
Que no olvides las infinitas posibilidades que nacen de la fe.
Que utilices aquellos dones que has recibido, y que compartas el amor que te ha sido dado.
Que estés contento de saber que eres un hijo de Dios.
Deja que esta presencia se asiente en tus huesos y le permita a tu alma la libertad de cantar, bailar, orar y amar.
Existe aquí para todos y cada uno de nosotros.
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