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miércoles, 12 de diciembre de 2007

Iglesia y fecundación artificial / Autor: Fernando Pascual LC

Muchos matrimonios sufren por el drama de la esterilidad. Desean desde lo más profundo de sus corazones la llegada del hijo, pero el maravilloso don de una nueva vida no aparece en el horizonte del hogar.

Frente a este drama, algunos esposos se preguntan si sería correcto recurrir a técnicas de reproducción artificial. Sobre el tema, la Iglesia preparó un documento, publicado con fecha 22 de febrero de 1987, que lleva la firma del entonces Cardenal Joseph Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) y cuenta con la aprobación de quien era entonces el Papa, Juan Pablo II. Este documento lleva como título «Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y de la dignidad de la procreación». El título breve en latín es Donum vitae.

Vamos a presentarlo brevemente y a responder a algunas objeciones que suelen formularse contra la doctrina expresada en este documento.

1. Estructura del documento

El documento inicia con una premisa. A ella sigue una introducción general, dividida en 5 puntos, con los criterios básicos a tener en cuenta en estos temas y los motivos por los cuales la Iglesia puede dar un juicio ético sobre las nuevas técnicas de fecundación o reproducción artificial.

Siguen luego tres apartados. El primer apartado, «El respeto de los embriones humanos», se estructura en forma de 6 preguntas y respuestas sobre algunas de las técnicas que experimentan o manipulan embriones humanos. Se tocan, entre otros, el tema del diagnóstico prenatal y de la investigación y experimentación sobre embriones.

El segundo apartado, organizado en forma de 7 preguntas y respuestas y un punto conclusivo, analiza las nuevas técnicas de procreación humana para dar un juicio sobre las mismas. El análisis se fija sobre todo en la inseminación artificial, la fecundación in vitro y la maternidad sustitutiva (o de alquiler).

El tercer apartado, que no sigue el esquema de preguntas y respuestas, ofrece una reflexión sobre la relación que existe entre la moral (la ética) y la ley civil.

2. Algunos datos técnicos

Vamos a presentar ahora, desde la Donum vitae, cuáles son las principales técnicas de reproducción artificial.

a. Inseminación artificial (IA, en inglés AI)

Es un método de fecundación que extrae y capacita la dotación espermática para luego introducirla artificialmente en el útero femenino.

b. Fecundación «in vitro» (FIV, en inglés IVF)

Método de fecundación que busca la unión entre uno o varios óvulos y los espermatozoides fuera del organismo femenino, para después introducir en el útero materno uno o varios embriones obtenidos en el laboratorio («in vitro»).

c. Tipos de inseminaciones y de fecundaciones artificiales

Homóloga: se realiza a partir de los óvulos y los espermatozoides de la misma pareja que quiere tener hijos. En este caso, los padres son verdaderos padres biológicos de los hijos así concebidos.

Heteróloga: usa óvulos o espermatozoides que proceden de una persona (un donante) ajena al matrimonio que desea tener hijos. En general, se busca que los donadores permanezcan en el anonimato, pero no por eso dejan de ser los verdaderos padres biológicos de los hijos concebidos gracias a sus gametos.

3. Resumen de la doctrina católica sobre estas técnicas

Según la Donum vitae, son lícitas aquellas ayudas médicas que permitan a los esposos, desde el acto conyugal realizado como fruto del amor y abierto a la vida, superar algunos obstáculos que impiden la procreación y puedan así concebir un hijo.

En este sentido, cualquier técnica que persiga la procreación fuera del contexto matrimonial, o que no respete la naturaleza propia del acto conyugal, es intrínsecamente mala.

Por lo mismo, la Iglesia declara la inmoralidad de cualquier técnica heteróloga, pues implica recurrir a alguien ajeno a los esposos, realizando así una especie de «adulterio» en el que el hijo no lo es plenamente de uno (o de los dos) de los padres, que no es padre biológico del mismo.

Igualmente el documento hace ver cómo toda forma de fecundación artificial («in vitro») es contraria al respeto del modo correcto de unir procreación y amor conyugal, pues los embriones así concebidos son más producto de la técnica que resultado del amor expresado a través de la relación sexual entre los esposos.

En cuanto a la inseminación artificial, ésta es inmoral si se realiza a través de la obtención del esperma masculino fuera del acto conyugal entre los esposos (con el recurso a la masturbación). A la vez, el documento explica que existe un posible uso correcto de la inseminación artificial, cuando «el medio técnico no sustituya al acto conyugal, sino que sea una facilitación y una ayuda para que aquél alcance su finalidad natural»; es decir, cuando se toma el esperma masculino no a través de la masturbación, sino inmediatamente después de un acto sexual que respete la estrecha relación que existe entre los significados unitivo y procreativo del mismo.

La Donum vitae explica la inmoralidad propia de cualquier técnica que implique poner en peligro o dañar la vida de los embriones, experimentar arbitrariamente con ellos, congelarlos o producirlos simplemente como material biológico disponible para la investigación o para nuevos intentos de lograr el embarazo.

