad externa. Jesús, contemplando la mucha cosecha que había por delante, fue lo primero que nos encargó:
La mies es mucha, rogad al Señor de la mies que mande operarios a su campo.
¿Tomamos la oración en la comunidad como la actividad primera de nuestro apostolado?
El testimonio, es imprescindible. Hoy al mundo lo convencen los testigos, no los maestros. Si los de fuera nos ven consecuentes con nuestra fe, serán arrastrados hacia Jesucristo y su Iglesia.
En medio de nuestras limitaciones, ¿somos católicos convencidos, con vida testimoniante?
Todo esto lo desarrollamos en el ámbito de nuestra comunidad particular parroquia, asociación o movimiento, pero nuestra mirada debe ir mucho más lejos: hemos de vivir el espíritu misionero de la Iglesia de tal modo que no haya obra de la Iglesia universal que no nos afecte, que no nos toque de cerca y que no sienta nuestra colaboración en la medida de nuestras posibilidades. El mandato último de Jesús no puso límites geográficos a nuestro apostolado, pues nos dijo:
Id por todo el mundo.., a todas la gente, a todos los pueblos de la tierra.
Este mandato de Jesús a toda la Iglesia, a cada comunidad cristiana, a cada creyente en particular a mí, en concreto es enardecedor y es exigente. Nos entusiasma, porque todos hemos soñado alguna vez en ser misioneros, en ser apóstoles. Y aunque nos pida mucho, ¿medimos nuestra grandeza al tener la misma misión que el Señor: llevar la fe, llevar la salvación al mundo entero?
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Fuente: Catholic.net
Chino de 110 años: Sacerdote más anciano del mundo es convocado a la Casa del Padre
(ACI).- El sacerdote trapense de 110 años, P. Nicolás Kao Shi Qian, quien fuera el sacerdote más anciano del mundo y también el hombre más anciano de Hong Kong, fue convocado a la Casa del Padre.
Según informa la agencia vaticana FIDES, el sacerdote, que hubiera cumplido 111 años el próximo 15 de enero, falleció la noche entre el 11 y el 12 de diciembre.
Casi todos los diarios de Hong Kong han publicado la noticia del tránsito de este anciano monje “mudo”, sobrenombre con el que los chinos conocen a los trapenses por su vida de silencio orante.
La agencia informa que la vida Padre Shi Qian fue “legendaria”: cada día recitaba varias veces el Rosario, rezaba por la paz y por la evangelización del mundo y, no obstante la edad avanzada, seguía rigurosamente el ritmo de la vida trapense.
El monje trapense había nacido en la provincia de Fu Jian, en la China continental, en 1897. Fue bautizado en 1915 y ordenado sacerdote en 1933.
Tras su ordenación desempeñó su servicio ministerial en la diócesis de Fu Zhou. También ejerció su servicio pastoral en las misiones en Taiwán, Malasia, Singapur y Tailandia por cuatro décadas.
Después de 39 años de sacerdocio se unió a los trapenses en la comunidad de Hong Kong en 1972, a la edad de 75 años. A los 100 años, en 1997, emitió sus votos perpetuos.
En su largo y ardoroso ministerio, como muestra de su amor por la Virgen María, construyó seis capillas y tres grandes templos dedicados a la Madre de Dios.
Según informa la agencia vaticana FIDES, el sacerdote, que hubiera cumplido 111 años el próximo 15 de enero, falleció la noche entre el 11 y el 12 de diciembre.
Casi todos los diarios de Hong Kong han publicado la noticia del tránsito de este anciano monje “mudo”, sobrenombre con el que los chinos conocen a los trapenses por su vida de silencio orante.
La agencia informa que la vida Padre Shi Qian fue “legendaria”: cada día recitaba varias veces el Rosario, rezaba por la paz y por la evangelización del mundo y, no obstante la edad avanzada, seguía rigurosamente el ritmo de la vida trapense.
El monje trapense había nacido en la provincia de Fu Jian, en la China continental, en 1897. Fue bautizado en 1915 y ordenado sacerdote en 1933.
Tras su ordenación desempeñó su servicio ministerial en la diócesis de Fu Zhou. También ejerció su servicio pastoral en las misiones en Taiwán, Malasia, Singapur y Tailandia por cuatro décadas.
