El día de tu nacimiento, cuando sólo sabías llorar, recibiste mil besos y caricias, pero también un libro con las hojas en blanco, sin estrenar: el libro de tu vida. Desde aquel instante comenzaste a escribir la historia de tu vida. Ya llevas varias páginas. ¿Qué has escrito hasta ahora?
A veces escribimos y escribimos y nunca hojeamos las páginas escritas.
Toma el libro de tu vida y repásalo durante unos minutos. Tal vez encuentres capítulos o páginas que te gustaría besar, algunas escenas te harán llorar, y al abrir alguna página amarilla o reciente, te entrarán ganas de arrancarla. Se ve negra o con salpicaduras de tinta. Pero Pilato te diría: "Lo escrito, amigo, escrito está".
Tú lo has escrito con tu puño y letra. No con la tinta de un bolígrafo o de una pluma, sino con la tinta de tu libertad. "Tú mismo has forjado tu propia aventura", decía el manco de Lepanto. "Porque veo al final de mi duro camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino", sentencia Amado Nervo, para quien prefiere la metáfora del arquitecto.
No arranques esas páginas de cuajo, déjaselas a Dios para que perdone tus garabatos y sigue escribiendo tu historia junto a Él.
¿Por qué no almacenar el libro de tu vida entre los "Best Seller" del cielo? Aprovecha tu tinta porque tarde o temprano se te va a acabar y no se venden recambios ni en los quioscos ni en las librerías. La vida es una y se vive una sola vez. La muerte cerrará tu libro. Y el día del juicio te pedirán tu libro, y Dios mismo lo leerá o lo pasará en vídeo, como las aventuras de Graham Greene o Charles Dickens.
Todos somos arquitectos y novelistas, así que, amigo, borrón y cuenta nueva. Comienza cuanto antes tu "Best Seller".
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Fuente: Catholic.net
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