4. Algunas objeciones que han sido puestas al documento y algunas posibles respuestas a las mismas

Objeción 1ª: El documento defiende una moral abstracta, de principios, que va contra la mentalidad moral actual. En la moralidad «moderna», según la objeción, el individuo es el que decide qué esta bien y qué está mal, sin depender de reglas o de las indicaciones que reciba de otros.



Respuesta: La moral católica no es abstracta, aunque se basa en principios generales que sirven para iluminar los casos y las situaciones concretas que se dan en las vidas de las personas.

La misma objeción parte de un principio abstracto («el individuo es quien decide lo bueno y lo malo») que es erróneo. En realidad, la ética no consiste simplemente en seguir lo que uno desea, ni en usar cualquier medio (incluso malo) para alcanzar un fin bueno. Más bien la ética verdadera consiste en respetar un orden moral que nos dice cuál es el camino correcto para realizar el bien en la propia vida.

Objeción 2ª: El documento supone una concepción metafísica de la persona humana, pero en el mundo actual la metafísica ya no tiene ningún valor.


Respuesta: El concepto de persona que defienden muchas corrientes modernas (sociologismo, existencialismo, materialismo, individualismo...) no se sostiene por sí mismo, pues carece de fundamento. Muchas de estas doctrinas arrancan de una postura crítica que va contra cualquier fundamentación metafísica. Sin embargo, sin esta fundamentación (tal como la defiende la verdadera filosofía) es muy difícil defender la dignidad de la persona. Y si no conseguimos una buena fundamentación de la dignidad humana, el hombre queda a merced de cualquier manipulación de las ideologías, según criterios arbitrarios que han llevado y pueden volver a llevar a las más disparatadas consecuencias y a injusticias como el racismo, el aborto, el infanticidio, etc.

Objeción 3ª: El documento se opone a la fecundación «in vitro» porque se basa en una visión «anticuada» de lo que es el acto conyugal, y olvida el legítimo deseo de los esposos de tener hijos gracias a los progresos de la técnica.


Respuesta: Este documento tiene presente las dos dimensiones del acto conyugal, unitivo y procreativo. Si ambas dimensiones quedan separadas por recurrir a técnicas de reproducción artificial, la procreación humana es vista más como producción que como consecuencia de un acto de amor visto en su marco correcto: el que permite la donación mutua de los esposos en el acto conyugal abierto a la vida. Hay que defender siempre la institución del matrimonio en su dinamismo natural como el único modo correcto de colaborar en la transmisión de la vida.

Objeción 4ª: La esterilidad es una enfermedad, y la ciencia debe tratarla así, ofreciendo todas las posibilidades que existan para conseguir un hijo. No se puede obligar a una pareja, por unas pretendidas normas morales, a vivir con resignación su enfermedad y a renunciar a sus aspiraciones legítimas. Además, la fecundación «in vitro» está dando excelentes resultados: muchos hijos nacen sanos gracias a las técnicas de reproducción artificial.


Respuesta: El hecho de que haya buenos resultados no significa que el camino que se está siguiendo sea moralmente correcto. También ha habido hospitales y laboratorios que buscaron alcanzar descubrimientos importantes para la medicina a través de experimentos inmorales sobre enfermos u otros tipos de personas.

La esterilidad puede ser tratada en sus causas según el progreso de la ciencia médica. Pero la medicina está llamada a respetar la dignidad de la persona humana, sea la de los esposos, sea la de los posibles hijos. Nunca será correcto un acto técnico que atente contra los principios éticos y contra la dignidad de alguna de las personas implicadas en el proceso procreativo (padres e hijos).

Objeción 5ª: En virtud de sus principios morales la Iglesia pretende imponer límites a la ciencia, cuando la investigación científica es, de por sí, amoral: la ciencia no debe someterse a cánones ajenos a la misma ciencia.


Respuesta: La investigación científica es realizada por seres humanos que están llamados a respetar las normas éticas como los demás hombres. No es nunca correcto el progreso de la ciencia cuando se logra a base de experimentos que no respetan la dignidad de otros seres humanos (aunque sean pequeños como los embriones). Una ciencia sin ética puede convertirse en un monstruo que termine por destruir a miles de seres humanos inocentes, como ya se hace en los laboratorios que usan y destruyen embriones humanos.

Objeción 6ª: No está claro que desde el momento de la formación del zigoto (desde el instante de la fecundación) exista ya un embrión humano. Han de transcurrir algunos días para que se pueda hablar de embrión humano. Los días anteriores tenemos «pre-embriones», sobre los cuales la ciencia tendría el derecho de experimentar libremente.


Respuesta: Más bien la ciencia está de acuerdo en que desde la concepción el zigoto es una unidad que se autoregula y autoconstituye según las características propias de la vida animal; tiene, además, la dotación cromosómica y los elementos citoplasmáticos que regirán su desarrollo biológico futuro. Es cierto que la ciencia no puede determinar en qué momento llegaría el alma espiritual a los nuevos embriones humanos, pero sí puede decir cuándo nos encontramos ante una nueva realidad biológica: a partir de la fecundación. Si hubiera casos de duda sobre la presencia del alma en esos embriones, sigue en pie la obligación de tratarlos con el respeto debido a todo ser humano.