Después de 39 años de sacerdocio se unió a los trapenses en la comunidad de Hong Kong en 1972, a la edad de 75 años. A los 100 años, en 1997, emitió sus votos perpetuos.
En su largo y ardoroso ministerio, como muestra de su amor por la Virgen María, construyó seis capillas y tres grandes templos dedicados a la Madre de Dios.
La crisis del matrimonio es también crisis del celibato / Autora: Miriam Díez i Bosch
El sacerdote y escritor Manglano habla del amor en su nuevo libro
MADRID, lunes, 17 diciembre 2007 (ZENIT.org).- José Pedro Manglano (www.manglano.org), ensayista y sacerdote, afirma que «la historia nos enseña que en los tiempos en que está en crisis el matrimonio también lo está el celibato».
De amor, celibato, matrimonio y libertad habla en su nuevo libro,»El amor y otras idioteces. Guía práctica para no perder a quien tú quieres», que acaba de ser editado por la editorial Planeta.
Manglano es autor también de «El enigma de la culpa» y «El libro de la confesión». Sus ensayos versan sobre el sentido de la vida, la felicidad, la culpa o la libertad.
--Un cura hablando del amor y otras idioteces... no deja de ser llamativo.
--Manglano: ¡Me hace gracia que empieces por ahí! Me lo preguntan todos.
--Perdone por el tópico, pero insisto: no es habitual.
--Manglano: Efectivamente, se ve que es un hecho que llama la atención. Pero... ¿por qué es la primera cuestión que viene a la cabeza?
Quizá lo que se está planteando se podría formular de esta otra manera: ¿qué puede decir un célibe acerca del amor?, como quien da por sentado que quien opta por el celibato se hace extraño a la cuestión del amor.
Me parece que este hecho, aparentemente sin importancia, manifiesta una situación de fondo delatada por Benedicto XVI en «La sal de la tierra»: la historia nos enseña que en los tiempos en que está en crisis el matrimonio también lo está el celibato.
--¿Por qué la crisis del matrimonio y la del celibato van relacionadas?
--Manglano: El celibato y el matrimonio, tal y como lo propone la Iglesia, son las dos formas sublimes de realizar una vida enamorada. Hay otras formas de vidas amorosas, sí, pero no otras formas sublimes.
Hoy vivimos cierta crisis del matrimonio, y vivimos cierta crisis del sentido del celibato. No se entiende que el célibe sea un amante y pueda saber del amor. Sin embargo, su vida es ejercicio amoroso al Hombre Cristo y a todos los hombres y mujeres, cercanos o desconocidos.
No solo eso: el célibe cristiano tiene una experiencia del Dios que es Amor, y de él recibe la sabiduría. Y si no, que le pregunten a San Juan de la Cruz, cuyo cántico es paradigma de cualquier relación amorosa.
--Pero su libro habla del amor de los novios y de los esposos.
--Manglano: El libro trata del amor de pareja, no del celibato. Pero el amor de pareja es amor, y la naturaleza del amor, sus etapas, sus crisis y sus sentimientos... tienen mucho en común.
Y para evitar las abstracciones, parto en todos los temas de relatos formidables de la literatura contemporánea, para analizar las ideas que subyacen a los distintos planteamientos acerca del amor que manejamos en nuestra cultura.
--¿El matrimonio es una carga que dificulta el vuelo hacia la felicidad, como sostienen algunos, o las alas para realizar esta utopía, como dice usted, y yo le corroboraría?
--Manglano: Para quien entienda el matrimonio como oficialización de una relación subjetiva por la que yo me agrupo con otro, no cabe duda de que casarse supondrá una carga. El matrimonio, entonces, limita mis posibilidades y no aporta nada.
Sin embargo, para quien entienda el matrimonio como la creación de un vínculo que transforma el yo, casarse supone un acto de libertad que constituye un nosotros, una ayuda para realizar la entrega libre del yo transformado por esa unión.
--Entonces..., ¿cuál es el verdadero significado del amor?
--Manglano: El amor es obra de nuestra libertad: no biología, sino libertad.
La atracción involuntaria -‘hay química', decimos- es transformada por la libertad en unión voluntaria. Amor significa unión libre que se originó por una atracción padecida. Sí. Amor es libertad, realización de la persona, superación de la soledad.
