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domingo, 27 de enero de 2008

Teresa Iriarte: "África es un continente con esperanza, está despertando" / Autor: Alfredo Urdaci











La misionera afirma que "sin la ayuda de la Iglesia, sería imposible mantener las misiones".


Trabajan en un país donde la esperanza de vida no pasa de los 52 años. Llevar un centro de salud en Bata es enfrentarse al paludismo, a las tifoideas, a los parásitos intestinales, al sida, sobre todo al sida. Abren a diario, además, un comedor nutricional, lleno hasta la bandera.

¿Cómo es un día en el centro?

El trabajo empieza a las siete, y hasta que no están entregados todos los resultados no se cierra. Tenemos consulta, laboratorio, farmacia, control de embarazadas, sala de cunas…

¿Y cuántas son?

Cuatro hermanas y 18 nativos. Intentamos que ellos lleven el centro. Ponemos mucho esfuerzo en su formación, y en conseguir becas para que hagan estudios fuera y mejoren su nivel.

¿Y el comedor?

Damos comida diaria a los niños desnutridos, ayuda de leche a madres seropositivas. Muchos niños han perdido a su madre.

Hay quien piensa que África es un continente sin esperanza.

No es verdad. Los jóvenes de hoy piensan de otra manera, va a costar mucho el cambio, pero se está empezando. África es un continente con esperanza, está despertando a algo nuevo, a pesar de sus muchas dificultades y carencias. Son gentes alegres. Hay grupos de jóvenes que animan la Eucaristía. Los jóvenes africanos nos ayudan a vivir la fe, eso nos falta en España.

En España hay una campaña para que los contribuyentes pongan la cruz del impuesto en la casilla de la Iglesia… y hay polémica.

Si no fuera por la ayuda económica y humana de la Iglesia sería imposible mantener las misiones. Pueden estar muy seguros de que todo lo que llega por la Iglesia va destinado a la ayuda de estas gentes.

¿En qué lo emplean?

En ancianos crónicos, que no tienen servicios sanitarios, ni alimentos. En atender a paralíticos por la polio, en los que se han quedado ciegos por las filarias. Sería largo de detallar.

¿Y los niños?

También tenemos un grupo de niños apadrinados. Se les paga la matrícula, material escolar y medicación. Y me alegra tener esta ocasión para dar infinitas gracias a todas las mujeres y hombres de gran corazón, que nos ayudan en esta labor de ayudar a los necesitados.

¿Cómo afronta un trabajo diario tan duro?

Con alegría. Cada hombre que se acerca es una buena nueva. Lo importante para mi es estar entre esta gente y transmitir los valores cristianos, estar cerca de ellos en el dolor, acompañarles en sus fiestas. Ellos sienten que alguien les quiere, y nos sienten como su familia.

Darse a los demás, ¿le agota?

El trabajo es duro, y no hay horarios, pero en África recibes siempre más de lo que das.

¿Qué le ayuda en los momentos de desánimo, que los tendrá?

Por temperamento soy optimista y aunque asome el cansancio o el desánimo, encuentro pronto resortes para salir. Recuerdo mucho la frase "Dios me ha creado para ser feliz", la llevo a la oración. Y el Evangelio de San Mateo 25: "Tuve hambre y sed y me diste...", Los Hechos de los Apóstoles, el apoyo firme de mi congregación... Estos han sido pilares firmes que me han ayudado.

Hospitalaria

Nació en Rípodas (Navarra) en 1934. Recuerda una infancia feliz, con el cariño de sus padres y hermanos. Era la pequeña. Sus padres la educaron en la honradez, la justicia, la solidaridad y el respeto. Estudió enfermería e ingresó en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Ha dedicado su vida al cuidado de los enfermos en hospitales de Zaragoza. Al cumplir los 65 años, edad de su jubilación, pidió a sus superiores ir a trabajar a Guinea Ecuatorial. Dice que se fue para poder seguir cumpliendo los valores de su congregación, en especial la hospitalidad.

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Fuente: La Gaceta de Negocios

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