Debemos proclamar que la Navidad es de Jesús!
"Os ha nacido hoy un Salvador" (Lc 2, 11)
Estamos celebrando el tiempo litúrgico del Adviento, preparando nuestras comunidades, nuestra familia, y, sobretodo, nuestro corazón para este momento marcado por la ternura de Dios, que, lleno de misericordia, decidió venir a nuestro encuentro y vivir entre nosotros. Este tiempo es un ciclo litúrgico, compuesto de tres etapas: Adviento, Navidad y tiempo de Navidad. En cada uno de estos momentos, por la Palabra de Dios y por los encuentros sacramentales de la confesión y la Eucaristía, nos sentimos de un modo particular, el verdadero y profundo significado de EMMANUEL, es decir, Dios con nosotros. ¡Él está entre nosotros! El Señor, no sólo pasa por nuestra vida, sino que, levanta su "tienda" en medio de nuestra historia, dentro de nuestro corazón.
En este tiempo, podemos reflexionar también sobre la condescendencia de Dios para con nosotros. Esta palabra es fuerte, pues es más que una palabra, es una actitud, es la actitud de Dios en relación a la humanidad entera. Creemos en un Dios que baja hasta nosotros y camina a nuestro lado. Él se transforma en un "Cirineo", nos ayuda a cargar los fardos pesados y la cruz de cada día. Si el Señor no nos ayudase, no soportaríamos las pruebas de esta vida. No seríamos capaces de enfrentar y superar los obstáculos, que, a veces, se multiplican en nuestra vida y crean un sin fin de desafíos en nuestra historia. Sin embargo, Él está con nosotros. Vino para quedarse cerca de nosotros. Dios es un Padre atento a las lágrimas y sonrisas de sus hijos muy queridos y amados. Si Él sale a nuestro encuentro, es preciso que deseemos caminar en dirección a Él. Es necesario optar por quedarnos con Él. Nos fortalecemos en la medida en que lo buscamos en todas las circunstancias de nuestra vida.
Es muy común encontrarnos con personas que están tristes en esta época de fiestas y celebración de la Natividad de Jesús. Algunos, inclusive, caen en depresión, sin siquiera saber cuales son los motivos reales de esta angustia. Otros recuerdan a sus seres queridos difuntos, y no sienten que sean capaces de alegrarse con todo lo que envuelve a la Navidad. Hay personas que se aíslan en su cuarto, en su pequeño "mundo". Muchos no pueden abrirse, desahogarse, compartir, hablar sobre sus dramas interiores. Y es en este contexto que la Palabra de Dios se convierte en Palabra de Esperanza de Sanación y Liberación. La Palabra de Dios, abre nuestros ojos y calienta nuestro corazón. La fiesta de la Natividad del Señor, tiene la fuerza y el poder de "hacer nuevas todas las cosas" y de renovar toda nuestra historia. Es necesario que - confiando en la Palabra de Dios – demos pasos firmes y seguros en la búsqueda de la verdadera alegría que Jesús tiene para ofrecernos. Ante el nacimiento del Niño Jesús, entendemos al salmista cuando nos enseña a rezar y esperar: "Los que van sembrando con lágrimas cosechan entre gritos de júbilo" (Sal 125, 5)
¡La Navidad es de Jesús! Él es el centro de esta fiesta. No es posible que tengamos una feliz Navidad si no es por el Señor. ¡La fiesta es Suya! Nosotros somos los invitados a acercarnos a Él con el corazón abierto, para ser iluminados por la luz del amor de Dios. Es con Jesús que podremos unirnos al coro de ángeles y cantar: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Vamos a llenar nuestro corazón de la presencia de Jesús, vamos a adornar nuestra vida con Él. Caminemos con el Señor, en la seguridad de que Él está caminando con nosotros.
El mundo necesita de personas que testimonien, sin temor, el nombre de Jesús, el amor de Dios, la presencia del Señor entre nosotros y en nuestra vida. El mundo está sediento del Dios vivo y verdadero, capaz de transformar todo y a todos. La humanidad "gime y espera" por la gracia de Dios. Entonces, que cada cristiano sea una señal de Dios en el mundo, en medio de la humanidad. Que el mundo pueda ver la gracia de Dios por medio de la alegría de aquellos que se encontraron con el Señor y que vivan por la fuerza de Su misericordia.
Debemos proclamar que la Navidad es de Jesús. Esta verdad no puede ser sofocada por el consumismo, por la indiferencia, no por cualquier otra cosa que pretenda esconder a Dios de nuestros ojos y nuestro corazón. Vamos a unirnos por medio de la fe y de la creatividad, sembrando esta buena idea y divulgando esta Buena Nueva:Jesús vino para quedarse entre nosotros. Hagamos uso de todos los medios de comunicación a los que tenemos acceso para hacernos eco de este mensaje: "¡Navidad con Jesús!" y así, el mundo será más feliz con cada persona que testimonie esto, pues se sentirá más realizada, vencerá toda prueba y verá toda tiniebla disiparse.
Desde ya, que tengamos todos una ¡feliz Navidad con Jesús!
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Fuente: Comunidad Canción Nueva
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