--Cristianamente amar es dar la vida por los enemigos. ¿Esto es realizable?
--Manglano: Exige una purificación del corazón que no es fácil. Cristo puede exigírnoslo porque él nos lo concede.
Es realizable solo por quien es transformado por la acción del Espíritu. Ese comportamiento se nos da y después, solo después, se nos exige.
--«Quien bien te quiere, te hará llorar. Quien mal te quiere, te hará flotar». ¿El amor es exigente por definición?
--Manglano: Quizá nuestra cultura tiene una mirada simple sobre el matrimonio.
Mira el punto de partida y el de llegada, pero fácilmente elimina de su campo visual cada uno de los pasos que es preciso librar para recorrer ese trayecto. Unos pasos se dan acompañados del placer de una buena sombra, otros bañados en el sudor, unas veces ahogan las risas y otros los jadeos...
Amar es realizar una unión formidable que no es gratuita: se trata del éxodo que lleva del eros al ágape.
Pero el amor es exigente también con el otro. No se trata de hacer llorar por capricho, sino porque lo exige su crecimiento. No se trata de crear ocasiones difíciles al otro, sino de no evitar las que surgen: se le enfrenta con la realidad y se le ayuda.
Si no le gusta estar con determinadas personas, o si prefiere estar conmigo saltándose su horario de trabajo, o si tiende a los celos o a la posesión... son situaciones en las que necesita de mí para ser capaz de asumirlas; darle mi blanda compasión no le hace mejor.
Quiere mal quien, en lugar de acompañar mientras el otro pisa el terreno, le ayuda a vivir flotando sobre la realidad, sin enfrentarse a las cosas.
--¿Por qué hemos pasado de la creencia del «amor eterno» a la práctica del «amor efímero»?
--Manglano: A partir de Spinoza, la filosofía ha propuesto un amor subjetivo: el amor sería una pasión que despierta mi felicidad con ocasión de mi relación con otra persona con la que hay química, como solemos decir.
Amor vendría a ser una sensación que encuentro en mí. Entonces, lo que amo cuando digo que amo no es nada distinto a mí mismo. Así las cosas, el amor durará tanto como dure la sensación: en el momento en el que la sensación desaparezca, o me la despierte otra persona distinta, aquel primer amor habrá muerto; y así sucesivamente. El amor así entendido es necesariamente efímero.
Sin embargo, otras filosofías entienden que el amor es algo objetivo: es el ejercicio libre de amar a otra persona, de unirme a ella.
El «tú» no es una ocasión de sentirme enamorado, sino que el «tú» es el motivo por el que yo salgo de mí para instalarme en otro centro vital que es la persona del amado.
El amor es referencial: salgo de mí hasta otro al que me doy. Entonces sí es posible realizar un amor eterno, que, por otro lado, es lo que a todos nos gustaría. Como he oído repetidas ocasiones a quienes llevan varias experiencias matrimoniales, «lo ideal sería que durase siempre, pero... no es fácil: ya me gustaría».
MADRID, lunes, 17 diciembre 2007 (ZENIT.org).- José Pedro Manglano (www.manglano.org), ensayista y sacerdote, afirma que «la historia nos enseña que en los tiempos en que está en crisis el matrimonio también lo está el celibato».
De amor, celibato, matrimonio y libertad habla en su nuevo libro,»El amor y otras idioteces. Guía práctica para no perder a quien tú quieres», que acaba de ser editado por la editorial Planeta.
Manglano es autor también de «El enigma de la culpa» y «El libro de la confesión». Sus ensayos versan sobre el sentido de la vida, la felicidad, la culpa o la libertad.
--Un cura hablando del amor y otras idioteces... no deja de ser llamativo.
--Manglano: ¡Me hace gracia que empieces por ahí! Me lo preguntan todos.
--Perdone por el tópico, pero insisto: no es habitual.
--Manglano: Efectivamente, se ve que es un hecho que llama la atención. Pero... ¿por qué es la primera cuestión que viene a la cabeza?
Quizá lo que se está planteando se podría formular de esta otra manera: ¿qué puede decir un célibe acerca del amor?, como quien da por sentado que quien opta por el celibato se hace extraño a la cuestión del amor.