Objeción 7ª: No existe entre los católicos una plena aceptación sobre la doctrina que defiende el documento. Incluso es posible encontrar a sacerdotes que explican a los esposos que sí es correcto recurrir a la reproducción artificial.


Respuesta: no es imposible que entre los católicos haya personas, incluso sacerdotes, que no acepten la doctrina y la moral de la Iglesia. Pero ello no es motivo para apartarnos de lo que enseña el Papa y los obispos que se mantienen unidos entre sí y al Papa. Un católico, incluso un sacerdote, habla como católico sólo cuando lo hace de acuerdo con los principios que debe profesar si quiere estar en comunión de fe y de amor con la Iglesia instituida por Jesucristo. Por lo mismo, puede haber católicos que profesen abiertamente ideas contrarias a su fe, pero ello no es motivo para poner en duda enseñanzas como las contenidas en la Donum vitae o en otros documentos del Magisterio.

Objeción 8ª: La Donum vitae, en la tercera parte, pide a los legisladores que defiendan y salvaguarden los principios propios de la moral «católica» sobre estos temas, cuando en la vida pública, según el principio de laicidad, habría que respetar la pluralidad de ideas y de opciones como norma suprema, y permitir el libre acceso a las técnicas de reproducción artificial a todos los ciudadanos.


Respuesta: Lo propio de la ley es salvaguardar los derechos de las personas. No es imponer una moral particular y «opcional» el defender tales derechos, como pide la Donum vitae al recordar que los estados deben tutelar la vida de los embriones y no permitir técnicas que pongan en peligro tal vida.

Explica el documento en la tercera parte: «El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos. La ley no podrá tolerar -es más, deberá prohibir explícitamente- que seres humanos, aunque estén en estado embrional, puedan ser tratados como objetos de experimentación, mutilados o destruidos, con el pretexto de que han resultado superfluos o de que son incapaces de desarrollarse normalmente».

Es cierto que vivimos en una sociedad pluralista, pero pluralismo no es sinónimo de tolerar acciones injustas o violentas. Por eso es necesario asumir e «imponer» a todos un mínimo ético para garantizar la convivencia social. Ese mínimo ético también debe llevarnos a prohibir técnicas de reproducción artificial que no respetan ni la dignidad del matrimonio ni la vida de miles de embriones.

5. Después de la Donum vitae

La instrucción Donum vitae fue un documento clarividente, que descubrió las serias amenazas escondidas en las nuevas técnicas de reproducción artificial.

Desde 1987, miles de embriones han sido abandonados, o congelados, o destruidos, o usados en investigaciones científicas. Miles de parejas han invertido dinero y energías con la esperanza de conseguir un hijo a través de la fecundación artificial. Muchas de esas parejas han visto frustradas sus esperanzas, mientras que otras, con mayor o menor conciencia, permitieron la congelación, e incluso la destrucción, de algunos de sus hijos más indefensos, embriones inocentes que se convirtieron en «sobrantes».

En estos años se han desarrollado nuevas variantes de las técnicas. Una de ellas cuenta con una amplia difusión, la ICSI, que consiste en la microinyección, en laboratorio, de un espematozoide en un óvulo. También se ha difundido la práctica del diagnóstico preimplantacional, orientado a seleccionar los embriones sanos (los «mejores») y a marginar o destruir (de modo injusto y discriminatorio) a los considerados defectuosos o no deseados. Algunos gobiernos han permitido que los laboratorios usen y destruyan a cientos de embriones para fomentar nuevas investigaciones sobre las células madre embrionarias. En algunos casos se ha permitido la creación de nuevos embriones para «servir» a la ciencia y luego ser destruidos.

El panorama presenta tintes de drama. Por eso se hace necesario volver a leer un documento profético que ofrece pautas para rescatar la dignidad del matrimonio, de los embriones y de la vocación médica, y para poner límites a técnicas injustas.

Vale la pena hacer presente lo que indicaba la Donum vitae en su introducción: «Los progresos de la técnica hacen posible en la actualidad una procreación sin unión sexual, mediante el encuentro in vitro de células germinales extraídas previamente del varón y de la mujer. Pero lo que es técnicamente posible no es, por esa sola razón, moralmente admisible».

Es urgente, por lo tanto, profundizar en una correcta visión ética sobre el matrimonio y la procreación, de manera que la medicina verdadera siga ayudando y acompañando a las parejas que no pueden tener hijos. A la vez, hay que educar a los jóvenes para que sepan cuidar la propia fecundidad como un tesoro que permite, tras el «sí» del compromiso matrimonial, que un esposo y una esposa puedan convertirse en colaboradores de Dios en la transmisión del don de la vida.

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Fuente: Conoze.com

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