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jueves, 11 de noviembre de 2021

Jeremías Villalba, abogado: «Vi que Dios me llamaba al sacerdocio y lo he dejado todo para ser misionero en Malawi y llevar el Evangelio donde nunca había llegado antes»

 


* «En la misión cada día es distinto, ninguno es igual a otro, y hay mucho trabajo para hacer. El Obispo de Karonga nos encomendó la evangelización de 31 aldeas donde la Iglesia nunca llegó, y allí vamos confiando en Dios. Dios supera todo tipo de expectativa. Estar en la misión ad gentes es tener el corazón lleno de esa alegría que sólo Dios puede dar. Ciertamente, los sacrificios y renuncias son bastantes, sin embargo Dios se encarga de dar pequeñas caricias al alma en los momentos adecuados para que uno continúe adelante, sabiendo que todo vale la pena. Hay muchísimas almas que todavía no conocen a Cristo, y hay que esforzarse para que efectivamente puedan conocerlo»

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miércoles, 29 de marzo de 2017

Grégoire Ahongbonon libera a enfermos mentales atados con cadenas en África: «Es Jesús quien sufre a través de estas personas»

«En los campos de plegaria de las sectas sucede algo muy fuerte, una desgracia. Utilizan el nombre de Jesús para torturar a los semejantes. Es abominable. Jesús no vino para encadenarnos, sino para todo lo contrario. Prometen a los familiares que van a echar a los malos espíritus y se llevan el dinero. En Togo, entré en uno con una cámara de televisión. Había más de 200 personas encadenadas, algunas más de ocho años seguidos, e incluso un niño de 9 años que solo tenía epilepsia. ¡Y está encadenado!»


sábado, 19 de octubre de 2013

Padre Ramón Lázaro, misionero en Costa de Marfil: «Me apoyo en tres pilares: Dios, la comunidad y los pobres. Si falla uno, el trípode se cae»


* "En septiembre de 2002 empezó la rebelión y allá aguantamos con miedo en el cuerpo y mucha confianza en Dios. Allá escuche el ruido de las balas reales.  Y descubrí que ser misionero valía la pena: descubrí que sólo mi mera presencia ya daba consuelo a la gente"

* "Durante cuatro meses Michael y yo vivimos completamente aislados. Ni nuestras familias, ni los misioneros de la Consolata, ni la embajada sabían nada de nosotros durante ese tiempo. Y estuvimos nueve meses sin poder salir de la parroquia. Fue un tiempo de gracia en el que toqué de cerca  mis debilidades, mis miedos. Pero, al mismo tiempo, el Buen Dios me hizo profundizar mi fe, mi esperanza y mi amor por este pueblo"

viernes, 18 de octubre de 2013

Padre Germán Arconada, 50 años en África con los Padres Blancos: «Lo más importante es convencer a la gente de que Dios les ama»


* “En una zona donde habían masacrado a 700 tutsis, a 22 niños de la parroquia, etc... y el río traía cadáveres flotando, decapitados, uno tras otro. Y yo pensé: hemos hecho puentes, escuelas, pozos, pero no hemos cambiado los corazones mediante el amor de Dios. Sigo haciendo proyectos, muchos, pero ahora para mí lo más importante es la predicación del amor de Dios"


miércoles, 28 de marzo de 2012

Las vidas de los niños Petrus de África y Pedro de Europa

28 de marzo de 2012.- Comparación entre las vidas de los niños Petrus de África y Pedro Europa. Lo que vemos en el vídeo es la narración de un día cualquiera en la vida de Petrus, pero el diálogo en audio es entre Pedro y su madre en su quehacer diario. Contrastamos así las vidas de dos niños: Una la vemos en África, otra la escuchamos en Europa y de esa manera niños y adultos podemos reflexionar sobre si tenemos comportamientos adecuados a los criterios del evangelio y de acuerdo al amor de Dios y a la enseñanzas de Jesucristo.

sábado, 24 de mayo de 2008

El obispo español de Bangassou, Centroáfrica, cuenta la experiencia terrible de una aldea atacada

Hoy día, 69 personas no han vuelto y son esclavizadas en los campamentos



Juan José Aguirre Muñoz, a la derecha, nació en Córdoba y lleva 22 años en África como misionero perteneciente a la Congregación de los Misioneros Combonianos.

OMPRESS-CENTROÁFRICA (22-05-08) A continuación reproducimos una carta del obispo español de Bangassou, en Centroáfrica, Mons. Juan José Aguirre, que ha hecho pública una misionera comboniana.

Queridos amigos:
Acabo de volver del este de la diócesis, de un viaje de 21 días y, en la última misión, llamada Obo, a 120 kilómetros de la frontera con el Sudán, os cuento lo que allí vi. Durante esos días, en la radio escuchaba noticias de unos pescadores españoles de un atunero que habían sido apresados por piratas en el Golfo de Adén. Oía cómo se había puesto en marcha todo un engranaje político militar para negociar con los secuestradores, unos abogados desde Londres que llevaban las negociaciones, la angustia de las familias por los 6 días en que los atuneros estuvieron retenidos, aunque estaban bien, comían y dormían bien y estaban a la espera de que se pagara un rescate y se los liberara. Así fue. Se pagó mucho dinero, un barco de guerra condujo al atunero a buen puerto y los asombrados pescadores volvieron a España en avión a gastos pagados.