Me parece que este hecho, aparentemente sin importancia, manifiesta una situación de fondo delatada por Benedicto XVI en «La sal de la tierra»: la historia nos enseña que en los tiempos en que está en crisis el matrimonio también lo está el celibato.
--¿Por qué la crisis del matrimonio y la del celibato van relacionadas?
--Manglano: El celibato y el matrimonio, tal y como lo propone la Iglesia, son las dos formas sublimes de realizar una vida enamorada. Hay otras formas de vidas amorosas, sí, pero no otras formas sublimes.
Hoy vivimos cierta crisis del matrimonio, y vivimos cierta crisis del sentido del celibato. No se entiende que el célibe sea un amante y pueda saber del amor. Sin embargo, su vida es ejercicio amoroso al Hombre Cristo y a todos los hombres y mujeres, cercanos o desconocidos.
No solo eso: el célibe cristiano tiene una experiencia del Dios que es Amor, y de él recibe la sabiduría. Y si no, que le pregunten a San Juan de la Cruz, cuyo cántico es paradigma de cualquier relación amorosa.
--Pero su libro habla del amor de los novios y de los esposos.
--Manglano: El libro trata del amor de pareja, no del celibato. Pero el amor de pareja es amor, y la naturaleza del amor, sus etapas, sus crisis y sus sentimientos... tienen mucho en común.
Y para evitar las abstracciones, parto en todos los temas de relatos formidables de la literatura contemporánea, para analizar las ideas que subyacen a los distintos planteamientos acerca del amor que manejamos en nuestra cultura.
--¿El matrimonio es una carga que dificulta el vuelo hacia la felicidad, como sostienen algunos, o las alas para realizar esta utopía, como dice usted, y yo le corroboraría?
--Manglano: Para quien entienda el matrimonio como oficialización de una relación subjetiva por la que yo me agrupo con otro, no cabe duda de que casarse supondrá una carga. El matrimonio, entonces, limita mis posibilidades y no aporta nada.
Sin embargo, para quien entienda el matrimonio como la creación de un vínculo que transforma el yo, casarse supone un acto de libertad que constituye un nosotros, una ayuda para realizar la entrega libre del yo transformado por esa unión.
--Entonces..., ¿cuál es el verdadero significado del amor?
--Manglano: El amor es obra de nuestra libertad: no biología, sino libertad.
La atracción involuntaria -‘hay química', decimos- es transformada por la libertad en unión voluntaria. Amor significa unión libre que se originó por una atracción padecida. Sí. Amor es libertad, realización de la persona, superación de la soledad.
--Cristianamente amar es dar la vida por los enemigos. ¿Esto es realizable?
--Manglano: Exige una purificación del corazón que no es fácil. Cristo puede exigírnoslo porque él nos lo concede.
Es realizable solo por quien es transformado por la acción del Espíritu. Ese comportamiento se nos da y después, solo después, se nos exige.
--«Quien bien te quiere, te hará llorar. Quien mal te quiere, te hará flotar». ¿El amor es exigente por definición?
--Manglano: Quizá nuestra cultura tiene una mirada simple sobre el matrimonio.
Mira el punto de partida y el de llegada, pero fácilmente elimina de su campo visual cada uno de los pasos que es preciso librar para recorrer ese trayecto. Unos pasos se dan acompañados del placer de una buena sombra, otros bañados en el sudor, unas veces ahogan las risas y otros los jadeos...
Amar es realizar una unión formidable que no es gratuita: se trata del éxodo que lleva del eros al ágape.
Pero el amor es exigente también con el otro. No se trata de hacer llorar por capricho, sino porque lo exige su crecimiento. No se trata de crear ocasiones difíciles al otro, sino de no evitar las que surgen: se le enfrenta con la realidad y se le ayuda.
Si no le gusta estar con determinadas personas, o si prefiere estar conmigo saltándose su horario de trabajo, o si tiende a los celos o a la posesión... son situaciones en las que necesita de mí para ser capaz de asumirlas; darle mi blanda compasión no le hace mejor.
Quiere mal quien, en lugar de acompañar mientras el otro pisa el terreno, le ayuda a vivir flotando sobre la realidad, sin enfrentarse a las cosas.
