Nadie puede tener toda la ciencia en su cabeza. Se conocen personas que quieren conseguirlo y es admirable su esfuerzo y aquello que pueden lograr, pero desafortunadamente no lo pueden tener todo en la memoria. En el siglo XV y XVI se conseguía saberlo todo, pero a base de mucha esfuerzo y sincero deseo. Muestra de ello es el gran Leonardo Da Vinci, el hombre universal: pintor, escultor, científico - estudios de anatomía, botánica, vuelo de aves… - ingeniero, músico. El saber humano era aún pequeño, y era posible abarcarlo. De igual forma en el siglo XVIII se logró hacer un compendio de toda la sabiduría conocida por medio de la enciclopedia. Era relativamente fácil estudiarla. Resultaron veintiocho volúmenes de todo el saber humano. No fue tarea muy complicada.
Si antes se logró, ¿por qué ahora no? Lógicamente todos nuestros saberes ya están escritos, pero ahora es sumamente difícil que un hombre lo pueda saber todo; ya que la ciencia y la técnica han dado pasos gigantescos en el siglo pasado y continúan dándolos.
Si una persona logra ser arquitecto es probable que pueda estudiar también medicina. Podrá de igual forma sacar su título de abogado, pero… ya se le está acabando la vida. Ha logrado cubrir tres campos del saber, pero es muy poco para saberlo todo.
En medio de tantos gritos (moda, libertad, dinero, naturaleza, deporte…) hay uno que es más sonoro y aún así sobresale por encima de los otros, este es el de la formación.
Para no ser un extraño en este mundo es necesaria la formación. Somos hijos de nuestro tiempo y debemos estar en él con conciencia de lo que somos. No es correcto tomar una actitud indiferente, apática. Por eso vemos que esta tendencia a tener una buena formación es cada día más común y corriente. No se necesitan muchas técnicas ni métodos para comprender lo importante que es.
La mayoría de las personas lo saben y viven dándole gran importancia a esta realidad. Pero, ¿saber por saber? No. La clave está en saber saber. En medio de tanta información te ahogas, es necesario aprender a saber. Miles de datos giran alrededor de nosotros: cifras, estadísticas, esquemas, resultados, aspectos comprensibles, etc. Todo esto es llamativo y sería muy interesante tenerlo bajo nuestro dominio, pero a veces estamos expuestos a ser un objeto manipulable por información externa y quizá errónea.
Cada persona que quiera progresar, que quiera ser útil en esta vida tan corta que tenemos, debería tener su propio “firewall” a ejemplo de los usuarios de Internet. Nadie te va a formar, tú mismo eres quien debes formarte, eres tú quien te construyes poco a poco utilizando aquellos materiales que más te sirvan.
Como persona humana somos únicos; Dios nos ha dotado de cualidades y depende de nosotros el fruto que de ellas resulten. Dios también nos ha dado libertad para decidir nuestros intereses, cuál será la carrera, cuáles serán nuestros estudios, y todo depende en el por qué y por quién lo hagamos. Lo que nos realizará no serán los actos que realicemos para y por nosotros, sino lo que hagamos por Dios y por nuestros hermanos, los hombres.
Hacen falta personas preparadas, no personas que saben mucho, sino personas que han sabido aprender. No personas que sólo estudian para su propio provecho, sino personas que son conscientes de que a su lado hay otros seres humanos que le piden una mano de ayuda. No es simple filantropía, es ley natural, es la forma de vivir junto a los otros seres que también han sido pensados por el creador.
Esto parece una invitación como muchas otras: lo es, y está de nuestra parte aceptarla, está de nuestra parte ser personas a la que se les puede agradecer. Tu formación depende de ti, pero recuerda que no sólo es para ti, ¿acaso no habrá otro faro que ilumine un mundo lleno de tanta oscuridad?
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Fuente: GAMA - Virtudes y valores
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