Oyendo todo esto, llegué a Obo y me encontré un pueblo bañado en lágrimas y en la angustia, desde hacia ya un mes y medio. En efecto, desde la noche del 6 al 7 de marzo en la que unos 150 hombres armados, del ejército rebelde ugandés de Joseph Kony, entraron en Obo y saquearon dos barrios enteros buscando tres cosas: alimentos para comer, semillas para sembrar y porteadores para que les llevaran lo robado hasta su campamento a unas 3 semanas de camino. Eso hicieron esa noche sin dar un solo tiro, robando casa por casa, vaciando los graneros y llevándose a 69 personas, desde niñas de 12 años, hasta mujeres casadas, jóvenes y menos jóvenes, una mujer embarazada, etc.

Estos rebeldes pertenecen al RLS (Ejército de liberación del Señor), que arrasó Uganda durante 15 años matando a 300.000 personas (entre otras a 7 misioneros combonianos). Luego se refugiaron en Sudán y posteriormente crearon su campamento en la selva tropical del norte del Congo en donde están ahora diseminados en varios campos. Uno de los campos, el más próximo de Centroáfrica, fue quien atacó Obo, viendo que nadie guarda la frontera con el Sudán y que Obo es un pueblo casi sin gendarmería. Presa fácil si se entra sin hacer ruido.

E
stos criminales pasaron a 300 metros de la casa de las hermanas Franciscanas, pero tuvieron miedo de los perros y del ruido que pudieran hacer si ladraban o si había que disparar para hacerlos callar. Así que pasaron de largo y se fueron a otras casas donde robaron, se llevaron niños y mayores, violaron a algunas mujeres y dejaron Obo, antes de irse, sumido en la consternación. A 500 metros de la casa de las religiosas, entraron en una casita donde había un matrimonio joven, sacaron al marido a empellones y tres guerrilleros violaron a la mujer por turnos en su propia cama. Hoy día, 69 personas no han vuelto y son esclavizadas en los campamentos para la cocina, los campos, la ropa, instrucción y adoctrinamiento militar y, las chicas y mujeres, para esclavas sexuales.

He hablado con las autoridades locales y todos creen que estos criminales pueden volver cuando quieran. Ahora que empieza la época de las lluvias no es probable, pero más tarde, en noviembre, cuando deje de llover, si Obo no se protege con refuerzos de gendarmería, es muy probable que vuelvan.

Los sacerdotes de Obo siguen allí y no se piensan ir. Han demostrado coraje y paciencia. Pero son hombres! En un cierto momento di la orden para que las hermanas fueran acompañadas a otra misión para protegerlas. La cocinera de los padres, Jeanine, me contaba que se llevaron a su hija de 12 años, apenas una niña, la obligaron a cargar 30 kilos en la cabeza y se la llevaron dejando a la abuela con la que vivía sumida en la amargura. Con los ojos empañados de lágrimas, Jeanine me preguntaba donde está el Congo, a donde se llevaron a su niña, y se preguntaba si esos criminales la habrían ya violado o no. ¡69 personas es mucha gente!

No tienen la suerte de ser españoles, ni tener un gobierno que los defienda, ni abogados que lleven las negociaciones, ni alguien que ponga el dinero del rescate ni una sola radio que hable de ellos. Son los pobres, los olvidados, los que no cuentan para nada en la decisiones del mundo, los sin voz, los parias. Para nosotros son personas llenas de dignidad pero despojadas de sus derechos fundamentales, con la única diferencia de ser un atunero español o un campesino centroafricano. "Así es la vida", decía el Embajador portugués hablando con el Cardenal en la última secuencia de la película " La Misión ". El Cardenal se vuelve hacía la ventana y, en el espejo se mira y se dice: "No, excelencia. Así la hemos hecho". La cámara se acerca aún más a su rostro y finalmente dice: "Así la he hecho".

Unidos en la fe en Nuestro Señor,
Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou.


jueves, 7 de febrero de 2008

Presidenta de Manos Unidas: “La maternidad es el mayor don de Dios para hombres y mujeres”

(VERITAS) La presidenta de Manos Unidas, Begoña de Burgos, presentó esta mañana la campaña “Madres sanas, derecho y esperanza”, con la que Manos Unidas quiere apoyar el cumplimiento del quinto objetivo de Desarrollo del Milenio. De Burgos afirmó que “la maternidad es el mayor don de Dios para hombres y mujeres” y destacó que “el desarrollo de los pueblos no será posible sin unas madres sanas que sean su esperanza”.

Manos Unidas centrará su Campaña de este año en conseguir que la maternidad no sea causa de muerte o discapacidad, y reclamará para todas las mujeres, sobre todo para las más desfavorecidas, las atenciones y cuidados que el embarazo y el parto requieren.