--¿Por qué hemos pasado de la creencia del «amor eterno» a la práctica del «amor efímero»?
--Manglano: A partir de Spinoza, la filosofía ha propuesto un amor subjetivo: el amor sería una pasión que despierta mi felicidad con ocasión de mi relación con otra persona con la que hay química, como solemos decir.
Amor vendría a ser una sensación que encuentro en mí. Entonces, lo que amo cuando digo que amo no es nada distinto a mí mismo. Así las cosas, el amor durará tanto como dure la sensación: en el momento en el que la sensación desaparezca, o me la despierte otra persona distinta, aquel primer amor habrá muerto; y así sucesivamente. El amor así entendido es necesariamente efímero.
Sin embargo, otras filosofías entienden que el amor es algo objetivo: es el ejercicio libre de amar a otra persona, de unirme a ella.
El «tú» no es una ocasión de sentirme enamorado, sino que el «tú» es el motivo por el que yo salgo de mí para instalarme en otro centro vital que es la persona del amado.
El amor es referencial: salgo de mí hasta otro al que me doy. Entonces sí es posible realizar un amor eterno, que, por otro lado, es lo que a todos nos gustaría. Como he oído repetidas ocasiones a quienes llevan varias experiencias matrimoniales, «lo ideal sería que durase siempre, pero... no es fácil: ya me gustaría».
Navidad, locura del amor de Dios al hombre / Autor: P Antonio Rivero LC
Si queremos que haya Navidad en nuestro corazón tenemos que abrir el corazón y aceptar esa invasión del amor de Dios.
Sí, locura de Cristo:
Siendo Dios Omnipotente, fuerte, Majestad...se hace bebé, débil, necesitado, pobre, indefenso, digno de compasión, con ojos para llorar y reír, con manos para trabajar, con cuerpo para sufrir, con corazón para compadecerse de nosotros, los hombres. ¿No es esto locura? Si locura es exceso de algo, desconcierto, el salirse uno de sus casillas...aquí en Belén Dios salió de sus casillas divinas para tropezarse con la choza, pobre y necesitada, del hombre.
Locura precisamente porque cuando el mundo estaba en grave descomposición, en grave crisis moral (libertinaje), en grave degeneración, en un auténtico colapso espiritual (basta leer el inicio de la carta a los romanos para darnos cuenta de cómo estaba el mundo antes de que Cristo viniese por vez primera), es en ese momento cuando aparece en nuestra pobre historia humana el sol naciente que venía a enterrar ese ocaso ya descompuesto y en putrefacción. Y no sólo crisis moral, sino también social (ociosidad: en las mañanas se dedicaban a recibir visitas, a hablar de todo y de nada), gimnasia, sauna o baño y una comida de lujo); crisis económica (auténtica bancarrota, debido al placer y al lujo).
Locura también porque viniendo como Médico divino a sanar a un gran enfermo, la Humanidad...este enfermo no le abre las puertas, no le acepta en su mesón, no quiere saber nada de El, y prefiere que el cáncer que le carcome por dentro siga galopando hasta matarle el alma.
Locura porque viniendo el Mesías por tanto tiempo esperado, nadie le reconoce, pues se presentó en ropa de pordiosero.
Locura porque siendo Rey, viene en plan de mendigo, pidiendo un trozo de tierra para nacer, un latido de mujer, unos brazos que le sostengan, unos labios que le besen...y nace en un pesebre, posada ésta indigna para un Dios, pero al parecer más digna que el corazón de los hombres.
Locura porque siendo Pastor amoroso, encuentra que sus ovejas no sólo están dispersas, sino que siguen la voz de otros pastores que son ladrones y salteadores que les han manchado y robado el alma, pero que les han prometido paraísos de muerte.
Locura porque viniendo como Luz verdadera, los hombres prefirieron las tinieblas para seguir haciendo sus perversas obras.
Locura porque viniendo como Manjar y alimento, los hombres disfrutaron de los alimentos corruptibles que les dejaban más hastiados.
Locura porque precisamente cuando el hombre vivía en su más atroz egoísmo, personificado en el tirano Herodes y en los ingratos posaderos de Jerusalén y en la inconsciencia de casi todos los humanos...Dios viene a darnos su corazón, pedazo tras pedazo. Pedazo en Belén; el primer latido del Hijo de Dios. Pedazos en Nazaret. Pedazos en la vida pública. Y el último latido en el Calvario.
