Dios se hizo hombre, para que el hombre encuentre el camino para llegar a Dios. El Señor quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Nosotros tenemos que llegar a su encuentro por el camino que lleva a Belén.
Juan Bautista proclamó y preparo el advenimiento del Señor. Hoy estamos en el tiempo de adviento, que quiere decir "en espera del que viene". Por eso resuena en nuestros oidos la voz de Juan, que nos dice "preparad el camino".
Uno de los versículos más cortos de la Biblia pero más lleno de significado dice: "Y todos verán la salvación de Dios" (Lc. 3, 6). ¿Cuándo será esto? La respuesta es cuando hayamos preparado el camino a nuestro Salvador.
San Lucas nos dice que "todo barranco será rellenado". Esta senda llena de barrancos representa a las personas llenas de fracasos y frustraciones.
A veces, por experiencias negativas o traumas de la niñez nos hemos hecho una vida llena de fracasos. Algunos se sienten hasta infelices de haber nacido y con tendencias suicidas.
Pero la salvación de Dios no puede llegar por este camino lleno de hoyos.
Otros no aceptan su propio ser, su sexo, su cuerpo. Se lamentan de que nacieron hombres, o mujeres, o que son gordos o bajitos, o morenos o blancos. "¡Ay! --dicen algunas personas--, siquiera yo hubiera nacido en otro país" o "siquiera fuera hijo de un famoso...".
Cada uno de nosotros tiene que empezar por rellenar ese barranco de la insatisfacción de su propia existencia, de su propia persona y de su propia historia.
También hay que superar otra clase de baches tales como las frustraciones porque quisimos estudiar una carrera y no pudimos, o por la muerte de un ser querido; personas que fueron asaltadas o violadas, o fueron testigos de un crimen. Ese negocio que se perdió, ese trabajo que nos quitaron.
Tenemos que saber que hay más oportunidades, que hay más personas que debemos amar.
¡Que barrancos se forman en el corazón cuando odiamos y no somos capaces de perdonar!
Por eso la Palabra del Señor es realista. No dice "no hay problema, el camino está preparado", sino que "hay barrancos que se deben rellenar", sobre todo el estar lejos de Dios, el pensar que somos pecadores y que ya El no nos quiere o nos ha olvidado. ¿Cuántos de nosotros nos sentimos hundidos en el pecado de tal manera que creemos que ya de nada sirve estar leyendo esta meditación!
Pero Dios nos dice, en el profeta Ezequiel, que el que peca es el que morirá. "El hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la culpa de su hijo. Al justo se le tomará en cuenta la justicia, y al malvado, su maldad.
Pero en cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido y observa mis mandamientos y practica el derecho y la justicia, vivirá, sin duda, no morirá. Ninguno de los crímenes que cometió se recordará más. Vivirá a causa de la justicia que ahora practica. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado? ¡Yo lo que quiero es que el malvado se convierta para que viva!".
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Fuente: espiga.org
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