* «En la misión cada día es distinto, ninguno es igual a otro, y hay mucho trabajo para hacer. El Obispo de Karonga nos encomendó la evangelización de 31 aldeas donde la Iglesia nunca llegó, y allí vamos confiando en Dios. Dios supera todo tipo de expectativa. Estar en la misión ad gentes es tener el corazón lleno de esa alegría que sólo Dios puede dar. Ciertamente, los sacrificios y renuncias son bastantes, sin embargo Dios se encarga de dar pequeñas caricias al alma en los momentos adecuados para que uno continúe adelante, sabiendo que todo vale la pena. Hay muchísimas almas que todavía no conocen a Cristo, y hay que esforzarse para que efectivamente puedan conocerlo»