El único motivo que movió a Dios a hacerse hombre fue el amor. No, no pudo ser el pecado, porque de una causa tan horrible (el pecado) no podía brotar un efecto tan extraordinario y generoso (la Encarnación del Hijo de Dios). La causa fue el amor; y la ocasión para que Dios manifestara una vez más ese amor que le desbordaba su corazón fue el pecado de los hombres. Quiso, por puro amor, sin estar obligado a nada, salir a la reconquista del hombre, pues El había venido a llamar a los pecadores.
Y ese amor de Cristo en la Encarnación y durante toda su vida fue:
1. Incomparable y único porque nos ama con todo su corazón. No ama como hacemos los mortales, "a ratos". Incomparable, porque nada hay que se pueda comparar con este misterio: un Dios que se hace pequeño. Único, porque como Dios nadie puede amarnos nunca.
2. Amor sanante porque viene a cubrir nuestras miserias, a condescender con nuestras fragilidades, a perdonar nuestros más hondos pecados. A pesar de que había una distancia infinita entre Dios y el hombre, entre el ser y la nada, entre la santidad y el pecado...sin embargo, para el amor no hay distancias ni obstáculos invencibles. Tanto se abajó el Hijo de Dios al hacerse hombre que san Pablo no vacila en llamar a este misterio no sólo destrucción sino auténtico aniquilamiento: "exinanivit, formam servi accipiens": tomando la forma de siervo.
3. Amor elevante porque no sólo limpia, sino que diviniza; no sólo perdona, sino que da la fuerza para auparnos a besar a Dios, a abrazarle, a acunarle. Sabemos por la sana filosofía que el amor cuando nace tiende irresistiblemente hacia la unión espiritual con el amado; y ese amor, cuando se consuma no es otra cosa que esa misma unión. Ahora bien, como el hombre no podía elevarse por sí mismo hacia Dios y abrazarle, entonces tuvo que ser el mismo Dios quien se agachó a nosotros, como contaba el filósofo chino. Pero al agacharse, Dios no perdió nada ("Siendo El de condición divina...", Fp 2,6).
Navidad: desbordamiento del amor de Dios al hombre. Locura del amor de Dios. Si queremos que haya Navidad en nuestro corazón no tenemos otra cosa que hacer que abrir el corazón y aceptar esa invasión del amor de Dios. Ojalá que también nuestro amor a El y a nuestros hermanos tenga algo de locura, porque nos damos sin medida, sin tasa, sin regateos, sin tacañerías.
Pidamos la locura del amor. Tenemos que incendiar este mundo y hacer de él un inmenso manicomio espiritual donde sólo tengan visado los apasionados y locos por Cristo y por el Reino.
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Fuente: Catholic.net
Sí, locura de Cristo:
Siendo Dios Omnipotente, fuerte, Majestad...se hace bebé, débil, necesitado, pobre, indefenso, digno de compasión, con ojos para llorar y reír, con manos para trabajar, con cuerpo para sufrir, con corazón para compadecerse de nosotros, los hombres. ¿No es esto locura? Si locura es exceso de algo, desconcierto, el salirse uno de sus casillas...aquí en Belén Dios salió de sus casillas divinas para tropezarse con la choza, pobre y necesitada, del hombre.
Locura precisamente porque cuando el mundo estaba en grave descomposición, en grave crisis moral (libertinaje), en grave degeneración, en un auténtico colapso espiritual (basta leer el inicio de la carta a los romanos para darnos cuenta de cómo estaba el mundo antes de que Cristo viniese por vez primera), es en ese momento cuando aparece en nuestra pobre historia humana el sol naciente que venía a enterrar ese ocaso ya descompuesto y en putrefacción. Y no sólo crisis moral, sino también social (ociosidad: en las mañanas se dedicaban a recibir visitas, a hablar de todo y de nada), gimnasia, sauna o baño y una comida de lujo); crisis económica (auténtica bancarrota, debido al placer y al lujo).