Begoña de Burgos informó que la Jornada Nacional de Manos Unidas se celebrará el próximo domingo, 10 de febrero (en Madrid, el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco presidirá la Eucaristía en el Colegio de las Madres Concepcionistas de Madrid) y recordó la celebración el próximo viernes, 8 de febrero, del Día del Ayuno Voluntario, “símbolo de solidaridad con tantas personas que, en el mundo, ayunan por necesidad durante todo el año”.

Durante la rueda de prensa, también estuvieron presentes Amparo Cuesta, hermana misionera de Nuestra Señora de África, que ha vivido treinta años en Malawi y el padre José Chuquillanqui, sacerdote diocesano que desarrolla su labor en la Parroquia de Mancha.

Cuesta destacó que la mujer es la esperanza de África y explicó su labor como especialista en medicina tropical y como directora de diversos hospitales, destacando los pocos medios con los que se encuentra y la gran mortalidad de las madres a la hora del parto.

Por su parte, Chuquillanqui mostró las labores en su diócesis, uno de los asentamientos de extrema pobreza del cinturón de Lima, y afirmó que se debe “vencer el machismo de la zona”, así como la “violencia familiar y sexual” y añadió que no se trata de dar un mero “asistencialismo”, sino conseguir que cada beneficiario tenga un compromiso con los más necesitados.

domingo, 27 de enero de 2008

Teresa Iriarte: "África es un continente con esperanza, está despertando" / Autor: Alfredo Urdaci











La misionera afirma que "sin la ayuda de la Iglesia, sería imposible mantener las misiones".


Trabajan en un país donde la esperanza de vida no pasa de los 52 años. Llevar un centro de salud en Bata es enfrentarse al paludismo, a las tifoideas, a los parásitos intestinales, al sida, sobre todo al sida. Abren a diario, además, un comedor nutricional, lleno hasta la bandera.

¿Cómo es un día en el centro?

El trabajo empieza a las siete, y hasta que no están entregados todos los resultados no se cierra. Tenemos consulta, laboratorio, farmacia, control de embarazadas, sala de cunas…

¿Y cuántas son?

Cuatro hermanas y 18 nativos. Intentamos que ellos lleven el centro. Ponemos mucho esfuerzo en su formación, y en conseguir becas para que hagan estudios fuera y mejoren su nivel.

¿Y el comedor?

Damos comida diaria a los niños desnutridos, ayuda de leche a madres seropositivas. Muchos niños han perdido a su madre.

Hay quien piensa que África es un continente sin esperanza.

No es verdad. Los jóvenes de hoy piensan de otra manera, va a costar mucho el cambio, pero se está empezando. África es un continente con esperanza, está despertando a algo nuevo, a pesar de sus muchas dificultades y carencias. Son gentes alegres. Hay grupos de jóvenes que animan la Eucaristía. Los jóvenes africanos nos ayudan a vivir la fe, eso nos falta en España.

En España hay una campaña para que los contribuyentes pongan la cruz del impuesto en la casilla de la Iglesia… y hay polémica.

Si no fuera por la ayuda económica y humana de la Iglesia sería imposible mantener las misiones. Pueden estar muy seguros de que todo lo que llega por la Iglesia va destinado a la ayuda de estas gentes.

¿En qué lo emplean?

En ancianos crónicos, que no tienen servicios sanitarios, ni alimentos. En atender a paralíticos por la polio, en los que se han quedado ciegos por las filarias. Sería largo de detallar.

¿Y los niños?

También tenemos un grupo de niños apadrinados. Se les paga la matrícula, material escolar y medicación. Y me alegra tener esta ocasión para dar infinitas gracias a todas las mujeres y hombres de gran corazón, que nos ayudan en esta labor de ayudar a los necesitados.

¿Cómo afronta un trabajo diario tan duro?

Con alegría. Cada hombre que se acerca es una buena nueva. Lo importante para mi es estar entre esta gente y transmitir los valores cristianos, estar cerca de ellos en el dolor, acompañarles en sus fiestas. Ellos sienten que alguien les quiere, y nos sienten como su familia.

Darse a los demás, ¿le agota?

El trabajo es duro, y no hay horarios, pero en África recibes siempre más de lo que das.

¿Qué le ayuda en los momentos de desánimo, que los tendrá?

Por temperamento soy optimista y aunque asome el cansancio o el desánimo, encuentro pronto resortes para salir. Recuerdo mucho la frase "Dios me ha creado para ser feliz", la llevo a la oración. Y el Evangelio de San Mateo 25: "Tuve hambre y sed y me diste...", Los Hechos de los Apóstoles, el apoyo firme de mi congregación... Estos han sido pilares firmes que me han ayudado.

Hospitalaria

Nació en Rípodas (Navarra) en 1934. Recuerda una infancia feliz, con el cariño de sus padres y hermanos. Era la pequeña. Sus padres la educaron en la honradez, la justicia, la solidaridad y el respeto. Estudió enfermería e ingresó en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Ha dedicado su vida al cuidado de los enfermos en hospitales de Zaragoza. Al cumplir los 65 años, edad de su jubilación, pidió a sus superiores ir a trabajar a Guinea Ecuatorial. Dice que se fue para poder seguir cumpliendo los valores de su congregación, en especial la hospitalidad.

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Fuente: La Gaceta de Negocios