Locura también porque viniendo como Médico divino a sanar a un gran enfermo, la Humanidad...este enfermo no le abre las puertas, no le acepta en su mesón, no quiere saber nada de El, y prefiere que el cáncer que le carcome por dentro siga galopando hasta matarle el alma.
Locura porque viniendo el Mesías por tanto tiempo esperado, nadie le reconoce, pues se presentó en ropa de pordiosero.
Locura porque siendo Rey, viene en plan de mendigo, pidiendo un trozo de tierra para nacer, un latido de mujer, unos brazos que le sostengan, unos labios que le besen...y nace en un pesebre, posada ésta indigna para un Dios, pero al parecer más digna que el corazón de los hombres.
Locura porque siendo Pastor amoroso, encuentra que sus ovejas no sólo están dispersas, sino que siguen la voz de otros pastores que son ladrones y salteadores que les han manchado y robado el alma, pero que les han prometido paraísos de muerte.
Locura porque viniendo como Luz verdadera, los hombres prefirieron las tinieblas para seguir haciendo sus perversas obras.
Locura porque viniendo como Manjar y alimento, los hombres disfrutaron de los alimentos corruptibles que les dejaban más hastiados.
Locura porque precisamente cuando el hombre vivía en su más atroz egoísmo, personificado en el tirano Herodes y en los ingratos posaderos de Jerusalén y en la inconsciencia de casi todos los humanos...Dios viene a darnos su corazón, pedazo tras pedazo. Pedazo en Belén; el primer latido del Hijo de Dios. Pedazos en Nazaret. Pedazos en la vida pública. Y el último latido en el Calvario.
El único motivo que movió a Dios a hacerse hombre fue el amor. No, no pudo ser el pecado, porque de una causa tan horrible (el pecado) no podía brotar un efecto tan extraordinario y generoso (la Encarnación del Hijo de Dios). La causa fue el amor; y la ocasión para que Dios manifestara una vez más ese amor que le desbordaba su corazón fue el pecado de los hombres. Quiso, por puro amor, sin estar obligado a nada, salir a la reconquista del hombre, pues El había venido a llamar a los pecadores.
Y ese amor de Cristo en la Encarnación y durante toda su vida fue:
1. Incomparable y único porque nos ama con todo su corazón. No ama como hacemos los mortales, "a ratos". Incomparable, porque nada hay que se pueda comparar con este misterio: un Dios que se hace pequeño. Único, porque como Dios nadie puede amarnos nunca.
2. Amor sanante porque viene a cubrir nuestras miserias, a condescender con nuestras fragilidades, a perdonar nuestros más hondos pecados. A pesar de que había una distancia infinita entre Dios y el hombre, entre el ser y la nada, entre la santidad y el pecado...sin embargo, para el amor no hay distancias ni obstáculos invencibles. Tanto se abajó el Hijo de Dios al hacerse hombre que san Pablo no vacila en llamar a este misterio no sólo destrucción sino auténtico aniquilamiento: "exinanivit, formam servi accipiens": tomando la forma de siervo.
3. Amor elevante porque no sólo limpia, sino que diviniza; no sólo perdona, sino que da la fuerza para auparnos a besar a Dios, a abrazarle, a acunarle. Sabemos por la sana filosofía que el amor cuando nace tiende irresistiblemente hacia la unión espiritual con el amado; y ese amor, cuando se consuma no es otra cosa que esa misma unión. Ahora bien, como el hombre no podía elevarse por sí mismo hacia Dios y abrazarle, entonces tuvo que ser el mismo Dios quien se agachó a nosotros, como contaba el filósofo chino. Pero al agacharse, Dios no perdió nada ("Siendo El de condición divina...", Fp 2,6).
Navidad: desbordamiento del amor de Dios al hombre. Locura del amor de Dios. Si queremos que haya Navidad en nuestro corazón no tenemos otra cosa que hacer que abrir el corazón y aceptar esa invasión del amor de Dios. Ojalá que también nuestro amor a El y a nuestros hermanos tenga algo de locura, porque nos damos sin medida, sin tasa, sin regateos, sin tacañerías.
Pidamos la locura del amor. Tenemos que incendiar este mundo y hacer de él un inmenso manicomio espiritual donde sólo tengan visado los apasionados y locos por Cristo y por el Reino.
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Fuente: Catholic.net
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